sábado, 20 de abril de 2019

‘Jesús de Nazaret-María de Magdala’ (Domingo de Pascua en el Ciclo C (21.04.2019): Juan 20,1-9.) y “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12) (Domingo 21º de Mateo (21.04.2019): Mateo 12,38-45)


Leyente, en esta ocasión te escribo en domingo, pero unas cuantas horas más tarde. Lo cierto es que no ha pasado nada extraño, tan solo que en la mañana de este día de Ramos he viajado desde Córdoba hasta Madrid. Y sólo ahora que ya estoy con mi artilugio de trabajo puedo enviarte esta presentación y los comentarios correspondientes que pueden leerse a continuación. Y también en el archivo adjunto.

Seguramente se conoce por todos ese dicho popular 'De Pascuas a Ramos'. Es tanto como decir 'de año en año'. Pues justamente hoy, día de Ramos, puedo decir este mismo refrán, pero al contrario: 'De Ramos a Pascuas', es decir, de ahora mismo en una semana.

Estamos de Ramos y te llega ahora el comentario del relato del Evangelio sobre la Pascua, la llamada Resurrección de Jesús. En este domingo que dicen que es tan importante, nuestra Iglesia siempre nos recomienda o impone la lectura de una parte del capítulo vigésimo del Evangelio de Juan. Siempre, cada año, invariablemente. No hay posibilidad de cambio alguno. Esto ya lo desarrollo un poco más en el comentario. 

Sólo deseo expresar una vez más mi indignación. En esta Iglesia y en este domingo de la Pascua se nos mutila muy gravemente el mensaje del cuarto Evangelio. Ya sé que me dirán más de uno que se lee ese mensaje en otra celebración de la Pascua... Pero la inmensa mayoría del pueblo se acerca a la celebración en pleno día de la Pascua. Y se podría volver a leer lo que ya se leyó en la noche anterior.

Es más, me atrevo a sugerir que durante siete días seguidos debería leerse el relato que este Evangelista Juan cuenta sobre lo sucedido en la mañana del primer día de la semana después de la sepultura de Jesús, el crucificado. Es decir debería leerse Juan 20,1-18. No sé por qué motivos esta Iglesia desea ocultar o silenciar la presencia de María Magdalena en el acontecimiento de la Resurrección de Jesús. Esta mujer intervino en esta resurrección de Jesús más que ningún otro ser humano. Más que ningún otro ser humano, lo repetiría otra vez...

Creo que en la Iglesia esta ocultación tan flagrante es uno de sus pecados más imperdonables, creo que se acerca a eso que suelen llamar los sinópticos el 'pecado contra el Espíritu'. Y no sirve que hace nada se le haya reconocido a esta Mujer el nombre de apóstol o no sé qué... 

Si el mensaje de Juan se desea aceptar como mensaje de aquellas comunidades cristianas del siglo primero, la figura de María de Magdala hay que escribirla al lado de la persona de Jesús de Nazaret. Y atreverse a ser consecuente con tal reconocimiento. Después de 20 siglos la persona de la mujer en la Iglesia es un 'mero postureo' vacío de sentido y de reconocimiento. Es alguien aún casi sin voz y sin ningún tipo de de voto que vota con responsabilidad. Y mucha responsabilidad tiene en este pecado la persona de Pablo, que no fue apóstol primero...

Jesús de Nazaret y María de Magdala.

Hay que seguir aprendiendo a ser Jesús de Nazaret y María de Magdala. Creo que en los ámbitos vaticanos de Roma no se desea ni oír pronunciar tales nombres, porque siempre se habla ahí de Jesucristo, el Señor, y casi nunca se cita a María Magdalena.

Sobre el comentario del texto de Mateo sólo deseo recordar aquí ahora que debemos meditar muy seriamente el ser y el hacer de un profeta escandalosamente político y humano. No digo más, que estamos en elecciones... y luego cada cual ve la peli desde su óptica y no deseo ser condenado... ¡a galeras!, que se decía en otros tiempos...
Feliz día de la vida en el día de pascua. Suerte y Salud.
      
Domingo de Pascua en el Ciclo C (21.04.2019): Juan 20,1-9.
‘Jesús de Nazaret-María de Magdala’, lo medito y escribo CONTIGO,

En la fiesta de Ramos se nos leyó el relato de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret según nos lo dejó contado el Evangelio de Lucas. Una semana más tarde va a ser el Evangelista Juan quien nos comparta su narración de lo que imaginó pudo suceder en la mañana del domingo primero de la Pascua. Todos los años en Pascua se lee Juan 20,1-9. ¿No puede ampliarse, variarse?

Advierto a quien esto lee que se nos propone leer Juan 20,1-9. ¿Por qué no se va a leer Juan 20,1-18? Creo que alguien debe de andar muy interesado en silenciar una parte de lo que este Evangelista Juan nos dejó como acontecimientos de aquella mañana de la resurrección. Este Evangelista dejó muy bien contado su relato: “El primer día de la semana, por la mañana, muy temprano, antes de salir el sol, María Magdalena vino al sepulcro...” (Juan 20,1-9).

El próximo domingo día 28 de abril se nos propone desde la incorregida e incorregible liturgia de la misa Juan 20,19-31: Aquel mismo día, el primero de la semana, por la tarde, estaban reunidos los discípulos...” (Juan 20,19). Este narrador cuidadoso y buen teólogo al que llamamos cuarto Evangelio organiza el vigésimo capítulo de su Evangelio en dos partes: Lo que sucede en la mañana (20,1-18) y lo que sucede en la tarde (20,19-31). ¡Pues que se nos lea así!

Por esto es por lo que vuelvo a preguntar: ¿Por qué en nuestras iglesias y en sus santas misas no se nos lee al pueblo en este domingo de la Pascua lo que Juan nos anuncia sobre el encuentro de Jesús de Nazaret con María Magdalena, mujer y la primera persona a quien se le anuncia personalmente que su Jesús vive? ¿Por qué esta mujer no es nombrada por ‘el doctor-maestro-catedrático-excelentísimo Pablo de Tarso en su Primera Carta a los Corintios 15,1-11?

Estos silencios son intencionados y es hora de que alguien con voz y voto tome nota y se atreva a leer y comentar abiertamente el Evangelio como fue escrito y como se nos regaló sin otra pretensión que podernos acercar a Jesús de Nazaret sin trampantojos... Tanto Pedro como el llamado por este Evangelista Juan ‘discípulo amado’ fueron personas importantes en sus relaciones con Jesús en los días en que todos ellos convivieron (Juan 20,1-9).

De ambos se cuentan sus decisiones nada más enterarse de que algo había sucedido en el sepulcro donde se depositó al crucificado y muerto Jesús de Nazaret. Es probable que más de uno piense ahora que en aquellos instantes Pedro era ya ‘el papa primero’ de la primera y única iglesia de Jesús de Nazaret. A este texto se le puede interpretar como mejor lo desee cada uno pero, ¿por qué se silencia la presencia de María de Magdala dentro de la iglesia?

Juan 20,1-9 es una de las narraciones de ‘El sepulcro vacío’. Curiosamente, según los cuatro Evangelistas, quien realiza el descubrimiento de este dato es María Magdalena. Muy probablemente, esta mujer,  además de todo esto que se dice de ella, fue también la primera que tomó la decisión de unirse a Jesús de Nazaret en Galilea. Por aquellas tierras alejadas de Jerusalén y de su Templo y en aquellos tiempos del siglo primero, esta María de Magdala oyó y vio a aquel hombre y se quedó con él convertida en su primera seguidora y acompañante siempre presente. Ella fue así, antes que Pablo, ¡la primera resucitadora de Jesús de Nazaret!
Carmelo Bueno Heras

Domingo 21º de Mateo (21.04.2019): Mateo 12,38-45
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12)

El Evangelista Mateo nos sorprende a los lectores de su ‘biografía’ sobre Jesús de Nazaret con un dato que, como poco, me parece desconcertante: “Entonces, en respuesta, algunos letrados y fariseos interpelaron a Jesús: Maestro, queremos ver una señal tuya personal” (12,38). Estas son las primeras expresiones de la breve e intensa unidad literaria que es Mateo  12,38-45.

He dicho que se trata de un dato desconcertante. Me explico. Desde que este Jesús de Mateo comenzó su tarea evangelizadora por las tierras de Galilea no ha dejado de contársenos ‘dichos y hechos’ de este galileo y laico llamado Jesús. Y algo más, en varias ocasiones estos ‘dichos y hechos’ han tenido como destinatarios explícitos los fariseos y los escribas. Me volveré a leer sin prisas el relato de Mateo 4,23 hasta 12,37 para constatarlo de nuevo.

Queremos ver una señal tuya, personal y explícita, le han pedido a Jesús... Si leemos Marcos 8,11-13 caeremos en la cuenta de las notables diferencias de ambas visiones del mismo relato. Lucas también nos ha contado este mismo asunto y se parece mucho más a Mateo que a Marcos. A Jesús le están pidiendo los escribas y fariseos una señal personal. Y según estos tres narradores, Jesús no les ofrece ninguna señal personal. El más preciso en afirmarlo es Marcos.

Este Jesús de Mateo y de Lucas ofrece a los escribas y fariseos una señal que explícitamente les pertenece a todos ellos, a todo judío creyente o no. Es una señal que todos pueden leer, comprender, aceptar o rechazar..., como se lee y se acoge la Ley que se dice venir de parte de su Yavé Dios. Es decir, esta señal debe ser (se trata de un imperativo) la señal de su Yavé Dios.

La señal que a toda persona judía debe interrogar tanto como iluminar es la presencia del mensaje de un profeta que cuenta los datos de la historia de manera provocativamente revolucionaria. La primera y principal señal (¿signo, sacramento, misterio?, llámese como se desee) es Jonás, el libro de su nombre que se encuentra y puede leerse en el rollo de los doce profetas de Israel, junto a Oseas, Amós, Miqueas...

Más de uno me preguntará si el relato de Jonás fue histórico y real como lo podemos leer en sus cuatro breves capítulos. Y casi siempre suelo responder que este relato de Jonás es tan real e histórico como lo es el extensísimo relato cervantino de ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha’. Nínive fue siempre la capital del imperio Asirio, el conquistador y deportador del reino de Israel (leer en el Segundo Libro de la Reyes 17). Israel y Asiria con sus capitales de Jerusalén y Nínive..., ¿deben sentirse y considerarse siempre naciones y gentes enemigas?

Y sólo a un profeta de Israel, camuflado bajo el nombre de Jonás, se le ocurre gritar alto y claro que hay que amar al enemigo. Que es posible vivir esta utopía. Que este amor entre pueblos, razas, religiones, personas... es el amor de Dios, de todo Dios, del único Dios. ¿No es esto una utopía revolucionaria?  Me atrevo a pensar que Jesús de Nazaret decidió ser otro Jonás...

Esta interpretación de la señal de Jonás como la humanizadora utopía del amor al enemigo implica asumir el riesgo de la intolerancia, la persecución y la muerte violenta (Mt 12,43-45).
Carmelo Bueno Heras

No hay comentarios:

Publicar un comentario