Matrona Patronal
Divinizada
Para este domingo día 12 de
mayo de 2024 se propone la celebración de la fiesta de la ASCENSIÓN. Ascensión
que se refiere a Jesús de Nazaret, porque nunca se debe aplicar tal 'hecho' a
la persona de María de Nazaret. Lo propio de esta mujer es la ASUNCIÓN. Y así
es como se celebra año tras año en el día 15 de agosto desde que el papa Pío
XII así lo proclamara en el recientísimo año de 1950, primera y única vez en
que la institución eclesial católica y vaticana ejerció la suprema potestad que
se le atribuye con el dogma de la Infalibilidad del pontífice o Papa. Este
dogma se proclamó en el año 1870 y se le representa, desde entonces, con la
imagen de la tiara papal colocada sobre la biblia abierta.
Dicho esto, me pregunto, ¿Qué
encuentro de todo ello en los relatos de los cuatro Evangelios? Tan sólo alguna
brizna, pitraca o migaja. La Buena Noticia del Evangelio de Jesús de Nazaret,
tan sencilla y de sentido común como las chirivitas de los campos en
primavera, se nos ha quedado orillada, ocultada y hasta olvidada frente al
poder de la Religión del Dogma que sube, asciende, manda, instituye,
corona y diviniza.
¿No es esto mismo lo que ha sucedido entre nosotros con María, la madre
de Jesús de Nazaret? Aquella señora María, ¿no es ahora matrona
patronal divinizada? Aunque sea al menos un segundo diario, proseguiré la meditación contemplativa de 'estas otras
cositas de la fe' que tienen que ver con nuestras populares, o no tan
populares, tradiciones pastorales o pastoriles. Por eso, me vuelvo a
repetir el mantra de mis saludos o silencios en una semana más de este
curioso año de mis preocupaciones con María y con Jesús:
Buenos días, humanísima trinidad de Nazaret: Jesús,
José y María.
099. Nuestra Señora la Virgen de la Cuesta de Alconchel
100. Nuestra Señora la Virgen del Castillo
101. Nuestra Señora la Virgen de Viloria
102. Nuestra Señora la Virgen de Rocamador
103. Nuestra Señora la Virgen del Just
104. Nuestra Señora la Virgen de Bucesta
105. Nuestra Señora la Virgen de la Oliva
Mi jaculatoria: Que me devuelvan
a la Señora María. Y
añado: Vive Jesús en nuestros corazones. Siempre.
A continuación se encuentran
los dos comentarios de este domingo día 12 de mayo.
TCarmelo Bueno Heras
Domingo de la ASCENSION Ciclo B (12.05.2024): Marcos
16,15-20. Respiro, vivo y sigo escribiendo CONTIGO:
Por qué sé que soy seguidor de Jesús de Nazaret
En la
recta final del tiempo de Pascua, las autoridades de la liturgia proponen la
celebración de cuatro domingos muy especiales. El primero de estos cuatro está
dedicado a contemplar la ‘ascensión’ [¿¿¿¡¡¡de la tierra al cielo???!!!]
del resucitado Jesús de Nazaret. Y para llenar de sentido la celebración de
esta fiesta se nos propone la lectura, la escucha y la meditación del texto de Marcos
16,15-20. Con este texto se concluye y finaliza la narración de la Buena
Noticia según el llamado Evangelio de Marcos. Será bueno que cada uno de
nosotros lo constatemos en la Biblia que solemos tener a mano para su constante
consulta.
En
realidad, hay que decir desde ahora mismo que este texto no pertenece a la
redacción primera de este Evangelio. El texto de Marcos 16,9-20 fue un
añadido, tal vez hacia finales de la década de los años noventa del siglo
primero. Tal vez, a alguno o a muchos de los lectores de aquella época, y de
aquel Evangelio, les pareció poco oportuna la forma y manera en la que se había
puesto el final a la ‘primera biografía de Jesús’. Este Evangelio, desde su
primera edición publicada no contaba ninguna narración sobre lo acontecido al
ejecutado y sepultado judío Jesús de Nazaret. Un joven vestido de blanco
anunció a tres mujeres (María Magdalena, María la de Santiago y Salomé) que si
deseaban ‘ver resucitado al crucificado Jesús de Nazaret’ deberían dirigirse a
Galilea (Marcos 16,1-8). Ahí y así acababa aquella primera biografía.
Por esta
razón me parece muy oportuno que se lea personalmente, o de manera compartida,
el relato completo de esta añadidura posterior al Evangelio como había sido
concebido y redactado originariamente. Para muchos estudiosos resulta extraño
que este primer Evangelio escrito no contase ninguna de ‘las apariciones del
resucitado Jesús de Nazaret’. En cambio, otro buen grupo de comentaristas
proponen comprender todo el relato de Marcos (desde 1,1 hasta 16,8) como la
única aparición de aquel judío y laico de la Galilea del norte llamado Jesús,
el de Nazaret. Y es en esa experiencia de ‘volver a Galilea’ donde se
descubre quién es Jesús.
Escrito
esto, que siempre es saludable rememorar y actualizar, prestamos atención
concentrada a ese puñado de versículos (Mc 16,15 a 18) que se han
colocado en boca de un Jesús de Nazaret evidentemente muy extraño y con muy
poco parecido o semejanza al mismo Jesús de todos los anteriores capítulos de
este Evangelio. Confieso que mi sentido común se niega a aceptar que las cinco
señales a las que se alude en esta lectura evangélica tengan algo que ver con
la persona del protagonista Jesús.
Siempre
he reconocido que las cinco señales de las que se habla aquí no me acompañan,
no me pertenecen, no me reconozco en ellas, no las practico ni creo en ellas.
Por eso, las vuelvo a transcribir aquí para no echarlas en el olvido: Una, no
creo haber expulsado a ningún demonio; la segunda, no he conseguido hablar
lenguas nuevas por ser creyente; la tercera, nunca he agarrado serpientes con
mis manos y dudo que trate de corregirme; la cuarta, nunca bebí conscientemente
un veneno para demostrar ser algo o alguien con poderes; y la quinta, a nadie
he curado de ninguna enfermedad por más que lo haya deseado realizar en más de
una circunstancia. Si estas son las cinco señales por las que se me reconocerá
que soy creyente, concluyo que soy una persona sin posibilidad alguna de
salvación. Confesado queda.
Frente a
esta realidad, dejo escrito que me parece más humana y creíble la única señal
de los seguidores que nos ofrece el biógrafo contemporáneo llamado Evangelio de
Juan. Me confieso seguidor del Jesús de Juan 13,35: “En esto conocerán todos
que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”. Clarito.
Carmelo
Bueno Heras. Madrid, 12 de mayo de 2024.
CINCO MINUTOS semanales con el
Evangelio de Marcos entre las manos para leerlo y meditarlo completo y de forma
ordenada, de principio a fin. Semana 24ª (12.05.2024): Marcos 6,30-56
Tres acciones de una Buena Noticia: Comer, liberar y
sanar.
La
lectura de Marcos 6,30-56 nos permite conocer tres nuevos hechos, signos
o datos que iluminan la respuesta a la pregunta explícita sobre la identidad de
Jesús de Nazaret, aquel laico judío que sorprendió por su manera de actuar y de
enseñar. Estos tres signos son: la llamada multiplicación de los cinco panes
y los dos peces con los que se alimentaron aquellos cinco mil hombres
hambrientos, más las mujeres y menores de doce años que no fueron contados,
pero que también estuvieron y comieron. ¿Quién reunió a esta inmensa multitud?
Parece ser que fue ‘la propaganda’ llevada a cabo por lxs seguidorxs de Jesús,
según leímos en 6,7-12.
Este
hecho de la comida compartida tiene lugar en la orilla oriental del lago, en el
mismo lugar donde se produjo la insólita transformación de ‘El Legión’
(5,1-20). ¿A quién no le resonará como un punzante ritornelo la expresión que
este relato pone en labios de Jesús: “Dadles vosotros de comer” (6,37)?
¿No se trata de ‘partir’ lo que se tiene, ‘repartirlo’ y ‘compartirlo’ con
quienes nos rodean? ¿Era esto o así, mi narradora María Magdalena, lo que
deseaste anunciarnos del actuar y el enseñar de Jesús de Nazaret con esta
sorprendente multiplicación y con la que contarás más adelante en 8,1-10?
El
siguiente signo o señal tiene lugar en el mar. Como si se deseara evocar la
vieja experiencia de la liberación que este pueblo vivió en su estancia en
Egipto. Se nos recuerda aquella comida de la primera pascua en tierra
extranjera antes de cruzar-pasar las aguas del Mar Rojo y poder acercarse a la
nueva tierra de la libertad. Esta señal contada en 6,45-52 nos despierta la
presencia de un Jesús que no se hunde en el mar ni deja que los vientos
hostiles hundan la barca de sus amigxs. Este Jesús está muy delicadísimamente
presentado como un “Soy yo” o un ‘Yo soy’ (Marcos 6,50 o Éxodo 3,14-16).
Más
de un comentarista crítico e ilustrado invita a no echar en el olvido que el
mar (aquí y en todo contexto bíblico) no es otra cosa que un símbolo del mal.
Este mar-mal es el abismo y lugar más alejado y opuesto al cielo -alturaycasa-
donde Yavé Dios habita. ¿Quién es, fue y será este hombre y laico que se trata
tan familiarmente con el mar del mal (6,51-52)?
¿No
es un mal el hambre de los hambrientos? Dadles vosotros de comer. ¿No es un mal
el sufrimiento de los enfermos? Dejadles tocar siquiera el borde de su manto
(6,53-56). El siguiente signo o señal es ¿acercarse a Jesús, sentir la
seguridad de su cercanía?: “Llegaron a la orilla occidental del lago,
desembarcaron en Tiberias… y todos los que lo tocaban quedaban sanos”. ¿No
les hacían creer a aquellas gentes que toda enfermedad era un castigo divino
por el pecado de los humanos?
¿Tocar
el manto de Jesús sanaba? Claro, ya lo ha contado esta Evangelista, que lo es
MM, en 5,24-34. Aquel manto de aquel Jesús es su mismísima identidad.
Tocar este manto es escuchar su enseñanza y acoger su buena noticia, blasfemia
y desobediencia para el poder del mal que reside en la Ley de Moisés y en la
religión de este Israel de Yavé, su Dios. El manto de este Dios es el único
Templo de Jerusalén y todo el sistema estructural de su Sacerdocio. Tocar el
Templo era tocar a su Dios y su manto. ¿Cómo ahora en muchos ámbitos? Igualito.
Creo que sí.
Carmelo
Bueno Heras. Madrid, 7 de mayo de 2017
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