En Roma, en la vía Tiburtina, sepultura de san Hilario, papa, que escribió diversas cartas sobre la fe católica, con las que confirmó los concilios de Nicea, Efeso y Calcedonia. De este modo enalteció el primado de la Sede Romana.
En Worchester, en Inglaterra, san Osvaldo, obispo, que fue primero canónigo y después monje; presidió las sedes de York y de Worchester, introdujo en muchos monasterios la Regla de san Benito y fue un maestro benigno, alegre y docto.
En L'Aquila, en la región de los Abruzos, en Italia, beata Antonia de Florencia, viuda, que, después de fallecer su esposo, fue fundadora y primera abadesa del monasterio de Corpus Christi, conforme a la primera Regla de santa Clara.
En la ciudad de Xilinxian, en la provincia china de Guangxi, san Augusto Chapdelaine, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, detenido por los soldados junto con muchos neófitos de esta región a los que había convertido, recibió trescientos azotes, fue encerrado en una reducida jaula y finalmente decapitado.
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