En Alejandría de Egipto, san Serapión, mártir, que, en tiempo del emperador Septimio Severo y del prefecto Águila, alcanzó la corona del martirio al ser quemado vivo.
En la isla de Quíos, santa Miropa, mártir.
En Filomelia, ciudad de Frigia, santos mártires Alejandro y treinta soldados, que, según cuenta la tradición, fueron martirizados bajo Magno, prefecto de Antioquía de Pisidia.
En la Bretaña Menor, san Turiavo, abad del monasterio de Dôle y obispo.
En Norwich, en Inglaterra, beato Tomás Tunstal, presbítero de la Orden de San Benito y mártir, que, en tiempo del rey Jacobo I, fue condenado a muerte y ahorcado por haber entrado, como sacerdote, en este país.
Ante las costas de Rochefort, en Francia, beatos Luis Armando José Adam, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, y Bartolomé Jarrige de la Morélie de Biars, presbíteros y mártires, que, encarcelados en una vieja nave durante la Revolución Francesa por ser sacerdotes, murieron en ella víctimas de la peste y de su caridad para con sus compañeros de cautiverio.
En Orange, ciudad de Provenza, también en Francia, beatas Magdalena de la Madre de Dios (Isabel) Verchiére y cinco compañeras, vírgenes, martirizadas durante la misma Revolución Francesa. Sus nombres son: beatas Teresa Enrica de la Anunciación Faurie, Ana Andrea de San Alejo Minutte, María Ana de San Francisco Lambert, María Ana de Santa Francisca Depeyre y María Anastasia de San Gervasio Roquard.
En Budrie, lugar de Romagna, santa Clelia Barbieri, virgen, que se preocupó por el bien espiritual de la juventud femenina y fundó la Congregación de Hermanas Mínimas de la Virgen de los Dolores para la formación humana y cristiana, especialmente, de las niñas pobres y abandonadas.
En Galeazza, cerca de Bolonia, en Italia, beato Fernando María Baccillieri, presbítero, que consagró su vida a la formación, bajo todos los aspectos, del pueblo que se le había encomendado, y fundó la Congregación de Siervas de María para ayuda a las familias necesitadas y, en particular, para la formación de la juventud femenina.
En el territorio de Langziqiao, cerca de Hengshui, en la provincia de Hebei, en China, san Pablo Liu Jinde, mártir, que, durante la persecución llevada a cabo por los Yihetuan, ya anciano y habiendo quedado como el único cristiano de la aldea, salió al encuentro de los agresores con el rosario y un libro de devoción en la mano y los saludó como se solía saludar a los cristianos, por lo que fue inmediatamente asesinado.
En la localidad de Nangong, también en la misma provincia china de Hebei, san José Wang Guiji, mártir, el cual, durante la persecución ya mencionada, rechazó salvar su vida diciendo, como le sugerían, una leve mentira, y prefirió morir gloriosamente por Cristo.
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