Evangelio del día: Dios revela su poder a los de corazón
sencillo y humildes
Evangelio del día. AUDIO. Mateo 11,25-27 - XV Tiempo ordinario:
Dios ha ocultado estas cosas a los sabios y las reveló a los humildes
Evangelio del día: Mateo 11,25-27
Evangelio del día (La
revelación del Evangelio a los humildes): "En aquel tiempo, Jesús exclamó
diciendo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber
ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los
pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi
Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre
sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Este término "pequeños" indica a todas las personas
que dependen de la ayuda de los demás, y en
particular, a los niños. Más adelante Jesús dirá:
"Cuídense de
despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles
en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial" (Mt
18,10).
Por lo tanto, los niños son en sí mismos una riqueza para la
humanidad y también para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la
condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: aquella de no
considerarnos autosuficientes sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón. ¡Y
todos estamos necesitados de ayuda, de amor, de perdón! ¡Todos!
Los niños nos recuerdan otra cosa bella; nos recuerdan que somos
siempre hijos. Incluso si uno se convierte en adulto o anciano, aún si se
convierte en padre, si se ocupa un lugar de responsabilidad, por debajo de todo
esto permanece la identidad de hijo.
Todos somos hijos. Y eso
nos vuelve a llevar siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado
nosotros, sino que la hemos recibido...
[...] Hay tantos dones, tantas riquezas que los niños traen a la
humanidad. Recordaré sólo algunos. Traen su modo de ver la realidad, con una
mirada confiada y pura.
El niño tiene una confianza espontánea en el papá y la mamá; y
tiene una confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen.
Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, todavía no está
contaminada por la malicia, por los dobleces, por las "costras" de la
vida que endurecen el corazón...
Pero, los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen
lo que ven, directamente....
Además, en su simplicidad interior, traen consigo la capacidad
de dar y recibir ternura. Ternura es tener un corazón "de carne" y no
"de piedra", como dice la Biblia (cf. Ez 36, 26).
También tienen la capacidad de sonreír y de llorar. Algunos
cuando los tomo para besarlos, sonríen. Otros, me ven de blanco, creen que soy
el médico y que vengo a hacerles la inyección y lloran. Espontáneamente. Los
niños son así.
[...] Tenemos que preguntarnos nosotros mismos: ¿yo sonrío espontáneamente, con
frescura, con amor? ¿O nuestra sonrisa es artificial? ¿Yo
todavía lloro? ¿O he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas
que nos enseñan los niños.
Por todas estas razones, Jesús invita a sus discípulos a ser
como los niños, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
(Catequesis, Audiencia General, 18 de marzo de 2015)

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