sábado, 19 de mayo de 2018

Vivir en la libertad de la ley del amor (Evangelio meditado Pascua) 19052018

Vivir en la libertad de la ley del amor
Santo Evangelio según San Juan 21, 20-25. Sábado VII de Pascua.


Por: H. Adrián Olvera, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Estoy aquí, Señor, para hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Jesús dijo a Pedro: "Sígueme". Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?" Al verlo, Pedro le dijo a Jesús: "Señor, qué va pasar con éste." Jesús le respondió: "Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme".
Por eso empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: "Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?".
Éste es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo mundo los libros que se escribieran.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Son tantas las cosas que nos distraen de lo esencial. Son tantas las cosas que a veces nos oprimen y nos quitan la paz, que nos hacen olvidar que la vida no es tan complicada…, que la vida es bella.
Estamos apurados, tensos y estresados por cosas que tenemos que hacer; por cosas que queremos hacer…. Muchas veces son cosas importantes -sin duda- pero muy seguramente no son las "más importantes".
¿A ti qué? -dice Jesús a Pedro. ¿Crees que de verdad no estoy pendiente de esto o de aquello? ¿Crees que de verdad me olvido de lo que te interesa a ti o a los demás? Y después, afirma Jesús, tú sígueme. Es decir, no es que Jesús nos está invitando a vivir en un egoísmo exagerado donde lo único que importa es el YO, muy al contrario. A lo que Jesús nos está invitando es a centrar la mirada en Él como punto de partida para emprender el camino de la vida.
Centrar la mirada en Jesús significa confiar en Él, saber que nuestras preocupaciones son las suyas, saber que nuestras alegrías son también las de Él. Centrar la mirada en Jesús es vivir en la paz y en la tranquilidad de que Él está con nosotros, y eso verdaderamente desenmascara la fealdad de la vida y la muestra bella como realmente es.
Ésa es la "cosa" más importante, saber que Jesús dice: "Yo también sé todo aquello que te preocupa y conozco lo que está fuera de ti, sin embargo, deja esto en mis manos, tú sígueme y yo me encargo de lo demás".
Este Pedro fue sanado en la herida más honda que puede haber, la de negar al amigo. Quizás el reproche de Pablo, cuando le echa en cara su doblez, tiene que ver con esto. Parecería que Pablo sentía que él había sido el peor "antes" de conocer a Cristo; pero Pedro lo fue después de conocerlo, lo negó… Sin embargo, ser sanado allí convirtió a Pedro en un Pastor misericordioso, en una piedra sólida sobre la cual siempre se puede edificar, porque es piedra débil que ha sido sanada, no piedra que en su contundencia lleva a tropezar al más débil.
(Meditación de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Hacer un pequeño stop en un momento del día e intentar ser consciente de la presencia de Dios en mí.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Vivir hoy mis "quehaceres" con amor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



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