Entrevista a Ibiza Melián
Hace pocas semanas tuve el gusto de conocer a la escritora española Ibiza Melián y me interesó particularmente su enfoque que hace del rosacrucismo en su libro “La Hermandad de Doña Blanca” (2015). Después de leer esta novela, me comunique con Ibiza para solicitarle una entrevista, a la cual accedió amablemente.
¿Quién es Ibiza Melián?
Soy graduada en Derecho. Especialista en Mediación Civil y Mercantil. Mediación Laboral. Además, tengo un Máster Universitario en Derecho de las Administraciones Públicas. Máster en Comunicación Política y Empresarial y otro en Asesoría y Gestión de Inmuebles. Actualmente estoy realizando un doctorado en Ciencias Sociales y Jurídicas. Asimismo, durante doce años fui concejal municipal. Ya que, tras una década de trabajo en el ámbito turístico, al estar también titulada como Técnico Superior de Agencias de Viajes, quise trasladar mi humilde experiencia adquirida en el sector privado al público.
¿Cómo surge tu interés por la escritura?
Hace tiempo escuché al escritor cubano Carlos Alberto Montaner decir algo que plenamente comparto, que lo mejor de escribir es poder aprender. Porque un libro surge tras la irrupción de un interrogante, para el cual no tenemos contestación. Y con el propósito de lograr una solución comienza poco a poco a componerse una obra. No solo en mi caso desde la perspectiva del ensayo, sino también en cuanto a la novela o los relatos.
Así que mis libros nacen a partir de la necesidad de comprender los problemas que nos aquejan. Problemas que durante siglos han corroído los cimientos del Estado español y los de sus herederos culturales. Tema que he abordado enHistorias de un pueblo (2011) desde una perspectiva histórica. También con un punto de vista político y religioso, tanto en La Hermandad de Doña Blanca (2016) como en Crisis de fe y otros relatos (2017). Cuya síntesis plasmé en Simbología (2017). O bien por medio de una óptica institucional en el caso de La corrupción en España y sus causas (2015).
De igual modo, la libertad es una cuestión recurrente en mi obra. Corriente filosófica que he desgranado en La relación de Sorolla con los liberales de su época (2010) o en Una incipiente aproximación al liberalismo (2010). Libertad que fomenta el progreso de las sociedades. Pero no exclusivamente la económica, que para mí es una mera consecuencia más de la individual. Sino la libertad del ciudadano en toda su extensión, aquella que le permite ofrecer al mundo la plenitud de su potencial. Porque exclusivamente podremos perfeccionarnos como comunidad cuando cada cual sea capaz de mostrar su más brillante versión personal.
Otra materia en la que me he adentrado es el turismo, en Mi personal visión sobre la industria turística (2010), sector que representa un considerable porcentaje del producto interior bruto español. Y, por último, he tocado las estrategias comunicativas empleadas en la política, las cuales los ciudadanos deben conocer si no quieren ser presa de manipulación alguna. Desde ese argumento nació La comunicación política del siglo XXI (2011).
Actualmente me encuentro culminando un ensayo acerca de las consecuencias que tiene nuestra raíz cultural en la corrupción. Libro que espero que esté publicado a lo largo de 2019, bajo el nombre de La corrupción inarmónica. Un amplio trabajo de investigación que me ha llevado casi cuatro años. Ensayo en el que desgrano las distintas corrientes exotéricas y esotéricas a lo largo de la historia y su incidencia en el pensamiento político. Parto desde el Antiguo Egipto y su influencia en el mundo helénico (pitagorismo, platonismo y orfismo). La adaptación de este saber por parte de las tres religiones de libro y sus dispares líneas místicas. Hasta llegar a las sociedades discretas: rosacrucismo, martinismo y masonería. Ya presenté un resumen de este estudio en el XIII Congreso de la Asociación Española de Ciencia Política y de la Administración (AECPA). Evento que se celebró en septiembre de 2017 en la universidad española de Santiago de Compostela.
¿Qué te impulsa a escribir “La Hermandad de Doña Blanca?
Dar respuesta a una pregunta crucial: ¿Por qué determinados males atacan más virulentamente a España que a otros países? En base a ello en un determinado momento percibí que para desentrañar el enigma debía indagar en nuestra historia. Decía el filósofo Santayana que: «Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo».
Y fue precisamente durante esa búsqueda cuando hallé todo un riquísimo movimiento intelectual, surgido en una época que para mí guarda muchísimas similitudes con la actual, la Restauración. Periodo de la historia española que abarca desde finales de 1874 hasta el 14 de abril de 1931. Etapa caracterizada por el lema del cacique: «para los enemigos la ley, para los amigos el favor».
Pues bien, en ese espacio temporal irrumpe con fuerza en España el krausismo. Corriente de la que bebió la generación del 98, la del 14, la del 27. Así como los regeneracionistas y los institucionistas. Gracias a la gran labor de difusión realizada por la Institución Libre de Enseñanza (ILE), liderada por Francisco Giner de los Ríos. Todos ellos tenían como fin último sacar a España de su retraso a través de la renovación de las ideas. Para quienes España se sustentaba en tres pilares: el pueblo, los verdaderos protagonistas de la historia; los monumentos, nuestro patrimonio arquitectónico como fuente de riqueza y exponente identitario; y el paisaje, para quienes Castilla era el símbolo de nuestra patria.
De tal manera que debido a los postulados de todo ese movimiento intelectual opté por decantarme por el enclave donde se desarrolla la trama de La Hermandad de Doña Blanca, Castilla – La Mancha. Que es la tierra de otro de los personajes más universales de nuestras letras, «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha». Mismo paraje que utilicé en mi ensayo novelado anterior Historias de un pueblo.
Por otro lado, esa falta de libertad que durante siglos ha asfixiado a España, por la que don Quijote instaba a «aventurar la vida», ha sido más virulenta con la mujer. Y ese ostracismo, al que hasta hace escaso tiempo hemos estado sometidas, lo encarna perfectamente doña Blanca de Borbón. Utilizada como moneda de cambio para sellar una supuesta alianza entre España y Francia. Y después otra vez usada su figura por los nobles para ampliar su poder frente al rey. Quien concita, presuntamente en defensa de su honor, la primera guerra civil nacional. A quienes los Reyes Católicos rendirán su merecido homenaje en 1447. La mujer, a quienes se nos ha relegado siempre bajo el auspicio de una interesada interpretación del pasado. Y para mí la triste existencia de doña Blanca de Borbón representa un espectacular estandarte para reivindicar nuestro papel en la historia.
¿Tu novela trata sobre política, sobre rosacrucismo o de otra cosa?
Mi libro se centra en el ansia de regeneración para España que tienen sus personajes. Y para mi ese afán regenerador lo llevó a su máximo exponente el movimiento rosacruz de finales del siglo XVII. Corriente que aspiraba a una regeneración política, científica y del propio individuo dentro de Europa. Así que extrapolé ese espíritu a España y enarbolé la bandera de los regeneracionistas españoles.
Los regeneracionistas beben de las fuentes del krausismo. La adaptación española del pensamiento de Krause, considerado como el filósofo de la masonería. Los regeneracionistas se diferencian del resto de movimientos intelectuales —generación del 98, la del 14 y la del 27— en que en sus escritos primaba más el componente político que el literario. Soñaban con cambiar España, ponerla a la altura del resto de naciones europeas.
Regeneracionistas que eran conscientes de que la raíz del mal estuvo en la tímida acogida que se prodigó en nuestro país a los flamantes aires de la Ilustración que soplaban con fuerza desde Europa. Lo que provocó una débil aplicación de los mismos. Ideología que promulgaba romper con las fórmulas del Antiguo Régimen, para dar paso a los incipientes «Estados Liberales de Derecho». La primera Constitución que se hizo acopio de estos planteamientos fue la de 1812. Pero los efímeros periodos constitucionales españoles desde ese instante, rotos por otros autoritarios, impidieron la consolidación de la referida doctrina en España. Y no se pudo insuflar en la población un auténtico sentimiento patriótico compartido por todos. Lo que sí ocurrió en otros Estados. Sin embargo, aquí hemos vivido inmersos perennemente en «las dos Españas». Una «que se obstina en prolongar los gestos de una edad fenecida», y otra «España vital, sincera, honrada, la cual estorbada por la otra, no acierta a entrar de lleno en la historia». Según la magistral definición de Ortega y Gasset.
Mas, yo me quedo con el ideal de alcanzar la Tercera España. Aquella que para Salvador de Madariaga era la de la libertad, la integración y el progreso. En la que no cabe pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pues la historia nos demuestra que no es cierto. Lo que tenemos que hacer es analizar nuestros elementos diferenciales con respecto a las naciones de nuestro entorno. Con el fin de poder detectar nuestros puntos débiles y así fortalecerlos.
De manera análoga, La Hermandad de Doña Blanca cuenta con otra particularidad. Se trata de un tributo especial al regeneracionista José Echegaray y Eizaguirre, Premio Nobel de Literatura en 1904. Quien amargamente se quejaba de una nación «donde no hubo más que látigo, hierro, sangre, rezos, braseros y humo».
Y es que cuentan que otro insigne literato, Ramón María del Valle-Inclán, adscrito a la generación del 98, sostuvo un áspero enfrentamiento con Echegaray. Tal fue el grado de enemistad que en cierta ocasión Valle Inclán necesitó que le hicieran una transfusión de sangre, debido a una grave enfermedad que lo mantuvo hospitalizado. Así que hasta el centro hospitalario se acercó Echegaray para hacer lo propio. Sin embargo, al enterarse Valle-Inclán del ofrecimiento le espetó al médico: «¡Doctor, ni se le ocurra! No quiero la sangre de ese. La tiene llena de gerundios». Pues bien, en La Hermandad de Doña Blancahago un guiño a esos hermosos gerundios utilizados por el primer español que ganó el Nobel.
¿Qué aspectos te interesan de la Rosacruz?
Tanto La Hermandad de Doña Blanca como La corrupción inarmónica, libro en fase de conclusión, me han permitido estudiar un poco mejor este movimiento. Además, tuve la suerte de que cuando fui a presentar La Hermandad de Doña Blanca conté con el apoyo de la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz – AMORC en España. Lo que agradezco enormemente, pues he de resaltar que no estoy adscrita a ningún grupo iniciático.
El primer contacto que mantuve con la Antigua y Mística Orden Rosa Cruz – AMORC fue el 30 de abril de 2016, a través de un correo electrónico. Mensaje que contenía una invitación a la primera presentación literaria de La Hermandad de Doña Blanca. Debido a que el espíritu rosacruz era el eje vertebrador de mi relato, me pareció oportuno que participasen en el evento. Mensaje que gratamente respondieron con la confirmación de su asistencia. Y a partir de ahí me abrieron las puertas de sus logias en Tenerife, Gran Canaria y Madrid para exponer mi obra.
¿Es comparable la situación política de inicios del siglo XVII -cuando se publicaron los manifiestos rosacruces que proponían una “reforma”- con la situación de nuestros días?
En la aparición de los rosacruces, en la etapa de estos tres manifiestos, subyace una proclama sobre la necesidad de promover el humanismo y la espiritualidad. En tratar de mejorar el mundo a través de la perfección individual. Ya que no hay que olvidar que surgen en una era de crisis, luego de que irrumpieran los protestantes, que acabaron con la hegemonía de la res publica christiana. Con el dominio absoluto del emperador y el papa. Y es que fue la Paz de Westfalia, en 1648, la que marcó un antes y un después. Tratados que pusieron punto y final a la denominada guerra de los Treinta Años, que se saldó con la muerte de una gran parte europeos. Disputas entre católicos y protestantes, que afloraron con la irrupción de los movimientos de reforma de Lutero (1517), Zwinglio (1522) y Calvino (1541).
Por tanto, se trataba de una época de transformación y quizás en ese sentido sea equiparable al momento actual. Pero su proclama de ahondar en el humanismo y la espiritualidad solo se concretó en determinadas corrientes iniciáticas. De modo que, si tuviera que rescatar una utopía sería la del abad calabrés Joaquín de Fiore y su anhelada «Edad del Espíritu Santo», a la que también aludo en La Hermandad de Doña Blanca. Un periodo que debería estar regido por la plena libertad y donde todo el conocimiento esotérico, reservado a unos pocos, se tornaría en exotérico, revelado a todos.
Hoy en día se habla mucho de conspiraciones que involucran la política, la economía y en ocasiones también se citan órdenes de corte esotérico. ¿Crees que existe algún tipo de conspiración orquestada?
No. Una cosa es que como en toda institución compuesta por seres humanos algunos individuos se desvíen de la norma y otra que el fin de una organización entera sea una orquestada conspiración. Quizás esta creencia se deba a dos factores. El primero de ellos es muy latino, siempre echar la culpa a los demás de los males propios. Porque la autorreflexión para detectar nuestros errores y aciertos, en pro de mejorar, resulta impensable. La otra es la rumorología que despierta todo aquello que desconocemos.
El fin de cualquier corriente esotérica —rosacrucismo, masonería, martinismo— es dotar a sus iniciados de herramientas para que se perfeccionen como personas, sean útiles a la sociedad y que se logre así el desarrollo conjunto. No obstante, si las analizas detalladamente en su esencia, no hicieron más que aplicar lo promulgado por los místicos cristianos. Idéntico a lo que defendió, por ejemplo, san Bernardo de Claraval, Joaquín de Fiore o el Maestro Eckhart. O ya en el protestantismo, Jacob Böhme.
El problema fue que el pensamiento de san Bernardo perdió la batalla ante la escolástica. Pues no hay que olvidar que la base ideológica de la Iglesia católica actual es el tomismo de santo Tomás de Aquino. Pero san Bernardo de Claraval ya hablaba de la necesaria humildad y de luchar contra la soberbia. Instaba a que para llegar a Dios había ineludiblemente que conocerse primero a uno mismo. Y que ese autoconocimiento y corrección individual tenía que servir para ayudar a los demás. Aparte de recordarle al sujeto que ha de esforzarse constantemente por progresar.
En cuanto a la petición de libertad es la base del joaquinismo. Un ideal en el que las normas y gobiernos quedarían circunscritos a su mínima expresión, debido a que el ser humano conseguiría hacer el bien por el bien mismo, no porque nadie se lo impusiese. Arquetipo que repetirá Kant con su imperativo categórico. Inclusive en el taoísmo oriental se habla de que el gobernante sabio es el que menos actúa. A causa de que desde el Antiguo Egipto existía la creencia de que el sujeto iluminado, Ah, era el que vivía en armonía con su entorno, Maat.
Si bien este tipo de doctrinas suponen un ataque para el statu quo. De ahí que siempre hayan sido virulentamente combatidas por quien poseyera el poder en cada momento. Por tanto, se promovió la figura del «rey-filósofo», del «cirujano de hierro» español. Un hipotético superhombre agraciado de carismas divinos que mantuviese al resto en una perpetua minoría de edad. Pero claro, como supuestamente perfecto solo hay uno y no es de este mundo, al final siempre aparecen desviaciones en el sistema. Si en muchos países se trató de atajar este mal a través del refuerzo de la separación de poderes, conscientes de la vulnerabilidad de la naturaleza humana, otros se empeñaron en continuar buscando al Mesías salvador. Con la consiguiente ostentación de mayores tasas de corrupción.
En temas simbólicos y esotéricos, ¿qué autores y que libros consideras tus referentes?
Los movimientos esotéricos parten de las grandes tradiciones religiosas exotéricas. A lo que se suman las variadas líneas de pensamiento filosófico. Por consiguiente, para conocer lo esotérico primero hay que conocer muy bien lo exotérico. En caso contrario se corre el riesgo de llegar a desacertadas conclusiones. Aprendizaje que puede llevar toda una vida.
Esto lo explicó muy bien Louis Claude de Saint-Martin, figura central del martinismo, que aseguraba que hay que estudiar profundamente la doctrina católica para después poder aspirar a una fe más intimista. De tal manera que Cristo pudiera nacer en el corazón. Lo que los masones simbolizan con la estrella flamígera o los rosacruces con la rosa roja.
En el Antiguo Egipto entendían todo a partir de la religión. De ahí que los griegos los llamasen sabios y para distinguirse de ellos se autodenominaron filósofos, al considerar que su conocimiento era más reducido. Platón hablaba de que solo los filósofos eran capaces de llegar a la Idea suprema del Bien. Desde ahí se articularon multitud de tendencias que inculcaban la máxima eticidad entre sus miembros, al objeto de ayudar a la sociedad a superarse constantemente. Líneas de pensamiento que empleaban en sus enseñanzas símbolos con semejantes significados.
Ergo, el concretar la proclama de regeneración de los rosacruces del siglo XVII, pasa ineludiblemente por aprender aquel lenguaje y adaptarlo a las necesidades de esta época. Sin olvidar que muchas de las ideologías políticas y teorías filosóficas bebieron de esas fuentes. Ergo, hemos de conocer la raíz para su plena comprensión.
¿Qué personajes históricos consideras que han podido ligar conscientemente el mundo político y el mundo espiritual?
Tanto en Europa como en Estados Unidos la llegada al poder de masones ha sido una constante. Por eso a la masonería se la denomina escuela de formación de ciudadanos, logias encargadas de la educación en los valores de la libertad desde su máxima concepción. Pero desde Pitágoras este fue un gran anhelo y Platón recogió con posterioridad el guante.
¿España está en crisis, el mundo está en crisis o simplemente no hay crisis?
Hasta 1820 casi todos los humanos vivían en deplorables condiciones. Nacían y morían prácticamente sin variar su modus vivendi. Status que se heredaba de generación en generación. Pero a partir de ahí el mundo se desarrolló exponencialmente. La pobreza se redujo, la esperanza de vida aumentó. Y desde ese momento los cambios fueron vertiginosos. El conocimiento se incrementa tan rápido, que vemos como avances tecnológicos en poco tiempo quedan desfasados. Esto nos lleva a la necesidad de cultivar una mentalidad de disposición constante a desaprender y a aprender lo nuevo. Ya nada es fijo, sino que las transformaciones se producen velozmente. De nuestra capacidad de adaptación depende el que percibamos esta situación como crisis o como una oportunidad para mejorar.
En 1926 se firmó la Convención sobre la Esclavitud, las mujeres ya no aceptamos que se nos mantenga relegadas a un segundo plano. Y estamos de acuerdo en que es necesario seguir esforzándonos por mejorar la calidad de vida de todos los habitantes del planeta. Los lazos de unión entre personas de diferentes lugares geográficos cada vez son más fáciles, gracias a las nuevas tecnologías. Lo que nos lleva a caer en la cuenta de que todos somos ciudadanos del mismo mundo.
Ahora solo nos queda reforzar la combinación de esa enorme innovación con el saber primigenio, la prisca theologia venerada por Marsilio Ficino durante el Renacimiento. Culturas que eran conscientes de la importancia de la Naturaleza y de que debían mantener una existencia armónica con todos. Pues como afirmaba el principio hermético, toda causa tiene su efecto y viceversa. Por lo que, si contaminamos empeoraremos el medioambiente y con ello nuestra salud. Y si no tratamos de forma igual a los demás, acabaremos por recibir aquello que hemos sembrado. En suma, el código ético de cualquiera de las tradiciones, ya sea exotérica o esotérica, y que durante toda la historia se empeñaron en divulgar a sus adeptos.
¿Tus investigaciones te han movilizado internamente? ¿En qué te han cambiado? ¿De qué forma te han influido?
Decía san Juan de la Cruz que el cambio solo comienza tras pasar por «la noche oscura del alma». El mito del héroe en todas las culturas, según Joseph Campbell. La bajada a los abismos, para luego retornar renacido. Los cabalistas lo llaman el vacío existencial. Y en cierta manera esto ha sido la raíz de cada una de mis investigaciones. Un profundo sentimiento de desazón por no tener una respuesta satisfactoria ante problemas que suceden en mi entorno. Sensación que suscitó en mí una gran motivación por profundizar en un tema. Y me llevó a ponerme como objetivo el tratar de extraer unas conclusiones que humildemente contribuyesen a mejorar un poquito la sociedad en la que me ha tocado vivir.
¿Cuál fue la decisión más importante que tomaste en tu vida?
Soy una persona que suelo escuchar a los demás, pero cuando toma una decisión la tomo por propia convicción y hasta el final. Esto me lleva a considerarlo todo como un camino de progreso. Porque hasta las caídas suelen ser la mejor fuente de conocimiento y por tanto un avance en la larga senda de aprendizaje existencial. La máxima de la mítica Institución Libre de Enseñanza (ILE) española decía: «Forja tus ideales por convicción y sé coherente con ellos en todo caso. Es decir, piensa como debes vivir y vive como piensas».
Como comentaba al inicio de la entrevista, espero publicar en el 2019 un nuevo ensayo. Libro titulado La corrupción inarmónica.
¿Dónde se pueden comprar tus libros?
La mayoría están disponibles en cualquier país a través de Amazon. Si bien, para más información sobre cada uno pueden acceder también a mi página web personal.
¡Muchas gracias, Ibiza!
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