martes, 4 de febrero de 2020

Santos del día 4 de febrero

Santos del día 4 de febrero
Pridie Nonas februarii
En Roma, en las catacumbas de la vía Apia, san Eutiquio, mártir, que durante mucho tiempo fue torturado con privación de alimentos y sin poder dormir, para ser arrojado, finalmente, a una profunda cavidad, venciendo, con su fe en Cristo, todas las crueldades del tirano.
En Perge, lugar de Panfilia, santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires.
En Alejandría de Egipto, pasión de los santos mártires Fileas, obispo de Thmuis, y Filoromo, tribuno militar, quienes, durante la persecución llevada a cabo bajo el emperador Diocleciano, no cedieron a las persuasiones de sus deudos y amigos para que salvaran su vida, y obtuvieron del Señor la palma del martirio al ser decapitados.
En Pelusio, también en Egipto, san Isidoro, presbítero, hombre de profunda doctrina, que, despreciando el mundo y las riquezas, trató de imitar la vida de san Juan Bautista en el desierto, para lo que vistió el hábito monástico.
En Châteaudun, cerca de Chartres, en la Galia, tránsito de san Aventino, obispo, que había ocupado la mencionada sede de Chartres.
En Troyes, en la Galia Lugdunense, san Aventino, que fue servidor de san Lupo, obispo.
En Maguncia, de la Franconia, en Alemania, san Rabano, llamado Mauro, obispo, que, siendo monje de Fulda, fue elevado a la sede de Maguncia. Docto en ciencia y elocuente en el hablar, nunca dejó de llevar a cabo todo lo que pudiese redundar en mayor gloria de Dios.
En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes, terminó sus días como abad del monasterio de Estudion.
En Sempringham, lugar de Inglaterra, san Gilberto, presbítero, que fundó, con la aprobación del papa Eugenio III, una Orden monástica, en la que impuso una doble disciplina: la Regla de san Benito para las monjas y la de san Agustín para los clérigos.
En Bourges, de Aquitania, santa Juana de Valois, que, siendo reina de Francia, al declararse nulo su matrimonio con Luis XII, se dedicó a servir a Dios. Cultivó una especial piedad hacia la Santa Cruz y fundó la Orden de la Santísima Anunciación de santa María Virgen.
En Durham, en Inglaterra, beato Juan Speed, mártir, el cual, por haber auxiliado a unos sacerdotes, alcanzó, durante el reinado de Isabel I, la palma del martirio al ser decapitado.
En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, quien, en Constantinopla, sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y sufrió grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio, incluso en el mismo palacio del Sultán. De regreso a su patria, se distinguió por atender a los pobres.
En Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Brito, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, tras convertir a muchos a la fe imitando la vida y la conducta de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio.
Mujer piadosa que enjugó el rostro de Jesús camino del calvario; la leyenda la ha identificado con distintos personajes, entre ellos la hemorroísa. En algunos lugares se celebraba el 12 de julio, aunque debe aclararse que esta devoción popular no sólo no está en el Martirologio Romano actual, sino que tampoco estaba -oficialmente- en el anterior.

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