Cómo el Sínodo Panamazónico
puede sorprendernos
2019-10-17
Entre
el 6 y el 27 de octubre se está celebrando en Roma el «Sínodo Panamazónico». Ya
en 1974 el Papa Pablo VI instituyó la figura del Sínodo, primero el «Sínodo de
los Obispos», con representantes de todos los continentes, y también los
«Sínodos regionales», como el Sínodo de los obispos holandeses en 1980, y el
Sínodo de los obispos alemanes, que se está realizando en 2019, y otros.
El
sínodo, cuyo significado etimológico significa “hacer juntos (syn) el
camino (odos)” representa la oportunidad para que las Iglesias locales o
regionales tomen el pulso de su propio caminar, analizando los problemas,
identificando los desafios y buscando juntos caminos de implementación y
actualización del Evangelio.
El
Sínodo Panamazónico tiene una especial relevancia, dado el doble grado de
conciencia que se manifiesta en el propio tema básico: “Nuevos caminos para la
Iglesia y para la Ecología integral”. Se trata de definir otro tipo de
presencia de la Iglesia en las Américas y específicamente en esta vasta región
amazónica que abarca 9 países, en una extensión de más de 8 millones de
kilómetros cuadrados. El otro grado de conciencia se revela en la importancia
que tiene la Amazonía para el equilibrio de la Tierra y para el futuro de la
vida y de la humanidad.
La
Iglesia romano-católica en América Latina y en la Amazonía era una
Iglesia-espejo de la Iglesia-madre de Europa. Después de cinco siglos se ha
transformado en una Iglesia-fuente, con un rostro afro-indio-europeo. En la
homilía de apertura del Sínodo, el día 4 de octubre, el Papa Francisco dijo
claramente: ”¡Cuántas veces el don de Dios ha sido... no ofrecido, sino
impuesto! ¡Cuántas veces ha habido colonización en vez de evangelización! Dios
nos preserve de los nuevos colonialismos”.
En
otra ocasión, en Puerto Maldonado (Perú), pidió perdón –cosa nunca hecha antes
por un Papa–: ”Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas cometidas por
la Iglesia misma, sino por los crímenes contra los pueblos originarios que
tuvieron lugar durante la conquista de América”.
En
el «Instrumento de Trabajo» para preparar el Sínodo, se pide que sean ordenados
“viri probati”, es decir, hombres casados, comprobadamente honrados,
especialmente indígenas, para ser ordenados sacerdotes. El obispo emérito de Xingú,
la diócesis mayor del mundo, Dom Erwin Kräutler, sugirió al Papa que en vez de
decir viri probati (hombres probados) se diga personae probatae
(personas probadas), lo que incluye también a las mujeres. Dice Dom Erwin: en
las comunidades las mujeres hacen todo lo que hace el sacerdote, menos
consagrar el pan y el vino. ¿Por qué no concederles también esta misión? María
dio a luz a Jesús, el Hijo de Dio sus hermanas, las mujeres, ¿por qué no van a
poder representarlo? Además el texto dice que se dará a las mujeres una misión
especial. Bien podría ser, como se hace en todas las demás Iglesias cristianas,
que las mujeres sean, a su manera, también sacerdotes.
Este
Papa es innovador y valiente. Dicen los mejores teólogos que no hay ningún
dogma o doctrina que impida a las mujeres representar a Cristo. Teológicamente
hablando, sacerdote no es el que consagra. Es Cristo quien consagra. El
sacerdote sólo le da visibilidad. Sólo lo impide el patriarcalismo todavía
reinante.
La
cuestión más aguda e importante es la salvaguarda del bioma amazónico.
Esa vasta región ha sido objeto de investigación por parte de grandes
científicos, desde hace por lo menos dos siglos. Decía Euclides da Cunha en sus
ensayos amazónicos: “La inteligencia humana no soportaría el peso de la
realidad portentosa de la Amazonía; tendrá que crecer con ella, adaptándose a
ella, para dominarla” (Vozes 1976, p. 15). La Amazonía es el gran filtro del
mundo que secuestra el dióxido de carbono, nos devuelve oxígeno, y mitiga el
calentamiento global. Su biodiversidad es tanta que “en pocas hectáreas de la
selva amazónica existe un número de especies de plantas y de insectos mayor que
toda la flora y fauna de Europa”, dice el gran especialista E. Salati.
Pero
su significado principal reside en la inmensidad de las aguas, ya sea de los
ríos volantes (la tremenda humedad de los árboles, que sobrevuela las selvas),
de la superficie del río, o del inmenso acuífero Alter do Chão. Si no
conservamos en pie la selva, la Amazonía puede transformarse en un desierto
como el Sáhara, que hace 15 mil años era una especie de Amazonía, con el río
Nilo desaguando en el Atlántico... Si la Amazonía acaba deforestada, cincuenta
mil millones de toneladas de dióxido de carbono anuales quedarían instaladas en
la atmósfera, haciendo imposible la vida en el sur del Continente.
El
papa se refirió a la situación de la Amazonia al analizar la situación actual
mundial: “la Tierra cada vez está más interconectada, y los pueblos que la
habitan forman parte de la comunidad planetaria; por ejemplo, el problema de
los incendios en la Amazonia, no es sólo de esa región...: es un problema
mundial, así como el fenómeno migratorio”.
Cada
vez crece más la conciencia de que el bioma amazónico es un «Bien Común de la
Tierra y de la Humanidad». El llamamiento a la soberanía de cada país se mueve
todavía dentro del viejo paradigma que dividía el planeta en partes... Ahora se
trata de reunir esas partes y reconstruir la realidad, que es una, entera: la Casa
Común, para nosotros y para toda la «Comunidad de la Vida»... Brasil no es
dueño de la Amazonía (63%); es sólo su administrador, ahora –bajo el nuevo
gobierno– de forma altamente irresponsable, al hacer poco caso de los incendios
y, en función de los minerales, del petróleo y de otras riquezas, incentivar
grandes proyectos que amenazan a los pueblos originarios – los que saben cuidar
y preservar la selva– y al equilibrio ecológico de toda la Casa Común.
Hay
un proyecto, suscrito por decenas de caciques, obispos, autoridades,
científicos y otros, que va a ser presentado en el Sínodo, para declarar a la
“Amazonía, ¡santuario intangible de la Casa Común!”.
La
UNESCO ya ha registrado varios biomas en varios países; ¿por qué no hacerlo con
la Amazonía, en la cual se juega en parte el futuro de la vitalidad de la
Tierra y de la civilización humana?
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