martes, 30 de julio de 2019

San Pedro Crisólogo. Doctor de la Iglesia. El hombre de las palabras de oro (30 de julio)

San Pedro Crisólogo. Doctor de la Iglesia. El hombre de las palabras de oro

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San Pedro Crisólogo, conocido como el hombre de las palabras de oro, atrajo innumerables multitudes a la fe con hermosas y profundas homilías

 
San Pedro Crisólogo es el doctor decimotercero en una serie cronológica de los Doctores de la Iglesia y uno de los primeros en ser honrado en el ciclo litúrgico anual. Al igual que sus colegas predecesores en la gran academia de Médicos, se esforzó con cada aliento de su vida y con su magnífica habilidad de oratoria, en afianzar y preservar el Sagrado Depósito de la Fe. Tan grande fue su elocuencia en la transmisión de la fe en toda su belleza y sencillez que se le recuerda, a pesar de que algunos de sus sermones han sobrevivido a los anales de la historia, como "el Doctor en Homilías", el "hombre de las palabras de oro".

Fiesta: 30 de julio

Martirologio romano: San Pedro, llamado Crisólogo, obispo de Rávena y Doctor de la Iglesia, que siendo el portador del nombre del bendito Apóstol, sostuvo su ministerio con tal maestría y dedicación, que atrajo a innumerables multitudes a la fe con la red de su doctrina celestial, saciándolas con la dulzura de su elocuencia divina. Su tránsito tuvo al Reino de los Cielos tuvo lugar el 31 de julio de 451, en Imola en Romaña. Fue sepultado en la iglesia de San Casiano.

Biografía de San Pedro Crisólogo

En el siglo V, Rávena, no Roma, fue la capital del Imperio Romano de Occidente, y la propia Rávena se convirtió en una sede metropolitana. San Pedro Crisólogo fue uno de los más distinguidos arzobispos de esa sede.
San Pedro nació en Imola, en la Emilia oriental, hacia el año 400 y estudió ciencias sagradas con Cornelio, obispo de esa ciudad, quien lo ordenó diácono.
En 433, el arzobispo de Rávena murió, y cuando un sucesor había sido elegido por el clero y pueblo de Rávena, debía ir a Roma a conseguir la confirmación de su elección, al Papa Sixto III.
En su viaje a Roma, Cornelio tuvo su diácono, Pedro, como su compañero. Al ver a Pedro, el Papa lo eligió para la sede de Ravenna en vez de la seleccionada por el clero y pueblo de Rávena.
San Pedro Crisólogo fue consagrado y fue aceptado a regañadientes en un principio por el clero y el pueblo. Pedro, sin embargo, pronto se convirtió en el favorito del emperador Valentiniano III, que residía en Ravena y fue también muy apreciada por el Papa San León Magno, el sucesor del Papa Sixto.
Todavía quedaban rastros del paganismo en la diócesis de Pedro, y su primer esfuerzo fue establecer la fe católica en todas partes, erradicar los abusos y llevar una campaña de predicación, teniendo un cuidado especial por los pobres necesitados.
San Pedro Crisólogo predicó en favor de la comunión con frecuencia y exhortó a todos los cristianos a convertir la Eucaristía en su alimento diario.
Muchos de sus sermones aún sobreviven, y es sobre ellos es que llegó a ser conocido como "el hombre de las palabras de oro"

Firmeza en la fe

En su preocupación por la unidad de la Iglesia, San Pedro Crisólogose opuso a la enseñanza de Eutiques, condenado en el Este por San Flavio el año 448, quien le pidió su apoyo. Eutiques sostenía una doctrina errada de la fe, la doctrina monofisita (una sola naturaleza en Cristo)
En ese mismo año, San Pedro también recibió con un gran honor a San Germán de Auxerre en su diócesis y ofició ;en los funerales de este gran santo.
Como recuerdo, San Pedro Crisólogo conservó la capucha y la camisa de pelo de San Germán.

Su muerte

Sabiendo por revelación divina que su muerte estaba cerca, San Pedro Crisólogo regresó a su ciudad de Imola y después, instando gran cuidado en la elección de su sucesor murió en Imola hacia el año 450 o 451, fue enterrado en la iglesia de San Casiano. En 1729, el Papa Benedicto XIII lo declaró Doctor de la Iglesia.
Muy conocida en el mundo es su frase:
"El que quiera divertirse con el diablo, no podrá regocijarse con Cristo."
Algunos de sus sermones se leen en el Breviario de Ravenna, su ciudad episcopal, todavía alberga tesoros del antiguo arte cristiano litúrgico que data de su época.

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