Beata María Victoria Fornari, viuda y fundadora
fecha: 15 de diciembre
fecha en el calendario anterior: 12 de septiembre
n.: 1562 - †: 1617 - país: Italia
otras formas del nombre: Victoria Fornari-Strata
canonización: B: León XII 21 sep 1828
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fecha en el calendario anterior: 12 de septiembre
n.: 1562 - †: 1617 - país: Italia
otras formas del nombre: Victoria Fornari-Strata
canonización: B: León XII 21 sep 1828
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Génova, de la Liguria, beata
María Victoria Fornari, que, habiendo quedado viuda, fundó la Orden de
Hermanitas de la Anunciación.
María Victoria nació en Génova, en el año
de 1562. Cuando cumplió los diecisiete años, se habló de que entraría al
convento, pero ella defraudó las esperanzas de sus padres y se casó con Angelo
Strata. El matrimonio resultó bien, y la pareja vivió feliz durante nueve años;
Angelo se unía de muy buena voluntad y con gusto a las obras de caridad de su
esposa y la defendía ardientemente de las críticas adversas de las gentes que
se extrañaban de que no tomara parte en las diversiones y actividades sociales.
Tenían seis hijos; cuatro niños y dos niñas. Al cabo de aquellos nueve años de
feliz matrimonio, en 1587, murió Angelo y, durante largo tiempo, Victoria no
pudo consolarse de aquella pérdida, tanto por ella misma como por sus pequeños
hijos y, al pensar que estos quedaban abandonados puesto que ella se sentía
incapaz de cuidarlos y educarlos como era debido, estuvo al borde de la
desesperación. Pero su dolor y su incertidumbre desaparecieron como por encanto
a raíz de un suceso que la propia Victoria relató más tarde por escrito y con
todo detalle, por consejo de su confesor: la Virgen María se le apareció y le
dijo: «Victoria, hija mía, sé valiente y ten confianza, porque es mi deseo
tomar tanto a la madre como a los niños bajo mi protección: yo cuidaré de tu hogar.
Vive tranquila, sin preocupaciones: lo único que te pido es que confíes
enteramente en mí para que así puedas entregarte al amor de Dios por encima de
todas las cosas». Victoria vio inmediatamente, con toda claridad, lo que debía
hacer y, al momento, cesaron todas sus inquietudes. Hizo el voto de castidad,
vivió en retiro y dedicó todo su tiempo a Dios, a sus hijos y a los pobres, por
ese orden. No toleraba lo superfluo o lo que representaba algún lujo en su
casa; se autoimpuso una regla de severas mortificaciones y, por ejemplo, cuando
la Iglesia imponía un ayuno, ella lo practicaba a pan y agua rigurosamente.
Una vez que todos sus hijos tuvieron
asegurado su porvenir, Victoria presentó al arzobispo un proyecto que había
esbozado desde tiempo atrás para crear una nueva orden de monjas dedicadas, de
manera muy especial, a Nuestra Señora. Al arzobispo le gustó el proyecto, pero
durante algún tiempo retuvo su aprobación al mismo por falta de los fondos
suficientes para sostener semejante fundación. Sin embargo, no tardó en
ofrecerse uno de los amigos del prelado para financiar el asunto, al menos en
parte, al proporcionar un edificio para la comunidad. Entonces, el arzobispo
dio su consentimiento y su apoyo. En el año de 1604, Victoria y otras diez
mujeres tomaron el hábito y, al año siguiente, hicieron su profesión. Su objeto
era honrar y venerar a la Santísima Virgen en el misterio de su Anunciación y
su vida oculta en Nazaret; al profesar, cada monja agregaba el nombre de María
Annunziata al suyo propio y prometía obediencia a la regla de clausura
particularmente estricta de la nueva orden.
Gracias al entusiasmo y al celo de la
madre Victoria, en 1612 se fundó una segunda casa y, poco después, la orden se
extendió hacia Francia, pero no sin que antes se hiciera el intento, a espaldas
de la fundadora, de afiliar aquella comunidad a otra orden, con el pretexto de
que la congregación no era lo bastante fuerte ni numerosa para subsistir por sí
sola. La madre Victoria se enteró de lo que pasaba e imploró la ayuda de la
Virgen María; en una visión, Nuestra Señora le dio nuevas seguridades de su
ayuda infalible y, muy pronto, el peligro pasó. La madre Victoria continuó en
el gobierno de su comunidad, alentó a sus hijas en la penitencia y les dio
ejemplo de completa humildad y profundo amor hasta su muerte, ocurrida cuando
cumplió los cincuenta y cinco años, el 15 de diciembre de 1617. Estas monjas se
distinguen de las Annonciades (de la Anunciación) fundadas por santa Juana de
Valois, por el epíteto de «azules», que se refiere al color de sus mantos.
En ocasión de la beatificación de la madre
Victoria, en 1828, se publicó una biografía en italiano, con el título de Vita
della B. Maria Victoria Fornari-Strata, fondatrice dell'Ordine della Santissima
Annunziata detto «Le Turchine», o sea la orden que los italianos llaman, «las
monjas azules». La mencionada biografía es anónima, pero oficial. Véase también
un relato en francés hecho por el padre F. Dumortier, La bse. Marie-Victoire
Fornari Strata (1902).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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