Evangelio del día: Es muy fácil condenar a los demás, pero esto
no es cristiano
Evangelio del día. AUDIO. Mateo 12,14-21 - XV Tiempo ordinario:
Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones
Evangelio del día: Mateo 12,14-21
Evangelio del día: (Mi
Espíritu estará sobre Él): "En aquel tiempo, los fariseos salieron y se
confabularon para buscar la forma de acabar con él. Jesús, el Servidor del
Señor. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los
curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para
que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: "Este es mi servidor,
a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré
mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni
gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no
apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones
pondrán la esperanza en su Nombre".
Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Es triste el pastor que abre la puerta de la Iglesia y se queda
allí a esperar. Es triste el cristiano que no siente dentro, en su corazón, la
necesidad de ir a contar a los demás que el Señor es bueno.
Pero cuánta perversión hay en el corazón de aquellos que se
creen justos, como estos escribas, estos fariseos. Ellos no quieren ensuciarse
las manos con los pecadores. Recordemos aquello, lo que pensaban:
"Si éste fuera
profeta, sabría que ésta es una pecadora".
El desprecio. Usaban a la gente y luego la despreciaban.
Ser un pastor a mitad de camino es una derrota. Un pastor debe tener el corazón de
Dios, ir hasta el límite porque no quiere que nadie se pierda.
El verdadero pastor, el verdadero cristiano tiene este celo
dentro: que nadie se pierda. Y por esto no tienen miedo de ensuciarse las
manos. No tienen miedo. Va a donde debe ir. Arriesga su vida, arriesga su fama, se
arriesga a perder su comodidad, su estatus, también a perder en la carrera
eclesiástica, pero es buen pastor.
También los cristianos deben ser así. Es tan
fácil condenar a los otros, como hacían estos, los publicanos, los pecadores,
es tan fácil, pero no es cristiano, no es de hijos de Dios. El Hijo de Dios va
al límite, da la vida, como la dio Jesús por los otros.
No puede estar tranquilo, cuidando de sí mismo: su comodidad, su
fama, su tranquilidad. Recuerden esto: pastores a mitad de camino no, jamás.
Cristianos a mitad de camino, jamás. Es lo que ha hecho Jesús.
[...] Estos escribas, fariseos, no lo sabían, no sabían qué era
cargar sobre las espaldas la oveja, con aquella ternura, y llevarla de nuevo
con las otras a su lugar. Esta gente no sabe qué es la alegría.
El cristiano y el pastor a mitad de camino quizás conoce la
diversión, la tranquilidad, una cierta paz, ¿pero la alegría? ¿Aquella alegría
que hay en el Paraíso, aquella alegría que viene de Dios, aquella alegría que
viene precisamente del corazón de padre que va a salvar?
No tener miedo de que se hable mal de nosotros por ir a
encontrarnos con hermanos y hermanas que están alejados del Señor. Pidamos esta
gracia para cada uno de nosotros y por nuestra Madre, la Santa Iglesia. (Homilía en Santa
Marta, 07 de noviembre de 2014)
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