San Florin de Ramosch, presbítero.
Agua en vino, fe en caridad.
San Florin de Ramosch, presbítero. 17 de noviembre.
No se conoce mucho sobre este santo, que comienza a ganar fama luego de la invención de sus reliquias, llegando a ser patrono de Chur. Su leyenda siempre planteó que vivió en el siglo VII, pero descubrimientos del siglo XIX fijaron su muerte no antes de 856.
Era el párroco del pequeño pueblo de Remus, actualmente Ramosch, al oeste de Suiza. Su padre era inglés y su madre una judía conversa a la verdadera fe y que había llevado toda su vida como cristiana, un comportamiento muy piadoso. Ambos se establecieron en Remus luego de regresar de una peregrinación de Roma. Allí les nació su hijo que desde niño fue piadoso y amante de las cosas de la religión y del estudio. Como eran pobres, el párroco del lugar, llamado Alejandro, instruyó al chico gratuitamente para que pudiera seguir su vocación: el servicio de Cristo siendo sacerdote.
Los milagros no faltan en su leyenda. El más conocido y que ha configurado su patronato dice que siendo niño, el cura le envió al castillo de los nobles a pedir un vaso de vino. Yendo de regreso, Florin encontró un pobre anciano enfermo, al que dio el vino para confortarle. Regresó al castillo y volvió a pedir vino, pero se lo negaron, pensando que lo habría bebido. Entonces el niño, confiando en Dios, llenó el vaso de agua en una fuente y al llegar adonde el cura, el agua se había convertido en vino. Esta leyenda le ha hecho patrón para conseguir una buena cosecha de vid y para lograr que el vino no se agrie.
Tan buen corazón no se malogró con la juventud y Florin llegó a ser un buen sacerdote: apostólico, caritativo y amante del culto, la predicación. Nunca tenía tiempo para sí mismo, sino que se desvivía por los demás. Al parecer murió joven aún y fue enterrado en su misma iglesia parroquial donde le habían bautizado y donde había sido presbítero. Su culto se evidencia muy pronto, pues sus fieles le tomaron como abogado ante Dios. En el siglo X el obispo de Chur elevó sus reliquias a un altar en la parroquia, autorizando el culto público. Varias reliquias se trasladaron por toda Suiza. Es patrono de la ciudad y diócesis de Chur, junto a San Lucio, rey y mártir (3 de diciembre).
No se conoce mucho sobre este santo, que comienza a ganar fama luego de la invención de sus reliquias, llegando a ser patrono de Chur. Su leyenda siempre planteó que vivió en el siglo VII, pero descubrimientos del siglo XIX fijaron su muerte no antes de 856.
Era el párroco del pequeño pueblo de Remus, actualmente Ramosch, al oeste de Suiza. Su padre era inglés y su madre una judía conversa a la verdadera fe y que había llevado toda su vida como cristiana, un comportamiento muy piadoso. Ambos se establecieron en Remus luego de regresar de una peregrinación de Roma. Allí les nació su hijo que desde niño fue piadoso y amante de las cosas de la religión y del estudio. Como eran pobres, el párroco del lugar, llamado Alejandro, instruyó al chico gratuitamente para que pudiera seguir su vocación: el servicio de Cristo siendo sacerdote.
Los milagros no faltan en su leyenda. El más conocido y que ha configurado su patronato dice que siendo niño, el cura le envió al castillo de los nobles a pedir un vaso de vino. Yendo de regreso, Florin encontró un pobre anciano enfermo, al que dio el vino para confortarle. Regresó al castillo y volvió a pedir vino, pero se lo negaron, pensando que lo habría bebido. Entonces el niño, confiando en Dios, llenó el vaso de agua en una fuente y al llegar adonde el cura, el agua se había convertido en vino. Esta leyenda le ha hecho patrón para conseguir una buena cosecha de vid y para lograr que el vino no se agrie.
Tan buen corazón no se malogró con la juventud y Florin llegó a ser un buen sacerdote: apostólico, caritativo y amante del culto, la predicación. Nunca tenía tiempo para sí mismo, sino que se desvivía por los demás. Al parecer murió joven aún y fue enterrado en su misma iglesia parroquial donde le habían bautizado y donde había sido presbítero. Su culto se evidencia muy pronto, pues sus fieles le tomaron como abogado ante Dios. En el siglo X el obispo de Chur elevó sus reliquias a un altar en la parroquia, autorizando el culto público. Varias reliquias se trasladaron por toda Suiza. Es patrono de la ciudad y diócesis de Chur, junto a San Lucio, rey y mártir (3 de diciembre).
A 17 de noviembre además se celebra a San Hugo de Lincoln, obispo.
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