Santas Úrsula y compañeras vírgenes, vírgenes y mártires
fecha: 21 de octubre
†: c. s. IV - país: Alemania
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: c. s. IV - país: Alemania
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes
que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se
levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como
la principal del grupo.
Patronazgos: Úrsula es patrona de Colonia, de las jóvenes, de la juventud, los
maestros, educadores y comerciantes de telas, de las Universidades de Colonia,
Viena y Coimbra; protectora en tiempo de guerra, para pedir un buen matrimonio,
una muerte tranquila, y contra las enfermedades de la infancia y los tormentos
del purgatorio.
refieren a este santo: Santa Isabel de
Schönau
La Iglesia trata con gran reserva el caso
de santa Úrsula y sus compañeras, martirizadas en Colonia. La comisión nombrada
por Benedicto XIV tenía el proyecto de suprimir su fiesta, que llegó a
considerarse por completo fantástica y carente de todo valor. Ya el
Martirologio Romano de 1922 suprimía algunas referencias históricas, como el
tradicional número de once mil vírgenes, y las circunstancias concretas del
martirio. Al respecto, puede ser útil comparar las redacciones respectivas de
los elogios de 1922 y de la edición de 2001:
«En Colonia Agripina, santas Úrsula y compañeras, quienes, a causa de la religión cristiana y de la preservación de la virginidad, fueron asesinadas por los Hunos, llevando a término su vida en el martirio; muchos de sus cuerpos fueron conservados en Colonia.» (Martirologio de 1922)
«Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.» (Martirologio de 2001)
Es notable la desaparición de toda circunstancia histórica, quedando todo el peso del elogio en la basílica construida en honor de las mártires, que, como veremos luego, es lo único concreto de toda esta memoria.
«En Colonia Agripina, santas Úrsula y compañeras, quienes, a causa de la religión cristiana y de la preservación de la virginidad, fueron asesinadas por los Hunos, llevando a término su vida en el martirio; muchos de sus cuerpos fueron conservados en Colonia.» (Martirologio de 1922)
«Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.» (Martirologio de 2001)
Es notable la desaparición de toda circunstancia histórica, quedando todo el peso del elogio en la basílica construida en honor de las mártires, que, como veremos luego, es lo único concreto de toda esta memoria.
En la iglesia de Santa Úrsula, en Colonia,
hay una inscripción latina, que data probablemente de la segunda mitad del
siglo IV o principios del siglo V. Su texto dice:
DIVINIS FLAMMEIS VISIONIB. FREQVENTER
ADMONIT. ET VIRTVTIS MAGNÆ MAI
IESTATIS MARTYRII CAELESTIVM VIRGIN
IMMINENTIVM EX PARTIB. ORIENTIS
EXSIBITVS PRO VOTO CLEMATIVS V. C. DE
PROPRIO IN LOCO SVO HANC BASILICA
VOTO QVOD DEBEBAT A FVNDAMENTIS
RESTITVIT SI QVIS AVTEM SVPER TANTAM
MAIIESTATEM HVIIVS BASILICÆ VBI SANC
TAE VIRGINES PRO NOMINE. XPI. SAN
GVINEM SVVM FVDERVNT CORPVS ALICVIIVS
DEPOSVERIT EXCEPTIS VIRCINIB. SCIAT SE
SEMPITERNIS TARTARI IGNIB. PVNIENDVM
ADMONIT. ET VIRTVTIS MAGNÆ MAI
IESTATIS MARTYRII CAELESTIVM VIRGIN
IMMINENTIVM EX PARTIB. ORIENTIS
EXSIBITVS PRO VOTO CLEMATIVS V. C. DE
PROPRIO IN LOCO SVO HANC BASILICA
VOTO QVOD DEBEBAT A FVNDAMENTIS
RESTITVIT SI QVIS AVTEM SVPER TANTAM
MAIIESTATEM HVIIVS BASILICÆ VBI SANC
TAE VIRGINES PRO NOMINE. XPI. SAN
GVINEM SVVM FVDERVNT CORPVS ALICVIIVS
DEPOSVERIT EXCEPTIS VIRCINIB. SCIAT SE
SEMPITERNIS TARTARI IGNIB. PVNIENDVM
No hay una traducción aceptable del texto,
ya que se trata de una inscripción bastante oscura. Pero parece conmemorar el
hecho de que un tal Clemacio, senador, tuvo ciertas visiones en las que se le
ordenó que emprendiese la reconstrucción en ese lugar, que era de su propiedad,
de la basílica de las vírgenes que habían sido martirizadas allí. Debe tenerse
presente que la inscripción no dice nada sobre el número y los nombres de las
vírgenes, ni sobre la época y las circunstancias de su martirio, no nombra a
Úrsula ni a los Hunos. Toda su importancia proviene de que menciona, si es que
la inscripción está bien datada en el siglo IV o V, una básilica anterior,
quizás preconstantiniana, testigo de un culto muy antiguo. Esta es toda la base
sobre la que descansa el culto de santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes, cuya
leyenda es tan famosa.
La forma más antigua de la leyenda es un
sermón compuesto en Colonia, probablemente a principios del siglo IX, con
motivo del día de la fiesta. El autor confiesa que no existía entonces ningún
escrito sobre el martirio y se limita a repetir la leyenda oral, sin dar
pruebas sobre la veracidad de su contenido. Las doncellas eran muy numerosas,
tal vez varios miles. La principal era Vinosa o Pinosa. El martirio tuvo lugar
durante la persecución de Maximiano. Según una variante, las vírgenes habían
llegado a Colonia con la Legión Tebana, aunque el autor se inclina más bien a
pensar que eran originarias de Inglaterra. Ninguno de los martirologios
clásicos de la época menciona a estas mártires, pero Usuardo conmemora a las
vírgenes Marta y Saula y sus compañeras, martirizadas en Colonia y Wandelberto
de Prüm, mediados del siglo IX, habla de los millares de vírgenes de Cristo que
padecieron el martirio a orillas del Rin el 21 de octubre.
La primera mención del nombre de santa
Úrsula, que formaba parte de un grupo de unas pocas vírgenes (no once mil),
data de fines del siglo IX. Varias fuentes litúrgicas de esa época, dicen que
santa Úrsula formaba parte de un grupo, pero a veces menciona a cinco, otras
ocho, otras once vírgenes; por ejemplo: Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa,
Marta, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia. Por supuesto que
ninguno de estos documentos es anterior al siglo IX, pero al menos son
testimonios independientes a las leyendas ursulinas -que recién comenzaban a
circular- y su testimonio no queda invalidado por dichas leyendas. En una sola
de estas listas Úrsula está primera.
Sin embargo, ya a principios del siglo X
se comenzó a hablar de «once mil» vírgenes, aunque no se sabe cómo ni por qué.
Se puede quizás pensar que se juntó el dato de las once de uno de los listados
litúrgicos, con la idea de «miles de vírgenes» en el Rin, que provenía de otras
fuentes, según vimos; y según una teoría, la abreviación «XI M.V.» (undecim
martyres virgines) se tradujo equivocadamente por undecim milia virgines. Sea
como sea que se haya llegado a pasar de un puñado de no más de once a nada
menos que once mil, para el siglo X estaban todos los elementos básicos de tan
fantástica história, y sólo faltaba que la imaginación popular y moralizante
dieran una forma agradable y transmisible a todo este conjunto.
Ésta es, pues, la forma que tomó más tarde
en Colonia: Un rey pagano solicitó la mano de Úrsula, hija de un monarca cristiano
de Inglaterra. La joven quería permanecer virgen y obtuvo un plazo de tres
años, que empleó en continuas travesías marítimas. Tenía diez damas de honor y
cada una de ellas, lo mismo que Úrsula, llevaba mil compañeras. La expedición
constaba de once navíos. Al cumplirse el plazo de tres años, los vientos
arrastraron los navíos a la desembocadura del Rin. La caravana de doncellas se
dirigió entonces a Colonia y después, a Basilea. Allí desembarcaron Úrsula y
sus compañeras, quienes cruzaron los Alpes y fueron a Roma a visitar el
sepulcro de los Apóstoles. Después, volvieron por el mismo camino a Colonia.
Como Úrsula se rehusase a contraer matrimonio con el rey de los hunos, fue
asesinada por los bárbaros junto con todas sus compañeras. Los ángeles se
encargaron de dispersar a los asesinos, de suerte que los habitantes de la
ciudad pudieron recuperar los cadáveres. Clemacio construyó en su honor una
basílica.
Godofredo de Monmouth, en el siglo XII, da
otra versión de origen galo, no menos fantástica: El emperador Maximiano, es
decir, Magno Clemente Máximo, conquistó las Galias el año 383 y fundó en
Bretaña una colonia inglesa, compuesta en gran parte por soldados, bajo las
órdenes de Cinán Meiriadog. Cinán pidió al rey de Cornwall, llamado Dionoto, que
enviase algunas mujeres para poblar la colonia. Dionoto respondió generosamente
y envió a su propia hija, Úrsula y a otras 11.000 doncellas nobles, así como a
60.000 jóvenes del pueblo. Úrsula, que era muy hermosa, debía contraer
matrimonio con Cinán. Pero una tempestad arrastró los navíos hacia el norte, a
unas islas extrañas pobladas por los bárbaros, y las doncellas murieron a manos
de los hunos y de los pictos.
La versión de Colonia constituye la
leyenda que podríamos llamar «oficial». Esa versión sitúa el martirio en el año
451: «Atila y los hunos, cuando se replegaban después de su derrota en la
Galia, tomaron Colonia, que era entonces una ciudad cristiana muy floreciente.
Sus primeras víctimas fueron Úrsula y sus compañeras inglesas» (así rezaba una
antigua lección del Breviario en Inglaterra). En el curso del siglo XII, la
historia se complicó aún más, gracias a las «revelaciones» de santa Isabel de
Schönau y del beato Germán José, canónigo premonstratense. Actualmente, todo el
mundo está de acuerdo en que tales revelaciones eran puramente ilusorias, pero
en la época en que tuvieron lugar se «descubrieron» en Colonia (1155) numerosas
reliquias e inscripciones (naturalmente falsas), que pasaban por ser los
epitafios de san Ciriaco Papa, de san Marino de Milán, de san Papunio, rey de
Irlanda, de san Picmenio, rey de Inglaterra y de otros muchísimos personajes
imaginarios que habían sufrido el martirio con santa Úrsula y sus compañeras.
Las pretendidas «revelaciones» del beato Germán (si es que existieron realmente)
eran aún más sorprendentes que las de santa Isabel, ya que tenían por finalidad
resolver los múltiples problemas de la leyenda y explicar la presencia de los
huesos de hombres y aun de niños recién nacidos, entre los restos de las
mártires. Indudablemente lo que se descubrió en 1155 fue una fosa común. Por
otra parte, todos los indicios nos llevan a pensar que los dos abades de Deutz
falsificaron impíamente los hechos y complicaron en el fraude a santa Isabel y
al beato Germán, sin que éstos lo supiesen. Todavía se conserva una gran
cantidad de «reliquias» en la iglesia de Santa Úrsula en Colonia, sin contar
las que se hallan esparcidas en el mundo entero.
Dejando a un lado la leyenda, la
inscripción de Clemacio dice que éste restauró una pequeña basílica o cella
memorialis, que probablemente había sido saqueada por los francos alrededor del
año 353 (y por tanto carece de toda relación con los hunos). Ahí se hallaba el
sepulcro de las mártires, y Clemacio prohibió que se diese sepultura en ese
lugar a otras personas. El texto de la inscripción no indica absolutamente que
se tratase de un vasto cementerio en el que había millares de esqueletos.
Durante la Edad Media, se inventaron, poco a poco, los nombres de las
compañeras de santa Úrsula que figuran en diversos calendarios y martirologios.
Una de las invenciones más famosas y quizás más entrañables, sea la de «santa
Córdula», que atemorizada por el martirio escapó de la matanza, pero «al día
siguiente, arrepentida, se entregó a los hunos y fue la última que conquistó la
palma del martirio» (así lo decía la inscripción del Martirologio Romano de
1922, retirada en la actualidad). Según se sabe, la autora de esta invención
fue la monja Helentrudis de Heerse en el documento «Fuit tempore». De cada
detalle la predicación ha sacado ejemplos notables y valores permanentes; la
iconografía, qué duda cabe, se ha recreado en pintar de mil maneras distintas
estos «hechos». Aun en la teología del siglo XX no sabríamos a qué hace
referencia el libro de Hans Urs von Bathasar «Córdula, o el acontecimiento
auténtico», si no tuviéramos conocimiento de estos desarrollos legendarios.
Pero, como lo hemos señalado otras veces, el Martirologio no es un reservorio
de leyendas entrañables, sino la celebración de hechos de la fe veraces y
fundamentales, que dieron lugar a la nuestra. Muchas veces no tenemos para
ellos más que la vaga evocación de una basílica cuyo recuerdo subsistió, o un
nombre que ha quedado desprovisto de toda densidad. La historia de la fe nos
ofrece muchas veces esa «ascesis de la curiosidad» que la leyenda pretende
suavizarnos. Pero lo que debe permanecer es el recuerdo de que nuestra fe está
construida sobre martirios auténticos, aunque no conozcamos de ellos más que
los retazos que lograron fijarse en una inscripción o un pergamino borroso.
El P. Víctor de Buck consagró al estudio
de la leyenda 230 páginas in-folio en Acta Sanctorum, oct., vol. IX (1858).
Además de la inscripción de Clemacio, el Sermo in natali y las cortas noticias
litúrgicas arriba mencionadas, el documento más importante es el antiguo relato
«Fuit tempore». Desgraciadamente, el P. de Buck no le atribuyó importancia
alguna, porque no leyó el prólogo. Fue publicado por primera vez en Analecta
Bollandiana, vol. Hl (1884), pp. 5-20. La leyenda comenzó a desarrollarse a
partir de esa base, pero su evolución es demasiado complicada y la bibliografía
demasiado nutrida para que podamos ocuparnos aquí de ellas. Es muy recomendable
el artículo de la Catholic Encyclopedia sobre este tema, «St. Ursula and the Eleven Thousand
Virgins» , que he tomado como base, junto con el del
Butler-Guinea, para la elaboración de este escrito: de los dos he sacado
párrafos literales, acomodándolos a la circunstancia de la edición del nuevo
Martirologio Romano, que ya ha desterrado por completo la leyenda de santa
Úrsula, aunque no el personaje, como hemos visto.
Abel Della Costa
accedida 4421 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_3841
No hay comentarios:
Publicar un comentario