Santa Bárbara, virgen y mártir
fecha: 4 de diciembre
†: s. III/IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. III/IV - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Conmemoración de
santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y mártir en Nicomedia.
Patronazgos: patrona de los mineros, geólogos, arquitectos,
albañiles, canteros, carpinteros, techistas, electricistas, los campesinos,
carniceros, cocineros, campaneros, sombrereos, sepultureros, artilleros,
armeros, bomberos, trabajadores de fuegos de artificio, protege contra
explosiones, muerte súbita, tormentas, especialmente eléctricas, relámpagos,
fiebre, peste...
Tradiciones, refranes,
devociones: Expresiones y refranes:
«Acordarse de Santa Bárbara cuando truena», se usa en relación a la persona imprevista que luego se desespera ante las situaciones conflictivas.
Otra versión: «Santa Bárbara se menta, tan sólo cuando hay tormenta»
«Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita,
con papel y agua bendita,
guárdanos el pan y el vino
y a los que van de camino.»
La expresión «Santa Bárbara bendita..!» se usa popularmente como exclamación enfática ante algo inesperado.
«Acordarse de Santa Bárbara cuando truena», se usa en relación a la persona imprevista que luego se desespera ante las situaciones conflictivas.
Otra versión: «Santa Bárbara se menta, tan sólo cuando hay tormenta»
«Santa Bárbara bendita,
que en el cielo estás escrita,
con papel y agua bendita,
guárdanos el pan y el vino
y a los que van de camino.»
La expresión «Santa Bárbara bendita..!» se usa popularmente como exclamación enfática ante algo inesperado.
Ver más información en: Los 14 santos auxiliadores
Existen muchas ediciones en griego y traducciones
latinas de la «Passio» de santa Bárbara; se trata, sin embargo, de narraciones
legendarias, cuyo valor histórico es muy bajo, en parte porque hay entre ellas
muchas divergencias. En algunas pasiones su martirio se coloca bajo el reinado
de Maximino el Tracio (235 - 38) o Máximo (286 a 305), en otras, bajo el de
Maximino Daia (308 -13). Tampoco hay gran acuerdo sobre el lugar de nacimiento,
ya que los relatos hablan de Antioquía, Nicomedia y, finalmente, de un lugar
llamado «Heliopolis», situado a unos 20 km de Euchaita, ciudad de Paflagonia.
En las traducciones al latín la cuestión se complica aún más, y así en algunas
de ellas Bárbara habría muerto en la Toscana; por ejemplo, en el Martirologio
de Adón leemos: «En Toscana, nacimiento [en el cielo] de santa Bárbara, virgen
y mártir, bajo el emperador Maximiano». Estamos entonces frente al caso de una
mártir cuyo culto estuvo ampliamente difundido desde la antigüedad, tanto en
Oriente como en Occidente, pero sin embargo sus datos biográficos son
escasísimos, tenemos apenas unos pocos elementos: el nombre, el origen
oriental, con toda probabilidad, Egipto, y el martirio. La leyenda, entonces,
ha enriquecido con detalles fantásticos, a veces poco realistas, la vida de la
mártir: detalles que han tenido una influencia especial sobre el culto, tanto
como sobre la iconografía.
Sin pretensión de historicidad, entonces, pero para
entender ese culto y esa iconografía, importa rescatar y transmitir algunos
trazos de esas leyendas: El padre de Bárbara, Dioscuro, hizo construir una
torre para resguardar a la bella hija, pedida en matrimonio por muchos
pretendientes. Ella, sin embargo, no tenía intención de casarse, sino de
consagrarse a Dios. Antes de entrar en la torre, no siendo aún bautizada y con
el deseo de recibir el sacramento, fue a una piscina de agua cerca de la torre
y se tiró tres veces, diciendo: «Bárbara se bautiza en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo». Por orden de su padre, la torre iba a tener dos
ventanas, pero quería Bárbara tres, en honor de la Ssma. Trinidad. Su padre,
pagano, llegó a saber de la profesión de fe cristiana de su hija, y decidió
matarla, pero ella, pasando milagrosamente entre las paredes de la torre, logró
escapar. Capturada, su padre la llevó ante el magistrado. El prefecto Marciano
trató de convencer a Bárbara de retirar su propósito de consagrarse a Dios,
pero los intentos fueron inútiles; ordenó entonces atormentarla envolviendo
todo su cuerpo en una tela áspera y gruesa, de modo que empezó a sangrar por
todas partes, pero durante la noche Bárbara tuvo una visión y fue completamente
curada. Al día siguiente, el prefecto la sometió a nuevas y más crueles
torturas: sobre su carne vuelta a sanar hizo poner planchas de hierro caliente.
Una tal Juliana, presente en el tormento, habiendo expresado sentimientos de
compasión cristiana, fue asociada al martirio: el fuego encendido a sus
costados para atormentarla, se apagó casi de inmediato. Bárbara fue paseada
desnuda por la ciudad, pero milagrosamente volvió vestida y saludable, a pesar
de la flagelación. Por último, el prefecto la condenó a la decapitación, y fue
el padre mismo quien cumplió la sentencia, pero inmediatamente después
descendió fuego del cielo y quemó al padre cruel, de quien ni siquiera quedaron
las cenizas.
El emperador Justiniano, en el siglo VI, trasladó las
reliquias de la mártir de Egipto a Constantinopla; algunos siglos más tarde,
los venecianos las llevaron a su ciudad y fueron puestas en la iglesia de San
Juan Evangelista en Torcello (1009). El culto de la mártir se había extendido
por Italia, probablemente importado durante el período bizantino, es decir, en
el siglo VI, y luego se desarrolló más durante las Cruzadas. En Roma, de
acuerdo con el testimonio de Juan el Diácono (Vita, IV, 89), a san Gregorio
Magno, cuando todavía era monje, le gustaba ir a rezar al oratorio de santa
Bárbara; ese recuerdo, sin embargo, no corresponde al siglo VII de san Gregorio
Magno, sino al IX del biógrafo, en el cual se construyeron, según puede leerse
en el Liber Pontificalis (ed. L. Duchesne, II, pp. 50, 116), oratorios en honor
de santa Bárbara, en época de Esteban IV (816-17) y León IV (847-55).
Santa Bárbara es invocada especialmente contra la
muerte súbita por alusión a la muerte del padre, y, más tarde, su protección se
extendió a todas las personas que fueron expuestas en su trabajo al peligro de
muerte inmediata, de allí la relación con las bombas y la artillería, pero
también con los carpinteros (oficio más peligroso antes que ahora). En los
navíos de guerra, el almacén de las municiones se llama «Santa Barbara».
En la prereforma que se hizo del Martirologio Romano,
inmediatamente después del Concilio Vaticano II, hacia 1969, posiblemente por
un exceso de celo historicista, el registro de la santa se quitó -junto con
muchos otros- del calendario, y se suprimió el culto. Sin embargo en la reforma
final, que vige actualmente, desde el 2001, se ha vuelto a aceptar -al igual
que a otros-; el criterio que prima no es la verosimilitud de las leyendas sino
admitir que tras ese cúmulo de narraciones fantásticas hay trazos de una
auténtica antigüedad de la veneración, que puede reconocerse como contemporánea
de la existencia del personaje. De ninguna manera la inscripción de un santo en
el Martirologio implica la convalidación de las leyendas, pero puede aceptarse
la siguiente fórmula: el santo se inscribe en el Martirologio cuando se
considera que el culto antiguo -testigo de la existencia histórica- dio lugar a
la leyenda, y se rechaza cuando es la leyenda quien creó al personaje, como
vemos en este caso a la «espectadora» Juliana, asociada a santa Bárbara en la
leyenda, pero no presente en el culto antiguo.
La siguiente rima popular alemana la encontré en un
martirologio alemán, y la reproduzco en una traducción lo más literal posible
(pero sin perder completamente la cadencia infantil) por su interesante
asociación entre el niño que pide por el padre, teniendo en cuenta el funesto
papel legendario del padre de Bárbara:
|
Querido Dios, te pido a ti
protejas a mi padre por mí;
cuando esté en el pozo profundo
no lo dejes ni por un segundo;
esté con él un ángel bueno,
que a su muerte ponga freno;
y así a casa vuelva bien,
mi padre muy querido. Amén.
protejas a mi padre por mí;
cuando esté en el pozo profundo
no lo dejes ni por un segundo;
esté con él un ángel bueno,
que a su muerte ponga freno;
y así a casa vuelva bien,
mi padre muy querido. Amén.
Santa Bárbara, de noche y de día,
cuida a mi padre que trabaja en la mina,
en cada peligro quédate a su lado,
de la muerte súbita sea salvado.
Primera parte basada, pero no literal, en el artículo
de Gian Domenico Gordini en Enciclopedia dei Santi, reproducido en Santi e
Beati. la rima tomada del Ökumenisches Heiligenlexikon.
Abel
Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente,
es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se
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