Beato Pedro Jeremías, presbítero dominico.
Predicador, taumaturgo y pescador por milagro.
Beato Pedro Jeremías, presbítero dominico. 25 de octubre, 3 y 10 de marzo.
Nació en 1399, en Palermo, de la noble familia Geremia. El primer encuentro con lo sobrenatural le ocurre a Pedro cuando estudiaba Leyes en Bolonia, allí se le aparece un pariente que había sido abogado y por trampear y usar malas artes en su oficio, se había condenado al infierno. Esta visión le impacta tanto que decide hacerse religioso dominico, frailes que en Bolonia eran toda una institución por su ejemplo en la predicación, la vida austera y la oración. Esta entrada en la Orden supuso gran oposición por parte de su padre, que cifraba esperanzas en él, pero el santo finalmente se salió con la suya. Antes de entrar al convento, se fue a un herrero, a que le fabricara un cilicio de hierro de 14 libras de peso, con cinco barras del mismo metal, que llevaría toda su vida, como penitencia propia y por el pariente condenado. Tan apretada la llevaba, que se le había incrustado en la carne y no fue posible quitársela sino cuando el cuerpo se corrompió en el sepulcro.
En la Orden fue ejemplo de castidad y obediencia. Fue versado en la predicación, el ministerio del confesionario y la obra escrita, lo que le valió la admiración y trato del gran San Vicente Ferrer (5 de abril y segundo lunes de Pascua). Se sabe también que participó en el Concilio de Ferrara-Florencia, versando sobre los griegos católicos y donde el papa le encomendó la reforma del clero regular de Ferrara. Fue Maestro de novicios, entre los que estuvo San Juan Liccio (14 de noviembre). Fue también superior y provincial. Todo lo demás, son leyendas con más o menos fundamento y escritas después de su muerte, llenando de portentos la vida, al gusto de la época:
Los peces y la red.
Esta leyenda dice que en una ocasión, mientras se trasladaba en una barquilla por Palermo, pidió limosna a un barco pesquero que iba cargado de atún, pero el capitán le trató de malos modos y le negó la caridad. Apenas sobrepasó el barco, los atunes saltaron de las redes y nadaban tras la barca de Pedro. El capitán se arrepintió y le pidió bendijera su barco, lo que hizo el santo y los atunes volvieron a las redes. Debería ser el patrón de los barcos atuneros.
La decapitada revivida.
En una ocasión se halló el cadáver decapitado de una mujer, cuya cabeza estaba perdida. Hizo el santo oración y dos ángeles bajaron del cielo, trajeron la cabeza, que el santo colocó a la mujer y la revivió, con lo cual, contó lo que había pasado y se dio caza a los asesinos.
Pedro murió el convento de Palermo, como un fraile más, en 1452. Pío VI aprobó el culto y devoción que ya se le tributaba y extendió el oficio litúrgico a toda la Orden, con el título de Beato.
Fuentes:
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
Nació en 1399, en Palermo, de la noble familia Geremia. El primer encuentro con lo sobrenatural le ocurre a Pedro cuando estudiaba Leyes en Bolonia, allí se le aparece un pariente que había sido abogado y por trampear y usar malas artes en su oficio, se había condenado al infierno. Esta visión le impacta tanto que decide hacerse religioso dominico, frailes que en Bolonia eran toda una institución por su ejemplo en la predicación, la vida austera y la oración. Esta entrada en la Orden supuso gran oposición por parte de su padre, que cifraba esperanzas en él, pero el santo finalmente se salió con la suya. Antes de entrar al convento, se fue a un herrero, a que le fabricara un cilicio de hierro de 14 libras de peso, con cinco barras del mismo metal, que llevaría toda su vida, como penitencia propia y por el pariente condenado. Tan apretada la llevaba, que se le había incrustado en la carne y no fue posible quitársela sino cuando el cuerpo se corrompió en el sepulcro.
En la Orden fue ejemplo de castidad y obediencia. Fue versado en la predicación, el ministerio del confesionario y la obra escrita, lo que le valió la admiración y trato del gran San Vicente Ferrer (5 de abril y segundo lunes de Pascua). Se sabe también que participó en el Concilio de Ferrara-Florencia, versando sobre los griegos católicos y donde el papa le encomendó la reforma del clero regular de Ferrara. Fue Maestro de novicios, entre los que estuvo San Juan Liccio (14 de noviembre). Fue también superior y provincial. Todo lo demás, son leyendas con más o menos fundamento y escritas después de su muerte, llenando de portentos la vida, al gusto de la época:
Los peces y la red.
Esta leyenda dice que en una ocasión, mientras se trasladaba en una barquilla por Palermo, pidió limosna a un barco pesquero que iba cargado de atún, pero el capitán le trató de malos modos y le negó la caridad. Apenas sobrepasó el barco, los atunes saltaron de las redes y nadaban tras la barca de Pedro. El capitán se arrepintió y le pidió bendijera su barco, lo que hizo el santo y los atunes volvieron a las redes. Debería ser el patrón de los barcos atuneros.
La decapitada revivida.
En una ocasión se halló el cadáver decapitado de una mujer, cuya cabeza estaba perdida. Hizo el santo oración y dos ángeles bajaron del cielo, trajeron la cabeza, que el santo colocó a la mujer y la revivió, con lo cual, contó lo que había pasado y se dio caza a los asesinos.
Pedro murió el convento de Palermo, como un fraile más, en 1452. Pío VI aprobó el culto y devoción que ya se le tributaba y extendió el oficio litúrgico a toda la Orden, con el título de Beato.
Fuentes:
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-"Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores". Fr. Manuel Amado. O.P. Madrid, 1829.
A 25 de octubre además se celebra a Santos Crispín y Crispiniano, mártires.
A 25 de octubre además se celebra a Santos Crispín y Crispiniano, mártires.
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