Evangelio del día: Jesús nos da la fuerza para derrotar las
adversidades
Evangelio del día. AUDIO. Lucas 10,1-12.17-20 - XXVI jueves
tiempo ordinario: yo los envío como ovejas en medio de lobos.
Evangelio del día: Lucas 10,1-12.17-20
Evangelio del día: (Una
misión difícil para los seguidores de Dios): En aquel tiempo, el Señor designó
a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en
todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: "La cosecha es
abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados
que envíe trabajadores para la cosecha. Vayan. Yo los envío como a ovejas en
medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a
saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: "Que
descienda la paz sobre esta casa" Y si hay allí alguien digno de recibirla,
esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en
esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja
merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y
sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la
gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes". Pero en todas las
ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
"Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos
sobre ustedes. Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca". Les
aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa
ciudad. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor,
hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". Él les dijo: "Yo
veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar
sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y
nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les
sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el
cielo". Palabra del
Señor
Reflexión del Papa Francisco
Jesús no es un misionero aislado, no quiere realizar solo su
misión, sino que involucra a sus discípulos. Además de los Doce apóstoles,
llama a otros Setenta y Dos, y los envía a las aldeas, de dos en dos, a
anunciar que el Reino de Dios está cerca. Esto es muy bonito.
Jesús no quiere obrar solo, ha
venido a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la
comunión, con el estilo de la fraternidad. Por eso forma inmediatamente una
comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera. Inmediatamente los
entrena a la misión, a ir.
Pero atención: la finalidad no es socializar, pasar el tiempo
juntos, no, la finalidad es anunciar el Reino de Dios, y esto es urgente,
también hoy es urgente, no hay tiempo que perder en charlas, no es necesario
esperar el consenso de todos, es necesario ir y anunciar.
A todos se lleva la paz de Cristo, y si no la reciben, se va
hacia adelante. A los enfermos se les lleva la curación, porque Dios quiere
curar al hombre de todo mal.
Cuántos misioneros hacen esto.
Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. Qué bonito es esto.
No vivir para sí mismo, no vivir para sí misma. Sino vivir para ir a hacer el
bien...
¿Quiénes son estos Setenta y Dos discípulos que Jesús envía?
¿Qué representan? Si los Doce son los Apóstoles, y por tanto representan
también a los Obispos, sus sucesores, estos setenta y dos pueden representar a
los demás ministros ordenados, a los presbíteros y diáconos; pero en sentido
más amplio podemos pensar en los otros ministros en la Iglesia, en los
catequistas, en los fieles laicos que se empeñan en las misiones parroquiales,
en quien trabaja con los
enfermos, con las diversas formas de necesidad y de
marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del
Reino que está cerca.
Todos deben ser misioneros. Todos
pueden sentir esa llamada de Jesús e ir hacia adelante a anunciar el Reino.
Dice el Evangelio que estos Setenta y Dos volvieron de su misión
llenos de alegría, porque habían experimentado el poder del Nombre de Cristo
contra el mal. Jesús lo confirma: a estos discípulos Él les da la fuerza de derrotar al
maligno. Pero añade:
"No se alegren
de que los espíritus se les sometan; alégrense de que sus nombres estén
escritos en los cielos". (Lc 10,20).
No debemos vanagloriarnos como si fuéramos nosotros los
protagonistas: protagonista es uno solo, es el Señor, protagonista es la gracia
del Señor. Él es el único protagonista. Y nuestra alegría es sólo ésta: ser sus
discípulos, ser sus amigos. (Reflexión antes del rezo del ángelus, 07 de julio
de 2013)
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