En Antioquía de Siria, san Basilio, mártir. († s. III)
En la población de Écija, en la provincia hispánica de la Bética, san Crispín, obispo y mártir. († s. III)
En Silistra, de Mesia, san Dasio, mártir. († s. IV)
En Turín, del Piamonte, santos Octavio, Solutor y Adventor, mártires. († s. IV)
En Vercelli, también en el Piamonte, san Teonesto, mártir, en cuyo honor edificó san Eusebio una basílica. († c. 313)
En Benevento, de la Campania, san Doro, obispo. († s. V)
En Châlon-sur-Saône, en Burgundia, san Silvestre, obispo, que a los cuarenta años de su sacerdocio, lleno de Dios y virtudes, voló al Señor. († 525)
En los montes del Jura, en la región de la Galia lugdunense, san Hipólito, abad y obispo. († c. 770)
En Constantinopla, san Gregorio Decapolita, monje, que primeramente abrazó la vida monástica y después la de anacoreta. Más tarde, peregrinando, permaneció bastante tiempo en Tesalónica, y finalmente se afincó en Constantinopla, donde, luchando fuertemente en defensa de las imágenes sagradas, entregó su alma al Señor. († c. 842)
En Inglaterra, san Edmundo, mártir, que, siendo rey de los anglos orientales, cayó prisionero en la batalla contra los invasores normandos y, por profesar la fe cristiana, fue coronado con el martirio. († 870)
En Hildesheim, de Sajonia, en Germania, san Bernwardo, obispo, que defendió a sus fieles de las incursiones, restauró la disciplina del clero en numerosos sínodos y fomentó la vida monástica. († 1022)
En Calabria, san Cipriano, abad de Calamizzi, que conservó con ejemplar fidelidad las tradiciones de Oriente y que, severo consigo mismo, era sin embargo generoso para con los pobres y buen consejero para todo el mundo. († c. 1190)
En Hanoi, en Tonkin, san Francisco Javier Can, mártir, que, siendo catequista, a causa de su fe fue estrangulado y decapitado en tiempo del emperador Minh Mang. († 1837)
En Veroli, cerca de Frosinone, en el Lacio, de Italia, beata María Fortunata (Ana Felicia) Viti, de la Orden de San Benito, que casi toda su vida estuvo al cuidado del ropero, intentando solamente ajustarse de todo corazón al cumplimiento de la Regla. († 1922)
Cerca de Valencia, en España, beata Angela de San José (Francisca) Lloret Martí y catorce compañeras, vírgenes y mártires. Una era superiora general, y las demás, religiosas de la Congregación de Hermanas de la Doctrina Cristiana. Todas ellas padecieron a causa de la fe en Cristo durante la persecución contra la Iglesia, en la devastadora guerra civil. Sus nombres son: beata María del Sufragio (Antonia María) Orts Baldó, María de los Dolores (María de Montserrat) Llimona Planas, Teresa de San José (Ascensión) Duart y Roig, Isabel Ferrer Sabriá, María de la Asunción (Josefa) Mongoche Homs, María de la Concepción (Emilia) Martí Lacal, María Gracia (Paula) de San Antonio, Corazón de Jesús (María de la Purificación) Gómez Vives, María del Socorro (Teresa) Jiménez Baldoví, María de los Dolores (Gertrudis) Suris Brusola, Ignacia del Santísimo Sacramento (Josefa) Pascual Pallardó, María del Rosario (Catalina) Calpe Ibáñez, María de la Paz (María Isabel) López García y Marcela de Santo Tomás (Áurea) Navarro. († 1936)
En el Picadero de Paterna, también en la región de Valencia, en España, beata María de los Milagros Ortells Gimeno, virgen de la Orden de las Clarisas Capuchinas y mártir en testimonio de Cristo durante la citada persecución. († 1936)