Beato Michal Sopocko, presbítero y fundador
fecha: 15 de febrero
n.: 1888 - †: 1975 - país: Polonia
canonización: B: Benedicto XVI 28 sep 2008
hagiografía: Congregación
n.: 1888 - †: 1975 - país: Polonia
canonización: B: Benedicto XVI 28 sep 2008
hagiografía: Congregación
Elogio: En Białystok, Polonia, beato Michal
Sopocko, presbítero, fundador de las Hermanas de Jesús Misericordioso.
Miguel Sopocko nació el 1 de noviembre de
1888, en Nowosady, en la región de Vilna (Lituania) en una familia noble que
cuidaba mucho las tradiciones patrias. A pesar de las duras condiciones de
vida, sus padres le aseguraron su educación primaria. La situación difícil de
los Sopocko, una vida dura en el campo, la necesidad continua de la lucha por
la supervivencia de la familia, forjaban sus vidas y sus caracteres. La actitud
moral de los padres, su profunda religiosidad y el amor paternal influyeron en
el desarrollo espiritual adecuado de Miguel y sus hermanos.
En 1910, Miguel Sopocko empezó 4 años de
estudios en el Seminario Conciliar en Vilna que pudo continuar gracias a la
subvención concedida por el rector. El 15 de junio de 1914 fue ordenado de
sacerdote. Como sacerdote Miguel Sopocko fue destinado a trabajar de vicario en
la parroquia de Taboryszki, cerca de Vilna. En Taboryszki, p. Sopocko
organizaba la catequesis de niños y también la enseñanza abriendo escuelas para
niños en los pueblos vecinos. Más adelante, esta práctica se convirtió en el
motivo de persecuciones por las autoridades de la ocupación alemana. Al
principio, las autoridades se mostraban muy tolerantes con las prácticas de p.
Sopocko, más aún, le apoyaban económicamente. Sin embargo, con el paso del
tiempo empezaron a impedir al p. Sopocko sus viajes a Vilna, cuyo objetivo era
traer profesores a las escuelas que abría. De esta manera, padre Miguel fue
obligado a abandonar Taboryszki.
En 1918, p. Sopocko recibió de las
autoridades eclesiásticas de Vilna el permiso para ir a Varsovia, a cursar los
estudios en la facultad de Teología de la Universidad. Desgraciadamente la
enfermedad y la situación política en Polonia le impidieron empezar la carrera.
Cuando después del tratamiento, el p. Sopocko volvió a Varsovia con la
intención de empezar su educación, resultó que la universidad se había cerrado
a causa de la guerra. Así que el padre Miguel se incorporó como voluntario al
servicio pastoral militar. El arzobispo de la mitad del Ejército Polaco le
nombró capellán militar y le destinó al Hospital de Campaña que justo se estaba
formando en Varsovia. Después de un mes de servicio en el hospital, pidió el
traslado al frente. Dirigido al Regimiento de Vilna empezó inmediatamente su
servicio pastoral entre los soldados que combatían en el frente. Además del
servicio sacramental, ayudaba a los heridos, quienes carecían de servicio
hospitalario y se encontraban en unas condiciones muy difíciles.
En octubre de 1919, a pesar de la guerra,
abrieron las puertas de la universidad. El padre Sopocko se matriculó en la
sección de teología moral y en los cursos de derecho y filosofía. A partir de
ese momento tuvo que dividir su tiempo entre los estudios y su servicio en el
ejército. Adicionalmente se encargaba de la organización de las actividades
sociales. Vigilaba el funcionamiento de la Ayuda Militar Fraternal (fue su
presidente), la posada militar y la escuela para los huérfanos de las familias
militares. En verano de 1920 fue testigo de la caída del frente, y un poco más
tarde, ya en Varsovia, vivió su heroica defensa y la superación de la ofensiva
soviética. Después de muchos años, p. Sopocko comentará en sus Memorias este
acontecimiento como una voluntad sobrenatural de la Providencia Divina y la
señal de la Misericordia Divina para Polonia, lograda con las oraciones de los
fieles, quienes en agosto llenaban las iglesias.
En 1923 obtuvo el título de licenciado en
teología y se dedicó a la pedagogía de forma más profunda. Los resultados de
las investigaciones referentes a la mala influencia del alcohol en el
desarrollo de los talentos de los adolescentes se convirtieron en la base para
la tesis de graduación. El Arzobispo de Vilna Jerzy Matulewicz, al conocer los
méritos y la preparación teológica y pedagógica del padre capellán, tenía la
intención de invitarlo a trabajar en la diócesis. Al principio, quería
encargarle organizar la asistencia pastoral para los adolescentes
extraescolares. El padre Miguel aceptó la propuesta del obispo y volvió al
trabajo en Vilna. La decisión formal se tomó en otoño de 1924, según la cual p.
Sopocko fue nombrado Director del Servicio Pastoral del Distrito Militar de
Vilna, que abarcaba 12 unidades autónomas formadas por más de 10 000 soldados
en total. El traslado del p. Sopocko a Vilna fue un ascenso, pero a la vez
significaba mayor cantidad de deberes y una responsabilidad más grande.
Cuando fue exento parcialmente del
servicio pastoral militar, sus deberes era dar cursos y realizar tareas de
investigación, aparte de la función de ser padre espiritual en el seminario. Ya
que en esa época faltaban los manuales adecuados, él preparaba los apuntes para
sus cursos, los cuales copiados por los estudiante servían de material
educativo durante muchos años. Las investigaciones del p. Sopocko estaban
relacionadas, sobre todo, con la tesis postdoctoral
y se referían a las cuestiones de la
educación y formación espiritual. Para recoger el material necesario para ese
trabajo, en verano de 1930 fue de viaje a las bibliotecas de los países de Europa
de Oeste. El viaje fue muy fructífero para el p. Sopocko, tanto del punto de
vista científico como religioso. Visitó al mismo tiempo los lugares de culto y
los centros de la vida religiosa. Además del trabajo de preparar la tesis,
escribía artículos científicos y de divulgación científica en el campo de la
teología pastoral, artículos de enciclopedia eclesiástica, daba conferencias
científicas y se dedicaba al periodismo. Comprometido cada vez más en el
trabajo científico, pidió al Obispo militar y al Arzobispo, la exención del
servicio de capellán y de la función de padre espiritual. Aunque no fue a la
primera, los dos dieron su permiso para la exención de esos servicios.
Desde 1932 el padre Miguel Sopocko fue
confesor de las monjas de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios
de la Misericordia, quienes tenían por entonces su casa conventual en Vilna
(Lituania). Ahí conoció a sor Faustina Kowalska, la cual en mayo de 1933,
después de llegar a Vilna, se hizo su penitente. Ese encuentro fue fundamental
para toda la vida del padre y para su futura misión. En el personaje de sor
Faustina encontró la adoradora de la Misericordia Divina, cuyas gracias recibió
más de una vez a lo largo de su vida, adorando por ello a Dios. Sor Faustina al
encontrar en padre Sopocko un confesor ilustrado y un director espiritual,
empezó a presentarle, cada vez más a menudo, sus vivencias relacionadas con las
revelaciones del Salvador Misericordioso. A causa de la falta de tiempo, le
recomendó a sor Faustina que anotara sus experiencias interiores en un
cuaderno. Luego, en los ratos libres leía sus escrituras. Así nació el Diario
espiritual de sor Faustina.
En marzo de 1934, p. Sopocko realizó un
peregrinaje a la Tierra Santa. Visitar la Tierra Santa fue para él una gran experiencia
que mencionó más tarde en sus Memorias y en otras publicaciones. En julio de
1934, p. Sopocko fue nombrado rector de la iglesia de San Miguel en Vilna. En
los años posteriores ese hecho tendrá una importancia considerable. Fue en esa
iglesia donde el 4 de abril de 1937 fue bendecida y colocada, según lo deseaba
Jesucristo (conforme a las revelaciones a sor Faustina), la primera imagen de
Jesús Misericordioso. Sor Faustina abandonó Vilna en marzo de 1936. Padre
Sopocko siguiendo en contacto con ella mediante cartas y visitándola en
Cracovia (Polonia), realizaba la tarea dar a conocer al mundo el secreto de la
Misericordia Divina, que le había sido confiada también a él.
A finales de 1937 el estado de la salud de
sor Faustina se agravó bastante. El padre Sopocko la visitó a principios de
septiembre de 1938 ya casi en el lecho de muerte. Sor Faustina se juntó al
Señor el día 5 de octubre de 1938. Al estallar la guerra en septiembre de 1939,
el p. Sopocko decidió no esconder más el asunto de las revelaciones de sor
Faustina porque estaba convencido de que la tragedia de la guerra y los
acontecimientos relacionados empezaron a confirmar los testimonios de las
revelaciones. La difícil situación de la guerra, que se extendía a otros
territorios de Europa y que afectaba
a la gente de muchas naciones sembrando el
mal, le afirmaba al p. Sopocko en la convicción de la necesidad de la
misericordia de Dios para el mundo. Fue cuando empezó a difundir con más ardor
todavía la idea de la Misericordia Divina en la cual veía la salvación para el
mundo. Los párrocos de Vilna, y de la provincia, le invitaban a dar
conferencias. Durante la Cuaresma, en las misas celebradas en la catedral de
Vilna decía sermones sobre la Misericordia Divina. Esas misas atraían
multitudes de fieles de toda Vilna y su fama corría por toda la ciudad.
En junio de 1940, Lituania fue ocupada
nuevamente por el Ejército Rojo y un mes más tarde incorporada a la Unión
Soviética como su decimaquinta república. Padre Sopocko fue obligado a
suspender los encuentros de los grupos organizados de los que se ocupaba. Le
quitaron también la posibilidad de publicar el tratado sobre la Misericordia
Divina. Fue cuando le ayudó Jadwiga Osinska, experta en filología clásica, que
se ocupaba de la faceta lingüística del tratado. En conspiración y con ayuda de
sus amigos, se encargó de hacer copias del tratado. Luego, se encargó también
de que sus ejemplares llegaran a las personas que tenían la posibilidad de
salir de Vilna. De esta manera la obra del p. Sopocko llegó a muchos países y,
sobre todo, a las manos de numerosos obispos de Europa y del mundo entero.
El 22 de junio de 1941 estalló la guerra
alemano-soviética. Vilna muy pronto se quedó bajo la nueva ocupación. La
población judía era especialmente discriminada. El padre Sopocko ya antes de la
guerra se ocupaba de la catequización de los judíos que acudían a la iglesia y
les preparaba para el bautizo. El fruto de esos esfuerzos fue el bautizo de
unas 65 personas.
El padre Sopocko prestaba también ayuda
económica y espiritual a los judíos. Esa manera de actuar traía graves
consecuencias, hasta poner en peligro su propia vida. La gestapo encontró
huellas de sus actividades e incluso lo tuvieron detenido durante varios días.
A finales de 1944, los alemanes intensificaron las persecuciones. El último
domingo de Adviento, a causa de una supuesta epidemia, cerraron todas las
iglesias de Vilna. Empezaron a detener a curas. El 3 de marzo de 1942 los
alemanes emprendieron una acción en contra de los sacerdotes. Arrestaron a los
profesores y a los alumnos del seminario conciliar y a casi todos los curas que
trabajaban en Vilna. Durante la detención de los curas en el seminario, en el
piso del p. Sopocko los agentes de la Gestapo montaron una emboscada. Miguel
Sopocko, avisado por su asistenta, llegó a Curia Arzobispal para informar al
arzobispo sobre el peligro existente. Pidió permiso para dejar de dar
lectorados en el seminario, y una bendición para el periodo de tiempo que iba a
pasar escondiéndose. Disfrazado abandonó Vilna para poder llegar hasta el
convento de las Hermanas Ursulinas situado en Czarny Bor. Las Hermanas le
prestaron ayuda alocándolo en la casa que alquilaban al borde de un bosque. La
Gestapo lo estuvo buscando por casi toda Lituania, preguntando por él sobre
todo en las casas parroquiales y entre los curas. Un poco más tarde, el mismo
arzobispo R. Jalbrzykowski que vivía en el convento de los Marianos, fue
arrestado e internado en Mariampol.
A través de personas de confianza p.
Sopocko recibió el DNI con el nombre de Waclaw Rodziewicz. Desde entonces
pasaba por un carpintero y ebanista haciendo unas herramientas simples y
objetos para la gente local. Todos los días muy pronto por la mañana celebraba
la santa misa. Después tenía mucho tiempo para entregarse en la oración y
reflexión personal. Cada pocas semanas iba a la casa de las hermanas de Czarny
Bor para confesarlas. Además, se dedicaba a la investigación apoyándose en la
literatura que le proporcionaba Osinska y sus compañeras. En otoño de 1944, a
pesar de las difíciles condiciones de vida, el arzobispo Jalbrzykowski ordenó
el comienzo de las clases en el seminario conciliar. Después de vivir dos años
a escondidas p. Sopocko volvió a Vilna y empezó con los deberes asignados.
Todos los domingos, junto con los otros profesores y los alumnos, iba a las
parroquias de los pueblos para recoger las ofrendas en forma de frutos de la
tierra y del campo, para que los estudiantes pudieran sobrevivir en el
seminario.
El padre Sopocko ejercía el servicio
pastoral también fuera de Vilna, lo que le daba la oportunidad de difundir la
idea de la Misericordia Divina. Las autoridades de la República, a pesar de la
actitud antirreligiosa, al principio toleraban las actividades pastorales de
los sacerdotes. Sin embargo, poco a poco empezaron a limitar su trabajo, sobre
todo la catequización de los jóvenes y los niños. Aunque los encuentros se
organizaban en secreto las informaciones llegaban
a las autoridades. Al p. Sopocko le
llamaron a la comisaría. Apareció un riesgo real de sanciones hacia él, hasta
el riesgo de deportarlo a Siberia. Al mismo tiempo, en julio de 1947 p. Sopocko
recibió del arzobispo R. Jalbrzykowski, quien residía por entonces en
Bialystok, la orden de ir a trabajar a Polonia. De ahí que decidió abandonar Vilna
cuanto antes, sobre todo porque terminaba el plazo de la repatriación de los
polacos de Lituania.
Antes de marcharse, teniendo la falsa
esperanza de que su estancia fuera de Vilna iba a ser muy corta, visitó la
capilla de la Madre de Dios de la Misericordia de la Puerta del Amanecer y a
finales de agosto de 1947 emprendió el viaje hacia Bialystok. Fue el último
transporte de la población polaca que iba a Polonia. Nada más llegar a
Bialystok el padre Sopocko se puso en contacto con el arzobispo Jalbrzykowski
para recibir las instrucciones de las nuevas funciones. A finales de septiembre
de 1947 salió por unos días a Mysliborz, donde Jadwiga Osinska e Isabela
Naborowska (las primeras madres
de la Congregación fundada por Sopocko)
organizaban los principios de la vida conventual. Fue el primer encuentro con
las hermanas desde que abandonaron Vilna. Desde entonces quedaba en contacto
con las hermanas, sirviéndoles con sus consejos y soporte espiritual, y en
general cuidando del desarrollo de la Congregación fundada.
De entre todos los trabajos de enseñanza
que realizaba, la labor que más apreciaba y más le absorbía era la propagación
del culto de la Misericordia Divina. Se entregó completamente a su realización
y le fue fiel hasta el final. No se desanimaba con la resistencia de las
autoridades eclesiásticas en la aprobación del culto, cuyo motivo fueron las
irregularidades y espontaneidad del desarrollo del oficio divino. Todo aquello
fue causado por diferentes publicaciones que a menudo erróneamente interpretaban
la idea de la Misericordia Divina. El p. Sopocko infatigablemente corregía los
errores y aclaraba los fundamentos teológicos de ese culto.
Como en Vilna, también en Bialystok , p.
Sopocko fue el confesor de las hermanas. Confesaba, entre otras, a las hermanas
de la Congregación de las Misionarias de la Sagrada Familia. Cuando iba ahí a
la asistencia pastoral vio la posibilidad de extender su asistencia al
vecindario. Gracias a sus esfuerzos, el 27 de noviembre de 1957, el día de la
Fiesta del Cristo el Rey, en la casa de las Hermanas, se celebró la bendición
de la capilla de la Sagrada Familia. Cuando se jubiló se alojó en la casa de
las Hermanas donde ejercía la asistencia pastoral para el vecindario hasta la
muerte. La rica personalidad del p. Sopocko, su espiritualidad y autoridad que
resultaban de sus experiencias junto con la gran modestia personal, atraían a
los fieles. Actualmente se encuentra ahí su museo y la casa conventual de la
Congregación de las Hermanas de Jesús Misericordioso.
Una circunstancia importante que levantaba
el ánimo y fortalecía la dedicación del p. Sopocko fue el hecho del desarrollo
continuo de la devoción a la Misericordia Divina y el interés por esa idea por
parte de los teólogos. Otro impulso importante que animaba al trabajo
misionario a favor de la Misericordia Divina fue el comienzo del proceso
informativo de sor Faustina Kowalska en 1965 por el Arzobispo de Cracovia Karol
Wojtyla. El padre Sopocko también estuvo comprometido en el proceso como
testigo.
El p. Sopocko a lo largo de toda su vida
fue un hombre con un fuerte fundamento espiritual. Cuando fallaban sus
capacidades físicas y llegó el momento de sus deficiencias, la esfera
espiritual se convirtió en el terreno de su compromiso y de su servicio
dedicado a las causas divinas. Murió en su habitación en la calle Poleska el 15
de febrero de 1975. Fue beatificado en Polonia, el 28 de septiembre de 2008.
fuente: Congregación
accedido 1464 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_4759
No hay comentarios:
Publicar un comentario