He
oído, pero me digo...
Me
sigue resonando en mis adentros el asunto de esa anáfora de Mateo: "Habéis
oído que se dijo y, en cambio, yo os digo". Y más de uno de vosotros
me habéis recordado que ser 'SauloPablo' no se le ocurrió sólo al
protagonista del que escribió Lucas, sino que forma parte del ADN de casi todos
los humanos sean de la condición que sean.
Ambas
cuestiones las voy a dejar que sigan sus caminos entre las neuronas mientras
constato que este domingo día 23 de febrero es el último antes de que
comience el tiempo de la Cuaresma. Ya se sabe que cuando llega esta ilustre
dama todo se reacomoda en las liturgias celebrativas dominicales de
nuestra santa madre eclessia.
La
llegada de la santa Cuaresma, que algunos llamaban en el siglo pasado 'del
samonete y de la langosta', arrasa con toda posible programación de la
lectura del Evangelio. Y en este año, del Evangelio de Mateo por tratarse del
ciclo A.
No
acaba de entrarme en mi mollera que hace cuatro días mal contados nos proponía
Francisco papa apreciar en su justo valor la voz de la llamada Palabra de Dios
y desde los mismos dicasterios de su Roma vaticana se comience a jugar con los
textos evangélicos en cuanto aparece la presencia de la Cuaresma de los colores
morados.
Domingo
tras domingo me iré haciendo consciente una vez más de la manipulación
corrupta que llega a realizarse de los relatos del Evangelio.
Lo
diré con el lenguaje ya aprendido del Jesús de Nazaret del Evangelista
Mateo: 'Me han dicho que en Cuaresma se ha de comenzar por el relato
de las tentaciones de Jesús y continuar con su transfiguración, en cambio
yo me digo que debo seguir leyendo a Mateo en el discurso sobre la
felicidad que puso en boca de su Jesús de Nazaret'.
Alguno
podrá decirme que por qué actúo así y por qué lo digo. Y a estos tales les
podré decir que el aire, brisa, viento o vendaval del Espíritu me empuja a
hacerlo así. ¿El Espíritu? Sí, el aire que me despierta a cada paso la vida de
los pulmones y el calor de la sangre.
Nunca
un dicasterio como el de la santa Cuaresma, si es que existe, podrá embridar al
espíritu a su gusto y a sus intereses. Algún año de estos habrá que imaginar y
proponer una nueva Cuaresma. Por cierto, espero que se hable de estos asuntos
en ese documento de la Amazonía, el último que acaba de salir del horno papal y
vaticano.
Seguramente
que además de todo esto, se dejará bien clarita la postura de la Iglesia y de
nuestro papa sobre el sacerdocio y la mujer. Me temo que esto suponga
demasiada tarea alternativa para el aire suave y fresco de la vida del nuevo
espíritu...
Los
comentarios los encuentras a continuación. Y también en el archivo adjunto...
Buena
y feliz semana.
Domingo 7º T.O. A (23.02.2020): Mateo 5,38-48
‘Digo... Os digo... Yo os digo.’ Lo medito y lo escribo CONTIGO,
En el texto
de Mateo 5,38-48, como ya sugería en el comentario de la semana
pasada, el Evangelista pone en boca de su Jesús de Nazaret palabras que
interpretan las palabras de la Ley de las gentes de su pueblo. En el mundo
judío siempre hubo inteligentes rabinos capaces de comentar los llamados
‘textos sagrados’ de su religión. Jesús también se atrevió a hacerlo.
En Mateo
5,38-42 se pone sobre la mesa todo un modo de contemplar las
relaciones entre las personas. Y no se necesitaban demasiadas explicaciones
para comprender este proyecto de vida: “Ojo por ojo y diente por
diente”. Esta manera de pensar y de actuar pudo, seguramente, superar todo
tipo de abuso de los grandes sobre los pequeños. Pero este elemental proyecto
de vida lleva dentro una diminuta semilla adosada que podría llamarse
‘venganza’. Y la espiral de la venganza nunca se acaba, siempre se alarga y
crece. Me has golpeado. Te puedo golpear.
En Mateo
5,43-48 se ventila otra cuestión elemental, casi de sentido común,
pero... el ‘amar al prójimo y el odiar al enemigo’ lleva en sus adentros
también las cicatrices de la experiencia humana más deshumanizadora. ¿Por qué
estamos tan acostumbrados a catalogar a las personas en clases o claves
deshumanizadoras? ¿Por la competencia? ¿Por la autoestima egoísta? ¿Por la
prepotencia? ¿Por qué el distinto tiene que ser un distante?
Este Mateo
Evangelista no es como ese otro Evangelista llamado Lucas. Desde la realidad de
este texto de Mateo podemos comprender la oportunidad de aquella parábola que
se inventó Lucas a propósito de la pregunta de un entendido Letrado de la Ley.
¿Se recuerda? ¿Quién es mi prójimo? (Lucas 10,25-37).
Deseo dejar escrito
aquí que el relato de Mateo 5,43-48 y el relato de Lucas 10,25-37 los
debo leer siempre de manera sinóptica, es decir, a la vez, conjuntamente. Sus
mensajes son idénticamente proféticos, sorprendentes y tan profundamente
humanizadores que me gustaría saber en qué otras ‘religiones’ o propuestas
humanitarias se lleva este utópico horizonte algo más allá. Ni tan siquiera
nuestro buen Evangelista Juan en su texto de 13,35 es tan atrevido, tan
provocativamente innovador. Lo escribo y me callo: Amad a vuestros
enemigos. No sé qué me resulta más osado, si el imperativo
‘amad’ o el sustantivo ‘enemigos’.
Con lo ya dicho y
apuntado hasta este momento sería más que suficiente como comentario. Cuantas
más vueltas se le dé a este mensaje tan diáfano, más difuminado llegará a ser.
Por eso, en este espacio breve de la página deseo sólo añadir una precisión
elemental y no es otra que constatar que aquí acaba el capítulo quinto del
Evangelio de Mateo. Sin embargo, su Jesús de Nazaret sigue hablando. Y de esto,
nunca se nos leerá completo el capítulo sexto en las reuniones dominicales de
los creyentes y leyentes de la ‘Palabra del Evangelio’. No sé por qué.
Por una elemental
higiene de pensamiento y, sobre todo, de cariño por la Palabra diré que en este
silenciado capítulo el Evangelista pone en labios de su Jesús tres cuestiones
de las muchas ‘prácticas’ de la Religión judía’: la limosna, la oración y el
ayuno. Y lo hace con el mismo criterio que conocemos: No hagas limosna, oración
o ayuno como lo haces, sino así, como alternativa.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 13º de ‘Los Hechos de los
Apóstoles’ (23.02.2020): Hch 9,23-31
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)
El texto del Libro
de los Hechos que comentamos ahora es un prodigio de síntesis narrativa.
Recuerdo que en el texto anterior y en su correspondiente comentario
acompañábamos a Saulo en su estancia en Damasco. Y ahí lo volvemos a encontrar
al leer Hechos 9,23-25.
No olvido que Saulo
llegó a Damasco con papeles escritos, firmados y sellados por las autoridades
judías del Sanedrín para apresar a cuantos seguidores del Camino de Jesús
encontrara en Damasco y van a ser, precisamente, los propios judíos quienes
decidan acabar no sólo con el mensaje de Saulo, sino con su propia persona. Y
van a ser los seguidores de Jesús quienes se jueguen la vida por liberar a este
Saulo del apresamiento, juicio y muerte. Increíble. ¿Cómo pudo enterarse Lucas
de tales sucesos? Me lo seguiré preguntando.
Liberado Saulo de
sus perseguidores judíos de Damasco, llegó a Jerusalén sin sus papeles y sin
sus deseados apresamientos: “Llegado a Jerusalén, trataba de juntarse
con los discípulos, pero todos le tenían miedo. No se fiaban de él...” (Hch
9,26). La mente narrativa de Lucas sobrevuela la realidad que se imagina de
manera prodigiosa.
Después de leer muy
despacio Hch 9,26-30, todo lector crítico comienza a darse cuenta
de que el escritor inspirado está procesando en sus neuronas la narración
del mito de Saulo-Pablo. En los entornos de esta persona todo va
resultando ser prodigioso. En medio de las tenebrosas sombras del miedo y la
desconfianza de los seguidores del Camino surge la mano protectora y
sanadora de Bernabé. Sí, de aquel José, el buen chipriota y levita, que
conocemos de Hch 4,36-37. Desde ahora, este Bernabé y Saulo se irán acompañando
sabiamente en sus caminos.
Me sigo admirando y
sorprendiendo de las perlas narrativas del Evangelista. ¿Por qué no nos ha
dejado a los lectores de su crónica un amplio relato de todo cuanto
compartieron los componentes del grupo de los DOCE con Pedro y las mujeres que
siguieron a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén y hasta su muerte y sus
apariciones posteriores? ¿Por qué a este Lucas sólo le importa contar que Saulo
compartió su experiencia de haber sido un judío ‘alterado’ por la muerte de
otro judío, Jesús de Nazaret, al que no conoció directa y personalmente?
Esta cuestión de
ser judío, sentirse y vivir como judío, es la que vuelve a desencadenar el
enfrentamiento de Saulo con otros judíos griegos, los de la diáspora, como él.
Y la tensión creció hasta decidir que Saulo regresase a su Tarso natal. ¿Por
qué no se quedó en Cesarea?
Vuelvo a subrayar
la sapiencia del Evangelista en el contar la historia y el apaciguar a la vez
las emociones de los acontecimientos en Jerusalén, en el grupo de los
seguidores y en los propios lectores del relato. Por eso, es momento oportuno
para la reflexión teológica y poder constatar así que una tarea como la
evangelización no es sencilla ni fácil, pero es siempre una tarea de personas
y..., ¿de algo o alguien más? Sí: “La iglesia gozaba de paz en
toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad
al Señor, y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo” (Hch
9,31). En este Evangelio siempre está presente el Espíritu, desde 1,15; por
1,35; en 2,25-28; en 3,16; en 4,1 y 4,14-18... ¿No es el
Evangelio del Espíritu?
Carmelo Bueno Heras
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