Fallece Antonio Martínez Rodrigo, exdelegado de Migraciones de la diócesis de Madrid
Fallece Antonio Martínez Rodrigo, exdelegado de Migraciones de la diócesis de Madrid
El 31 de julio, a los 81 años, migraba a la Casa del Padre en el hospital de Manises, el sacerdote valenciano D. Antonio Martínez Rodrigo. Estaba vinculado a la espiritualidad de la Asociación de sacerdotes del Prado. Hombre extremadamente trabajador, volcó toda su vida y su ministerio en favor de los migrantes. Ordenado en Valencia en 1962, desarrolló sus primeros años presbiterales en pueblos y en el seminario mayor de esa diócesis. Vivió en carne propia la precariedad de los emigrantes en Paris durante toda la década de los años 70 como capellán.
Posteriormente, se trasladó a Madrid y fue nombrado Responsable del Departamento de Migraciones Interiores de la Comisión Episcopal de Migraciones de la CEE. En 1984 fue designado Delegado diocesano de Migraciones de Madrid, cargo en el que permaneció hasta 2016. Fundó la Asociación de Solidaridad con los Trabajadores Inmigrantes (ASTI) y luchó con denuedo por lograr la plena integración social y eclesial de las personas trabajadoras desplazadas.
Con él, hombre entrañable, de carácter voluntarioso y enérgico, la Iglesia de Madrid abanderó la defensa de los derechos de los inmigrantes, prestigiando de manera sobresaliente esta acción eclesial con la ayuda de un excelente equipo de profesionales y voluntarios. Impulsó la creación de los Centros de Promoción y Encuentro y las Capellanías. Fue miembro del Foro Nacional y del Foro Regional de Madrid para la integración social de los inmigrantes y participó, junto con su equipo, en el logro de los procesos de regularización, reforma del reglamento de extranjería y humanización de la legislación.
Fue Premio Nacional de Derechos Humanos en 1991, Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid en 1993 y Mención de Honor en los premios del IMSERSO en 1998, entre otros reconocimientos civiles. Ha publicado innumerables artículos y ha escrito varios libros. Entre otros, podemos citar: “España, país de Inmigración” (1992); “La emigración: un signo de los tiempos” (1995); “La Inmigración, compromiso cristiano (1999) y “Vademécum” (2002). Durante su servicio diocesano se realizaron estudios significativos sobre la población inmigrante en Madrid.
Era proverbial su preocupación por actualizar permanentemente la realidad de la inmigración. Su pasión por el dato solo era superada por su cariño apostólico hacia las personas desplazadas a las que consagró enteramente su vida. Sin duda, escuchara el “Venid, benditos de mi padre, porque fui emigrante y me acogisteis”. El funeral por su eterno descanso se celebrará en su pueblo natal (Sollana), el 1 de agosto y en la diócesis de Madrid en septiembre en fecha que se comunicará. Descansa en paz, buen Antonio, e intercede por nosotros.
Rufino García Antón
Delegado episcopal de Movilidad humana y Equipo de ASTI
Archidiócesis de Madrid
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