Leyente Pensante...
Ya has constado que el
próximo domingo es el día 8 de diciembre.
Es el día de la festividad de
la Inmaculada. En muchas zonas de nuestro mundo se organizan 'griteríos
populares' con aquello de:
-¿Quién causa tanta alegría?,
preguntan unos.
-La Inmaculada Concepción de
María, responden otros.
La fuerza de la religiosidad
popular es tanta que impide el menor atisbo de crítica o reflexión
contemplativa sobre el asunto de la Inmaculada, que suele confundirse con
cualquiera otra afirmación sobre María. Esto de 'la Inmaculada' pertenece al
dogma y supone que se sabe y conoce ese otro dogma del llamado 'pecado
original' y se supone igualmente que se sabe ese otro dogma llamado 'la
redención de Jesucristo'. Y ya puesto en el recordatorio de la cita no debe
olvidarse que el tal pecado original, redimido por Jesucristo, debe volverse de
nuevo a redimir por medio de la recepción del 'sacramento del Bautismo', tarea
que ha de realizarse en cuanto el nene, nena, bebé, recién nacido... respira,
se alimenta y vive. Cuanto antes se bautice mayor será la tranquilidad de los
vivientes de su alrededor y de él mismo. Y recordado y sabido todo esto,
añado que, si la desgracia se presenta y el nuevo ser viviente muere sin el tal
bautismo, es probable que 'el más allá' de la criatura sea toda una lotería
entre Limbo y Purgatorio... Podría decir que todos estos dogmas, afirmaciones,
credos o como se les quiera llamar de nuestra religión católica, apostólica, romana
y vaticana forman o constituyen 'un todo integrado'. Si algo de todo este 'pack
integrado' desaparece, todo el misterio se viene abajo y, entonces, en qué se
queda ese poder de consagrar el pan en cuerpo de carne del redentor que se le
atribuye al ordenado sacerdote. Por eso lo he escrito todo seguido. Que no se
tense más el hilo de la Inmaculada... Ahí lo dejo y que se sepa que me vuelvo y
me quedo con el Evangelio.
Ya sé que este párrafo es un
tocho, pestiño, duro de asumir y digerir. Pero así se sigue 'catequizando' en
muchísimos ámbitos, todavía. ¡TODAVÍA!
En consecuencia, no dejará
jamás de gritarse y jalearse lo de la Virgen Inmaculada y la alegría...
En multitud de ocasiones me
he preguntado si Jesús de Nazaret, el que anduvo por su Galilea, tuvo
consciencia de estos datos tan seguros para las gentes del dogma y del sistema
de una religión tal. Y me acabo diciendo que sus preocupaciones eran
otras muy distintas. No sé si mejores o peores, pero para nada semejantes.
Hasta suelo creerme, o al menos imaginarme, que Jesús no pronunció los nombres
de Adán y Eva ni de su 'pecado original'. Esto fue cosa de otro judío llamado
Pablo de Tarso que, según parece, no conoció al laico y galileo Jesús de
Nazaret, sino que se lo divinizó a su modo y manera.
Y, novedosa curiosidad, este
Pablo, judío de Tarso, nunca escribió de María, ni de su dogma de
Inmaculada.
Pongo ahora aquí el punto
final a la presentación de los comentarios, que siguen a continuación.
Puedes encontrarlos también
en el archivo adjunto.
Hasta el tercer domingo de
Adviento que será ya en la mitad de este mes de diciembre de 2019.
Gracias por seguir a mi lado
y por compartir nuestras lecturas y meditaciones, sean coincidentes o no. Un
abrazo grande
Domingo 2º de Adviento A (08.12.2019): Lucas 1,26-38
¿VIRGEN, INMACULADA, SANTÍSIMA...? MUJER’. Lo escribo CONTIGO,
En el primer
domingo del nuevo año eclesiástico habíamos comenzado la lectura del Evangelio
de Mateo en su Ciclo A. Y ya, en el segundo domingo, se nos leerá en la
liturgia el relato no de Mateo, sino de Lucas 1,26-38. El relato de
los hechos llamados en el mundo cristiano ‘La Anunciación’. Anunciación llevada
a cabo por el ángel Gabriel que se aparece a María, una mujer de Nazaret, para
confirmarla su embarazo inmediato. ¿Y la Anunciación a Zacarías?
Parece ser que en
este día 8 de diciembre, además de ser domingo, se debe celebrar la fiesta
vaticana de la Inmaculada Concepción de María. Por esta razón, creo entenderlo
así, se propone a las gentes del pueblo la lectura del Evangelista Lucas y no
la página de Mateo. Espero que ningún celebrante de la eucaristía y predicador
comentarista en la homilía se olvide de resaltar que este dato de la
Anunciación sólo se nos cuenta en el Evangelio de Lucas. A ninguno de los otros
Evangelistas les importó olvidarlo. Tal vez, porque nunca se produjo.
El texto de Lucas
1,26-38 forma parte del llamado Evangelio de la Infancia de Jesús.
Después de tantas investigaciones de los expertos se llega a la conclusión de
que la infancia de Jesús permanecerá siempre en la ignorancia del olvido.
Parece saberse que Jesús de Nazaret fue hijo de María y de José y
poquitas realidades más. Los narradores Lucas y Mateo nos han contado en el
comienzo de sus Evangelios una infancia de Jesús que podemos llamar
mítico-simbólica. Tan teológica como literaria. Tan divinizada como inventada o
imaginada.
Soy muy consciente
de la importancia que siempre tuvo, tiene y tendrá esta infancia de Jesús en la
llamada ‘religiosidad popular’. O no tan popular, porque personas
presumiblemente documentadas como el fraile Fra Angélico nos dejó una impresionante
obra de arte de la pintura de todos los tiempos que parece haber inmortalizado
el ‘hecho histórico’ del ángel Gabriel que, ante la atenta mirada del Dios que
lo envía, anuncia a María, en su espléndida casa nazarena o románica renacida,
que va a ser madre por obra del mismo Espíritu Santo.
¿Por qué los hechos
de la Infancia de Jesús contados por Lucas y Mateo se han creído durante siglos
y siglos como hechos que sucedieron tal cual quedaron escritos en su género
literario llamado ‘mito’? Más de un lector me acusará de mal creyente o de
falso evangelizador si sigo afirmando el carácter de mito de esta lectura de
Lucas 1,26-38 que se leerá al pueblo para hablar de María, la Virgen y Madre,
la Inmaculada, la Madre de Dios, la Diosa, la sin pecado alguno, la Virgen de
Lourdes, de las Mamblas, de mi pueblo, de tu villa, de su empresa...
En el relato que
escucharemos en palabras de Lucas 1,26-38 nada se dice de que
aquella mujer de Nazaret de Galilea llamada María fuera un ser humano sin
mancha alguna de pecado. Al contrario, en Lucas 2,22 esta mujer acude al Templo
de Jerusalén para borrar ‘la mancha de su impureza’ por medio de las ofrendas y
rituales que prescribía la Ley de su Religión judía. Y si a María se la
proclama Inmaculada, por haber nacido sin ‘aquel pecado original’, ¿en qué
relato y de qué Evangelio se dicen tales afirmaciones? En ningún lugar se la
llama Inmaculada y ‘Madre del Redentor’ (de Jesús de Nazaret). ¿Redentor de
‘aquel pecado original’ relacionado con el también relato mítico de Adán y
Eva? Con tanto mito, ¡olvidamos que María fue mujer!
Carmelo Bueno Heras
Domingo 2º de ‘Los Hechos de los
Apóstoles’ (01.12.2019): Hch 2,1-47
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)
“Recibiréis fuerza
para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los
confines del mundo’ (Hch
1,8). Estas serían las últimas palabras que el narrador Lucas colocó en boca de
su Jesús de Nazaret. Y en ellas queda trazado el plan narrativo del libro que
está escribiendo sobre esa tarea evangelizadora de los seguidores del Evangelio
que es Jesús. Éste se fue. ¿Ascendió hasta quedarse dentro de cada uno de sus
evangelizadores y testigos?
La primera etapa de
este ‘plan evangelizador’ comienza, pues, en Hch 2,1: “Al llegar el día
de Pentecostés estaban todos reunidos en el mismo lugar”. Los testigos de
la evangelización, nos cuenta Lucas, llevan ‘unos cincuenta días’
(Pentecostés). Cincuenta es mucho más que cuarenta, número de una totalidad.
Leo ahora contigo,
y para este segundo comentario, el relato de Hechos 2,1-47 y no pienso ni
en días ni en meses. Imagino años. Y se me hace imposible llegar a concretar
qué se hizo y qué se dijo en tantos años (parece ser que Lucas escribe en la
década de los ochenta del siglo primero) en aquella misión evangelizadora en
Jerusalén. Creo que debo aprender a entender a este narrador Lucas. Su manera
de comprender la historia, la realidad, me resulta novedosa.
Me parece que el
primer apartado de esta narración es el texto de Hechos 2,1-13. Leo despacio y no
dejo de recordar el mito de aquella confusión de lenguas que impidió la
construcción de la torre de Babel (Génesis 11). En su imaginación, Lucas
contempló la presencia de judíos devotos en Jerusalén procedentes de toda
la tierra conocida (Europa, Asia y África). Aquí todos hablan su propia lengua
y se entienden todos con todos. ¡Una utopía más!
Me parece que el
segundo apartado de esta narración es el texto de Hechos 2,14-41. Lemos un largo
discurso que Lucas coloca ahora en boca de Pedro, el primero de los Doce, la
comunidad de Jerusalén. Tal vez, el centro de donde parte la misión
evangelizadora. Después del discurso, constatamos las consecuencias de esta
evangelización. Los Doce, después de los bautismos, aumentan el número
hasta superar los tres mil seguidores (Hch 2,37-41). ¿Éxito?
Unas palabras sobre
este primer discurso (Hch 2,14-36) de Pedro. Diré con Lucas que el discurso lo
anuncia Pedro, no el primer papa. Los oyentes de este Pedro son judíos: Judíos,
escuchad... (verso 2,14); Escuchadme, israelitas... (Hch
2,22); Hermanos, permitidme hablar con franqueza... (Hch
2,29). A estos judíos les habla Pedro de su Jesús, el Mesías, y de
su David, el patriarca y rey. Yavé Dios ha resucitado a Jesús, el
crucificado, y... ¡no a David!
Me parece que el
tercer apartado de esta narración es el texto de Hechos 2,42-47. Creo que
necesitaría toda la página para comentar estas ‘sabrosas líneas’ del maestro
narrador Lucas que uno no sabe nunca si fueron escritas para describir una
realidad o, tal vez, para crear una nueva utopía. Aquellas tres mil personas,
¿constituían ya una comunidad tan unida, fraternal, perseverante, solidaria,
comprometida y evangelizadora? ¿Se reunían día tras día en el Templo aquel que
había tapado la boca y cortado la vida para siempre del Jesús de Nazaret que
les había seducido? Algo aquí ‘chirría’ o no me encaja. ¿¿¿Y no
fue esto y así la primera iglesia???
Carmelo Bueno Heras
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