Beato Pío IX, papa
fecha: 7 de febrero
n.: 1792 - †: 1878 - país: Italia
otras formas del nombre: Giovanni Maria Mastai Ferretti
canonización: B: Juan Pablo II 3 sep 2000
hagiografía: Vaticano
n.: 1792 - †: 1878 - país: Italia
otras formas del nombre: Giovanni Maria Mastai Ferretti
canonización: B: Juan Pablo II 3 sep 2000
hagiografía: Vaticano
Elogio: En Roma, beato Pío IX, papa, que
proclamó la verdad de Cristo, a quien estaba íntimamente unido. Instituyó
muchas sedes episcopales, promovió el culto de la santísima Virgen María y
convocó el Concilio Vaticano I.
Giovanni Maria Mastai-Ferreti, Papa Pío
IX, nació en Senigallia, Marcas, en 1792 y murió en Roma, en 1878. Procedente
de la pequeña nobleza italiana, se ordenó sacerdote en 1819. Era obispo de
Imola desde 1832 y cardenal desde 1840. En 1846 fue elegido para suceder en el
Papado a Gregorio XVI, y ejerció el ministerio petrino por 32 años. Lo que
sigue es el fragmento dedicado al nuevo beato en la homilía de SS
Juan Pablo II en la misa de beatificación, el 3 de
septiembre del 2000:
Al escuchar las palabras de la aclamación
del Evangelio: "Señor, guíanos por el recto camino", nuestro
pensamiento ha ido espontáneamente a la historia humana y religiosa del Papa
Pío IX, Giovanni Maria Mastai Ferretti. En medio de los acontecimientos turbulentos
de su tiempo, fue ejemplo de adhesión incondicional al depósito inmutable de
las verdades reveladas. Fiel a los compromisos de su ministerio en todas las
circunstancias, supo atribuir siempre el primado absoluto a Dios y a los
valores espirituales. Su larguísimo pontificado no fue fácil, y tuvo que sufrir
mucho para cumplir su misión al servicio del Evangelio. Fue muy amado, pero
también odiado y calumniado.
Sin embargo, precisamente en medio de esos
contrastes resplandeció con mayor intensidad la luz de sus virtudes: las
prolongadas tribulaciones templaron su confianza en la divina Providencia, de
cuyo soberano dominio sobre los acontecimientos humanos jamás dudó. De ella
nacía la profunda serenidad de Pío IX, aun en medio de las incomprensiones y los
ataques de muchas personas hostiles. A quienes lo rodeaban, solía decirles:
"En las cosas humanas es necesario contentarse con actuar lo mejor
posible; en todo lo demás hay que abandonarse a la Providencia, la cual suplirá
los defectos y las insuficiencias del hombre".
Sostenido por esa convicción interior,
convocó el concilio ecuménico Vaticano I, que aclaró con autoridad magistral
algunas cuestiones entonces debatidas, confirmando la armonía entre fe y razón.
En los momentos de prueba, Pío IX encontró apoyo en María, de la que era muy
devoto. Al proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción, recordó a todos que
en las tempestades de la existencia humana resplandece en la Virgen la luz de
Cristo, más fuerte que el pecado y la muerte.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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