Santa Marcelina, virgen
fecha: 17 de julio
†: s. IV ex. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: s. IV ex. - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Milán, ciudad de Liguria, santa Marcelina, virgen, hermana del
obispo san Ambrosio, a la que el papa Liberio impuso el velo de consagrada en
la basílica romana de San Pedro, en la fiesta de la Epifanía del Señor.
refieren a este santo: San Ambrosio de
Milán, San Sátiro

Marcelina era hermana de san Ambrosio de
Milán. Nació antes que San Ambrosio, probablemente en Tréveris,
donde su padre era prefecto de los galos. Marcelina se trasladó a Roma con su
familia y, desde muy temparana edad, empezó a concentrarse exclusivamente en el
fin para el que había sido creada. Se encargó del cuidado de sus dos hermanos
y, con sus palabras y ejemplo, les inspiró el amor a la virtud verdadera, no
simplemente de la apariencia de virtud. Marcelina tenía por única mira la
gloria de Dios. Para conseguir su objetivo, decidió renunciar al mundo. El día
de la Epifanía del año 353, recibió el velo de las vírgenes de manos del papa
Liberio, en la basílica de San Pedro. En el discurso que pronunció el Pontífice
en esa ocasión, exhortó a Marcelina a amar exclusivamente a Jesucristo, a vivir
en continuo recogimiento y mortificación y a conducirse en la iglesia con el
más grande respeto y modestia.
San Ambrosio, a quien debemos los ecos de
esa exhortación, no vacila en criticar la elocuencia del papa Liberio cuando la
juzga insuficiente. El santo dedicó a su hermana su tratado sobre la excelencia
de la virginidad. Siendo ya obispo, Marcelina le visitó varias veces en Milán y
habló con él sobre la vida espiritual; en esa forma, ayudó a su hermano en sus
relaciones con las vírgenes consagradas.
Marcelina practicó la más alta perfección.
Ayunaba diariamente hasta el atardecer y consagraba la mayor parte del día y de
la noche a la oración y la lectura espiritual. En los últimos años de su vida,
san Ambrosio le aconsejó que moderase sus penitencias y aumentase el tiempo de
oración; en particular, le recomendó los Salmos, la Oración del Señor y el
Credo, al que llamó «sello del cristiano y guardián del corazón». Marcelina
siguió viviendo en Roma después de la muerte de su madre, no en comunidad, sino
en una casa privada, junto con otra mujer que participaba en todos sus
ejercicios de devoción. Marcelina sobrevivió a su hermano, pero no sabemos
exactamente en qué año murió. En la oración fúnebre pronunciada por San
Ambrosio en memoria de su hermano Sátiro, llamó a Marcelina «... santa hermana,
admirable por su inocencia, su rectitud y su bondad con el prójimo».
En Acta Sanctorum, julio, vol. IV, se
citan ciertos pasajes de san Ambrosio y un panegírico latino que se conservó
gracias a Mombritius.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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