domingo, 1 de diciembre de 2019

¿Cuál fue la religión de Jesús? (Domingo 1º de Adviento A (01.12.2019): Mateo 24,37-44) y “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29) (Domingo 1º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (01.12.2019): Hch 1,1-25)


Leyente y, sobre todo, 'VIGILANTE bueno o ALMENDRO'.
Todo llega, siempre. Y creo que también a punto. Se acabó el año eclesiástico y comenzamos otro nuevo. Será el domingo próximo, primer día de diciembre, año nuevo y feliz con la Filarmónica de Viena, si es preciso.
En la Iglesia se empieza el Ciclo A que, entre otras cosas, es el año en el que se nos leerá en las liturgias de la santa misa y eucaristía el Evangelio de Mateo. Curiosamente, este Evangelio es el que acabo de comentar en los cincuenta y dos comentarios de este último año de la Iglesia. 
En alguno de los días de la próxima semana te llegará un archivo con todos los comentarios de este Evangelio de Mateo.
Así que volveré a comentar al ritmo de las propuestas litúrgicas vaticanas, y para este Ciclo C, este mismo Evangelio de Mateo. Así lo puedes apreciar ya en los comentarios de este domingo que te llegan a continuación. 
Y también en el archivo adjunto.
A este comentario semanal del texto correspondiente añadiré otro comentario. Otra página.
Domingo a domingo pasearé mis neuronas por los mensajes del Libro de los Hechos de los Apóstoles. En un año, en cincuenta y dos comentarios, intentaré aprender a leer este libro del Nuevo Testamento de la Biblia que creo es tan poco conocido y como leído. Me lo parece a mí. Ojalá que esté equivocado.
Semana a semana, leyente y vigilante como el almendro mediterráneo del adviento, compartiré mis devaneos literarios y teológicos de la segunda parte de la obra de Lucas, que eso es lo que quiso ser desde siempre. 
Tenemos tarea, sencilla y completa. Apasionante siempre. Y aquí nos volveremos a encontrar domingo tras domingo. Ilusionados de nuevo. Gracias muy agradecidas por estar, por leer, por escribir.
Un cordial abrazo, almendro viviente.     

Domingo 1º de Adviento A (01.12.2019): Mateo 24,37-44
¿Cuál fue la religión de Jesús? Me lo pregunto y lo escribo CONTIGO,

Día uno de diciembre de dos mil diecinueve. Domingo primero del año de la Iglesia y también, para ella, el primero de su tiempo del Adviento. Y también el primer domingo en que se nos leerá la Buena Noticia de un nuevo Evangelio que comenzamos a leer en el día de hoy, el llamado ‘Evangelio de Mateo’. Y para leer la primera página se nos propone el relato de Mateo 24,37-44. Una elección muy desafortunada  se mire como se quiera. No empezamos bien.

Copio las primeras y las últimas palabras que oirán las gentes del pueblo en la misa de la liturgia de este domingo. Espero que nadie piense que ésta es la primera página del Evangelio de Mateo: “Como en los días de Noé, así será la venida del hijo del hombre... También vosotros estad preparados, porque en el momento en que no penséis, vendrá el hijo del hombre” (Mt 24,37.44). Este breve relato forma parte de un largo y complicado discurso que el Evangelista ha colocado en labios de su Jesús de Nazaret al que identifica aquí como ‘el hijo del hombre’.

En este relato mi atención queda atrapada por un par de referencias entre otras muchas, sin duda: el viejo relato del diluvio (como en los días de Noé) y el sueño de una  nueva aparición divina (vendrá el hijo del hombre). Dos irrealidades. Dos asuntos que sólo existen en la fantasía de quienes viven aquí de forma sospechosa, porque no desean contar lo que sucede. La  realidad de esta vida, ¿puede llegar a ser tan insoportable que sólo merezca la pena refugiarse en un pasado de leyenda o en un futuro que siempre está por llegar?

El relato que se evoca en este texto de Mateo pertenece al libro del Génesis, capítulos sexto a noveno. Una preciosidad de mito. Una literal irrealidad que esconde una seria advertencia para todos los vivientes que conformamos en todo tiempo lo que llamamos ‘humanidad’.

Cuando los humanos dejamos de ser humanos todo deja de tener sentido. No merece la pena vivir. ¿Pasaba todo esto cuando vivía Jesús de Nazaret o cuando escribía de él su Evangelista Mateo en los años ochenta de los tiempos del siglo primero? El peligro de la deshumanización ocurre siempre que los humanos miramos sólo nuestro propio ombligo y desoímos los gritos del dolor de los demás vivientes? Esto pasa ahora, porque el siglo XX también nos pertenece.

¿Y lo del futuro? ¿La venida de un ‘hijo del hombre’? Otro mito que se debe de descifrar. O, al menos, intentarlo. Todos los vivientes venimos a este mundo una sola vez y de la mano de un padre y de una madre. ¿Acaso no es así o es que yo estoy muy equivocado? Nadie ha regresado una segunda vez. El judío y laico Jesús de Nazaret, tampoco. ¿Por qué nos sucede que sobre la ignorancia de lo desconocido ‘del más allá’ todas las religiones se atreven a confesar tantos dogmas y tantas imaginaciones? Lo sabemos bien, la ignorancia es atrevida.

Este brevísimo texto de Mateo debemos de leerlo siempre integrado en el contexto del quinto y último discurso que el narrador colocó en boca de su Jesús de Nazaret al contemplar la ruina y el acabamiento del Templo de Jerusalén, de su Religión, de su Sacerdocio y de sus tradiciones (Mateo 24-25). Que nadie nos engañe (Mt 24,4) y se aproveche de nuestra ignorancia. La vida no se acaba y ‘cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás’ (Mt 7,12). Así fue su religión.
Carmelo Bueno Heras

Domingo 1º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (01.12.2019): Hch 1,1-25
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

El pasado año eclesiástico de 2017-18 comenté en cincuenta y dos páginas la primera parte de la obra de Lucas, el Evangelista del toro. Este Evangelio de Lucas tiene asignado su Ciclo C dentro de la liturgia eclesiástica de la misa. En cambio, la segunda parte de su obra, el llamado libro de Los Hechos de los apóstoles jamás se nos ha leído a las gentes del pueblo en la liturgia eucarística. Jamás en casi veinte siglos. ¿Cuándo va a llegar su hora? ¿Por qué nos lo silencian?

Desde tiempos remotos se le llegó a considerar a este libro como el ‘quinto Evangelio’. En él se nos enseña -a quienes nacimos después de la muerte de Jesús de Nazaret- ¡a resucitarlo! Por esta sola razón me aventuro en la tarea de pasar un año leyendo y compartiendo durante sus cincuenta y dos semanas mis reflexiones y comentarios. Gracias por acompañarme desde aquí.

Por tratar de ser este comentario ordenado, seguido y completo, la primera página que leo es su primer capítulo (Hch 1,1-25). Comentar esta espléndida página de Lucas nos alargaría los párrafos de otras muchas páginas. Y sólo tengo ésta en la que estamos. ¿Veo cuatro partes?

En Hch 1,1-3 encontramos ‘el título’ de este libro y su destinatario, Teófilo. En este caso, tú y yo que nos acercamos a conocer el escrito de Lucas con la pretensión de alimentar el ser adictos (filo, de filía en griego) a lo que llamamos ‘Dios y sus cosas’ (Teo, en griego). Una de las muy importantes cosas de este Dios es la ‘persona de Jesús de Nazaret’ que vivió, murió y sigue vivo. Él nos habló del Reino de Dios y de cómo vivir en este y con este Reino dentro de uno, como ya nos lo había anticipado en Lucas 17,21. ¡Me gusta este modo de comenzar!

En Hch 1,4-12 encontramos, después de cuarenta días, a los seguidores de Jesús reunidos y comiendo. ¿Dónde y cómo vivió el Resucitado Jesús durante este largo mes? Según este narrador, este Jesús se aparecía  a unos y volvía a desaparecer. ¿Se dejaba ver y se ocultaba? Me quedaré con esta pretensión manifestada por los apóstoles: ¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel? ¿Vas a ser por fin el Mesías que siempre estuvimos esperando al modo del rey David, liberador de toda opresión sea  romana o judía? Este sueño continúa aún.  

En Hch 1,13-14 encontramos que los ONCE apóstoles comparten grupo con un puñado de mujeres. Nunca me gustaría olvidar este dato o que alguien tratara de silenciármelo. ¿Por qué desde entonces hasta hoy entre los seguidores de Jesús las mujeres no tienen ni voz ni voto?

En Hch 1,15-26 nos enterados de datos sorprendentes. Se nos dice que ‘por aquellos días’ el número de ‘los doce’ se había multiplicado por diez. Encontramos ya a ciento veinte. ¿Cuántos días habían pasado desde que el Resucitado se fue para ya no regresar? Y siendo ya tantos los seguidores de Jesús, ¿a qué viene querer reemplazar el lugar del traidor Judas?

Puestos en plan electoral, creo que merece la pena subrayar que el elegido no fuera Barsabá, el hijo del sábado, sino un desconocido entonces y ahora y siempre llamado Matías. Me llama mucho la atención la rapidez con la que se le ha revestido a Pedro de autoridad. Me quedo también con el dato de saber que existe la comunidad eclesial de los Doce, que son unos 120.
Carmelo Bueno Heras

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