Santa María Goretti, virgen y mártir
fecha: 6 de julio
n.: 1890 - †: 1902 - país: Italia
canonización: B: Pío XII 27 abr 1947 - C: Pío XII 24 jun 1950
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1890 - †: 1902 - país: Italia
canonización: B: Pío XII 27 abr 1947 - C: Pío XII 24 jun 1950
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: Santa María Goretti, virgen y mártir, que en el transcurso de una
infancia difícil, ayudando a su madre en las labores de la casa, se distinguió
ya por su piedad. Cuando no contaba más que doce años, murió en defensa de su
castidad, a causa de las puñaladas que le asestó un joven que intentaba
violarla cuando se hallaba sola en su casa, cercana a la localidad de Nettuno,
en la región del Lacio, en Italia.
refieren a este santo: Beata Carolina
Kózka
Oración: Señor, fuente de la inocencia y
amante de la castidad, que concediste a tu sierva María Goretti la gracia del
martirio en plena adolescencia, concédenos a nosotros, por su intercesión,
firmeza para cumplir tus mandamientos, ya que le diste a ella la corona del
premio por su fortaleza en el martirio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
María Goretti nació en 1890 en Corinaldo,
pueblecito que dista unos cincuenta kilómetros de Ancona. Era hija del
campesino Luis Goretti y de su esposa, Asunta Carlini. La familia se componía
de seis hijos. En 1896, Luis Goretti se trasladó con su familia a Colle
Giantruco, cerca de Galiano, y más tarde a Ferriere di Conca, no lejos de
Nettuno, en la Campania Romana. Poco después de su llegada a esta última
población, Luis Goretti enfermó de malaria y murió. Su esposa tuvo que
encargarse del sostenimiento de la familia. La lucha por la vida era dura, de
suerte que en la casa se contaba hasta el último céntimo. María, a la que se
llamaba ordinariamente Marietta, era la más alegre y la más cariñosa con su
madre.
Un cálido atardecer de julio de 1902,
María se había sentado en lo alto de la escalera de la casa para remendar una
camisa. Aunque aún no cumplía los doce años, era ya toda una mujercita, pues en
Italia las niñas se desarrollan más rápidamente que en los países nórdicos. Una
carreta se detuvo delante de la puerta de la casa, y un joven de dieciocho
años, llamado Alejandro, vecino de la familia Goretti, subió rápidamente las
escaleras. Alejandro invitó a María a entrar en una de las habitaciones. No era
la primera vez que esto sucedía, y María rechazó de nuevo la invitación.
Entonces el joven la hizo entrar a empellones y cerró la puerta.
María opuso resistencia y trató de pedir
auxilio; pero, como Alejandro la tenía agarrada por el cuello, a duras penas
pudo musitar sus protestas y jurar que prefería morir antes que entregársele.
Al oír esto, el joven desgarró el vestido de la muchacha y la apuñaló
brutalmente. María cayó por tierra pidiendo auxilio. Alejandro le clavó todavía
una vez más el puñal en la espalda y huyó. La joven fue transportada al
hospital en una ambulancia, pero su estado era desesperado. Las últimas horas
de su vida fueron conmovedoras; recibió con ingenuidad de niña el santo viático;
trató de persuadir a su madre de que descansase un poco y perdonó de todo
corazón a su agresor. Confesó también que, desde hacía tiempo, tenía miedo de
Alejandro, pero que no había dicho nada por no causar molestias a su familia.
Su muerte tuvo lugar veinticuatro horas después de la agresión. La madre de la
joven, una noble dama española, dos religiosas y el párroco de Nettuno, habían
permanecido junto a la cabecera de su cama toda la noche.
Alejandro fue condenado a treinta años de
prisión. Durante largo tiempo se mostró brutal y obstinado en no arrepentirse
de su pecado. Pero una noche, tuvo un sueño en el que vio a María que recogía
flores en un prado y venía n ofrecérselas. A partir de ese instante, cambió
totalmente; se convirtió en un prisionero ejemplar, y fue indultado cuando
había cumplido veintisiete años de su condena.
Entre tanto, la fama de María Goretti se
había extendido por todo el mundo, y el pueblo cristiano empezó a tener
noticias de la santidad de la vida que la joven había llevado antes de su
muerte prematura. Se la invocaba ya como una santa, y su intercesión obró
varios milagros. Por fin, se introdujo formalmente su causa de beatificación.
María Goretti fue solemnemente beatificada por Pío XII el 27 de abril de 1947.
El Sumo Pontífice salió al balcón del Vaticano, acompañado por la madre de
María, que tenia entonces ochenta y dos años, y por dos de sus hermanas y uno
de sus hermanos. Pío XII habló a los peregrinos, venidos de todo el mundo,
comparando a la beata María con santa Inés y denunciando la obra de corrupción
que en la juventud llevan a cabo el teatro, el cine y la moda. Según dijo el
Pontífice, «en nuestros días se envía a las mujeres aun al servicio militar, y
las consecuencias de esto son muy graves». Tres años después, el mismo Pío XII
canonizó a María Goretti en la Plaza de San Pedro, ante la multitud más
numerosa que se haya reunido hasta ese momento con motivo de una canonización.
El asesino de la santa vivía aún.
El hecho de que una muerte sea injusta y
violenta no basta para el martirio, aunque pudieran hacerlo creer así algunas
de las canonizaciones «por aclamación popular» de los primeros tiempos de la
Iglesia. Por ejemplo, es errónea la idea de que santa Juana de Arco fue mártir.
En cambio, santa María Goretti es verdaderamente mártir, pues murió por
defender una virtud inculcada por la fe cristiana. Por otra parte, como lo dijo
el cardenal Salotti, «la santidad de su vida ordinaria hubiera sido suficiente
para elevarla al honor de los altares, aunque no hubiese sido mártir». El caso
de María Goretti es único en la hagiología.
Su breve y conmovedora biografía apareció
en todos los diarios del mundo con motivo de su beatificación. En Vari sacre,
mayo-junio de 1951, p. 14 hay una serie de fotografías que ilustran la evolución
iconográfica de esta santa. Lamentablemente no están en el sitio del Vaticano,
ni transcriptas en Acta Apostolicae Sedis la homilía de SS Pío XII en la
beatificación ni en la canonización, sin embargo, en AAS 39 (1947),
pág 352ss. está copiada entera y en italiano la interesante alocución del Papa
a los peregrinos al día siguiente de la beatificación. El cuadro reproducido es
del artista Brovelli, pintado sobre la base de la imagen de la madre de María,
ya que no existen fotos de la santa.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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