Santos Beatriz, Simplicio, Faustino y Rufo, mártires.
Mártir por su deber cristiano y familiar.
Santa Beatriz, virgen y mártir, junto a Simplicio, Faustino y Rufo. 29 de julio y 22 de febrero (traslación de las reliquias).
Su leyenda dice que Beatriz fue hermana de los santos mártires Simplicio y Faustino, que fueron degollados imperando Diocleciano. Sus cuerpos fueron arrojados al río Tíber y ella los recogió y enterró cristianamente. Por este hecho Beatriz, al año siguiente fue denunciada por Lucrecio, un pariente lejano que tenía interés en heredarla, y al que ella rechazaba constantemente. Recordemos que en esta época estaba prohibido enterrar los cuerpos de los mártires, pues los emperadores sabían que eran venerados por los cristianos y por ello fue encarcelada y estrangulada en la misma cárcel, e igualmente su cadáver fue arrojado al Tíber. El pariente no pudo gozar de la herencia de Beatriz, pues murió fulminantemente tras la muerte de ésta. El cuerpo de Beatriz fue rescatado por una mujer de nombre Lucina, junto al de otro cristiano llamado Rufo que también habría padecido martirio. Lucina los sepultó junto a los hermanos.
Si bien esta leyenda es tardía, estos santos mártires gozaron de un antiguo culto. El martirologio pseudojeronimiano pone la "Depositio" efectivamente a 29 de julio, en las catacumbas de Generosa. Con lo cual tal fecha es en realidad el enterramiento y no el día del martirio. El papa San Dámaso (11 de diciembre) levantó una iglesia en su honor, y el papa San Gelasio (21 de noviembre) hace menciones a Beatriz y su culto. Algunas reliquias habrían sido llevadas por San Bonifacio a Fulda, luego de su visita a Roma, de donde partió con numerosas reliquias de santos. En 683 San León II (3 de julio) trasladó las reliquias de Beatriz y sus hermanos a una iglesia que había construido en honor a San Pablo.
Posteriormente serían trasladadas a la Basílica de Santa María la Mayor, y luego a la basílica de San Nicolás "in Carcere", en cuyo altar mayor se veneran actualmente (pude hacerlo personalmente, con gran gozo), salvo una porción que Inocencio X donó a Ana de Austria.
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