Cuándo un coordinador laico puede celebrar
la Cena del Señor
2019-06-24
El día 18/06/19, pensando en
el Sínodo Panamazónico de octubre, escribimos sobre el deseo del Papa Francisco
de ordenar sacerdotes a casados, especialmente indígenas, para los lugares
distantes de la Amazonia. Será un sacerdote de estilo indígena, seguramente,
distinto del tradicional.
En
los sitios sin asistencia de sacerdotes, hay coordinadores de comunidades
eclesiales de base que ya están presidiendo las celebraciones de la Cena del
Señor. No están ordenados pero nadie dirá que Cristo no está ahí presente en la
Palabra, en la comunidad y en su celebración.
La
cuestión no es sólo intraeclesial católica, también es ecuménica. Las Iglesias
que salieron de la Reforma celebran en sus comunidades la Cena del Señor con
pastores no ordenados. ¿Cuál es el valor de estas celebraciones? ¿Estará
realmente Cristo presente ahí bajo las especies del pan y del vino?
Trataremos
de responder en ambos casos positivamente, fundados en una vasta documentación
histórico-teológica que no puede ser aducida aquí, pero que se encuentra en el
libro Eclesiogénesis: la reinvención de la Iglesia, Editora Record 2008,
p. 165-188.
La
afirmación básica, definida por el Concilio Vaticano II, es: «La celebración
del Sacrificio Eucarístico es el centro y la cumbre de toda la vida de la
comunidad cristiana» (Christus Dominus, nº 30). Los fieles desean la
eucaristía. ¿Se les puede negar por el hecho de no tener un ministro ordenado
en su medio? Los coordinadores de las comunidades hacen todo lo que un ordenado
hace: ¿por qué no pueden consagrar? Lo normal sería que fueran ordenados, pero
no lo son porque no son célibes.
La
investigación rigurosa sobre el tema concluyó que ha habido dos fases: en el primer
milenio del cristianismo la ley básica era «quien preside la comunidad,
preside también la eucaristía; podía ser un obispo, un presbítero, un profeta,
un doctor, un confesor o un simple coordinador». Era impensable que una
comunidad se quedase sin eucaristía por la carencia de un obispo o de un
sacerdote. Entraba entonces el coordinador de la comunidad, como ocurre en
nuestras comunidades hoy día. El nexo era el coordinador de la comunidad y la
celebración de la eucaristía.
En
el segundo milenio se dio un cambio. Las disputas entre el Imperium
y el Sacerdotium desplazaron el tema de la comunidad en favor del tema
del poder sagrado. Los Papas reivindicaron el poder sagrado por encima del
poder imperial. Este poder sagrado viene por la vía del sacramento del Orden.
El nexo es ahora quién tiene el poder sagrado y quién no lo tiene. Sólo quien
es ordenado tiene el poder de consagrar. El laico queda excluido aun siendo
coordinador. Ahora hay un orden laical y otro sacerdotal.
Con
referencia a las celebraciones eucarísticas de las Iglesias cristianas no
romano-católicas se parte del hecho de que en ellas se celebra la Cena del
Señor por los ministros aceptados por las respectivas comunidades. La validez
de esta celebración no viene del sacramento del Orden, vía imposición de las
manos hecha por el obispo sobre el fiel laico, que pasa entonces a ser
sacerdote con poder de consagrar. Para los evangélicos, el poder de celebrar se
deriva de la fe y de la fidelidad a la doctrina apostólica acerca de la presencia
del Señor en la celebración de la sagrada Cena. Lo mismo podríamos decir de las
celebraciones en las comunidades eclesiales de base: la fe apostólica en la
real presencia de Cristo en el pan y en el vino bendecidos por el coordinador o
por un grupo de coordinadores, conferiría el poder de consagrar. Cristo estaría
presente ahí.
Otro
polo de comprensiónse funda en el valor del bautismo tomado en su
integralidad. Es doctrina común que el bautismo es la puerta de entrada de
todos los sacramentos, y contendría seminalmente a todos los demás. Por el
bautismo todos los fieles participan del único sacerdocio realmente válido que
es el de Cristo. El sacramento del Orden no es el sacramento del obispo o del
sacerdote. Es el sacramento de la Iglesia como comunidad de los fieles. Si
alguien es ordenado en el sacramento del Orden es para el servicio de la
comunidad, para su coordinación y animación espiritual. No existe un frente a
frente: por un lado el fiel, sacerdote común, sin poder sacramental ninguno y
por otro el sacerdote ordenado con todos los poderes. Lo que existe es una
comunidad, toda ella sacerdotal y profética, que especifica las funciones sin
que una disminuya a las otras, una de consagrar y coordinar, otra de
interpretar los textos sagrados, de responsabilizarse de los cánticos, de
visitar a los enfermos, etc.
Además
es doctrina común que, después del sacerdocio de Cristo, no puede haber ningún
otro sacerdocio a título propio. Por eso es Cristo quien consagra. El sacerdote
no consagra. Él tiene el poder de representar, de hacer visible
en la comunidad a Cristo invisible. Él no sustituye a Cristo.
En
una comunidad bien organizada hay un sacerdote o un pastor con esta función.
Pero cuando falte y sin culpa de la comunidad, el coordinador puede asumir esta
función de representación de Cristo. Esta situación hoy en día es bastante
frecuente; de ahí la importancia de reconocer la validez de las celebraciones
de los pastores y de los coordinadores laicos.
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