domingo, 6 de abril de 2025

CARTA APOSTÓLICA SALUTIFERAE CRUCIS* DE SU SANTIDAD JUAN XXIII CON LA QUE SE ELEVA AL HONOR Y DIGNIDAD DE BASÍLICA MENOR LA IGLESIA DE SANTA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAÍDOS

 CARTA APOSTÓLICA

SALUTIFERAE CRUCIS*
DE SU SANTIDAD
JUAN XXIII
CON LA QUE SE ELEVA AL HONOR Y DIGNIDAD DE BASÍLICA MENOR
LA IGLESIA DE SANTA CRUZ DEL VALLE DE LOS CAÍDOS

 

Yérguese airoso en una de las cumbres de la sierra de Guadarrama, no lejos de la Villa de Madrid, el signo de la Cruz Redentora, como hito hacia el cielo, meta preclarísima del caminar de la vida terrena, y a la vez extiende sus brazos piadosos a modo de alas protectoras, bajo las cuales los muertos gozan el eterno descanso. Este monte sobre el que se eleva el signo de la Redención humana ha sido excavado en inmensa cripta, de modo que en sus entrañas se abre amplísimo templo, donde se ofrecen sacrificios expiatorios y continuos sufragios por los Caídos en la guerra civil de España, y allí, acabados los padecimientos, terminados los trabajos y aplacadas las luchas, duermen juntos el sueño de la paz, a la vez que se ruega sin cesar por toda la nación española. Esta obra, única y monumental, cuyo nombre es Santa Cruz del Valle de los Caídos, la ha hecho construir Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, agregándola una Abadía de monjes benedictinos de la Congregación de Solesmes, quienes diariamente celebran los Santos Misterios y aplacan al Señor con sus preces litúrgicas.

Es un monumento que llena de no pequeña admiración a los visitantes: acoge en primer lugar a los que a él se acercan un gran pórtico, capaz para concentraciones numerosas; en el frontis ya del templo subterráneo se admira la imagen de la Virgen de los Dolores que abraza en su seno el cuerpo exánime de su Divino Hijo, obra en que nos ha dejado el artista una muestra de arte maravilloso. A través del vestíbulo y de un segundo atrio, y franqueando altísimas verjas forjadas con suma elegancia, se llega al sagrado recinto, adornado con preciosos tapices historiados; se muestra en él patente la piedad de los españoles hacia la Santísima Virgen en seis grandes relieves de elegante escultura, que presiden otras tantas capillas. En el centro del crucero está colocado el Altar Mayor, cuya mesa, de un solo bloque de granito pulimentado, de magnitud asombrosa, está sostenida por una base decorada con bellas imágenes y símbolos. Sobre este altar, y en su vértice, se eleva, en la cumbre de la montaña, la altísima Cruz de que hemos hecho mención. Ni se debe pasar por alto el riquísimo mosaico en que aparecen Cristo en su majestad, la piadosísima Madre de Dios, los apóstoles de España Santiago y San Pablo y otros bienaventurados y héroes que hacen brillar con luz de paraíso la cúpula de este inmenso hipogeo.

Es, pues, este templo, por el orden de su estructura, por el culto que en él se desarrolla y por sus obras de arte, insigne entre los mejores, y lo que es más de apreciar, noble sobre todo por la piedad que inspira y célebre por la concurrencia de los fieles. Por estos motivos, hemos oído con agrado las preces que nuestro amado hijo, el Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos, nos ha dirigido, rogándonos humildemente que distingamos este tan prestigioso templo con el nombre y los derechos de Basílica Menor. En consecuencia, consultada la Sagrada Congregación de Ritos, con pleno conocimiento y con madura deliberación y con la plenitud de nuestra potestad apostólica, en virtud de estas Letras y a perpetuidad, elevamos al honor y dignidad de Basílica Menor la iglesia llamada de Santa Cruz del Valle de los Caídos, sita dentro de los límites de la diócesis de Madrid, añadiéndola todos los derechos y privilegios que competen a los templos condecorados con el mismo nombre. Sin que pueda obstar nada en contra. Esto mandamos, determinamos, decretando que las presentes Letras sean y permanezcan siempre firmes, válidas y eficaces y que consigan y obtengan sus plenos e íntegros efectos y las acaten en su plenitud aquellos a quienes se refieran actualmente y puedan referirse en el futuro; así se han de interpretar y definir; y queda nulo y sin efecto desde ahora cuanto aconteciere atentar contra ellas, a sabiendas o por ignorancia, por quienquiera o en nombre de cualquiera autoridad.

Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día siete del mes de abril del año mil novecientos sesenta, segundo de nuestro Pontificado.

D. Card. Tardini

 


* AAS 53 (1961) 148-149.

sábado, 5 de abril de 2025

Santos del día 6 de abril

                                                    Santos del día 6 de abril

En la región de Sirmio, en Panonia, pasión de san Ireneo, obispo y mártir, que en tiempo del emperador Maximiano, y bajo el prefecto Probo, fue primero atormentado, después encarcelado y finalmente decapitado. († IV)
En Constantinopla, san Eutiquio, obispo, que presidió el II Concilio Ecuménico Constantinopolitano, en el que defendió enérgicamente la fe ortodoxa y, tras padecer un largo exilio, con su muerte profesó la resurrección de la carne. († 582)
   Santa Gala, viuda (2 coms.)   
En Roma, santa Gala, hija del cónsul Símaco, la cual, al fallecer su cónyuge, vivió cerca de la iglesia de San Pedro durante muchos años, entregada a la oración, a las limosnas, a los ayunos y a otras obras santas, y cuyo felicísimo tránsito fue descrito por el papa san Gregorio Magno. († s. VI)
En Troyes, en Neustria, san Winebaldo, abad del monasterio de San Lupo, preclaro por su austeridad. († c. 620)
En la misma ciudad de Troyes, san Prudencio, obispo, que para quienes tenían que viajar preparó un compendio del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina monástica. († 861)
   San Metodio, obispo (2 coms.)   
En Velehrad, lugar de Moravia, nacimiento para el cielo de san Metodio, obispo, junto con su hermano san Cirilo, cuya memoria se celebra el día catorce de febrero. († 885)
En el monasterio de San Gallo, en la región de Suabia, beato Notkero Bálbulo, monje, que pasó casi toda la vida en este cenobio componiendo numerosas secuencias. Grácil de cuerpo pero no de ánimo, tartamudo de voz pero no de espíritu, fue firme en todo lo divino, paciente en lo adverso, manso para con todos, diligente en la oración, en la lectura, en la meditación y en la escritura. († 912)
En el monasterio de San Elías de Aulina, cerca de Palmi, en Calabria, san Filarete, monje, célebre por su vida entregada a la oración. († 1070)
En la isla de Eskyll, cerca de Roskilde, en Dinamarca, san Guillermo, abad, que pasó de un cenobio de canónigos regulares de París a Dinamarca, instaurando la disciplina regular en medio de grandes dificultades, y al amanecer del domingo de Pascua partió de esta vida. († 1203)
En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres seguidores del maniqueísmo, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, proclamando hasta en el último momento el símbolo de la fe. († 1252)
En el monasterio de Santa María, en el Sacro Monte cerca de Varesse, en Lombardía, beata Catalina de Pallanza, virgen, que, junto con varias compañeras, llevó vida eremítica bajo la Regla de san Agustín. († 1478)
En la ciudad de Vinh Tri, en Tonquín, san Pablo Lè Bao Tinh, presbítero y mártir, que, aún clérigo, permaneció largo tiempo en la cárcel, y luego, ordenado sacerdote, dirigió el seminario, confeccionó un libro de homilías y un compendio de doctrina cristiana. Finalmente, encarcelado de nuevo, en tiempo del emperador Tu Duc fue condenado a la decapitación. († 1857)
En Verona, en Italia, beato Ceferino Agostini, presbítero, que se dedicó al ministerio de la predicación, a la catequesis y a la instrucción cristiana, y trabajó para ayudar a la juventud, a los pobres y a los enfermos. Instituyó la Pía Unión de la Nuevas Ursulinas Hijas de Santa María Inmaculada. († 1896)
En Turín, igualmente de Italia, beato Miguel Rua, presbítero, propagador eximio de la Sociedad de San Francisco de Sales. († 1910)
En la localidad de Fiobbio di Albino, cerca de Bérgamo, nuevamente en Italia, beata Petrina Morosini, virgen y mártir, que a los veintiséis años, cuando regresaba a casa desde su trabajo, por defender frente a un joven la virginidad que había prometido a Dios, fue herida de muerte en la cabeza. († 1957)

Primer domingo de abril. - 2025, 06 de abril. Domingo 5º de Cuaresma C: Juan 8,1-11(EVANGELIZAR es aprender a humanizar) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 19ª (06.04.2025): Lucas 6,1-11. La RELIGIÓN del sábado judío no fue la Buena Noticia de Jesús de Nazaret).

 Primer domingo de abril. 

Ya ha llegado. Y parece que los robles de las montañas del norte de Madrid aún duermen; no se han enterado de que la primavera anda buscando piso para instalarse definitivamente. En el jardín de la casa donde duermo y despierto hay un arbusto que aún sigue transmutado en palitroque. Parece el fantasma de la muerte, aunque será ya por poquito tiempo. La hierbaluisa, citronela que otros así la bautizan, comienza a despuntar diminutas lágrimas verdosillas. Primero una, luego dos más, después más y más y más hasta acabarse de perfumar para volver a pasear su primavera hasta finales del otoño. 
La naturaleza 
de por aquí
es así:
serena,
constante,
perfumada
y perfumadora,
silenciosamente radiante,
humana
humana
y tan 
humana
como un evangelio
nuevo.
Seguro que recordaré todo esto cuando me vuelva a leer aquel encuentro del galileo laico Jesús de Nazaret donde se quebraron todos los moldes de la legalidad con la provocación de su abrazo en aquella primavera del adulterio florecido en el imaginario vergel de todas las mentiras. 
Fue entonces cuando aquel Jesús de María y José comenzó a ajustar las cuentas de los viejos códigos de aquel otro Moisés judío. ¡Cuánto ha llovido desde entonces! Y lo que aún queda y no está escrito. 
El mes de abril,
por aquí,
suele seguir
siendo así. 

A continuación, encontrarás primero el comentario del Evangelio propuesto desde la liturgia vaticana para las Eucaristías (Juan 8,1-11). Y, en segundo lugar, el comentario del relato que correspondería proclamar, si decidiste en su día leer el Evangelio de Lucas desde el comienzo hasta el final, ordenadamente.


Carmelo Bueno Heras


Comentario primero:

2025, 06 de abril. Domingo 5º de Cuaresma C: Juan 8,1-11. Leo y escribo Contigo:

EVANGELIZAR es aprender a humanizar

Domingo a domingo caminábamos a salto de mata y de ‘texto en texto’ por el Evangelio de Lucas. Pero se quebró esta senda y en este nuevo domingo de la Cuaresma se nos anuncia la palabra del Evangelio de Juan en el conocido relato de una mujer: “Los escribas y fariseos le llevan [a Jesús de Galilea] una mujer sorprendida en adulterio. La ponen en medio y le dicen… Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?” (Juan 8,3ss). Esto era, en toda regla y sin escapatoria posible, una tentación. Si Jesús decía sí a Moisés, ¿dónde quedaban sus denuncias de la Ley, el templo y el sacerdocio? Si el laico y galileo decía no a la Ley, él mismo se declaraba maldito (Juan 7,45-52). Aquellos escribas y fariseos se colocaron frente a Jesús y éste los miró despacio de pies a cabeza y se sorprendió al ver la cantidad de piedras que guardaban en sus bolsillos. Tantas llevaban que sus pantalones podían bajarse en cualquier momento. Aquellos hombres deseaban ardientemente lanzar las primeras piedras, ¡las que más duelen!, contra el cuerpo de pecado de aquella mujer.

 

Jesús se calló, se inclinó, se escuchó y muy despacio comenzó a dibujar en el suelo las siluetas de dos personas dispuestas para el abrazo. A la vista de ‘todo el pueblo y en medio del sagrado Templo’ (Juan 8,2) Jesús dibujaba en silencio un abrazo que nadie se atrevió ni a borrar ni a grabar. Y puesto en pie gritó, no lo que yo me imagino, sino lo que cuenta el texto: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra” (8,7). Volvió Jesús a inclinarse y seguía dibujando ‘su abrazo’ a la vista de todos… A la vista de menos, y de menos y de casi nadie. Al final, a la vista sólo de los ojos de aquella mujer, porque todos los demás se habían ido. Todos con las piedras en los bolsillos de sus pantalones.

 

Según el narrador de este suceso, todo el pueblo asistente se sintió y reconoció pecador. Ni uno solo se creyó cumplidor de aquella Ley del Dios-Yavé. ¿Qué ley es esa que nadie es capaz de cumplir? La más absurda que pueda uno imaginar, la más deshumanizadora, la más injusta e inhumana… Esto es lo que proclamó a gritos el silencio y la huida de ‘todo el pueblo’ en el Templo de Jerusalén en torno a Jesús y la mujer adúltera que, al final de aquella celebración de la mañana (8,2), se regalaron un cálido abrazo interminable mientras sus pies difuminaban la silueta del abrazo. Así es como aquel Jesús de Galilea iba siendo luz… (8,12 y siguientes).

 

Podría acabar el comentario y dejar a cada uno con sus meditaciones, pero debo aún decir dos cosas. La primera, en esta Ley del Dios de Moisés nunca se apedreaba al adúltero. Sólo a las adúlteras. Este dato es una prueba de que la ‘Ley de Moisés’ era solo la ley de unos varones cegados por el poder de sus propios intereses. La segunda cosa es una curiosidad de los investigadores. El relato de Juan 8,1-11 es un texto que no pertenece a este Evangelio. Está aquí, porque alguien (no precisamente el Espíritu Santo) lo copió en este lugar y ahí seguirá. En los manuscritos más antiguos del cuarto Evangelio no existe este relato. Y hay manuscritos del Evangelio de Lucas con este relato de ‘la adúltera’ copiado al final del Evangelio. ¿Importa algo esto? Un poco sí, pero lo importante es comprender que sólo el relato de este abrazo ante todo el pueblo y en el Templo de Jerusalén es ‘un evangelio’, pleno. ¡El quinto evangelio!

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 13 de marzo de 2016. Y en Madrid, 06 de abril de 2025.


Comentario segundo:

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final. Semana 19ª (06.04.2025): Lucas 6,1-11.

La RELIGIÓN del sábado judío no fue la Buena Noticia de Jesús de Nazaret

Sigo leyendo en el relato del Evangelio llamado de Lucas: “Sucedió un sábado cuando cruzaba Jesús por unos sembrados…” (Lucas 6,1). Y otro poco más adelante leo: “Sucedió otro sábado cuando entró Jesús en la sinagoga…” (Lucas, 6,6). Y leo por tercera vez en este mismo capítulo de la narración: “Sucedió por aquellos días cuando Jesús se fue al monte…” (Lucas 6,12). Así comienzan cada una de las tres unidades narrativas de este capítulo sexto del Evangelio. En este comentario nos detenemos en el mensaje de Lucas 6,1-11, en las dos primeras unidades. En ambas unidades literarias se habla de qué se puede o no se puede hacer en el sagrado día del sábado para los judíos y creyentes en Yavé, su Dios. Y esto lo sabe y recuerda cada persona judía desde que se leyó y asimiló la primera página de su libro santo que es su colección de libros que se inicia con el relato de los orígenes: El libro del Génesis (1,1 hasta 2,4a). Éstas son, pues, las primeras palabras de la Ley, la Tora de Israel, la Luz que caldea e ilumina al pueblo.

 

“Bendijo Yavé Dios el día séptimo y lo santificó, porque en este día dejó de trabajar en la obra creadora que Yavé Dios había modelado”. Según estas orientaciones legales ordenadas por el sacerdocio del templo de Jerusalén, trabajar en sábado era un pecado que atentaba contra el mismo Dios Yavé y le enfurecía tanto que no podía reprimir sus castigos contra los pecadores.

 

Los fariseos y escribas, conocedores-cumplidores de esta Ley del sábado laboral y religioso hasta en su letra más pequeña, denunciaban a Jesús y a sus seguidores: “¿Por qué hacéis lo que no está permitido hacer en sábado?” (Lucas 6,2). Ante esta realidad, cuenta el evangelista en estas dos unidades literarias, Jesús se dedica a evangelizar. Es decir, a enseñar a pensar. Es decir, a interrogar a quienes le interrogan. En decir, a tener sentido común. Es decir, a pensar en la persona, en el ser humano antes que pensar, querer y creer en Dios y en las supuestas leyes que dicen que vienen de él. Primero el ser humano, luego el sábado y sus orientaciones.

 

Romper una Ley que se creía que venía directamente de Dios era blasfemar contra Dios. Y esto es lo que hizo con cierta frecuencia el adulto, laico y galileo Jesús de Nazaret. Rompió con manifiesta reiteración los mandatos de la Ley del Dios de su religión judía y enseñó cuándo, cómo y por qué debe y puede todo ser humano desobedecer tales orientaciones, normativas, deseos o voluntades de una Ley como la llamada de Moisés y de su Dios. Este Jesús del Evangelista Lucas dice explícitamente a los escribas y fariseos de entonces y de todos los tiempos y de todas las religiones: “Yo os pregunto, ¿qué hay que hacer en el sagrado día del sábado? ¿Hay que hacer el bien o el mal? ¿Hay que cuidar y curar al enfermo o hay que dejar que se destruya? (Lucas 6,9). Quiero pensar que a este Jesús y al Dios en quien él creía le gustaba más que cada persona pudiera vivir y sentirse viva y más, mucho más, que si en sábado se hacía o no se hacía algo o nada en la sinagoga o en el templo de Jerusalén.

 

Si una ley (divina, humana, religiosa, laica…) no sirve para el bien-estar, el buen-vivir y la con-vivencia humanizadora de las personas, es una ley que debe transformarse o desaparecer. Nada, ni nadie es más importante que la persona... Y ahora, ‘¿qué hacemos con Jesús?’ (6,11).

Carmelo Bueno Heras. En Madrid,08 de abril de 2018. Y también en Madrid, 06 de abril de 2025.  

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 08 de abril de 2018. Y también en Madrid, 06.04.2025.

06 de abril: Divina Pastora de las Almas

 

06 de abril: Divina Pastora de las Almas

LA ADVOCACIÓN PASTORA DE LAS ALMAS

La inquietud del capuchino Fray Isidoro de Sevilla, a comienzos del S. XVIII, por dotar a su orden de carisma personal que la diferenciara de la rama de los Franciscanos Observantes era tan intenta que, no se sabe si por una visión mística o bien por inspiración divina, decidió propagar el novedoso título y atuendo de Divina Pastora para la Virgen.

Era el año de 1703, y Fray Isidoro se preocupó de plasmar inmediatamente la imagen de la Divina Pastora. Con este motivo le encarga un óleo al pintor sevillano de la época Alonso Miguel de Tovar. La primera propagación de la advocación fue el 8 de septiembre de ese año cuando se procesión la pintura en rosario público por las calles de Sevilla. Desde esta ciudad, la imagen de la Divina Pastora se extendió por toda la orden capuchina y por toda la geografía andaluza.


FRAY DIEGO DE CÁDIZ

Está considerado como el gran apóstol de la Divina Pastora. En el año 1773 vino, por primera vez a Málaga, donde predicó su primera misión. A la comunidad de Capuchinos de Málaga fue a la que más años perteneció. Famosa fue su segunda misión de 1779. La Catedral se quedó pequeña para albergar a los fieles y acabó predicando en la plaza principal.

La imagen de la Divina Pastora de Málaga fue venerada durante mucho tiempo por Fray Diego. La iglesia de los capuchinos fue testigo de sus muchas actividades apostólicas, que llegaron a ser denunciadas por el gobernador por "atentar contra la cátedra de economía y comercio, y contra la sociedad", según queja de Lorenzo Normante del año 1787. Murió el 24 de marzo de 1801, y el 9 de septiembre de ese año se celebraron grandes exequias en el convento de Málaga. Fue beatificado en el año 1894.


LA IMAGEN DE NUESTRA DIVINA PASTORA

A pesar de que no está fechada documentalmente, cada vez son más los estudiosos del tema que no dejan duda de que se trata de una obra de los primeros años del S. XVIII del escultor sevillano José Montes de Oca (1668-1754). Según el profesor Sánchez López, la imagen suscribe todos los grafismos de la producción de Montes de Oca.

Durante los años 40 de este siglo, la camarera que la vestía mandó que recubrieran de paños encolados la imagen ante la creencia de que, después de su muerte, nadie volvería a cuidarla como ella. Afortunadamente, la imagen fue devuelta a su fisonomía de vestir con la llegada de Don José Claros. La policromía de la imagen es la primitiva y, al igual que ésta, se encuentra en prefecto estado de conservación después de casi tras siglos. Sin duda, la imagen es una de las mejores joyas de nuestro patrimonio escultórico.


DIVINO PASTORCILLO

La Divina Pastora de las Almas de Málaga es actualmente una de las pocas imágenes de su iconografía que posee al Divino Infante sobre su regazo. Fray Isidoro de Sevilla representó a Cristo en el Cordero que acaricia la mano de la Virgen, pero una bula de Pío VI en el año 1795 decretaba a María como Madre del Buen Pastor por lo que a partir de esa fecha fue representada con su Hijo al lado en el gesto de ayudarla al cuidado del rebaño.

La representación de la Pastora de Málaga era de esta forma, hasta que a finales de los 60 el primitivo Niño cayó desde el retablo y se hizo pedazos. Poco tiempo después de encargar un Niño nuevo al imaginero sevillano Luis Álvarez Duarte, el anterior fue robado al volverlo a poner al culto una vez recompuesto. El nuevo fue bendecido en 1975, actuando como padrinos la Coral "Santa María de la Victoria de Málaga".


En Málaga

La devoción a la Divina Pastora de las Almas surge en Málaga a los pocos años de su eclosión en Sevilla de la mano de fray Isidoro en 1703. La imagen, atribuida por diversos estudios al imaginero José Montes de Oca, data de los años treinta del siglo XVIII, por lo que fue esculpida al calor de la incipiente costumbre de representar a la Madre de Dios como Pastora de las Almas. Una crónica de 1791 recogida por el ilustre malagueño Narciso Díaz de Escobar en su publicación periódica 'Efemérides malagueñas' afirma que “el 4 de mayo de 1791 se celebraron en el barrio de Capuchinos grandes fiestas en honor de la Divina Pastora”. Díaz Escobar señala que los frailes capuchinos, cuya presencia en la ciudad está documentada desde comienzos del siglo XVII, “dedicaban notables funciones religiosas a la Divina Pastora, especialmente al llegar la época de su novena”.

“Se creó la Hermandad y a ella pertenecían los vecinos más distinguidos y piadosos del barrio, que pagaban una pequeña cuota”, prosigue la nota de Díaz de Escobar, lo que indica que la Hermandad, que posteriormente pasó a denominarse Congregación de la Divina Pastora de las Almas, ya existía como tal a finales del siglo XVIII. La expulsión de los frailes capuchinos a mediados del siglo XIX, con la Desamortización, no mermó el culto a la Virgen y, a mediados de esa centuria, se relanzó su hermandad y la organización de la novena. En 1865, un sacerdote conocido como el padre Félix organizó coros que cantaban en las misas las coplas dedicadas a la Pastora.

El beato Marcelo Spínola y Maestre fue un gran impulsor de la devoción pastoreña durante su etapa de obispo de Málaga, a finales del siglo XIX. En el año 1906 se aprobaron nuevos estatutos para la Congregación de la Divina Pastora de las Almas de Málaga. Además, perduran documentos sobre la novena en ese año y anteriores. En 1920, llegó a predicarla el padre Tiburcio Arnaiz. Durante la República hubo un intento por parte de la milicia de demoler la iglesia pero, según las crónicas, los republicanos del barrio de Capuchinos se opusieron porque dentro estaba su Patrona.

En 1930, los cultos cambian de fecha y se celebran en junio en vez del mes de mayo. Durante la Guerra Civil se interrumpen las manifestaciones religiosas en honor de la Pastora malagueña, pero se conserva su talla, al instalarse junto al templo un hospital militar. La Orden Tercera de San Francisco retomó de forma modesta el culto a la Divina Pastora de las Almas hasta que la Congregación fue reorganizada en el año 1948, de la mano de Don José Claros López, que fue nombrado Hermano Mayor Perpetuo.

Este breve repaso histórico confirma que la devoción a la Divina Pastora de las Almas ha permanecido prácticamente inalterable desde mediados del siglo XVIII en el barrio de Capuchinos, del que es Patrona y Protectora. En 1970, la imagen se convirtió en titular principal de la parroquia creada en 1951 en el templo con el nombre de Santa Teresa de Jesús. Además, la Divina Pastora es Patrona del Deporte Nacional, lo que ha fomentado la relación de su Congregación, desde que se reorganizase en 1948, con diferentes entidades deportivas de la ciudad, principalmente.


Reseña histórica

En el siglo XVII los frailes capuchinos se instalan en Málaga, concretamente en calle Nueva (Iglesia de la Concepción), pero el sitio no es de su agrado porque ellos necesitan mayor tranquilidad.

Así que un par de ellos se dedican a recorrer la ciudad buscando un sitio idóneo para instalar el convento. En las afueras de Málaga encuentran una ermita dedicada a Santa Brígida y deciden solicitar al Obispado su cesión.

Así lo hacen e instalan el convento ampliando la ermita al estado en el que hoy la conocemos (más o menos).

Su vida era pobre, propio del carisma franciscano, y pedían mucha ayuda al ayuntamiento para que les trajera agua (San Telmo), le construyera celdas (habitaciones), etc., además trabajaban la huerta como su sustento.

Así hasta el siglo XIX en que el Gobierno expropió el convento y los frailes tuvieron que marcharse. Todos menos uno, que se quedó al cuidado de la Divina Pastora y que fundó la Congregación de la Divina Pastora. También se quedó la orden tercera franciscana.

A finales de siglo llegaron las monjas Clarisas (que habían sido desposeídas de su convento de la plaza del carbón) e instalaron aquí su convento, pero en el lado opuesto al de los frailes que ahora estaba ocupado por un cuartel del ejército.

Ellas siguieron manteniendo el templo y el cuidado a la Divina Pastora, hasta que en 1950 el Obispo decide crear la Parroquia de Santa Teresa, que se inauguró el 6 de enero de 1951. Poco antes se había reorganizado la Congregación y después llegó la Hdad. del Prendimiento procedente de la Iglesia del Carmen. Se organizó la Acción Católica, la Cáritas y la Adoración Nocturna y, aunque se fue la Orden Tercera Franciscana al tiempo llegarían la Hdad. de la Alegría, la del Cristo de las Penas y la del Dulce Nombre, además de la Legión de María y otros grupos que con el tiempo se han ido incorporando a esta parroquia a lo largo de su historia.

(fuente: congregaciondivinapastora.diocesismalaga.es)

Santos del día 5 de abril

                                              Santos del día 5 de abril

San Vicente Ferrer, presbítero de la Orden de Predicadores, de origen español, que recorrió incansablemente ciudades y caminos de Occidente en favor de la paz y la unidad de la Iglesia, predicando a pueblos innumerables el Evangelio de la penitencia y la venida del Señor, hasta que en Vannes, lugar de Bretaña Menor, entregó su espíritu a Dios. († 1419)

En Tesalónica, ciudad de Macedonia, santa Irene, virgen y mártir, que por haber ocultado los libros sagrados, en contra de la prohibición del emperador Diocleciano, fue conducida a un lupanar público y después quemada por orden del prefecto Dulcecio, bajo cuyo mandato también sus hermanas Ágape y Cionia habían padecido, poco antes, el martirio. († 305)
En Seleucia, en Persia, santa Ferbuta, viuda, hermana de san Simeón, obispo, que, junto con su sierva, fue martirizada en tiempo del rey Sapor II. († c. 342)
También en Seleucia, conmemoración de ciento once varones y nueve mujeres, mártires, que, procedentes de varias ciudades regias, por haber rehusado firmemente renegar de Cristo y adorar el fuego, por mandato del mismo rey fueron quemados vivos. († 344)
En Regie, en Mauritania, pasión de los santos mártires, que en la persecución bajo Genserico, rey arriano, recibieron la muerte en la iglesia el día de Pascua; entre ellos estaba el lector, que, mientras cantaba el Aleluya en el púlpito, fue traspasado con una saeta en la garganta. († s. V)
En el monasterio de Grande-Sauve, en Aquitania, san Geraldo, abad, que desde el monasterio de Corbie fue elegido abad de Laon, pero, pasado un tiempo, tras varias peregrínaciones santas, se retiró a la espesura del bosque. († 1095)
En Montecorvino, en la Apulia, san Alberto, obispo, que dedicó su vida a la oración continua y a buscar el bien de los pobres. († 1127)
En el lugar de Fosses, en Brabante, santa Juliana, virgen de la Orden de San Agustín, que fue priora de Mont-Cornillon, junto a Lieja, y llevó después vida recluida, en la cual, fortalecida con gracias especiales, promovió la solemnidad del Cuerpo de Cristo. († 1258)
En la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, en España, santa Catalina Tomás, virgen, que, habiendo ingresado en la Orden de Canonesas Regulares de San Agustín, destacó por su humildad y la abnegación de la voluntad. († 1574)
En Kaufbeuren, junto al río Iller, en Baviera, santa María Crescencia (Ana) Höss, virgen, que ingresó en la Tercera Orden Regular de San Francisco y procuró comunicar a los demás el fervor del Espíritu Santo con el que ella misma ardía. († 1744)
En Córdoba, Argentina, beata Catalina de María Rodríguez, viuda y fundadora de la congregación de Esclavas del Corazón de Jesús. († 1896)
En São Paulo, Brasil, beato Mariano de la Mata Aparicio, presbítero. († 1983)