sábado, 27 de julio de 2019

San Simeón el Estilita. Monje y ermitaño. Pasaba la Cuaresma a solo pan y agua (27 de julio)

San Simeón el Estilita. Monje y ermitaño. Pasaba la Cuaresma a solo pan y agua

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San Simeón Estilita vivió durante muchos años sobre lo alto de una columna. Por su sabiduría aconsejó a Obispos y emperadores. Una vida digna de admiración

 
San Simeón el Estilita fue un monje y ermitaño, un asceta siríaco Santo que logró servir a Dios viviendo durante 37 años en una pequeña plataforma en la cima de un pilar cerca de Alepo (en Siria moderna), en donde se convirtió en un sabio consejero haciendo muy duras penitencias.

Fiesta: 27 de julio

Martirologio romano: Cerca de Antioquía de Siria, San Simeón, monje, que vivió durante muchos años sobre lo alto de una columna, recibiendo así el apodo de el Estilita. La vida y conducta de este hombre fue digna de admiración.

Biografía de San Simeón

San Simeón el Estilita nació en Sisán a finales del siglo IV, entre los límites de Cilicia y Siria. Tiene cuando es niño el común oficio de pastor. Es cristiano y su saber contiene lo poco que pudieron enseñarle sus padres.
Una nevada le impide salir con el ganado y es la ocasión que Dios le propone; va a una iglesia ese día y el sacerdote - un anciano - está predicando las Bienaventuranzas que él no llega a comprender muy bien; pero pregunta para conocer su camino. Tiene unos catorce años; es buena edad para ser generoso.
San Simeón el Estilita comienza una peregrinación por su vida a la búsqueda cada vez de austeridad más intensa, de penitencia, oración y dedicación a Dios.

Penitencias de San Simeón

En Tedela, hay una colonia de monjes. Allí entra. Le despiden pronto por demasiado penitente al descubrir la cuerda áspera que lleva enterrada en su carne cuando intentaban limpiar la sangre que manaba de la herida. Podría ser un obstáculo para los jóvenes monjes al ver lo desmesurado de su penitencia.
Ahora un monte cercano y una cisterna seca son por cinco días el lugar de ayuno y penitencia.
Otro monte cercano al pueblo de Telaniso le brinda ocasión de penitencia en absoluta soledad y sin reservas en el año 412.
San Simeón el Estilita ha decidido otra santa locura: pasar la Cuaresma solo a pan y agua y tapiando su puerta con la aprobación de Baso, el sacerdote que dirige también a otros anacoretas.
Más penitencia cerca de Tedela con la búsqueda tan querida de soledad para la contemplación. Construye un muro, como una cerca que le facilite su clausura. Allí se ata un pie con cadena a una gran roca.

San Simeón: el gran sabio y consejero

San Simeón el Estilita le visitan algunas personas que comienzan a saber de su santa existencia y va a verle Melecio, obispo de Antioquía, que le dice bastarle la inteligencia y que no debe atarse como las irracionales bestias.
La fama de santidad comienza a correr por todos los alrededores y son muchas los peregrinos que se le acercan para escucharlo o pedir consejos. También los hay curiosos que disfrutan con el espectáculo extraño de un anacoreta.
A San Simeón el Estilita le piden consejos, quieren oírle y comienzan a haber curaciones y muchos milagros. Le quieren tocar y llevarse un recuerdo como reliquia en vivo del anacoreta, pero para esconderse un poco más del ruido, Simeón levanta la columna un poco más alta, hasta unos diecisiete metros.
Durante los próximos 37 años,San Simeón el Estilita los pasaría viviendo sobre una columna, al cielo raso, con frío o calor con sol, lluvia o viento.
De vivir en la columna le viene el nombre de estilita (columna: ´stilos en griego). Dormía muy poco. Comía una vez por semana, pero en Cuaresma, no comía ansolutamente nada.
San Simeón el Estilita se levanta solamente a predicar durante dos veces al día y a dar consejos a sus discípulos. Del resto, se la pasa en oración constante.

La forma de vida de San Simeón causa estupor y admiración y hay hasta el temor de que no sea cierta. No obstante ésta es su compañero Teodoreto, con quien vivió como monje y le visitó en su columna, quien nos la cuenta.
Tampoco en su tiempo dejó de sentirse su influencia. Obispos y emperadores piden su consejo y las resoluciones del concilio de Calcedonia se adoptan con su aportación. Incluso la herejía arriana fue combatida desde la columna.

Las piedras que sirvieron de base a la columna y los muros semiderruidos del monasterio que se edificó después de su muerte se conservan aún en el lugar solitario que los beduinos llaman hoy Kal’at Simân (castillo de Simeón).

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