San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia
fecha: 21 de julio
n.: 1559 - †: 1619 - país: Portugal
otras formas del nombre: Lorenzo de Brindisi
canonización: B: Pío VI 1 jun 1783 - C: León XIII 8 dic 1881
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1559 - †: 1619 - país: Portugal
otras formas del nombre: Lorenzo de Brindisi
canonización: B: Pío VI 1 jun 1783 - C: León XIII 8 dic 1881
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia, de la
Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, predicador incansable por las
regiones de Europa, que, de carácter sencillo y humilde, cumplió fielmente
todas las misiones que se le encomendaron, como defender la Iglesia contra los
infieles, reconciliar a los príncipes enfrentados y llevar el gobierno de su
Orden religiosa. Murió en Lisboa, en Portugal, el veintidós de julio de 1619.
refieren a este santo: Beato Benito de
Urbino
Oración: Oh Dios, que para gloria de tu
nombre y salvación de las almas otorgaste a san Lorenzo de Brindis espíritu de
consejo y fortaleza, concédenos llegar a conocer, con ese mismo espíritu, las
cosas que debemos realizar y la gracia de llevarlas a la práctica después de
conocerlas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén
(oración litúrgica).
Llamado en el siglo César de Rossi, nació
en Brindisi, ciudad del reino de Nápoles, en 1559. Pertenecía a una familia
veneciana de cierto renombre. Se educó primero en el convento de los
franciscanos de su ciudad natal y, después, bajo la dirección de un tío suyo,
en el Colegio de San Marcos de Venecia. Hizo rápidos progresos, tanto desde el
punto de vista intelectual como espiritual y a los dieciséis años ingresó en el
convento de los capuchinos de Verona; con el hábito religioso recibió el nombre
de Lorenzo. Durante sus estudios de filosofía y teología en la Universidad de
Padua, se distinguió por su extraordinario don de lenguas: aprendió el griego,
el hebreo, el alemán, el bohemio, el francés, el español y llegó a conocer muy
a fondo el texto de la Biblia. Era todavía diácono, cuando predicó una serie de
sermones cuaresmales. Después de su ordenación presbiteral, predicó con gran
fruto en Padua, Verona, Vicenza y otras ciudades del norte de Italia. En 1596,
pasó a Roma a ejercer el cargo de definidor de su orden, y el papa Clemente
VIII le pidió que trabajase especialmente por la conversión de los judíos. Tuvo
en ello gran éxito, ya que a su erudición y santidad de vida unía un profundo
conocimiento del hebreo. Sus superiores le enviaron más tarde, junto con
el beato Benito de
Urbino, a establecer a los capuchinos en Alemania como una
muralla contra el protestantismo. Los dos misioneros empezaron por atender a
las víctimas de una epidemia de peste; más tarde, fundaron conventos en Praga,
Viena y Corizia, de donde habían de nacer con el tiempo las provincias
franciscanas de Bohemia, Austria y Estiria. En el capítulo de 1602, san Lorenzo
fue elegido superior general de su orden. Desempeñó su cargo con vigor y
caridad. Al punto emprendió la visita de las provincias, pero, en 1605, se negó
a aceptar la reelección, pues pensaba que Dios le reservaba para otras
empresas.
Cuando era vicario general, el emperador Rodolfo
II le envió en misión diplomática a conseguir la ayuda de los príncipes
alemanes contra los turcos, cuya amenaza se cernía sobre toda Hungría. El santo
tuvo éxito en su misión y fue nombrado capellán general del ejército que se
había formado gracias a sus esfuerzos. En algunas ocasiones, san Lorenzo fue
prácticamente general en jefe del ejército; por ejemplo, antes de la batalla de
Szekes-Fehervar, en 1601, los generales le consultaron, el santo les aconsejó
que atacasen, arengó personalmente a las tropas y partió al frente de las
fuerzas de ataque, sin más arma que un crucifijo. La aplastante derrota que
sufrieron los turcos fue atribuída por todos a san Lorenzo. Se cuenta que, al
volver de la campaña, se detuvo en el convento de Gorizia, donde el Señor se le
apareció en el coro y le dio la comunión por su propia mano. Tras de algún
tiempo de predicar y reconciliar con la Iglesia a los herejes de Alemania,
recibió del emperador la comisión de persuadir a Felipe III de España a que se
uniese a la Liga Católica y aprovechó la ocasión para fundar un convento de
capuchinos en Madrid. Después, fue enviado a Munich como nuncio de la Santa
Sede ante Maximiliano de Baviera, el jefe de la Liga. Desde ahí administró dos
provincias de su orden y prosiguió su tarea de pacificación y predicación. En
1618, tras de haber mediado dos veces en las diferencias reales, se retiró al
convento de Caserta, con la esperanza de verse libre de todas las distracciones
mundanas, por más que siempre había hecho todo lo posible por evitar que sus
actividades en los asuntos seculares estorbasen a su santificación. Dios le
había concedido una gracia especial para ello y el santo era frecuentemente
arrebatado en éxtasis mientras celebraba la misa, de suerte que puede decirse
que su vida interior constituía el punto de partida de todas sus actividades
exteriores.
Los príncipes y gobernantes, por muy
irreligiosos que sean, suelen apreciar los servicios de los hombres
verdaderamente santos. Los principales señores de Nápoles acudían a san Lorenzo
para presentarle sus quejas por la tiranía del virrey español, el duque de
Osuna, y le pedían que fuese a la corte del rey Felipe para evitar que el
pueblo se levantase en armas. El santo no era aún muy viejo, pero estaba
enfermo y achacoso. Cuando llegó a Madrid, supo que el rey no estaba en la
ciudad, sino en Lisboa. Así pues, prosiguió su camino a Portugal, en pleno
calor del estío. Usó de toda su elocuencia y su poder de persuasión y logró que
el monarca prometiese relevar del cargo de virrey al duque de Osuna.
San Lorenzo retornó entonces a su convento
y ahí falleció el día de su cumpleaños, 22 de julio de 1619. Fue sepultado en
el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca. Su beatificación tuvo
lugar en 1783; durante el proceso, se examinaron a fondo sus escritos y los
expertos declararon que "merecía contarse entre los doctores de la
Iglesia". La mayor parte de dichos escritos son sermones; pero hay también
un comentario del Génesis y algunas obras contra Lutero. Hasta hace poco,
habían permanecido inéditos, pero los capuchinos de la provincia de Venecia han
publicado las Opera omnia de San Lorenzo (Edición Quaracchi, crítica, 15
volúmenes, 1928- 1956). San Lorenzo fue canonizado en 1881, y en 1959 SS Juan
XXIII lo nombró «Doctor Apostólico de la Iglesia».
En 1911 el P. Antonio Brennan publicó en
inglés Life of St. Laurence of Brindisi, basándose principalmente en la
biografía del P. Buenaventura de Coccaleo, quien consultó los documentos del
proceso de beatificación. En Acta Apostolica Sedis 51 (1959) en las páginas 456
a 461 se reproduce la Carta Apostólica por al que Juan XXIII lo eleva a la
categoría de Doctor d ela Iglesia, y allí hace un largo repaso de su vida.
Acerca de la teología mariológica de San Lorenzo cf. Jérome, La doctrine mariale
de St. Laurent de Brindis (1933); y Serafino, S. Lorenzo da Brindisi: discorsi
mariani (1950). Hay una larga biografía de Arturo M. de Carmignano di Brenta,
o.f.m.cap. publicada por la Conferencia Ibérica de Capuchinos en 1993, que se
reproduce en el Directorio
franciscano.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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