sábado, 18 de mayo de 2024

Pentecostés-El Rocío - Domingo de Pentecostés Ciclo B (19.05.2024): Juan 20,19-23 (El aire es la vida) y CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos (Semana 25ª (19.05.2024): Marcos 7,1-23 ¿Qué significa estar manchado según Jesús de Nazaret?)

 Pentecostés-El Rocío

En tiempo de PENTECOSTÉS no puede uno dejar de citar a Nuestra Señora la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma y Reina de las Marismas. Seguro que la literalidad de la advocación no es la correcta. Pero con seguridad que en esta parte de la casa de la Tierra me entenderán los leyentes de estas líneas. En la localidad de Almonte de la provincia de Huelva se reunirán romeros y romeras en números que impresionan... Y por todo esto, entre otras razones, vuelvo a quedarme con mi jaculatoria que se la llevará el viento del espíritu de otro nuevo Pentecostés: Que me devuelvan a la señora María. Y soy consciente de que pensar de esta manera es una blasfemia para los rocieros, hinchas de la religiosidad incondicional que se manifiesta en toda su plenitud el lunes después de Pentecostés. Este año será el día 20 de mayo...

Y no añado nada más como motivación para la lectura de los comentarios de este domingo día 19 de mayo.

Bueno, tan sólo acompañar a la Virgen Rociera con estas siete nuevas advocaciones de la ya larga tradición que llevo adelante y la comparto contigo.

Buenas jornadas de la nueva semana, humanísima trinidad de Nazaret: Jesús, José y María.

106. Nuestra Madre la Virgen del Puy

107. Nuestra Madre la Virgen Blanca

108. Nuestra Madre la Virgen de Vico

109. Nuestra Madre la Virgen de Montserrat

110. Nuestra Madre la Virgen del Sagrario

111. Nuestra Madre la Virgen de la Lluvia

112. Nuestra Madre la Virgen del Desierto

Mi jaculatoria: Que me devuelvan a la Señora María. 

Y añado: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.

A continuación se encuentran los dos comentarios de este domingo día 19 de mayo.

Carmelo Bueno Heras 

 

Domingo de Pentecostés Ciclo B (19.05.2024): Juan 20,19-23. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:

El aire es la vida

Con la celebración de Pentecostés se acaba, según la catolicidad de la Iglesia, el llamado ‘Tiempo de Pascua’ por haberse cumplido los primeros cincuenta días de Jesús de Nazaret Resucitado. Parece ser que, a partir de ahora, el protagonista, ¡¡¡único!!!, de la realidad en la que nos movemos, y en la que todo tiene su existencia, es el Espíritu.

 

En la lengua griega la palabra ‘pneuma’ se traduce al español con la palabra ‘espíritu’. Y de ahí podríamos decir de una persona que ‘ser espiritual’ es como decir de ella que ‘es pneumática‘. Este pneuma o espíritu no es otra cosa que ‘EL AIRE’. En el aire reside la vida. En él está la vida. Él es la vida.

    

El aire es la vida y esto que escribo no se me ocurre decir que me pertenece, porque así lo aprendí desde cuando pusieron en mis manos el libro del Génesis de la Biblia para leerlo y estudiarlo cuando iba de camino por la década de mis veinte años. Siempre recordaré con inmenso agradecimiento las oportunidades de aquellas tareas del aprender a leer de manera significativa y no sólo para enterarme de la historia epidérmica de las cosas de la realidad de la vida. Me enseñaron a leer, como luego comprendí, de manera eficaz. Por esta razón, cuando leo el relato de Juan 20,19-23 me permito relacionar esto del aire del espíritu con esto otro: “Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo del suelo [adam-adamah] e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Génesis 2,7).

 

Y me permito traer al tejido de este escrito un nuevo hilo bíblico que merece la pena no dejarlo de lado. Este hilo es ni más ni menos que la última línea del inolvidable Libro de los Salmos, que copio aquí en tres distintas y semejantes traducciones: “Todo lo que respira alaba al Señor. Aleluya”, “Todo ser que respira alaba a Yavé Dios. Aleluya”, “Todo viviente alaba al Señor. Aleluya” (Salmo 150,6). Respirar es vivir. Respirar es orar. Tan sencillo, humano y cotidiano.

 

En este aquí y ahora en que escribo esta confesión me alegro, creo y así lo siento, como se alegraron aquellas personas de las que dice este cuarto Evangelio que vieron a Jesús y que le escucharon y que fueron contando aquel mensaje como quien comparte la mejor herencia recibida y como quien es consciente de que tal tradición continúa viva milenio tras milenio. El mensaje que vuelvo a leer en este día de mayo del 2024 no pudo ser única y exclusivamente para un pequeño puñado de personas, sino para ‘todo ser que respira’: “Como el Padre me envió, también yo os envío… Recibid el Espíritu… A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados…”  (Juan 20,21-23).

 

Se suele interpretar con la sabiduría de ciertas autoridades eclesiásticas que es aquí, además de otros lugares evangélicos, donde queda arraigada la institucionalización tanto del sacramento de la Confirmación, como del sacramento de la Reconciliación. Ambas realidades pertenecen sólo al patrimonio de la eclesiástica potestad sacerdotal. Tal vez, me digo, que así se deba aceptar desde la obediencia a la Religión de una iglesia; sin embargo, el testimonio del mensaje del Evangelio de Jesús proclama que estas realidades, llamadas sacramentales, están arraigadas en el aire de la vida de todo ser que respira.

 

¿Cómo no pensar, con pena, que aquella primera presencia liberadora del Evangelio de Jesús y del espíritu se haya transfigurado en la práctica de la obediencia a la Ley de una nueva Religión? Carmelo Bueno Heras. Madrid,19 de mayo de 2024.

 

CINCO MINUTOS semanales con el Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma ordenada, de principio a fin. Semana 25ª (19.05.2024): Marcos 7,1-23

¿Qué significa estar manchado según Jesús de Nazaret?

El texto de Marcos 7,1-23 completa la serie de cinco signos o señales que nos permiten responder con cierta precisión la pregunta sobre la identidad de la persona de Jesús de Nazaret para la persona del Evangelista a quien la tradición de siglos llama Marcos y yo me sigo atreviendo a llamar María Magdalena. Este Jesús de Nazaret manifiesta una increíble libertad frente a la Religión de sus gentes y autoridades: “Los fariseos y algunos maestros de la Ley procedentes de Jerusalén se acercaron a Jesús y observaron… Así que los fariseos y los maestros de la ley le preguntaron…” (7,1-5).

 

Sobre este mismísimo asunto ya le habían preguntado también a este mismo laico de Galilea llamado Jesús en 2,18. El asunto es el cumplimiento de las normativas legales del que yo llamaría ‘Catecismo de la Religión de Israel’. Jesús no sigue ni las enseñanzas, ni las normativas ni las prácticas de la religión en la nació y en la que fue educado. Es más, esta explícita desobediencia es lo que enseña a lxs suyxs en su misión evangelizadora por Galilea. Y esta manera herética y blasfema de ser y de enseñar que tiene Jesús provoca la presencia de autoridades de la Ley de Moisés en su tierra. ¿Puedo llamar ‘inquisitorial’ a esta tarea de los maestros de la Ley y del Templo venidos expresamente para eso desde Jerusalén?

 

La respuesta que María Magdalena pone en labios de Jesús es tan clara y contundente que cuando se la lee despacio y críticamente se sorprende de la humanidad y sentido común que tienen tanto Jesús como quien escribe sobre él: “Y llamando de nuevo a la gente les dijo: Escuchad bien todos y entended esto. Nada de cuanto entra en la persona puede mancharla. Sólo lo que sale de sus adentros puede mancharla” (7,14-15).

 

Y si queda aún alguna duda interpretativa, esta mujer que sigue a Jesús desde el comienzo de su evangelización (como bien lo dice en 15,40-47) remata su comentario explícitamente dedicado a sus discípulos tan duros de mollera como incrédulos e incompetentes: “De las neuronas de cada quien salen sus decisiones, robos, homicidios, adulterios, injurias… Esto es lo que sale de la persona y mancha a la persona” (7,20-23).

 

La llamada Ley de Moisés que se enseña como Ley de Dios por los fariseos, escribas y maestros es una ley que está fuera de cada persona. Es una ley que ni limpia ni mancha. Es una ley inventada por hombres… ¡con explícito y manifiesto ánimo de lucro! (7,9-13). En cambio, la propuesta del laico de Galilea es muy elemental: “Abrid los ojos y tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la levadura de Herodes” (8,15). ¿Puedo traducirlo ahora y así?: ‘Piensa y que nadie te engañe; decide desde tus adentros qué hacer, qué comer, qué mirar, qué tocar, con quién estar’ a dónde ir, a quién seguir, qué compartir…

 

Antes de salir con Jesús de Nazaret hacia Tiro y Sidón, quiero recordar las cinco señales que acabamos de leer y que, como luces encendidas, nos ayudan a comprender la identidad y la misión de Jesús de Nazaret: 1, la persona y la enseñanza del profeta Juan Bautista (6,14-29); 2, la multiplicación de los panes y peces (6,30-44); 3, el paso del lago embravecido (6,45-51); 4, la curación de los enfermos (6,53-56) y el 5, la ley que libera porque nacer de dentro (7,1-23).

Carmelo Bueno Heras. Madrid, 14 de mayo de 2017.

Santos del día 19 de mayo

 

Santos del día 19 de mayo
Quartodecimo Kalendas iunii
En la misma ciudad, santos Parteno y Calócero, mártires, que dieron insigne testimonio de Cristo en tiempo del emperador Diocleciano. († 304)
En Arrás, de Neustria, san Adolfo, obispo a la vez de esta ciudad y de Cambrai. († 728)
En Canterbury, en Inglaterra, san Dunstán, obispo, quien, como abad de Glastonbury, restauró y propagó la vida monástica. Fue promovido a la sede episcopal de Worcester, luego a la de Londres y, finalmente, a la de Canterbury, trabajando siempre en todas ellas para promover la concordia de los monjes y de las monjas prescrita en las reglas. († 988)
En Florencia, en la región de Toscana, beata Humiliana, de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que como esposa soportó muy malos tratos con una paciencia y una mansedumbre admirables, y luego, habiendo enviudado, se entregó de lleno a la oración y a las obras de caridad. († 1246)
En Fumone, cerca de Alatri, en la región del Lacio, muerte de san Pedro Celestino, el cual, después de haber abrazado la vida eremítica en el territorio de los Abruzos, célebre por su fama de santidad y conocido por sus milagros, fue elegido, ya octogenario, Romano Pontífice tomando el nombre de Celestino V, pero antes de que hubiese transcurrido un solo año, renunció al cargo y prefirió retirarse de nuevo a la soledad. († 1296)
En un castillo cercano a Tréguier, en Bretaña Menor, en Francia, san Ivo, presbítero, que por el amor de Cristo ejerció la justicia sin distinción de personas, favoreció la concordia, defendió las causas de los huérfanos, viudas y pobres, y acogió en su casa a los desfavorecidos. († 1303)
En Roma y en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, san Urbano I, papa, que gobernó fielmente la Iglesia Romana durante ocho años, tras el martirio de san Calixto. († 230)
En Siena, en la Toscana, beato Agustín Novelli, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, cultivador de la verdadera humildad y amante de la observancia religiosa. († 1310)
En Granada, en la región hispánica de Andalucía, martirio de los beatos Juan Lorenzo de Cetina, presbítero, y Pedro de Dueñas, religioso, ambos de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, que fueron degollados por mano del propio monarca, al haber ido a aquel reino musulmán a predicar a Cristo. († 1397)
En Suzuta, en Japón, beato Juan de Santo Domingo Martínez, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, que por Cristo murió en la cárcel. († 1619)
En Londres, en Inglaterra, beato Pedro Wright, presbítero y mártir, que habiendo abrazado la fe de la Iglesia católica e ingresado en la Orden de la Compañía de Jesús, donde fue promovido a las órdenes sagradas, en tiempo de la República padeció el martirio en el patíbulo de Tyburn. († 1651)
En Fucecchio, lugar de Toscana, san Teófilo de Corte, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que propagó de modo especial las casas de retiro para los frailes, y mostró una gran devoción a la Pasión del Señor y a la Virgen María. († 1740)
En Roma, san Crispín de Viterbo, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que mientras recorría los pueblos de las montañas para mendigar limosna, enseñaba los rudimentos de la fe a los campesinos. († 1750)
En un barco prisión frente a Rochefort, en Francia, beato Juan Bautista Javier (Juan Luis) Loir, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, el cual, casi octogenario, encarcelado durante la Revolución Francesa por ser sacerdote, fue encontrado muerto de rodillas, en actitud de orar. († 1794)
En Fianarantsoa, Madagascar, beato Rafael Luis Rafiringa, religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que, convertido del paganismo, mantuvo la presencia y la vitalidad de la Iglesia en Madgascar cuando todos los sacerdotes habían sido expulsados. († 1919)
En Cartagena de Nueva Granada, en Colombia, santa María Bernarda (Verena) Bütler, virgen, que, de origen suizo, fundó el Instituto de Hermanas Misioneras Franciscanas de María Auxiliadora. († 1924)
En Castillonroy, provincia de Huesca, España, beato Alberto Joaquín, en el siglo Alberto Linares de la Pinta, religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y mártir en la cruel persecución religiosa que acompañó a la Guerra Civil española. († 1937)
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato José Czempiel, presbítero y mártir, el cual, natural de Polonia, en tiempo de guerra pereció en la cámara de gas, asociado al sacrificio de Cristo. († 1942)
En Palermo, Italia, beata Pina Suriano, virgen, que ofreció sus sufrimientos físicos por la santificación de los sacerdotes. († 1950)

19 de mayo: Nuestra Señora de la Peña de Francia

 

19 de mayo: Nuestra Señora de la Peña de Francia

La Peña de Francia se levanta casi de súbito sobre la llanura, al sur de la provincia de Salamanca, en el límite con la de Cáceres.

La montaña se eleva a unos 1.800 metros sobre el nivel del mar, y termina en una pequeña meseta. La Peña de Francia se muestra, indudablemente, desde cualquier perspectiva, como la montaña con más personalidad de toda la sierra.

No deja de ser extraño el nombre de Francia que se da a la Peña donde se descubrió la imagen de la Virgen, y a su sierra.

El documento más antiguo que se conserva con el nombre de Francia, aplicado a esta comarca, está fechado en 8 de enero de 1289, es decir casi siglo y medio antes de la llegada a estos lugares de Simón Vela.

El motivo de este nombre no se sabe con certeza, como tampoco el origen de las imágenes. Sabemos que una colonia francesa figura entre los repobladores de Salamanca en el siglo XI, como ocurrió después con otras ciudades arrancadas a la morisma, como por ejemplo: Toledo, Córdoba y Sevilla. Muy bien pudo haber ocurrido que una colonia similar se estableciese, entonces o más tarde, en estos lugares, y por ella recibiera la comarca el nombre de la nación de origen de sus repobladores. Viejos apellidos originariamente franceses (Luis, Griñón, Martín, Giral, Bernal, Gascón y Cascón, ... ) son frecuentes en familias arraigadas desde tiempo inmemorial en los pueblos de la "sierra". El mismo nombre de San Martín del Castañar que lleva uno de los pueblos de la sierra, señala la misma dirección.

Tan sólo dos años después del hallazgo de la imagen de la Virgen se hicieron cargo, de ella y de su ermita, los frailes dominicos.

Durante esos dos años, la montaña de la Peña comenzó a ser objeto de fuertes disputas entre los señores de Granadilla y Miranda. Ante tales pretensiones el obispo de Salamanca, el 19 de septiembre de 1436, cede al provincial de los dominicos los derechos que pudiera tener sobre la ermita construida en las cumbres. Cuatro meses después, una comunidad de dominicos de cinco miembros asume canónicamente la ermita.

El número de religiosos de la comunidad establecida en la Peña creció rápidamente y echó raíces en la zona. Ya en el año 1516, en que se puso la primera piedra de La Casa Baja, la comunidad contaba con 22 religiosos. De esta comunidad partieron numerosos misioneros hacia América y Extremo oriente, especialmente Filipinas. Fueron ellos los principales impulsores de la devoción de la Peña en aquellos territorios.

El número de religiosos dominicos en la Peña se redujo en los inicios del siglo XIX y la comunidad desapareció en 1835, cuando, incautados todos los bienes del monasterio por la desamortización de Mendizábal, los religiosos fueron dispersados. Los dominicos volvieron a hacerse cargo del santuario el 16 de julio de 1900.

El Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia se halla en la provincia de Salamanca. Más en concreto, en la zona más hermosa: la Sierra de Francia. Allí, a 1.783 metros de altitud, se yergue este santuario desde donde se contempla un singular paisaje que abarca la llanura castellana, las montañas de las Hurdes y la sierra de la Estrella de Portugal. En estas alturas nos situamos para conocer una historia larga y hermosa. Todo comenzó con el hallazgo de una imagen de la Virgen que transformó un pico solitario en un lugar de encuentro, oración y contemplación de bellezas naturales. Esta imagen se ha convertido en catalizador de cuantos visitan la "sierra".

Desde su hallazgo, la imagen ha sido y es muy querida por los salmantinos. Su ya larga tradición ha permitido que su devoción se haya extendido más allá de nuestra tierra salmantina, y así su veneración es también compartida con muchos hombres y mujeres de tierras lejanas, especialmente de Sudamérica.

Poco después de su hallazgo por Simón Vela, la imagen y el Santuario a ella dedicado, es atendido por la Orden de Predicadores (dominicos).

La historia de la Peña de Francia se ha ido construyendo lentamente. Su realidad actual ha contado con la colaboración, sencilla y discreta, de personas íntegras que han ido poniendo su granito de arena para que todo fuera tal y como es. Su huella es imperceptible, pero se merecen nuestro recuerdo y consideración para que el anonimato no las arroje al olvido.

Es claro que su huella está en el corazón de la Virgen. Es una larga cadena perdida en el tiempo y sólo Ella sabe cuántos de los peregrinos de todos los tiempos, han dejado vestigio de su devoción y de su fidelidad. Los que a través de los días y los años nos encontramos en la cima, sí podemos constatar que muchos de los peregrinos y de la buena gente que acude al Santuario vive con recogimiento y cariño su devoción a Nuestra Señora y convierten el lugar en un "ámbito" de encuentro con la Madre. Admiran el paisaje y saborean la paz que en él se goza, para después acercarse silenciosos al interior de la iglesia y allí, con recogimiento, dan a su visita el carácter de peregrinación que convierte esta cima en un lugar especial. Es su fe y su devoción las que crean en esta cumbre ese ámbito donde todo habla de una "presencia viva" de Alguien que está más allá y más acá de nuestras vidas y que, a veces, no conseguimos encontrar.

Un encuentro que en muchas ocasiones suele ir acompañado de algún presente: flores, velas envueltas de calladas peticiones, donativos para el mantenimiento del lugar, manteles para los altares, ... a veces también aparecen grupos con bellos cantos charros, tamboril y gaita, ... etc. Todos ellos aportan su afecto, su oración y su presencia.

A todos esos peñíscolas anónimos va muy especialmente dedicado este apartado. Todas esas buenas gentes que, en el ir y venir de los días y de los años, intentan encontrar un espacio donde mostrar a Dios su confianza callada, o quizás, el lugar donde recogidamente pueden expresarle su necesidad, su aflicción o su alegría.

¡Y qué mejor casa que la casa de la Madre!

Junto a estos hombres y mujeres anónimos, hay otros a quienes todos recordamos, pero cuyas figuras pueden ir desdibujándose por haber abandonado este mundo. Son esos hombres y mujeres cuya presencia tuvo un relieve especial porque dedicaron tiempo, entusiasmo y fe, a mantener vivo el frescor del lugar para que todo siguiera hablando de Dios.

(fuente: www.dominicos.org)

viernes, 17 de mayo de 2024

Santos del día 18 de mayo

 

Santos del día 18 de mayo
Quintodecimo Kalendas iunii
   San Juan I, papa mártir - Memoria litúrgica   
San Juan I, papa y mártir, que, habiendo sido enviado por el rey arriano Teodorico en embajada al emperador Justino de Constantinopla, fue el primer pontífice romano que ofreció la Víctima Pascual en aquella Iglesia, pero a su regreso, detenido de manera indigna y aherrojado en la cárcel por el mismo Teodorico, pereció como víctima por Cristo Señor, en Ravena, en la Flaminia. († 526)
En Salona, de la Dalmacia, san Félix, mártir en la persecución bajo el emperador Diocleciano. († s. III/IV)
En Egipto, san Dióscoro, mártir, quien, hijo de un lector, después de muchos y variados tormentos, consumó su sacrificio con la decapitación. († c. 303)
En Alejandría, también en Egipto, santos Potamón, Ortasio y Serapión, presbíteros, y sus compañeros, todos mártires. († s. IV)
En Ancira, en Galacia, santos mártires Teodoto y su tía Tecusa, y Alejandra, Claudia, Faína, Eufrasia, Matrona y Julita, vírgenes, que, después de haber sido prostituidas por orden del gobernador, fueron arrojadas a un lago con piedras atadas al cuello. († c. 303)
En el territorio de Argovia, en Helvecia, beato Burcardo, presbítero, que como párroco del pueblo de Beinwil cuidó con asidua diligencia pastoral el rebaño a él confiado. († s. XII)
En Upsala, ciudad de Suecia, san Erico IX, rey y mártir, que durante su reinado gobernó sabiamente al pueblo, veló por los derechos de las mujeres y envió a Finlandia al obispo san Enrique para que propagase la fe de Cristo, pero finalmente, mientras asistía a la celebración de la Misa, cayó apuñalado en una agresión de sus enemigos daneses. († 1161)
En Toulouse, junto al río Garona, beato Guillermo, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. († 1369)
En Roma, san Félix de Cantalicio, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, el cual, con admirable austeridad y sencillez, ejerció el trabajo de recaudar la limosna en la ciudad eterna durante cuarenta años, sembrando al mismo tiempo paz y caridad a su alrededor. († 1587)
En Mergentheim, en Alemania, beata Blandina (María Magdalena) Merten, virgen de la Orden de Santa Úrsula, que unió a la vida contemplativa el cuidado de la formación humana y cristiana de niñas y adolescentes. († 1918)
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Estanislao Kubski, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra entregó su espíritu por Cristo en una cámara de gas. († 1942)
En el lugar de Hartheim, cerca de Linz, en Austria, beato Martín Oprzadek, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, el cual, de nacionalidad polaca, en la misma época y del mismo modo alcanzó el reino celestial. († 1942)