En torno a una olla:
minga de teología popular y comunitaria
2020-02-09
La teología de la liberación no es una disciplina más junto
a la historia de los dogmas, la liturgia, la moral, el derecho canónico, etc.
Es una manera diferente de cumplir con el oficio de la teología: en medio del
pueblo, principalmente entre los más pobres e invisibles. Por eso su marca
registrada es la opción por los pobres contra la pobreza y a favor de su
liberación.
Algunos hacen teología para los pobres, cosa
que la Iglesia nunca ha dejado de practicar. Otros hacen teología con
los pobres, viven con ellos y tratan de pensar el mensaje cristiano a
partir de su cultura. Otros van más allá y hacen una teología como los
pobres, se hacen pobres, viven en favelas, oyen sus historias y descubren
en la escucha de sus palabras la presencia escondida de Dios.
Así surgió en Brasil con el recordado teólogo José Comblin,
en Paraíba, la teología de la azada, elaborada junto con los
campesinos, después del trabajo diario. Clodovis Boff creó la teologia
pé no chão (con los pies en la tierra) en Acre, de la cual surgieron
centenares de líderes populares y políticos en la Amazonia. Recientemente se
está articulando en América Latina, animada por el grupo Amerindia (cristianos
vinculados a la liberación), una teología de la liberación popular en
minga con personas de medios pobres y periféricos. Se usa la metáfora
de la olla hirviendo en la cual se está preparando un sabroso guiso. Siguen los
siguientes pasos:
¿Qué cocinar? Los relatos dolorosos y amorosos de los
humildes de la Tierra. Intercambian en una minga (palabra
quechua-aymara que significa trabajo colectivo y voluntario en favor de la
comunidad, ndr) sus experiencias de vida, y las reflexiones que surgen de ahí,
así como las orientaciones prácticas a asumir.
¿Con qué cocinar? Con los condimentos, hierbas y sabores
propios de cada región. Se cocina con los relatos singulares de los indígenas,
de las mujeres, de los negros, de los campesinos. Cada grupo narra sus
tragedias y sus victorias, sus dolores y sus alegrías. Dicen: “hay crisis, pero
nosotros estamos llenos de esperanza; hay silencio y nosotros cantamos
historias; hay hambre de pan y de sentido, pero nosotros cocinamos nuestro
guiso en la olla, y comemos alegremente todos juntos.
¿Quiénes son los cocineros? Los propios miembros de las
comunidades populares pobres. Hacen una rueda y en minga, cada cual
da su testimonio, cuenta su vida, muestra las llagas de las torturas de los
militares represivos. Allí aparece toda la tragedia vivida por las grandes
mayorías pobres, marginadas desde el tiempo de la colonia. Nunca fueron
escuchadas. Ahora uno escucha al otro y rompen un silencio secular. Son
cocineros eximios.
¿Desde dónde se cocina? Desde los invisibles, desde
aquellos a quienes las políticas sociales para los pobres no alcanzan. Viven en
un profundo desamparo social. Escuchar sus lamentos y también sus alegrías con
lo mínimo. En minga, se preguntan: ¿cómo Dios se revela Dios
en nuestra pobreza?, ¿cómo a pesar de eso Él es bueno y amoroso, pues nos hace
vivir y nos da los hijos e hijas, que son nuestras joyas y nuestra gran
alegría?
En este contexto cabe recordar a un gran antecesor: Guamán
Poma de Ayala, un inca de la nobleza educado en España. Años después regresa y
recorre todo el antiguo imperio incaico peruano para “buscar a los Cristos”
escondidos y crucificados por los colonizadores antiguos y nuevos. Ese tipo de
teología narrativa creó hasta un término nuevo: senti-pensar colectivamente,
sentir y pensar las memorias pasadas, pero también la realidad actual, de la
cual, juntos, quieren liberarse.
En la gestación de esta teología narrativa alrededor de la
olla, con el guiso, siempre deben estar presentes estas cuatro «ces»:
Canto: con él es como
los pobres se expresan mejor.
Cuerpo: sentir al
otro, su piel, su olor, su voz, sus expresiones de amistad y de cariño.
Cuento: escuchar y
volver a escuchar las narraciones de los demás; la mayor parte son relatos
dolorosos, por eso el libro que más citan es el libro de Job. A pesar de
perderlo todo y de estar cubierto de llagas y quejarse mucho de Dios, Job nunca
dejó de confiar en Él, y al final confiesa: “Lo conozco no por lo que me han
dicho de Él, sino porque le han visto mis ojos”.
Cámara: Las
narraciones se graban, o se filman en vídeos, para conservar la voz y la imagen
de los participantes. El teólogo que se integró totalmente con ellos, consiguió
estos instrumentos “modernos”, para producir un medio más eficaz y persuasivo
de lucha, de resistencia y de vida para los pobres y los humillados de la
Tierra. Todo se les devuelve siempre.
Un joven teólogo laico argentino, Francisco J. Bosch, dejó
todo, como el Che Guevara, y se mezcló con los últimos del continente. Durante
cuatro años recorrió ocho países animando mingas de teología de
liberación popular junto a los pobres. Poeta él mismo, cantor, dibujante y
animador teológico, recogió esta experiencia en un libro próximo a salir, con
el título “Bendita Mezcla”. Es pura y genuina teología popular de liberación,
hecha por los propios pobres y oprimidos, y recogida por él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario