jueves, 25 de abril de 2019

La desigual lucha judicial de un médico católico contra la eugenesia disfrazada de anticoncepción 22042019

El doctor Sutherland fue demandado en 1923 por la feminista Marie Stopes

La desigual lucha judicial de un médico católico contra la eugenesia disfrazada de anticoncepción

La supuesta lucha por los derechos reproductivos de la mujer escondía desde el principio un propósito eugenésico. Un hombre se enfrentó en solitario a los prolegómenos de la naciente maquinaria de la industria abortista.
La supuesta lucha por los derechos reproductivos de la mujer escondía desde el principio un propósito eugenésico. Un hombre se enfrentó en solitario a los prolegómenos de la naciente maquinaria de la industria abortista.
El juicio por difamación de la feminista Marie Stopes (1880-1958), partidaria de la eugenesia, contra el doctor Halliday Sutherland (1882-1960) figura en la historia oficial del feminismo poco menos que como una victoria del oscurantismo sobre la anticoncepción. Ella es así una heroína para la ideología dominante. Mark Sutherland, nieto del doctor Sutherland, aportó recientemente en One Peter Five una documentación que dibuja el caso de una forma muy distinta:
Mark Sutherland vive en Sidney (Australia) y dirige un portal sobre su abuelo, el doctor Halliday Sutherland.
El juicio del Dr. Halliday Sutherland

En la Navidad de 2013 volví a Gran Bretaña, desde Sydney (Australia), para ver a mi madre. Una mañana me levanté muy temprano y decidí poner orden en una caja de té con mis pertenencias, guardada en la bodega debajo de la cocina. Dejé el calor de la cocina y bajé por los escalones de piedra desgastada que llevaban a la bodega. Encendí la luz, una simple bombilla que colgaba del techo, y vi el vapor que mi respiración formaba en ese ambiente tan frío.
Mi caja de té estaba en un rincón oscuro, pero lo que atrajo mi vista fue una maleta de piel marrón que había en el suelo delante de mí. La humedad había podrido una de sus esquinas y algunos de los documentos que había dentro. La abrí, cogí los documentos y subí con ellos a la cocina, donde los dejé encima de la mesa.
Lo que tenía ante mis ojos eran los manuscritos de mi abuelo, Halliday Sutherland. Nacido en 1882, falleció en 1960. Era médico, autor de best-sellers, pionero en el tratamiento de la tuberculosis y acusado en el juicio por difamación Stopes vs. Sutherland.
El doctor Halliday Sutherland, en 1910. Foto: Mark Sutherland.

El juicio tuvo lugar en el Tribunal Supremo de Londres, en febrero de 1923. La Dra. Marie Stopes había acusado a Sutherland de difamarla en el libro escrito por este en 1922, Birth Control [Control de natalidad]. Durante cinco días, la prensa y el público se agolparon en la abarrotada sala del tribunal para escuchar el testimonio de los mejores médicos del país.
El subtítulo del libro de Sutherland era: "Una afirmación de la doctrina cristiana contra los neo-maltusianos".
Al contrario que Stopes, Sutherland no tenía dinero suficiente para su defensa, por lo que se enfrentaba a la ruina económica hasta que muchos cristianos (la mayoría católicos) recaudaron fondos para pagar sus costes  jurídicos. Ganó el primer juicio, perdió en la apelación y en 1924 ganó el caso de manera concluyente en la Cámara de los Lores.
Marie Stopes: la fundación que lleva su nombre, Marie Stopes International, impulsa el aborto en todo el mundo.
El caso había sido un poco embarazoso para mí. Soy el nieto del Dr. Sutherland y me llamaron como él. Durante muchos años me pregunté por qué él había criticado a Stopes de manera tan vehemente.
Había aceptado el relato generalmente aceptado según el cual "los católicos son contrarios a los anticonceptivos", del que es un ejemplo este pasaje sacado de la biografía de Stopes que se puede leer online en la BBC: "En 1921, Stopes abrió una clínica de planificación familiar en Holloway, al norte de Londres, la primera del país. Ofrecía sus servicios gratis a mujeres casadas y también recogía datos sobre la anticoncepción.[...] La Iglesia católica fue su crítico más feroz. En 1923, Stopes demandó al médico católico Halliday Sutherland por difamación. Perdió, ganó en la apelación y volvió a perder en la Cámara de los Lores, pero el caso generó una enorme publicidad para su punto de vista. [...] Stopes siguió luchando para que las mujeres pudieran tener un acceso más fácil al control de natalidad".
Nadie, ni de mi familia ni de fuera, me dijo nada que fuera diferente.
Ahora tenía los manuscritos de Halliday en la mesa de la cocina, escritos a mano y mecanografiados, algunos atados, otros sueltos, y algunos más en sobres. No habían sido tocados desde su muerte, 53 años antes. Su descubrimiento me hizo comprender por qué él había atacado el trabajo de Stopes, y que lo que había sido presentado como una inocua clínica de planificación familiar había sido, en realidad, el primer paso de una audaz campaña para poner en marcha el control de la población en Gran Bretaña mediante la eugenesia[Nota de Mark Sutherland: La eugenesia es la pseudociencia de la herencia genética. Surgió de manera moderna cuando Sir Francis Galton, observando que la raza de los animales mejoraba a través de una crianza selectiva, se preguntó: "¿No se podría mejorar de igual modo la raza humana? ¿No se podría eliminar a los indeseables y multiplicar a los deseables?"]
La agenda eugenésica de Stopes
Marie Stopes se unió a la Eugenics Education Society [Sociedad para la Educación Eugenésica] en 1912, convirtiéndose en miembro vitalicio en 1921. El segundo día del juicio, estando bajo juramento, Stopes dijo que se había "embarcado en esta tarea para contrarrestar el mal constante que había ido aumentado durante años, a saber: que el índice de natalidad se reducía sólo entre los miembros ahorradores, sabios, satisfechos y sanos de la sociedad, pero no entre los miembros de la clase C3, los subnormales y los no aptos, que proporcionalmente están aumentado en nuestra comunidad debido a una falta de control del índice de natalidad en el tramo último de la escala social". [Nota de Mark Sutherland: El término C3 fue utilizado por el ejército británico y llegó a ser de uso público. Cuando se reclutaba a los soldados, los candidatos física y mentalmente mejores fueron designados con el término A1. A los hombres con cualidades inferiores se les aplicaba otros términos, hasta llegar al final del espectro, con la categoría C3, que designaba a los que eran no aptos física y mentalmente para servir en las fuerzas armadas. El reclutamiento para la Guerra Boer y la Primera Guerra Mundial reveló la terrible situación sanitaria de los pobres de las ciudades. Aunque era discutible si era debido a la naturaleza o la alimentación, los defensores de la eugenesia lo vieron como indicativo de un deterioro de la 'especie racial' británica.]
Stopes había establecido la Society for Constructive Birth Control and Racial Progress[Sociedad para un control constructivo de la natalidad y el progreso racial] con el fin de apoyar a la clínica. Stopes era su presidente y recibió el apoyo de eminentes vicepresidentes, incluyendo a John Maynard Keynes [economista] y H.G. Wells [escritor]. Los objetivos de la sociedad eran "evitar que hombres y mujeres con discapacidad tengan hijos, bien porque estos pueden ser portadores de enfermedades o tener una naturaleza degenerada".
El eslogan de la clínica ("Maternidad alegre y deliberada, una luz segura en nuestra oscuridad racial") y los nombres que dio a los capuchones para el cuello del útero que distribuía ("Pro-raza" y, más tarde, "Racial") reflejan también la agenda eugenésica de su proyecto.
Stopes era consciente de que las mujeres que iban a su clínica eran las que defendían y apoyaban su proyecto, y que para "contrarrestar el mal constante" necesitaba ejercer su influencia sobre las mujeres C3, que no tenían ninguna intención de visitar su clínica. Para conseguirlo, defendió la esterilización obligatoria de las personas que consideraba inadecuadas para tener hijos, y presionó al primer ministro y a diferentes políticos para que aprobaran las leyes necesarias para este fin.
Stopes también recomendaba que a las mujeres C3 se les pusiera un dispositivo conocido como gold pin o gold spring [muelle de oro] Una vez implantado, sólo podía quitarse con la ayuda de un médico: "Es, por lo tanto, el único método (además de la esterilización) que se puede aplicar y es de auténtica ayuda al estrato más bajo y más negligente de la sociedad. Es, por lo tanto, un método de tiene un gran valor racial y social, por lo que hay que darlo a conocer y difundir su aplicación".
Stopes era una experta paleobotánica, además de profesora universitaria y, en su opinión, también era una científica. Sin embargo, el lenguaje impreciso que utilizaba para designar (y denigrar) a quienes consideraba aptos para la esterilización era de todo menos científico: "Malos casos sin esperanza, personas malas debido a una enfermedad inherente, al alcoholismo o por su carácter"; "degenerados, subnormales y desequilibrados"; "parásitos".
Sutherland se opuso a la eugenesia mucho antes de convertirse al catolicismo
En los años 30, el doctor Sutherland alcanzó éxito como autor de sus obras autobiográficas. En A Time to Keep (1934), escribió sobre el juicio: "En 1919 me convertí al catolicismo. Sabía que la Iglesia prohibía los anticonceptivos artificiales, peor no tenía el más mínimo interés en esta controversia hasta que participé en un encuentro de la Sociedad Médico-Forense de Londres, el 7 de  julio de 1921".
Explica el proceso que le llevó a escribir Birth Control. También que no tenía dinero para su defensa legal, y que cuando un amigo se puso en contacto con la Iglesia, en Westminster, recibió este mensaje: "Dígale al Dr. Sutherland que el cardenal Bourne le apoyará hasta el final", tras lo cual escribió: "Mi actitud a partir de ese momento es que yo sólo era un instrumento que tenía el honor de representar a la Iglesia católica en un gran debate público".
El apoyo del cardenal Francis Bourne (1861-1935), arzobispo de Westminster, ratificó al recienemente converso doctor Sutherland en la idea de que la causa que defendía era también la de la Iglesia.
Para mí, la explicación está incompleta. Ir "a por todas" en una cuestión sobre la que él "no tenía el más mínimo interés" me parecía extraño, pero hacerlo dos años después de casarse con mi abuela (Muriel) y cuando ya tenían una joven familia (mi tía Jane y mis tíos, los gemelos John y Peter) parecía, como mínimo, algo impulsivo.
No había nada que pudiera explicar por qué un médico especialista en tuberculosis y que trabajaba en el Ministerio de las Pensiones hubiera emprendido una dirección talmente distinta. Hasta que descubrí sus documentos.
Leí el primer informe anual (1911) y el cuarto (1914) del St. Marylebone Dispensary for the Prevention of Consumption [Dispensario de St. Marylebone para la Prevención de la Tuberculosis], en el que había prestado sus servicios como médico a partir de 1910. Supe que cada año morían 50.000 personas de tuberculosis pulmonar. Además, 20.000 más morían de otras causas relacionadas con la misma enfermedad, y 150.000 se quedaban incapacitadas. Era una enfermedad relacionada con la pobreza, que afectaba más a los pobres que a los ricos en una proporción de 3 a 1. Y cuando la tuberculosis afectaba a la persona que traía el sustento a casa, toda la familia acababa en la indigencia.
Además de su trabajo diario en St. Marylebone, Sutherland recopilaba datos de investigaciones, produjo la primera película de educación sanitaria de Gran Bretañafundó una escuela al aire libre en un quiosco de música en Regent's Park y publicó un compendio de ensayos de expertos internacionales sobre la erradicación y tratamiento de la tuberculosis.
La clase al aire libre organizada en un quiosco de música por el doctor Sutherland para niños pobres tuberculosos. Foto: Hallyday Sutherland.
En esa época, Sutherland era nominalmente un presbiteriano, aunque en realidad era un agnóstico. Se unió a la Iglesia de Escocia en vísperas de la Gran Guerra en 1914 para hacer las paces con Dios.
Un folleto que encontré en la maleta (Consumption: Its Cause and Cure [Tuberculosis, sus causas y su tratamiento]), me proporcionó la siguiente pista. Incluía la transcripción de su discurso al National Council of the YMCA [Consejo Nacional del YMCA {Young Men Christian Association}], el 4 de septiembre de 1917. En él, clamaba contra las innecesarias muertes por tuberculosis, incluyendo a los 10.000 niños que morían anualmente debido a que se alimentaban con leche tuberculosa.
Sutherland culpaba a los defensores de la eugenesia, a los que describía como "criadores de raza con almas de ganaderos". Atacó su creencia en "la supervivencia de los mejores" porque, argumentaba, "al prevenir la enfermedad no se está preservando a los débiles, sino conservando a los más fuertes".
Más tarde conocí el vínculo que había entre tuberculosis y eugenesia. En esa época, se pensaba que la tendencia a la tuberculosis era una condición heredada. En Darwinism and Race Progress (1895), el Dr. John Haycraft afirma: "Es duro decirlo, pero es verdad que el bacillus tuberculosus [sic] es amigo de la raza, porque no ataca al hombre o a la mujer sanos, sino sólo a los débiles".
Vi un eco de la opinión de Haycraft en el discurso del presidente de la British Medical Association a los delegados presentes en la conferencia anual, en julio de 1912: "La naturaleza ... elimina a quienes no tienen el innato poder de recuperarse de una enfermedad y, mediante el bacillus tuberculosus y otros patógenos, lo hace antes de que llegue la edad reproductiva, evitando así la multiplicación de retrasados mentales y subnormales. Los métodos de la naturaleza son, por consiguiente, más una ventaja para la raza que para el individuo". El conferenciante era Sir James Barr, vicepresidente del Colegio de Médicos británico, que testificó a favor de Stopes en el primer día de  juicio.
En 1918, Barr dijo: "Hasta que consigamos algunas restricciones para el matrimonio de los no aptos, no vale la pena luchar por la eliminación del bacillus tuberculosus, ya que este es un duro, pero en conjunto deseable, impedimento a la supervivencia y propagación de los no aptos... En mi opinión... si mañana no existiera el bacillus tuberculosus, significaría una especie de catástrofe nacional. No estamos preparados para su desaparición".
Mi investigación tenía lugar, a menudo, a primera hora de la mañana. Tal vez fuera el cansancio, pero la inhumanidad del punto de vista de Barr me impactó profundamente.
Volví a leer Consumption: Its Cause and Cure y pude sentir la rabia en la voz de Halliday: "La leche tuberculosa mata a 10.000 niños al año y crea un gran número de niños enfermos. El sufrimiento y el dolor están tan difundidos que son inconcebibles para una mente finita, y no más natural que si su comida hubiera sido envenenada con arsénico. Sin embargo, en el Londres actual, una de cada once lecheras que llegan a nuestras terminales ferroviarias llevan este virus mortal".
Todos sabían qué era el proceso de pasteurización. Una Comisión Real, muchos años antes, había recomendado este proceso. Sin embargo, nada se había hecho para ponerlo en marcha.
Me asombró que la muerte de 10.000 niños fuera, para Barr, el "duro" pero "deseable impedimento a la supervivencia y propagación de los no aptos". En este contexto, la tuberculosis no era una enfermedad, sino el modo legal de exterminar a los que consideraban no aptos.
Cuatro meses después del discurso presidencial de Barr de 1912, Sutherland publicó su investigación en el British Medical Journal y concluyó que la enfermedad era fundamentalmente infecciosa, no hereditaria. El tratamiento debía prevenir y curar la tuberculosis, y no dejar que la naturaleza siguiera su curso.
En mayo de 1921, Barr felicitó a las personas que, si bien no impedían el matrimonio de los no aptos, limitaban la progenie de esas uniones: "Usted y su marido han inaugurado un gran movimiento que espero, con el tiempo, acabará con nuestra población C3 y eliminará la pobreza. El único modo de incrementar la población A1 es educándola".
La carta estaba dirigida a la Dra. Marie Stopes.
Las palabras difamatorias
El texto que ocasionó el juicio se ha publicado en varias ocasiones, pero el párrafo que sigue a continuación no lo ha sido nunca. Estas palabras dejan claro que el ataque implicaba mucho más que un ataque dogmático sobre la anticoncepción: "Si a los pobres se les niegan los hijos como si estos fueran un privilegio sólo para los ricos, entonces será fácil explotar a las mujeres de las clases más pobres. Si las mujeres no tienen hijos, ¿por qué deberían estar exentas de la presión económica que se ejerce sobre los hombres?... Los ingleses pobres ya casi han perdido el significado de la palabra 'vivienda', y si quienes defienden el control de la natalidad consiguen lo que quieren, perderán también el significado de la palabra 'hogar'. El objetivo del control de natalidad suele estar disfrazado de falsedad, pero pedir con insistencia la puesta en marcha de esta política respecto a los pobres apunta, de manera inequívoca, al Estado Servil".
Conclusión
Todo esto sucedió hace mucho tiempo. ¿Importa? Diría que sí.
El doctor Sutherland, en un imagen de prensa durante su gira por Australia en 1939-1940. Su lucha contra la feminista Marie Stopes no fue la de un católico contra la anticoncepción -que también-, sino la de un hombre que investigaba la tuberculosis, ayudaba a los enfermos y luchaba contra la desidia administrativa para proteger a los enfermos, contra una mujer que deseaba eliminar de la sociedad británica a los pobres, desvalidos y discapacitados.
El juicio por difamación Stopes vs. Sutherland es un episodio olvidado de la coherente y constante historia de oposición de la Iglesia a la eugenesia. Sin embargo, la narrativa histórica del juicio fue dejada en manos de los detractores y los enemigos de la Iglesia, que fabricaron una versión que yo mismo llegué a creer.
La historia influye sobre el modo que tenemos de percibir nuestra vida y nuestra época. Vivimos en una era en la que la tecnología genética proporciona a los defensores de la eugenesia instrumentos que hubieran sido inimaginables para sus predecesores.
Los católicos necesitan conocer ahora más que nunca su historia para, así, prepararse a las batallas que vendrán.
Traducción de Elena Faccia Serrano.

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