Santas María de Cleofás y Salomé, santas del NT
fecha: 24 de abril
fecha en el calendario anterior: 9 de abril
†: s. I - país: Israel
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
fecha en el calendario anterior: 9 de abril
†: s. I - país: Israel
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: En Jerusalén, conmemoración de las santas mujeres María de Cleofás y
Salomé, que junto con María Magdalena, al amanecer del día de Pascua, se
dirigieron al sepulcro del Señor para ungir su cuerpo y allí recibieron el
primer anuncio de la Resurrección.
refieren a este santo: San Simeón
El Martirologio no es un tratado de
crítica historica de la Biblia. Si bien es loable los muchos esfuerzos que se
han hecho por adecuar las noticias sobre los santos (sobre todo los más
antiguos) al estado actual de nuestro conocimiento histórico, hay que reconocer
que, en cuanto a los personajes bíblicos, las leyendas románticas, y los deseos
de armonizar todo con todo son a veces mucho más fuertes que lo que puede
decirse con sencillez sobre estos personajes.
A María de Cleofás la conocemos por una
única aparición en Juan 19,25: «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la
hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena.», así que
podemos saber de seguro que era tía de Jesús. Pero cuando a partir del siglo II
los evangelios dejaron de ser leídos cada uno en el contexto de la comunidad a
la que originalmente se dirigía, y pasaron a una circulación más amplia, no
sólo fueron leídos fuera de sus ambientes originales (lo que permitía dar por
sobreentendidos muchos aspectos) sino que fueron comparados uno con el otro...
y comenzaron a hacerse visibles sus diferencias, sus imprecisiones, incluso el
escasísimo cuidado qu habían puesto las primeras comunidades en conservar con
exactitud los detalles mínimos de la vida de Jesús. Sintiéndose que esas
discordancias debilitaban la defensa de la realidad de Jesús frente a los que
la impugnaban, sobre todo frente a los gnósticos, comenzó a desarrollarse una
armonización a gran escala de los datos discordantes. Y por cierto espíritu de
síntesis, los personajes que los evangelios nombraban comenzaron a fundirse uno
con el otro.
Mateo 27,55-56 nos dice: «Había allí muchas
mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde
Galilea para servirle. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de
Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.» Naturalmente esto
llevó a que la única mención de María de Cleofás de Juan pasara a identificarse
con la madre de Santiago y José, por lo que en una primera armonización,
Santiago y José son primos de Jesús, lo que de paso resolvía la incómoda
mención de los «hermanos de Jesús» y permitía sintetizar en dos santiagos lo
que posiblemente había sido tres o más. Pero además ese mismo pasaje nos
hablaba de la "Madre de los hijos de Zebedeo", pero Mc 15,40 decía:
«había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena,
María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé», por lo que «resultó
evidente» que la madre de los hijos de Zebedeo tenía que ser Salomé.
Todas estas identificaciones son
gratuitas, no tenemos verdaderamente elementos para sostenerlas, como no sea el
deseo de que todo armonice con todo. Está claro que para el primer siglo, no
sólo ejemplar sino verdaderamente normativo para la fe cristiana, no supuso ningún
riesgo desconocer esos detalles, saber quiénes eran los parientes, cuántas
Marías rodearon a Jesús, y qué papel cumplió cada una; fue verdaderamente el
miedo del siglo II el que llevó a leer los evangelios con un historicismo
exacerbado, completamente ajeno a la sutil perspectiva histórica de los
evangelios. A los evangelios les bastó la simple constatación de que la fe de
Jesús, contrariamente a las prácticas de la sinagoga, no era una fe sólo para
varones, sino que vivió rodeado y en diálogo con multitud de
mujeres, la mayoría de ellas tan anónimas como los varones que lo seguían, de
los cuales también sabemos realmente poco.
En la memoria de hoy, entonces, más que
celebrar a personajes del todo conocidos, resumimos en dos nombres una cantidad
imprecisa pero grande de discípulas y seguidoras de Jesús que han formado la
matriz de la fe inicial, el lugar desde donde el encuentro concreto con Jesús
se propagó por todo el mundo. «Había allí muchas mujeres», nos decía Mateo, y
ése es el contenido último de esta memoria, sean cuales sean las que se
llamaban María (posiblemente varias), y sean cuales fueres los vínculos
parentales entre ellas y con Jesús.
Bibliografía: cualquier
introducción a los Evangelios por separado muestra los problemas críticos que
las menciones de estos nombres tienen. Puede consultarse como ejemplo el
«Comentario Bíblico San Jerónimo»; hay un interesante trabajo de Raymon Brown,
«Las mujeres que seguían a Jesús», incluido en la edición de «La comunidad del
Discípulo Amado», Sígueme, 1990; se consigue en la red un trabajo de Suzanne
Tunc, «También las mujeres seguían a Jesús», Sal Terrae, 1998, del que pueden
tomarse algunas perspectivas sobre las mujeres y el seguimiento, aunque el
libro adolece, en general, de cierto ideologismo. El cuadro es de Quentin
Massys, panel central del Altar de San Juan, 1507-08, que se encuentra en en el
Koninklijk Museum voor Schone Kunsten, Bélgica.
Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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