Memoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado junto con treinta compañeros en el nuevo monasterio del Císter, fue después fundador y primer abad del monasterio de Clairvaux, donde dirigió sabiamente, con la vida, la doctrina y el ejemplo, a los monjes por el camino de los mandamientos del Señor. Recorrió una y otra vez Europa para restablecer la paz y la unidad e iluminó a toda la Iglesia con sus escritos y sus sabias exhortaciones, hasta que descansó en el Señor cerca de Langres, en Francia.
Conmemoración de san Samuel, profeta, quien, llamado por Dios cuando aún era niño, fue después juez en Israel, y por mandato divino ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero después de que éste fue repudiado por Dios por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya estirpe había de nacer Cristo.
Cerca de la fortaleza de Chinon, en el territorio de Tours, en Aquitania, san Máximo, discípulo de san Martín, que primero fue monje en Île-Barbe, cerca de Lyon, y después fundó un monasterio a orillas del río Vigenne, donde murió en edad muy avanzada.
En el monasterio de Noirmoutier, en la isla de Hero, en la costa de Aquitania, san Filiberto, abad, que, educado en la corte del rey Dagoberto, todavía adolescente se hizo monje, y fundó y dirigió primeramente el cenobio de Jumièges y después aquel de Hero.
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Leovigildo y Cristóbal, monjes, los cuales, durante la persecución llevada a cabo por los musulmanes, profesaron espontáneamente la fe en Cristo ante el juez, y por esto fueron decapitados, obteniendo así la palma del martirio.
En Siena, de la Toscana, muerte de san Bernardo Tolomei, abad y fundador de la Congregación Olivetana según la Regla de san Benito, que se aplicó con empeño a la observancia de la disciplina monástica y, durante una epidemia de peste que asolaba Italia, murió junto a los monjes de Siena, que habían sido contagiados.
En una nave anclada frente a Rochefort, en la costa francesa, beatos Luis Francisco Le Brun y Gervasio Brunel, presbíteros y mártires, monje de la Congregación Benedictina de San Mauro el primero y prior de la abadía cisterciense de la Trapa el segundo, que, encarcelados ambos de manera inhumana durante la Revolución Francesa, consumaron el martirio agotados por la enfermedad.
En Roma, santa María de Mattias, virgen, fundadora de la Congregación de Adoratrices de la Sangre de Cristo.
En Roma, muerte del papa san Pío X, cuya memoria se celebra mañana.
En Vallibona, cerca de Castellón, en la región levantina de España, beato Matías Cardona Meseguer, presbítero de la Orden de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, mártir durante la persecución religiosa.
En Játiva, en la provincia de Valencia, igualmente en España, beata María Climent Mateu, virgen y mártir, que en el tiempo de la misma persecución mereció ser configurada con Cristo por su muerte en la fe.
En el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Alemania, beato Ladislao Maczkowski, presbítero y mártir, el cual, de nacionalidad polaca, fue deportado en tiempo de guerra y, ante los perseguidores de la dignidad humana y del cristianismo, entre crueles torturas defendió su fe hasta la muerte.
En el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Alemania, beato Jorge Häfner, presbítero y mártir, que testimonió la fe con su vida frente a un régimen contrario a la dignidad humana y cristiana.
En Seduva, Radviliškis, Lituania, beato Teofilus Matulionis, arzobispo de la diócesis de Kaišiadorys, y mártir.
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