Religión y levadura
Saludo de salud para Ti y
Contigo.
Ya ves que se nos acerca el
próximo domingo 19 de julio. Por ahora sigue ahí, a dos metros de distancia y
con mascarilla. Y creo que es así en todo el mundo: dos metros y a distancia.
No sé si nos debemos
acostumbrar o no. Probablemente tenga que ser así. Te proteges. Me proteges. Si
supiera (lo escribo en singular) quién ha sido 'el fundador' de toda esta
pandemia me atrevería (también en singular) a decir que esta nueva opción de la
normalidad es una religión. Y sólo escuchar esta palabra ya me coloca en guardia.
Toda religión, soy consciente
de haber escrito 'toda' y lo digo en singular, lleva dentro para muchos
correligionarios, el virus de la separación. Me ha sorprendido este dato cuando
lo he vuelto a constatar escrito en el Libro de los Hechos de los Apóstoles y
en el texto que me ha correspondido comentar para este domingo segundo de
julio.
Allá en la antigua ciudad de
Éfeso y en el Asia Menor del imperio de Roma, tuvo lugar, fuera como
fuera el asunto, un mini-Congreso-Simposio de religiones, las tres del momento.
Las tres reunidas en el teatro de la ciudad. Todos los participantes tuvieron
la oportunidad de contemplar ante sus ojos el mar, el nuestro, el Mediterraneo.
Y allí se armó, hablando en claro, la marimorena, una trifulca de elevado grado
de tensión. Al parecer nadie llevaba como razones de fondo de sus pretensiones
un arma a modo de pistola de control digital remoto. De haber sido así, no
deseo ni imaginar cómo hubiera acabado aquel Congreso de las religiones. En mi
pueblo se diría que 'aquello acabó como el rosario de la aurora'.
Toda religión lleva dentro el
virus de la separación. Y la vacuna parece llamarse 'dos metros de distancia y
mascarilla'.
Pero hay otra palabra en el
relato del Evangelio que se leerá en este domingo. Bueno, hay muchas
evocaciones, pero quiero rescatar una para esta presentación. Y esa palabra es
'levadura'. Tan sencillo, tan cotidiano, tan poca cosa. Eso es, una pizca. La
levadura.
Seguramente que en muchas
ocasiones se precisa y necesita una cantidad ingente de esfuerzos para hacer la
vida de las personas más llevadera y llena de sentido. Pero no es menos seguro
que casi siempre se necesita muy poco para que la convivencia de las personas y
las relaciones sean agradables. Se necesita poquito, desde una sonrisa hasta
una mirada. Una presencia, una llamada, un agua fresca compartida... A esta
pizca que es toda levadura deseo apuntarme para saborear siempre que sea
posible el estar a gusto con las personas. ¿Acaso existe otra religión? En el
deseo más profundo y a la vez más evidente de aquel hombre galileo llamado
Jesús siempre se descubre la pizca de la levadura y en muy poquitas ocasiones
le vemos al lado de la religión de las distancias y de la mascarilla.
Dos palabras en la puerta de
entrada de este nuevo domingo: religión y levadura. Nada más
A continuación los dos
comentarios.
Domingo 16º del TO. Ciclo
A (19.07.2020): Mateo 13,24-43
Semilla y levadura, hombre y mujer. Lo medito y escribo CONTIGO,
Después de habernos leído y comentado la primera
de las siete parábolas del discurso que Mateo coloca en boca de su Jesús de
Nazaret, se nos propone la escucha y meditación de las tres parábolas
siguientes: “El Reino de los Cielos es semejante a un hombre... a un grano
de mostaza... a la levadura...” (Mateo 13,24-33).
Deja de hablar Jesús y sigue el Evangelista
contando los hechos a su manera: “Todo esto dijo Jesús a la gente... (Mt
13,34-35). Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Se le acercaron
sus discípulos y le pidieron que les explicase la parábola de... (Mt
13,36-43).
Está bien claro que el relato que se nos propone
está organizado por el narrador en tres apartados: las tres parábolas, por qué
habla Jesús en parábolas a la gente y por qué habla en parábolas a sus
discípulos. ¿Por qué hablar en parábolas? Siempre que me hago esta pregunta
suelo recordar la curiosa parábola que cuenta un tal Jotán en el libro de Los
Jueces 9,7-21 y también aquella otra que otro tal Natán le cuenta a David en el
Segundo Libro de Samuel 12,1-15. Junto al fin didáctico o pedagógico, en la
parábola importa más su carácter provocador.
Y las tres parábolas de esta parte del discurso
del Jesús de Nazaret de Mateo son tres parábolas provocadoras. De estas tres
parábolas el Evangelista nos explica una de ellas: ‘la del hombre que siembra
buena semilla en su campo’. La parábola está contada en Mt 13,24-30. Y la
explicación se la da Jesús en casa y sólo para sus seguidores en Mt 13,36-43.
Me cautiva que estos seguidores le pregunten a su Jesús, no por la buena
semilla sembrada, sino por la cizaña sembrada después junto a la buena semilla.
¿Quiénes son estos nuevos sembradores de la cizaña? ¿Son
hombres-evangelizadores de los días de Jesús o de los años 80 del siglo I... o
XXI?
Sé que nunca me dejará tranquilo y sereno esta
parábola de aquel hombre sembrador de semillas buenas (Mt 13,31). Como tampoco
me sosiega los adentros y las decisiones la meditación crítica de la parábola
de la mostaza que aquel hombre sembrador conocía bien. Y creo que fue él quien
también escribió no sé dónde aquello de que sólo ‘mucha gente pequeña, haciendo
muchas cosas pequeñas, en muchos lugares pequeños conseguirá que los humanos
convivamos como humanos y tan a gusto’. ¡Es cosa de personas! O, ¿de aves?
Y la parábola más provocadora, para mis
entretelas neuronales, es la de aquella mujer que sabe de ‘levaduras’ (Mt
13,33). Dicho todo en un versículo, como si se tratara de una síntesis que no
es otra cosa que una semilla. Sólo quien sabe de olores, colores y sabores sabe
bien de comensalidades, de panes y vinos, de mesas y manteles, de amistades, de
alegrías. De vida.
Esta parábola de la mujer y de su levadura
fermentadora, despertadora de la vida compartida, no hace más que volver a
recordarme (como la ola que llega, se va, retorna, vuelve, se retira, pasa,
está, toca, susurra, escucha, acompaña, despierta...) que la semilla buena de
este contador de parábolas provocadoras es la síntesis de su primer discurso
(Mt 7,12). Esta es su semilla y su levadura. En ellas, semilla y levadura,
consiste el Reino. Ellas, levadura y semilla, son el Reino: ‘Cuanto
deseas que te hagan, házselo a los demás, ésta es la Ley y los Profetas’.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 34º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’
(19.07.2020): Hch 19,23-41
“Ellos sí escucharán” (Hechos
28,28-29)
Saulo/Pablo sigue en Éfeso, según leemos en esta
crónica de los acontecimientos que nos está contando su cronista evangelizador
que es Lucas. Es posible que todo cuanto se nos cuente ahora sea elaboración de
un segundo redactor desconocido. Existen opiniones para más de una hipótesis.
Lo que importa ahora es el texto y comprenderlo
desde la lectura del sentido crítico. ¿Por qué sigue este Pablo del narrador
Lucas en Éfeso? Porque hay que seguir presentando la cuestión de fondo:
“Entonces se produjo un grave tumulto a propósito del nuevo camino” (Hch
19,23). La cuestión: ¡toda religión es un camino! ¿Símbolo de des-unión? ¿De
convivencia difícil?...
Desde la primera evangelización en el primero de
estos viajes siempre estuvo presente el enfrentamiento entre quienes dicen
anunciar una buena noticia y quienes la escuchan, a la vez, admirados o
sorprendidos. Y me llama mucho la atención que, en todo este largo relato sobre
la cuestión religiosa del llamado ‘nuevo camino’, el Pablo de Lucas permanece
en silencio. Quiso hablar, pero no se lo permitieron.
En el desarrollo de este único relato de Hechos
19,23-41 me parece apreciar tres apartados.
El primer apartado es Hch 19,23-29. Leemos
ahí una presentación de la realidad de la religión en el ámbito cultural
pagano, ya sea griego o romano en el tiempo en el que pudieron suceder los
hechos que se nos cuentan. Se nos presenta a un tal Demetrio, el orfebre, a la
diosa de la ciudad, la griega Artemisa (en el panteón de divinidades romanas
será Diana) y el templo de la ciudad de Éfeso. Esta trinidad de templo, diosa y
orfebre es a la vez trinidad religiosa, cultural, política y económica... ¿Cómo
no pensar en RELIGIONES de otros tiempos, templos y credos?
Qué gráfica y contundente nos resuena la
expresión “¡Arriba la Artemisa de los efesios!”.
El segundo apartado es Hch 19,30-34.
Leemos aquí el conflicto irreconciliable que se ha creado en una insólita
trinidad de religiones: la religión de la diosa griega y sus orfebres, la
religión de los judíos y de su visible cabeza en Alejandro y la religión del
nuevo camino o religión cristiana de este Pablo de Lucas. ¡Significativo
Simposio de RELIGIONES! Y, ¡nueva oportunidad perdida para el diálogo, el
encuentro y el entendimiento!
El tercer apartado es Hch 19,35-41.
Leemos, al fin y así lo comprendo, la opción de la sensatez representada por el
‘canciller, magistrado o secretario’, según traducciones, de la ciudad. Lo
primero y más importante es la convivencia pacífica en aquella Éfeso donde se
levantaba una de las siete maravillas del mundo de entonces. Y si alguna
persona o colectivo se siente ofendido o perjudicado que presente sus demandas
ante los tribunales de la audiencia pública. No existe motivo alguno para
provocar mítines, altercados o enfrentamientos.
En estas líneas finales deseo subrayar, una vez
más y sin agotamiento, lo que el texto proclama abiertamente: el peligro
permanente del poder deshumanizador que se esconde en las entrañas de los
credos y religiones de ayer, de hoy, de siempre. ¡Importa tantísimo
CONVIVIR!
Carmelo Bueno Heras
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