domingo, 8 de diciembre de 2019

¿VIRGEN, INMACULADA, SANTÍSIMA...? MUJER’.(Domingo 2º de Adviento A (08.12.2019): Lucas 1,26-389 y “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29) (Domingo 2º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (01.12.2019): Hch 2,1-47)


Leyente Pensante...
Ya has constado que el próximo domingo es el día 8 de diciembre.
Es el día de la festividad de la Inmaculada. En muchas zonas de nuestro mundo se organizan 'griteríos populares' con aquello de: 
-¿Quién causa tanta alegría?, preguntan unos.
-La Inmaculada Concepción de María, responden otros.

La fuerza de la religiosidad popular es tanta que impide el menor atisbo de crítica o reflexión contemplativa sobre el asunto de la Inmaculada, que suele confundirse con cualquiera otra afirmación sobre María. Esto de 'la Inmaculada' pertenece al dogma y supone que se sabe y conoce ese otro dogma del llamado 'pecado original' y se supone igualmente que se sabe ese otro dogma llamado 'la redención de Jesucristo'. Y ya puesto en el recordatorio de la cita no debe olvidarse que el tal pecado original, redimido por Jesucristo, debe volverse de nuevo a redimir por medio de la recepción del 'sacramento del Bautismo', tarea que ha de realizarse en cuanto el nene, nena, bebé, recién nacido... respira, se alimenta y vive. Cuanto antes se bautice mayor será la tranquilidad de los vivientes de su alrededor y de él  mismo. Y recordado y sabido todo esto, añado que, si la desgracia se presenta y el nuevo ser viviente muere sin el tal bautismo, es probable que 'el más allá' de la criatura sea toda una lotería entre Limbo y Purgatorio... Podría decir que todos estos dogmas, afirmaciones, credos o como se les quiera llamar de nuestra religión católica, apostólica, romana y vaticana forman o constituyen 'un todo integrado'. Si algo de todo este 'pack integrado' desaparece, todo el misterio se viene abajo y, entonces, en qué se queda ese poder de consagrar el pan en cuerpo de carne del redentor que se le atribuye al ordenado sacerdote. Por eso lo he escrito todo seguido. Que no se tense más el hilo de la Inmaculada... Ahí lo dejo y que se sepa que me vuelvo y me quedo con el Evangelio.

Ya sé que este párrafo es un tocho, pestiño, duro de asumir y digerir. Pero así se sigue 'catequizando' en muchísimos ámbitos, todavía. ¡TODAVÍA!
En consecuencia, no dejará jamás de gritarse y jalearse lo de la Virgen Inmaculada y la alegría...
En multitud de ocasiones me he preguntado si Jesús de Nazaret, el que anduvo por su Galilea, tuvo consciencia de estos datos tan seguros para las gentes del dogma y del sistema de una religión tal. Y  me acabo diciendo que sus preocupaciones eran otras muy distintas. No sé si mejores o peores, pero para nada semejantes. Hasta suelo creerme, o al menos imaginarme, que Jesús no pronunció los nombres de Adán y Eva ni de su 'pecado original'. Esto fue cosa de otro judío llamado Pablo de Tarso que, según parece, no conoció al laico y galileo Jesús de Nazaret, sino que se lo divinizó a su modo y manera. 
Y, novedosa curiosidad, este Pablo, judío de Tarso, nunca escribió de María, ni de su dogma de Inmaculada. 
Pongo ahora aquí el punto final a la presentación de los comentarios, que siguen a continuación.
Puedes encontrarlos también en el archivo adjunto.

Hasta el tercer domingo de Adviento que será ya en la mitad de este mes de diciembre de 2019. 
Gracias por seguir a mi lado y por compartir nuestras lecturas y meditaciones, sean coincidentes o no. Un abrazo grande      

Domingo 2º de Adviento A (08.12.2019): Lucas 1,26-38
¿VIRGEN, INMACULADA, SANTÍSIMA...? MUJER’. Lo escribo CONTIGO,

En el primer domingo del nuevo año eclesiástico habíamos comenzado la lectura del Evangelio de Mateo en su Ciclo A. Y ya, en el segundo domingo, se nos leerá en la liturgia el relato no de Mateo, sino de Lucas 1,26-38. El relato de los hechos llamados en el mundo cristiano ‘La Anunciación’. Anunciación llevada a cabo por el ángel Gabriel que se aparece a María, una mujer de Nazaret, para confirmarla su embarazo inmediato. ¿Y la Anunciación a Zacarías?

Parece ser que en este día 8 de diciembre, además de ser domingo, se debe celebrar la fiesta vaticana de la Inmaculada Concepción de María. Por esta razón, creo entenderlo así, se propone a las gentes del pueblo la lectura del Evangelista Lucas y no la página de Mateo. Espero que ningún celebrante de la eucaristía y predicador comentarista en la homilía se olvide de resaltar que este dato de la Anunciación sólo se nos cuenta en el Evangelio de Lucas. A ninguno de los otros Evangelistas les importó olvidarlo. Tal vez, porque nunca se produjo.

El texto de Lucas 1,26-38 forma parte del llamado Evangelio de la Infancia de Jesús. Después de tantas investigaciones de los expertos se llega a la conclusión de que la infancia de Jesús permanecerá siempre en la ignorancia del olvido. Parece saberse  que Jesús de Nazaret fue hijo de María y de José y poquitas realidades más. Los narradores Lucas y Mateo nos han contado en el comienzo de sus Evangelios una infancia de Jesús que podemos llamar mítico-simbólica. Tan teológica como literaria. Tan divinizada como inventada o imaginada.

Soy muy consciente de la importancia que siempre tuvo, tiene y tendrá esta infancia de Jesús en la llamada ‘religiosidad popular’. O no tan popular, porque personas presumiblemente documentadas como el fraile Fra Angélico nos dejó una impresionante obra de arte de la pintura de todos los tiempos que parece haber inmortalizado el ‘hecho histórico’ del ángel Gabriel que, ante la atenta mirada del Dios que lo envía, anuncia a María, en su espléndida casa nazarena o románica renacida, que va a ser madre por obra del mismo Espíritu Santo.

¿Por qué los hechos de la Infancia de Jesús contados por Lucas y Mateo se han creído durante siglos y siglos como hechos que sucedieron tal cual quedaron escritos en su género literario llamado ‘mito’? Más de un lector me acusará de mal creyente o de falso evangelizador si sigo afirmando el carácter de mito de esta lectura de Lucas 1,26-38 que se leerá al pueblo para hablar de María, la Virgen y Madre, la Inmaculada, la Madre de Dios, la Diosa, la sin pecado alguno, la Virgen de Lourdes, de las Mamblas, de mi pueblo, de tu villa, de su empresa...

En el relato que escucharemos en palabras de Lucas 1,26-38 nada se dice de que aquella mujer de Nazaret de Galilea llamada María fuera un ser humano sin mancha alguna de pecado. Al contrario, en Lucas 2,22 esta mujer acude al Templo de Jerusalén para borrar ‘la mancha de su impureza’ por medio de las ofrendas y rituales que prescribía la Ley de su Religión judía. Y si a María se la proclama Inmaculada, por haber nacido sin ‘aquel pecado original’, ¿en qué relato y de qué Evangelio se dicen tales afirmaciones? En ningún lugar se la llama Inmaculada y ‘Madre del Redentor’ (de Jesús de Nazaret). ¿Redentor de ‘aquel pecado original’ relacionado con el también relato mítico de Adán y Eva?  Con tanto mito, ¡olvidamos que María fue mujer!
Carmelo Bueno Heras

Domingo 2º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (01.12.2019): Hch 2,1-47
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

“Recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo’ (Hch 1,8). Estas serían las últimas palabras que el narrador Lucas colocó en boca de su Jesús de Nazaret. Y en ellas queda trazado el plan narrativo del libro que está escribiendo sobre esa tarea evangelizadora de los seguidores del Evangelio que es Jesús. Éste se fue. ¿Ascendió hasta quedarse dentro de cada uno de sus evangelizadores y testigos?

La primera etapa de este ‘plan evangelizador’ comienza, pues, en Hch 2,1: “Al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos en el mismo lugar”. Los testigos de la evangelización, nos cuenta Lucas, llevan ‘unos cincuenta días’ (Pentecostés). Cincuenta es mucho más que cuarenta, número de una totalidad.

Leo ahora contigo, y para este segundo comentario, el  relato de Hechos 2,1-47 y no pienso ni en días ni en meses. Imagino años. Y se me hace imposible llegar a concretar qué se hizo y qué se dijo en tantos años (parece ser que Lucas escribe en la década de los ochenta del siglo primero) en aquella misión evangelizadora en Jerusalén. Creo que debo aprender a entender a este narrador Lucas. Su manera de comprender la historia, la realidad, me resulta novedosa.

Me parece que el primer apartado de esta narración es el texto de Hechos 2,1-13. Leo despacio y no dejo de recordar el mito de aquella confusión de lenguas que impidió la construcción de la torre de Babel (Génesis 11). En su imaginación, Lucas contempló  la presencia de judíos devotos en Jerusalén procedentes de toda la tierra conocida (Europa, Asia y África). Aquí todos hablan su propia lengua y se entienden todos con todos. ¡Una utopía más!

Me parece que el segundo apartado de esta narración es el texto de Hechos 2,14-41. Lemos un largo discurso que Lucas coloca ahora en boca de Pedro, el primero de los Doce, la comunidad de Jerusalén. Tal vez, el centro de donde parte la misión evangelizadora. Después del discurso, constatamos las consecuencias de esta evangelización. Los Doce, después de los bautismos, aumentan el número hasta  superar los tres mil seguidores (Hch 2,37-41). ¿Éxito?

Unas palabras sobre este primer discurso (Hch 2,14-36) de Pedro. Diré con Lucas que el discurso lo anuncia Pedro, no el primer papa. Los oyentes de este Pedro son judíos: Judíos, escuchad... (verso 2,14); Escuchadme, israelitas... (Hch 2,22); Hermanos, permitidme hablar con franqueza... (Hch 2,29).  A estos judíos les habla Pedro de su Jesús, el Mesías,  y de su David, el patriarca y rey. Yavé Dios ha resucitado a Jesús, el  crucificado, y... ¡no a David!  

Me parece que el tercer apartado de esta narración es el texto de Hechos 2,42-47. Creo que necesitaría toda la página para comentar estas ‘sabrosas líneas’ del maestro narrador Lucas que uno no sabe nunca si fueron escritas para describir una realidad o, tal vez, para crear una nueva utopía. Aquellas tres mil personas, ¿constituían ya una comunidad tan unida, fraternal, perseverante, solidaria, comprometida y evangelizadora? ¿Se reunían día tras día en el Templo aquel que había tapado la boca y cortado la vida para siempre del Jesús de Nazaret que les había seducido? Algo aquí ‘chirría’ o no me encaja. ¿¿¿Y  no fue esto y así la primera iglesia???
Carmelo Bueno Heras

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