martes, 28 de julio de 2020

Imitación de Cristo (Consejos útiles para la vida espiritual)


PARTE PRIMERA
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL
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Presentación

Tomás Hemerken nació en Kempis, cerca de Colonia en Alemania, el año 1379. A los veinte años ingresó al convento holandés de Agnetenberg, recibió la ordenación sacerdotal y permaneció en el mismo lugar copiando códices, componiendo tratados históricos y ascéticos e instruyendo a los nuevos religiosos hasta 1471 en que murió a la edad de noventa y dos años. Fue un hombre bueno y piadoso que acostumbraba meditar en la pasión de Cristo con gran afecto y tenía especial carisma para animar a los débiles y angustiados.

La época de Tomás de Kempis está marcada por las señales del desorden, la violencia y la inseguridad política, social y religiosa. Es el tiempo posterior a la guerra de los Cien años que conmovió Europa, tiempo del Cisma en Occidente que divide a la Iglesia entre Roma y Avignon, de las revoluciones campesinas, las manipulaciones de prestamistas y banqueros, los impuestos exorbitantes y las inútiles elucubraciones de teólogos y filósofos incapaces de mejorar las costumbres.

En medio de este ambiente, como una reacción natural, aparece la escuela de espiritualidad llamada entonces "Devoción Moderna" caracterizada por su interioridad, su adhesión a la Persona de Cristo, su piedad afectiva, la metodización de la oración y los demás ejercicios espirituales, cuyo fruto más difundido es el libro de la Imitación de Cristo.

El texto completo fue escrito sobre pergamino por Tomás de Kempis antes de 1441 y ha llegado hasta nosotros gracias al manuscrito original de su autor, actualmente en la Biblioteca Real de Bruselas.

El libro de la Imitación de Cristo ha sido editado innumerables veces y muchos santos como Ignacio de Loyola, Pío V, Felipe Neri, Vicente de Paul y Luisa de Marillac lo leyeron y recomendaron.

John Wesley, fundador del Metodismo leía la Imitación con frecuencia y la hizo publicar en su " Biblioteca Cristiana". También entre los libros que consultó durante su último cautiverio el teólogo luterano Dietrich Bonhoefer, aparece un ejemplar de la Imitación de Cristo.

Aunque se escribió hace ya varios siglos, ha parecido ahora oportuno traducir y publicar la Imitación de Cristo, adaptada al lenguaje de las comunidades hispanoamericanas, por la utilidad que puede tener para su vitalidad interior, tan necesaria en medio de un Mundo que parece haber perdido el sentido de las realidades espirituales.



PARTE PRIMERA
CONSEJOS ÚTILES PARA LA VIDA ESPIRITUAL.


Capítulo I
IMITAR A CRISTO.


1. "El que me sigue no camina a oscuras", dice el Señor (Jn 8, 12). Con estas palabras Cristo nos encomienda que imitemos su vida y sus costumbres si queremos estar iluminados y libres de toda ceguera interior. Por eso, nuestro mayor afán debe consistir en reflexionar sobre la vida de Jesús. La enseñanza de Jesús está por encima de la de cualquier santo y el que penetra en ella con buena voluntad encontrará un alimento escondido. A muchos les sucede que aunque escuchan con frecuencia el evangelio no descubren su significado porque les falta el espíritu de Cristo. Es conveniente que procure adecuar toda su vida con Cristo quien quiere experimentar plenamente el sabor de sus palabras.

2. ¿De qué te sirve discutir cosas sublimes a propósito de la Trinidad de Dios si no eres humilde y desagradas a la misma Trinidad?. Verdaderamente, las palabras hermosas no hacen santos ni justos; en cambio, la vida correcta hace al hombre amable a Dios. Prefiero sentir el arrepentimiento que me lleve a la conversión, en vez de poderlo definir. Si conocieras las Escrituras de memoria y te supieras todas las frases célebres de los filósofos, ¿de qué te aprovecharía todo eso si no amas y agradas a Dios?. Vanidad de vanidades, todo es vanidad (Ecl 1, 2) sino amar y servir sólo a Dios. En esto consiste la mayor sabiduría dirigir la vida hacia los valores trascendentes despreciando los que el mundo considera importantes.

3. Por eso, es vanidad buscar riquezas que se acaban y confiarse en ellas. Vanidad es ambicionar el prestigio y colocarse por encima de los demás. Vanidad es dejarse dominar por los deseos naturales y desear lo que después pueda ser causa de grave castigo. Vanidad es querer vivir muchos años y preocuparse poco de vivir honestamente. Vanidad es mirar únicamente esta presente vida y no prever la que vendrá después. Vanidad es amar lo que tan pronto acaba y no buscar con interés la felicidad perpetua.

4. Recuerda frecuentemente este proverbio: "No se cansan los ojos de ver ni se hartan los oídos de oír" (Ecl 1,8). Esfuérzate por desviar tu corazón de las tentaciones presentes y dirigirlo a los valores perennes porque los que siguen sus deseos desordenados manchan su conciencia y pierden la gracia de Dios.

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