Los siete santos Fundadores de la Orden de los Siervos de la Virgen María: Bonfilio, Bartolomé, Juan, Benito, Gerardino, Ricovero y Alejo, todos mercaderes de Florencia, que se retiraron de común acuerdo al monte Senario para servir a la Santísima Virgen María, y fundaron para ello una Orden bajo la Regla de san Agustín. Son conmemorados en este día, en el que falleció, ya centenario, el último de ellos, Alejo.
En Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar que era cristiano, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo en un célebre elogio.
En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Bonoso, obispo, que, junto a san Hilario de Poitiers, trabajó con celo y sabiduría para que en las regiones de la Galia se mantuviese la integridad de la fe.
En Armenia, san Mesrob, doctor de los armenios, que siendo discípulo de san Narsete y escriba en el palacio real, se hizo monje. Creó los signos del alfabeto para que el pueblo pudiera ser instruido en las Sagradas Escrituras, tradujo al armenio los dos Testamentos y compuso himnos y cánticos.
Conmemoración de san Flaviano, obispo de Constantinopla, que por defender la fe católica proclamada en Efeso fue golpeado y pisoteado por los partidarios del impío Dióscoro, y, enviado al exilio, falleció poco después.
En el monasterio de Clúain Ednech, en Irlanda, san Fintán, abad, fundador de dicho cenobio y prestigioso por su austeridad.
En Lindisfarne, de Northumbria, san Fian, obispo y abad, célebre por su doctrina y por su celo en la evangelización.
En Auchy, en la región de Morins, sepultura de san Silvino, obispo.
En el monasterio de Cava dei Tirreni, en la Campania, san Constable, abad, que por su eximia mansedumbre y caridad hacia todos mereció ser llamado justamente «protector de los hermanos».
En Ratzeburg, en Holstein, de Germania, san Evermodo, obispo, que, discípulo de san Norberto en la Orden Premonstratense, se dedicó a evangelizar el pueblo de los vendos.
En Padua, en la región de Venecia, beato Lucas Belludi, presbítero de la Orden de los Menores, discípulo y compañero de san Antonio.
En Hiroshima, beato Matías Shóbara, quien mientras era guardián en la cárcel fue bautizado por uno de los presos. De camino hacia el lugar del martirio, iba rezando el rosario y explicando a la gente la doctrina cristiana; murió crucificado, después de ser atormentado.
En Roma, Italia, beata Isabel Sanna Porcu, laica, miembro de la Sociedad del Apostolado Católico.
En Pyongyang, en Corea, san Pedro Yu Chong-nyul, mártir, padre de familia, que mientras estaba leyendo los textos sagrados a los fieles que durante la noche se congregaban en el domicilio del catequista, fue apresado y, por su condición de cristiano, azotado hasta la muerte.
En Barcelona, beato Frederic de Berga (Martí Tarrés Puigpelat), presbítero, capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.
En Rzeszow, en Polonia, beato Antonio Lesczewicz, presbítero de la Congregación de la Compañía de María y mártir, que durante la ocupación militar de su patria en tiempo de la guerra, fue entregado a las llamas por los perseguidores de la Iglesia a causa de su fe en Cristo.
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