Las
palabras del profesor Antonio Oliver Montserrat
Mi
nombre es Ibiza Melián y soy escritora. Actualmente
estoy culminando un ensayo, titulado La
corrupción inarmónica. Investigación que también es el trabajo de mi tesis
doctoral. Tesis doctoral que si todo va bien depositaré próximamente en la
Universidad. Documento que trata de analizar las causas de los mayores niveles
de corrupción política y administrativa presentes en el sur de Europa.
Análisis
fiel a la premisa del filósofo Santayana: «Aquellos que no pueden recordar el
pasado están condenados a repetirlo». A lo que yo añado que no solo hay que
recordarlo, sino comprenderlo. Examinarlo sin prejuicios, con una actitud
abierta y constructiva. Sin pretender valorarlo con la mentalidad actual, cosa
que lleva siempre a equívocos y a incorrectos razonamientos. Dado que lo lógico
es estudiarlo conforme a su contexto, de manera que se puedan extraer
soluciones a los males que afligen al mundo de hoy en día.
Bajo
esta concepción tengo que agradecer haber encontrado en el vasto océano de
Internet la llama del mensaje del profesor Antonio
Oliver Monserrat. Y reconocerle a José María Jiménez Tostado su encomiable
labor de recopilación, además de mostrarle mi más inmensa gratitud por
facilitarme la documentación de las clases impartidas por el profesor. Sus
excelentes explicaciones de la Edad Media me aportaron una nueva perspectiva de
un periodo trascendente para la construcción de Europa.
Porque
el profesor Antonio Oliver Monserrat no escondía
los defectos que aquejan a todos los humanos y por extrapolación a cualquier tarea
emprendida por ellos. Unos individuos prestos a detectar las faltas de los otros,
pero no las propias. Sujetos que hacen permanentemente caso omiso a lo
decretado por los evangelios: «No juzguen, para no ser juzgados» (Mateo 7, 1). No
obstante, por muy imperfectos que seamos tampoco se ha de obviar lo bueno que
hayamos realizado.
Y
es que las raíces de lo que ahora llamamos Europa son cristianas y su patrono
san Benito de Nursia. Un cristianismo encargado de preservar la herencia romana
tras la caída del Imperio en el 476 y de aglutinar en torno a unos mismos principios
a las dispares tribus que poblaban Occidente. Un cristianismo que buscó la
unión de los miembros de la Iglesia de Cristo hasta que llegara su segunda
venida, la parusía, y con ella la salvación. Un cristianismo que se marcó como
meta la materialización de la promesa de Dios a Abraham, respecto a que lo
convertiría en padre de numerosas naciones (Génesis 17, 5).
Mas,
como toda obra terrenal, se dieron aciertos y errores, que el profesor Antonio
Oliver Monserrat no ocultó en su disertación. Aciertos que hablan del legado de
san Bernardo de Claraval, ejemplo del agustinismo espiritual. La hermosa
doctrina de que solo el Amor conduce a Dios. Puesto que nunca hemos de olvidar la
afirmación de san Pablo: «El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el
don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá». (1 Corintios 13, 8). Ya que
lo «más grande» de todo «es el amor» (1 Corintios 13, 13). Un san Bernardo en
la senda de la reforma emprendida por Gregorio VII.
Sin
omitir que las fricciones entre el trono político y el solio pontificio
derivaron en un sincretismo alejado a veces de la pureza inicial. A un
regalismo, en el caso español, que clamaba por unos valores más apegados a sus
propios intereses. Lo que suele acabar en reacciones de extremos contrarios. Empero,
en pleno siglo XXI, como sociedad madura que somos y gracias a la ayuda de las
enseñanzas de personas tan ilustres como el profesor Antonio Oliver Monserrat,
lo coherente sería quedarnos con la positiva esencia que impregna nuestra
cultura. Sustancia que nos reafirma en nuestra humanidad y en lo promulgado por
san Bernardo. Perseverar en la humildad, en la misericordia y en mejorarnos
como personas, para así ser útiles a los demás.
Concluyo
mirando al cielo y dando las gracias al profesor Antonio Oliver Monserrat por
las palabras que transmitió. Palabras que germinaron en aquellos que tuvieron
la gran suerte de conocerlo personalmente. Palabras que a través de ellos
llegaron a otros que continuarán su propagación. En suma, palabra enviada por
el Señor para unirnos con su pensamiento y con la ayuda del Espíritu inscribir
su ley en nuestros corazones (Jeremías 31, 33).
Ibiza
Melián
Gracias a Ibiza Melián por tus sentidas palabras y a José Mª Jimenez por difundir la labor inestimable del P.Antonio Oliver, de la que recibí durante años aquí en Palma de Mallorca sus benéficas "vitaminas" que aún me acompañan. Infinitas gracias de todo corazón,
ResponderEliminarMuchas gracias Purificación por tus palabras. Las enseñanzas del P. Antonio Oliver, las vamos recogiendo y están a disposición del que las solicite. Te agradaría ver todo lo que tenemos subido, es un tesoro para todos los que lo ven. Si lo deseas enviame un correo a jjtostado3@gmail.com y te envío los diferentes enlaces para que entres en sus respectivas carpetas.Saludos cordiales.
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