Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción Muttathupadathu, virgen
fecha: 28 de julio
n.: 1910 - †: 1946 - país: India
canonización: B: Juan Pablo II 8 feb 1986 - C: Benedicto XVI 12 oct 2008
hagiografía: Vaticano
n.: 1910 - †: 1946 - país: India
canonización: B: Juan Pablo II 8 feb 1986 - C: Benedicto XVI 12 oct 2008
hagiografía: Vaticano
Elogio: En la ciudad de Bharananganam, en el
estado de Kerala, en la India, santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción (Ana)
Muttathupadathu, virgen, que para evitar un matrimonio impuesto, se abrasó el
pie en el fuego y, admitida después en las Clarisas Malabarenses, vivió casi
continuamente enferma ofreciendo su vida a Dios.
Santa Alfonsa de la Inmaculada Concepción
nació en Kudamalur, de la región de Arpookara, en la diócesis de
Changanacherry, India, el 19 de agosto de 1910, de la antigua y noble familia
de los Muttathupadathu. Desde su nacimiento, la vida de la Santa estuvo marcada
por la cruz, que se le revelará progresivamente como el único camino para
conformarse con Cristo. La mamá, María Puthukari, la dio a luz prematuramente
al octavo mes de embarazo, después del susto provocado por una serpiente que se
le enrolló a la cintura, mientras dormía. Ocho días después, el 28 de agosto,
la pequeña venía bautizada según el rito siro malabar por el párroco Padre José
Chakalayil recibía el nombre de Annakutty, diminutivo de Ana. Era la última de
cinco hijos. Transcurridos apenas tres meses, murió la madre. Annakutty pasó
sus primeros años en casa de los abuelos en Elumparambil. Allí vivió un tiempo
particularmente feliz para su formación humana y cristiana, durante el cual
aparecieron en ella los primeros gérmenes de vocación. La abuela, mujer piadosa
y caritativa, le comunicó la alegría de la fe, el amor a la oración, el impulso
de la caridad para con los pobres. A los cinco años la niña sabía ya guiar, con
entusiasmo infantil, la oración vespertina de la familia reunida, según el uso
siro malabar, en la «sala de oración».
El 11 de noviembre de 1917, Annakutty
recibió por primera vez el pan eucarístico. Decía a sus amigas «¿Saben por qué
hoy estoy particularmente contenta? ¡Porque tengo a Jesús en mi corazón!». Y en
una carta a su padre espiritual, del 30 de noviembre de 1943, le había
confiado: «Desde la edad de siete años no soy más mía. Me he dedicado toda a mi
Esposo divino. Lo sabe bien Su Reverencia».
El mismo año de 1917 comenzó a frecuentar
la escuela elemental de Thonnankuzhy, donde estableció una sincera amistad
también con los niños hinduistas. Acabado el primer ciclo de instrucción, en
1920, viene el tiempo de trasladarse a Muttuchira, a casa de la tía Anna
Murickal, a la que la mamá la había encomendado antes de morir, como madre
adoptiva. La tía era una mujer severa y exigente, con tratos despóticos y
violentos exigía de Annakutty la obediencia a sus más mínimas disposiciones o
deseos. Asidua en las prácticas religiosas, acompañaba a la sobrina, pero no
compartía la amistad de la joven con las Carmelitas del monasterio vecino, ni
sus largas jornadas de oración al pie del altar. Sin embargo estaba bien
determinada a procurar un ventajoso matrimonio a Annakutty, obstaculizando los
claros signos de su vocación religiosa.
La virtud de la Santa se manifestó en
aceptar esta severa y rígida educación como una senda de humildad y paciencia
por amor a Cristo, resistiendo tenazmente los reiterados intentos de noviazgo a
los que buscaba obligarla la tía. Para sustraerse al compromiso de matrimonio,
Annakutty llegó al punto de provocarse voluntariamente una gravísima quemadura,
poniendo el pie en brasas ardientes. «Mi noviazgo estuvo determinado cuando
tenía trece años cumplidos. ¿Qué podía hacer para evitarlo? Oré toda la
noche... entonces me vino una idea. ¡Si mi cuerpo hubiese estado un poco
desfigurado, ninguno me habría querido!... ¡Cuánto he sufrido! Y todo lo ofrecí
por mi gran intención». El propósito de disimular su singular belleza no valió
del todo para librarla de las atenciones de los pretendientes. También en los
años siguientes la Santa debió defender la propia vocación, incluso durante el
año de prueba, cuando se intentó darla en matrimonio con la complicidad de la
misma maestra de formación. «¡Oh, vocación que he recibido! ¡Don de mi buen
Dios!... Dios vio el dolor de mi ánimo aquel día. Dios alejó las dificultades y
me afianzó en este estado religioso».
Fue el P. Giacomo Muricken, su confesor,
quien la orientó hacia la espiritualidad franciscana y para hacerla conocer la
Congregación de las Franciscanas Clarisas. El 24 de mayo de 1927 Annakutty
ingresaba en su colegio de Bharananganam en el actual territorio de la diócesis
de Palai, para asistir como interna a la séptima clase. El año siguiente, el 2
de agosto de 1928, Annakutty iniciaba el Postulantado, tomando el nombre de
Alfonsa de la Inmaculada Concepción, en honor de S. Alfonso de Ligorio,
celebrado aquel día. El 19 de mayo de 1930 fue la vestición religiosa durante
la primera visita pastoral a Bharananganam del Obispo Mar Giacomo Kalacherry.
El período de 1930-1935 estuvo marcado por
graves enfermedades y sufrimientos morales. Pudo enseñar a los niños en la escuela
de Vakakkad sólo el año escolar de 1932-33. Después, a causa de su debilidad,
desempeña la tarea de auxiliar enseñante y de catequista en la parroquia.
Estuvo encargada también como secretaria, sobre todo para escribir cartas
oficiales, por su hermosa letra. En 1934 fue introducido en la Congregación de
las Franciscanas Clarisas el noviciado canónico. Deseando comenzarlo de
inmediato, la Santa, a consecuencia de su inestable salud, fue admitida hasta
el 12 de agosto de 1935. Casi una semana después de comenzado el Noviciado se
presentaron hemorragias de la nariz y de los ojos, un profundo agotamiento
orgánico y llagas purulentas en las piernas. La enfermedad se agravó a tal
punto que se temió lo peor. El cielo vino en ayuda de la santa novicia. Durante
una novena al Siervo de Dios Padre Kuriakose Elía Chavara —Carmelitano, hoy
Beato— fue milagrosa e instantáneamente curada. Reiniciado el noviciado
escribía en su diario espiritual sus santos propósitos: «No quiero actuar o
hablar según mi inclinación. Cada vez que falte haré una penitencia... quiero
estar atenta y no contradecir jamás a ninguno. A los demás diré sólo palabras
amables. Quiero controlar mis ojos con rigor. Por cada pequeña falta pediré
perdón al Señor y la expiaré con una penitencia. De cualquier tipo que sean mis
sufrimientos no me lamentaré jamás y cuando deba afrontar cualquier humillación
buscaré refugio en el Sagrado Corazón de Jesús».
El 12 de agosto de 1936, fiesta de Santa
Clara, día de su Profesión perpetua, fue de inexpresable alegría espiritual. Se
realizaba el deseo largamente guardado en su corazón y confiado a su hermana
Isabel cuando apenas tenía doce años: «Jesús es mi único Esposo, y ningún
otro». Pero Jesús quería conducir a su esposa a la perfección por el camino del
sufrimiento. «Hice mi profesión perpetua el 12 de agosto de 1936 y vine aquí a
Bharanganam el día 14 siguiente. Desde aquel tiempo parece que me ha sido
confiada una parte de la Cruz de Cristo. Ocasiones de sufrir me vienen en
abundancia... Tengo un gran deseo de sufrir con alegría. Parece que mi Esposo
quiere cumplir este deseo». Hubo una serie de enfermedades dolorosas: una
fiebre tifoidea, una pulmonía doble y, lo más grave, un shock nervioso por el
susto al ver un ladrón, la noche del 18 de octubre de 1940. El estado de
postración física se prolongó cerca de un año durante el cual no estuvo en
grado de leer ni de escribir. En toda situación Sor Alfonsa mantuvo una gran
reserva y una actitud caritativa hacia las Hermanas, soportando en silencio sus
sufrimientos. En 1945 sus enfermedades tuvieron un ataque violento.
Un tumor difundido en todo el organismo
transformó su último año de vida en una continua agonía. Una gastroenteritis
con complicación al hígado le provocaba violentas convulsiones con vómitos,
hasta cuarenta veces al día. « Siento que el Señor me ha destinado a ser una
oblación, un sacrificio de sufrimiento... Considero el día en que no he sufrido
como un día perdido por mí». En esta actitud de víctima por amor al Señor,
contenta hasta el último momento y con la sonrisa de la inocencia siempre
impresa en sus labios, Sor Alfonsa terminó serenamente y con alegría su camino
terreno en el convento de las Franciscanas Clarisas en Bharananganam a las
12:30 horas del 28 de julio de 1946, dejando el recuerdo de una Hermana llena
de amor y santa.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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