sábado, 19 de octubre de 2019

San Pablo de la Cruz. El místico del Calvario. Fundador de los Pasionista (19 de octubre)

San Pablo de la Cruz. El místico del Calvario. Fundador de los Pasionista

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En una visión, la Virgen dijo a San Pablo de la Cruz que fundara una comunidad que amara la Pasión del Señor. San Pablo de la Cruz, místico

  
San Pablo de la Cruz, originalmente llamado Paolo Francesco Danei, fue un místico italiano y fundador de los Pasionistas, o la Congregación de la Pasión, cuyos miembros combinaron la devoción a la pasión de Cristo con la predicación a los pobres, y las rigurosas penitencias.

Fiesta: 19 de Octubre

Martirologio romano: San Pablo de la Cruz, sacerdote, quien desde su juventud brilló por el espíritu de penitencia y de un gran celo ardiente, fue movido por el amor singular hacia Cristo crucificado contemplándolo en el rostro de los pobres y enfermos, Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Biografia de San Pablo de la Cruz

San Pablo de la Cruz es el fundador de los Padres Pasionistas, nació en Génova (Italia) en 1684.
Cuando era niño, cada vez que le llegaba algún sufrimiento especial, la mamá le mostraba un crucifijo y le recordaba que Jesús ofreció sus sufrimientos por nosotros, y que también nosotros debemos ofrecer por Él lo que sufrimos. Así lo fue entusiasmando por la Pasión de Cristo.
Su padre le leía de vez en cuando el libro de vidas de Santos, y esto lo animaba mucho a ser mejor. Aquel buen hombre avisaba también continuamente a su hijo acerca de lo peligroso y dañino que es juntarse con malas compañías. Así lo libró de muchos males y peligros.

Comienza su camino de penitente

A los 15 años oyó un emocionante sermón acerca de esta frase de Jesús: "Si no se convierten y no hacen penitencia, todos perecerán".
En esa fecha hizo una confesión general de toda su vida y desde aquel día empezó a dormir en el duro suelo, a ayunar, a dedicar varias horas de la noche a rezar y a leer libros piadosos.
Luego organizó con algunos de sus compañeros una asociación de jóvenes para ayudar a los demás con sus palabras y buenos ejemplos a ser mejores. Varios de esos muchachos se hicieron religiosos después.
San Pablo de la Cruz se alistó en el ejército del Sumo Pontífice para defender la religión, pero después de un año se dio cuenta que no tenía vocación para militar.
Luego rechazó unos negocios muy prometedores que le ofrecían y un matrimonio muy brillante que se le presentaba. Se quedó por varios años en la casa de sus padres dedicado a la oración, a la meditación y a practicar la caridad hacia los pobres.

La visión mística que cambia su vida.

En 1720, San Pablo de la Cruz vio que en sueños le mostraban una sotana negra con un corazón y una cruz blanca y el nombre de Jesús. Era como un aviso del hábito o distintivo que debería dar a sus religiosos.
Después en una visión oyó a la Santísima Virgen que le aconsejaba fundar una comunidad que se dedicara a amar y hacer amar la Santísima Pasión de Jesucristo.
San Pablo de la Cruz presentó estos mensajes por escrito al Sr. Obispo y a su director espiritual. Ambos, conociendo la vida heroica de virtud y oración que el joven había llevado desde niño, reconocieron que se trataba realmente de una vocación señalada por Dios. Y el Sr. Obispo le dio a Pablo la sotana negra con el corazón blanco y la cruz sobre el pecho.
San Pablo de la Cruz se retiró durante 40 días a redactar los Reglamentos de la nueva comunidad, en una húmeda habitación junto a una sacristía, donde vivió todo ese tiempo a pan y agua y durmiendo por la noche en un lecho de paja.
Esos Reglamentos son los que han seguido siempre sus religiosos. Luego se dedicó a ayudar a los sacerdotes a dar clases de catecismo, y a predicar misiones populares con gran éxito.

Poca aceptación de su nueva orden

Los primeros candidatos que se presentaron pidiendo ser admitidos en la nueva Congregación, encontraron demasiado duro el Reglamento y se retiraron.
Mientras tanto San Pablo de la Cruz y un compañero suyo viajaban por los pueblos predicando misiones y obteniendo muchas conversiones.
El Papa Benedicto XIV aprobó los Reglamento, pero suavizándolos un poco, y entonces empezaron a llegar novicios, y pronto tuvo ya tres casas de religiosos pasionistas.

San Pablo de la Cruz: apasionado por la predicación

En todas las ciudades y pueblos a donde llegaba predicaba acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
A veces se presentaba con una corona de espinas en la cabeza. Siempre llevaba en la mano una cruz, y con los brazos extendidos, el santo hablaba de los sufrimientos de Nuestro Señor, en forma que conmovía aun a los más duros e indiferentes.
A veces, cuando el público no demostraba conversión, se azotaba violentamente delante de todos, por los pecados del pueblo, de modo que hacía llorar hasta a los soldados y a los bandoleros.
Un oficial que asistió a algunos de sus sermones decía:
"Yo he estado en muchas batallas, sin sentir el mínimo miedo al oír el estallido de los cañones. Pero cuando este padre predica me hace temblar de pies a cabeza".
Es que Dios le había dado la eficacia de la palabra y el Espíritu Santo le concedía la gracia de conmover los corazones.
En los sermones era duro e intransigente para no dejar que los pecadores vivieran en paz con sus vicios y pecados, pero luego en la confesión era compresivo y amable, invitándolos a hacer buenos propósitos, animándolos a cambiar de vida, y aconsejándoles medios prácticos para perseverar siendo buenos cristianos, y portándose bien.

San Pablo de la Cruz y sus dones extraordinarios

  • A muchas personas les anunció cosas que les iban a suceder en el futuro.
  • Curó a innumerables enfermos.
  • Estando a grandes distancias, de pronto se aparecía a alguno para darle algún aviso de importancia, y desaparecía inmediatamente.
Rechazaba toda muestra de veneración que quisieran darle, pero las gentes se apretujaban junto a él y hasta le quitaban pedacitos de su sotana para llevarlos como reliquias y recuerdos.
Con su hermano Juan Bautista trabajaron siempre juntos predicando misiones, enseñando catecismo y atendiendo pobres. Como ambos eran sacerdotes, se confesaban el uno con el otro y se corregían en todo lo necesario.
Solamente una vez tuvieron un pequeño disgusto y fue cuando un día Juan Bautista se atrevió a decirle a Pablo que lo consideraba un hombre verdaderamente virtuoso. El santo se disgustó y le prohibió hablarle por tres días.
Al tercer día Juan Bautista le pidió perdón de rodillas y siguieron siendo buenos amigos como antes.
En 1771 fundó la comunidad de Hermanas Pasionistas que se dedican también a amar y hacer amar la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Muerte de San Pablo de la Cruz

En 1772 sintiéndose muy enfermo, San Pablo de la Cruz mandó pedir al Papa su bendición para morir en paz. Pero el Sumo Pontífice le respondió que la Iglesia necesitaba que viviera unos años más. Entonces se mejoró y vivió otros tres años.
Su muerte ocurrió el 18 de octubre de 1775 cuando tenía ochenta años. Antes de cien años (1867) fue declarado santo.

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