domingo, 21 de julio de 2019

Como Marta y María, samaritanas. (Domingo 16º del T.O. Ciclo C (21.07.2019): Lucas 10,38-42.) y “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12) (Domingo 34º de Mateo (21.07.2019): Mateo 19,1-26.)


El próximo domingo es 21 de julio y será día grande en muchos sitios. Tan grande será que tendrá también 24 horas con su sol y su luna. Lo de ser grande o no depende más bien de las decisiones de uno, de sus neuronas, de sus adentros. 

En este domingo se nos leerá el relato de Lucas que nos habla de la estancia de Jesús en casa de dos mujeres samaritanas, Marta y María. Jamás sabré si este relato fue real o se lo inventó Lucas, el único Evangelista que nos lo cuenta. 

Y mientras me detenía a pensar en estas cosas se me cruzó de oreja a oreja el deseo que invitarte a leer la novela (pura y dura novela) que me acabo de leer: El Archipiélago del Perro, de Ph. Claudel y en editorial Salamandra y de 205 páginas. 

Me ha encantado. Me ha dolido. Me ha emocionado y entristecido... ¡Está tan bien contada que todo cuanto dice es bueno, muy bueno y está bien, muy bien contado. Literatura de diez. Todo está en su sitio. Creo yo, su lector. 

Me he atrevido a transcribirte una de sus página, la 91. 

El Comisario le cuenta al Alcalde de la isla de un archipiélago mediterráneo un asunto muy importante... Y lo escribe al modo de una viñeta en la que todo cuanto se expresa parece 'evidente', simplista, normal, o poco complicado... Vamos, para que lo entendamos todos. 

Esta página que transcribo sirve para una intensa y extensa reunión de personas a quienes les guste hablar de lo que nos pasa a los humanos...  No digo nada más. Los comentarios están a continuación. También en el archivo adjunto, como siempre...  

"La gente nunca sabe realmente lo que tiene encima de la cabeza. Durante milenios colocaron a Dios. Les convenía. Ellos estaban abajo. Sudando sangre y agua. Y arriba, en su nube, estaba Dios, que los creaba, los miraba y los salvaba o los condenaba. Luego, el ser humano se creyó muy listo. Echó a Dios de la nube y lo arrojó al cubo de la basura. Durante un tiempo vivió embriagado por su pequeño asesinato, pero luego se dio cuenta del vacío que había creado. Y como lo propio del ser humano es actuar siempre con precipitación, siempre, cuando eso, todo ese espacio vacío, empezó a darle miedo intentó recalentar viejos platos, pero todos tenían gusto a quemado. Entonces fue cuando se asustó de veras. Y se refugió en lo único que le quedaba: el progreso. Fíjese que eso es algo que existe desde la noche de los tiempos. Dele al hombre fuego, hierro y un martillo, y en un abrir y cerrar de ojos forjará una cadena para sujetar a otro hombre que se le parece como si fuera su hermano y mantenerlo sometido, o una punta de lanza para matarlo, en vez de construir una rueda o un instrumento musical. La rueda y la trompeta llegaron mucho después, muchísimo después, de la cadena y la punta de lanza, cuando ya ha habido bastante escabechina. Y si se inventó la rueda fue únicamente para poder llevar la escabechina más lejos, como la navegación a vela, para que todo el mundo le saque provecho. La trompeta no sirvió más que para ahogar los gritos de las víctimas y celebrar las carnicerías. Punto Final. ¡Y ahora encima tenemos satélites!"

Domingo 16º del T.O. Ciclo C (21.07.2019): Lucas 10,38-42.
Como Marta y María, samaritanasLo medito y escribo CONTIGO, 

Seguimos leyendo, muy afortunadamente, el relato del Evangelista Lucas en el Evangelio del domingo día 21 de julio. Ya nos sabemos bien el mensaje de Lucas 10,1-37. Nos hemos comentado ya el asunto del envío de los setenta y dos con la misión de evangelizar y seguimos aprendiendo a ser ya no ‘buen judío’, sino ‘buen samaritano’.

Lo acabo de escribir y me quedo largo rato hilando los pensamientos sobre este ser ‘buen judío’ o ser ‘buen samaritano’. Y entre mis cuestiones curiosas una de ellas me altera de manera especial: Este par de maneras de ser, ¿no están encarnadas en las personas de María y de Marta de las que nos habla tan de inmediato este Evangelista Lucas aquí en 10,38-42?

Este relato y los acontecimientos sucedidos en casa de Marta y de María sólo nos lo ha contado este Evangelista y en este contexto, precisamente. Ya sé que más de uno me insinuará que en el Evangelio de Juan, capítulo undécimo, pueden leerse otros sucesos que ocurren también en casa de Marta, María y Lázaro. ¿Se trata de la misma casa, familia y personas? ¿Por qué Marcos y Mateo no nos han dicho absolutamente nada de esta casa, familia y personas? Los investigadores nunca nos asegurarán si se trata o no de una misma familia real o simbólica.

Me llama la atención el inicio del texto de este relato tan breve: “Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo y una mujer lo recibió en su casa...” (Lc 10,38). ¿Quién me impide pensar que ese pueblo, esa casa y esa mujer son un pueblo, una casa y una mujer samaritanas? Desde Lucas 9,51 sabemos que Jesús y sus acompañantes están de camino desde Galilea con la intención de llegar a Jerusalén. Y en este camino deben pasar, al menos, junto a la región de Samaría. O tal vez también, por dentro de las tierras de Samaría como muy precisamente se apuntó en Lucas 9,52-55.

Los Evangelistas Marcos y Mateo nunca nos dicen nada en sus narraciones del paso de Jesús de Nazaret por tierras de Samaría. Sólo este Evangelista Lucas y luego el Evangelista Juan se han atrevido a anunciarnos que su Jesús también anunció su buena noticia en tierras samaritanas.

Y creo que estos Evangelistas nos dicen más: En estas tierras samaritanas, el anuncio de la buena noticia de Jesús  recibió la buena noticia de la acogida, como si se tratara de una buena tierra que acoge y hace germinar la semilla del reinado de Dios. Ya sólo nos hace falta que alguien bien documentado venga a identificar al ‘buen samaritano’ de Lucas 10,25-37 con ‘el Lázaro’, discípulo amado a quien Jesús quería, del Evangelio de Juan  en su capítulo undécimo.

Marta y María, ¿mujeres samaritanas y en tierra samaritana que abren su casa y su mesa a Jesús y a todos cuantos le siguen por el camino? En esta casa importa todo, pero lo que jamás debe faltar es el diálogo con el galileo y laico de Nazaret y la escucha de cuanto este Jesús dice y hace. ¿Por qué se sigue identificando a estas dos mujeres con los movimientos  espirituales dentro de la Iglesia llamados carismas contemplativos, unos, los de María; y activos, otros, los de Marta? Este Jesús de los Evangelios nunca habló de ningún movimiento de vida consagrada.
Carmelo Bueno Heras

Domingo 34º de Mateo (21.07.2019): Mateo 19,1-26.
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12)

Después de habernos dicho Mateo que Jesús acabó su cuarto discurso (Mt 19,1) nos añade a sus lectores una referencia que no podemos olvidar: “Partió Jesús de Galilea y se fue hacia la región de Judea, pasando al otro lado del Jordán. Le siguió mucha gente y les curó allí, y se le acercaron unos fariseos... (Mt 19,1-3). Conviene retener esta escena tal como nos lo dice el texto. Los fariseos le preguntan y Jesús responde. Este asunto ocupa el texto de Mt 19,3-12.

El siguiente asunto (es decir, el segundo, Mt 19,13-15) es muy breve y se inicia con el acercamiento a Jesús de unos niños que le son presentados por no se dice quién y que los discípulos tratan de impedirlo. ¿Acaso cerca de Jesús de Nazaret sólo pueden estar ellos, los primeros, los importantes, los sanos, los DOCE?

El siguiente tema o asunto surge de un nuevo acercamiento a Jesús. En este caso se trata de ‘uno’: “En esto, se le acercó uno y le dijo a Jesús: Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?... (Mt 19,13-26). Es el tercer asunto puesto sobre la mesa del texto. Queda pendiente otro cuarto asunto, pero de él nos ocuparemos en el próximo comentario.

Recuerdo que para este Evangelista seguimos estando en el camino que va desde Galilea en dirección a Jerusalén. Se trata de un camino real, pero sobre todo, del camino del acompañamiento de Jesús, de su seguimiento. ¿Qué es acompañar a este Jesús? ¿Qué es seguir a este Jesús? Dos preguntas que, según leo en este texto del narrador Mateo, se responden con una palabra: acercarse. Acercarse a él. A Jesús de Nazaret, no al Jesús que cada uno llevamos, imaginamos, deseamos o nos elaboramos..., como ya hizo Pedro (Mt 16,13-23).

Acercarse a Jesús de Nazaret es el camino. ¿Acercarse al Jesús de la historia, el hombre que vivió en las tres primeras décadas del siglo primero hasta el momento de su sepultamiento? ¿Acercarse al Jesús de la Religión (de la fe, que dicen otros muchos), el santo redentor que se ha ido configurando siglo tras siglo entre dogmas, catecismos, concilios, eclesiásticos, teólogos y demás predicadores que hasta se atrevieron a martirizar su vida como una entrega?

El camino del acercamiento a Jesús lo escoge cada uno, consciente o por seguir una tradición. Así lo hicieron también tres tipos de personas de las que nos cuenta ‘sus aventuras’ este Evangelista Mateo. Las primeras en acercarse son unos fariseos preocupados por los legales asuntos sobre el matrimonio y el divorcio entre hombres y mujeres de entonces. ¿Se acercaron o acabaron de alejarse definitivamente de aquel laico y galileo (Mt 19,3-12)?

“Le acercaron unos niños... pero los discípulos trataban de impedirlo” (Mt 19,13-15). Nadie andaba más cerca de Jesús que sus propios discípulos, pero ‘acercarse a aquel Jesús’ no es cuestión de distancia física, sino de ‘sin-tonía’ mental y existencial. El tercer acercamiento a Jesús, que nunca llegó a ser tal, lo protagoniza un tal ‘uno’ (Mt 19,16-26). Curiosamente, éste pasó a la historia posterior como ‘el joven rico’. Tal vez pretendió, en su osadía, comprar a aquel Jesús para él. Estaba tan empobrecido que sólo atesoraba dinero. Lo tenía y lo guardaba. ¿Cómo hacer entender que esto del dinero cuanto más se parte y reparte más abunda?
Carmelo Bueno Heras

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