Alix Putz confiesa que pensó en abortar y explica por qué siguió adelante con el embarazo
Su hija sólo vivió 15 minutos, pero trajo enormes gracias: San Juan Pablo II intercedió a lo grande
Alix Putz es una psicóloga francesa de 38 años, esposa y madre de tres hijos que se enfrentó a una difícil situación que puso a prueba si realmente tenía fe y estaba dispuesta a seguir las enseñanzas de la Iglesia o si realmente se decía católica, pero ante la dura prueba optaba por el camino aparentemente más corto y sencillo.
Hace ahora un año, la fecha exacta fue el 6 de enero, nació y también murió su hija Filomena. Tan sólo vivió 15 minutos desde que su madre la diera a luz hasta que dejó esta vida. Sin embargo, este escaso cuarto de hora fue suficiente para su familia, que está inmensamente feliz de haber podido disfrutar de la presencia de esta pequeña.
Del sufrimiento y la duda, a la intercesión de los santos
Pero no siempre fue así, porque durante el inicio del embarazo y la llegada de malas noticias provocó en esta familia un sufrimiento que les llevó a dudar. Pero al final decidieron escuchar a la Iglesia, y San Juan Pablo II, el Papa de la juventud de Alix y su marido, les acompañó de manera potente en este embarazo.
En una entrevista en Famille Chretienne, Alix recuerda la alegría de quedarse embarazada de su cuarto hijo. Era un día de junio cuando toda la familia fue junta al ginecólogo para ver someterse a la primera ecografía. En ese instante, recibieron el primer shock. El médico les informaba que el embrión mostraba signos muy preocupantes. En julio llegó el mazazo definitivo. Les informaron que el bebé tenía Trisomía 18, también conocido como síndrome de Edwards, que no había esperanza de curación y que su esperanza de corta sería nula o extremadamente corta, muriendo en el útero o en cuanto naciera.
Alix, con sus otros tres hijos
El aborto programado por el ginecólogo
Pero todavía les quedaba otro shock más, pues el ginecólogo había programado un aborto para el lunes siguiente. Así dejaron la consulta Alix y su marido, que decidieron irse al campo ese fin de semana para asimilar la noticia y tomar una decisión.
Ella confiesa que aunque eran católicos practicantes llegaron a plantearse la posibilidad de abortar. Pero entonces cuando iban de camino pasaron por un campamento de scout católicos. Allí encontraron a un sacerdote y decidieron hablar con él y contarles el enorme sufrimiento que estaban pasando en ese momento.
Este sacerdote les iluminó con una frase muy difícil de escuchar en aquel momento pero que les fue de gran ayuda. “Tal vez esta sea una solución hoy, pero pensad en el día de vuestra muerte”, les dijo el religioso.
Tras oír esta frase, los padres decidieron seguir adelante con el embarazo con todas las consecuencias. “Al decidir quedarnos con el bebé tuvimos un acto de fe, como María, que no tenía ni idea de lo que pasaría cuando el ángel Gabriel le dijo lo que iba a venir”, cuenta Alix.
La ayuda de la Iglesia
Los siete meses siguientes fueron de profunda oración y sufrimiento. “Estaba destrozada”, asegura esta psicóloga de Toulon, trabajo al que acabó renunciando. La esperanza fue llegando poco a poco a su hogar gracias a la preparación espiritual.
“Si la Iglesia nos pide que escojamos la vida, ¡debemos pedirle ayuda a ella!”. Esto fue lo que el matrimonio dijo e hizo. Y rápidamente pidieron la intercesión de San Juan Pablo II, el Papa de su juventud, así como a Santa Filomena, patrona de la pequeña que venía en camino.
Así fue como la familia se prepara a la vez para la vida y la muerte ofreciendo la vida de su hija, conscientes de que esta elección “sólo se puede hacer si uno piensa que la vida está más allá de la existencia terrenal”.
La rápida respuesta de San Juan Pablo II
San Juan Pablo II no tardó en responder a sus oraciones y puso en el camino de esta familia a la monja Marie Simon-Pierre, curada de un párkinson avanzado por el Papa polaco y por cuyo milagro fue beatificado.
La religiosa Marie Simon-Pierre, curada por intercesión de San Juan Pablo II acompañó a Alix durante la parte final del embarazo y en el parto
Esta religiosa pertenece a la congregación de las Hermanitas de las Maternidades Católicas, y estaba en la maternidad de L’ Etoile, justo la clínica en la que Aix había decidido dar a luz a Filomena. Este encuentro fue providencial.
Un paritorio convertido también en capilla
El día de la Epifanía de 2018 era la fecha programada para el parto. Las religiosas, comandadas por la hermana Marie Simon-Pierre, la acompañaron física y espiritualmente en todo este proceso, también en el paritorio.
En dicha sala se habilitaron dos zonas, una para el parto y otra para el bautismo de la pequeña para el que ya estaba preparado el capellán del hospital, con un altar y todos los elementos litúrgicos para dar gran solemnidad a aquel momento.
Alix dio a luz con la mano de la monja curada por Juan Pablo II apoyada en su hombro, como si este fuera un signo de que el santo al que se habían encomendado estaba también con ella en el paritorio.
Esta mujer recuerda emocionada aquel momento y el acompañamiento de las religiosas.Tuvieron gestos con la familia, llevaron a los pequeños a conocer a su hermana todavía viva e hicieron a la pequeña Filomena un molde de yeso de sus pies para que la familia tuviera este recuerdo.
"Feliz eres porque has dado a luz a un santo"
Antes, sin embargo, recibió los sacramentos de iniciación cristiana. “Fue un momento feliz”, confiesa la madre. Y la pequeña Filomena dejó esta vida con su vestido bautismal directa al cielo.
“Todo está cumplido”, piensa esta madre en el hospital, que recibió el alta y abandonó el hospital repitiéndose las palabras del beato Charles de Foucauld: “Feliz eres porque has dado a luz santo”.
Pasado un año de aquel momento, Alix asegura que “está extraordinariamente feliz de haber tenido a Filomena” porque las gracias recibidas iban de la mano con el sufrimiento. Esta mujer y madre se considera “nacida espiritualmente el 6 de enero: esta niña nos ha dado la oportunidad de vivir con amor”.
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