San Teodoro "Trichinas", ermitaño.
El santo pelocabra
San Teodoro “Trichinas”, ermitaño. 20 de abril.
Nació Teodoro en Constantinopla, de padres ricos y piadosos. Desde su infancia se inclinó la vida penitente y orante, inclinándose cada vez más hacia el monaquismo. Muy joven salió de su casa, abandonando su familia y su vida anterior para entrar en un monasterio de Constantinopla. Cuando quedó huérfano, vendió sus múltiples propiedades a favor de los pobres y se fue a un monasterio de Tracia. Allí comenzó una larga lucha ascética para controlar los instintos. Ayunaba constantemente, oraba siempre de pie y con los brazos en cruz, dormir sobre una piedra y otras penitencias más. Pero la más conocida y que le dio su sobrenombre fue la de vestirse con una camisa de pelo de cabra, lo que le daba un aspecto de hombre peludo, de “trichinas”.
Por su vida ascética y mística le otorgó Dios el don de controlar los demonios, haciéndoles huir con solo hacer la señal de la cruz o invocar el nombre de Jesús. Luego de una vida entregada totalmente a Dios, Teodoro murió de avanzada edad, a inicios del siglo V. De su sepulcro se dice fluía un aceite oloroso que sanaba a los enfermos. El documento más antiguo que sobre él se conserva es un himno laudatorio que le dedica San José el Himnógrafo (3 y 4 de abril).
Nació Teodoro en Constantinopla, de padres ricos y piadosos. Desde su infancia se inclinó la vida penitente y orante, inclinándose cada vez más hacia el monaquismo. Muy joven salió de su casa, abandonando su familia y su vida anterior para entrar en un monasterio de Constantinopla. Cuando quedó huérfano, vendió sus múltiples propiedades a favor de los pobres y se fue a un monasterio de Tracia. Allí comenzó una larga lucha ascética para controlar los instintos. Ayunaba constantemente, oraba siempre de pie y con los brazos en cruz, dormir sobre una piedra y otras penitencias más. Pero la más conocida y que le dio su sobrenombre fue la de vestirse con una camisa de pelo de cabra, lo que le daba un aspecto de hombre peludo, de “trichinas”.
Por su vida ascética y mística le otorgó Dios el don de controlar los demonios, haciéndoles huir con solo hacer la señal de la cruz o invocar el nombre de Jesús. Luego de una vida entregada totalmente a Dios, Teodoro murió de avanzada edad, a inicios del siglo V. De su sepulcro se dice fluía un aceite oloroso que sanaba a los enfermos. El documento más antiguo que sobre él se conserva es un himno laudatorio que le dedica San José el Himnógrafo (3 y 4 de abril).
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