San Fernando III, rey
fecha de inscripción en el santoral: 30 de
mayo
n.: 1198 - †: 1252 - país: España
canonización: Conf. Culto: Alejandro VII
31 may 1655 - C: Clemente X 7
feb 1671
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: San Fernando III, rey de Castilla y de León, que fue prudente en el
gobierno del reino, protector de las artes y las ciencias, y diligente en
propagar la fe. Descansó finalmente en la ciudad de Sevilla.
Patronazgos: patrono de Aranjuez, Sevilla (en
España) y San Fernando (en Venezuela), también del Cuerpo de Ingenieros
Militares en España, protector de los pobres y los presos.
refieren a este santo: Beato Pedro González «Telmo»
Oración: Oh Dios, que elegiste al rey san
Fernando como defensor de tu Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu
pueblo que te pide tenerlo como protector en el cielo. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica)
Fernando III,
nacido en 1198, era hijo de Alfonso IX, rey de León, y de Berengaria, la hija
mayor de Alfonso III de Castilla y de una de las hijas de Enrique II de
Inglaterra. Tía suya, hermana de Berengaria, fue Blanca de Castilla, madre de
san Luis de Francia. Berengaria hubiese debido heredar el trono de Castilla a
la muerte de Enrique, su hermano, pero prefirió ceder sus derechos a su hijo
Fernando, quen tenía entonces dieciocho años. Dos años más tarde, Fernando
contrajo matrimonio con de la que tuvo siete hijos y tres hijas.
Supo reunir y
poner de acuerdo los siempre divididos adversarios españoles, Castilla, Aragón,
Navarra y León. Decidió hacerse terciario franciscano. En él se encontraron
unidas las más difíciles virtudes, a saber, el valor con la piedad; la
prudencia con la audacia. También en su vida familiar fue bastante afortunado,
casado sucesivamente con dos dignísimas mujeres, la primera, que le fue
propuesta por su madre, Beatriz, hija del rey Felipe de Suabia, murió después
de quince años y le dio diez hijos; la segunda, Juana de Ponthieu, le fue
propuesta por Blanca de Castilla. Pero particularmente afortunado fue en las
guerras que hizo contra los Sarracenos, que ocupaban gran parte de España, en
un momento propicio y con grandes éxitos.
Penetrando en
Andalucía, ocupó a Córdoba y el reino de Murcia. Después bloqueado con su flota
el río Guadalquivir, conquistó a Sevilla, en medio de la alegría del mundo
cristiano y el estupor del musulmán. Fernando obtuvo así el título de «Terror
de los Moros», que persiguió hasta las costas de Africa.
La suya era una
guerra de liberación en sentido político y en sentido religioso. El grito de
batalla de sus tropas sonaba recio en todo el Mediterráneo: «¡Santiago y
Castilla!». A los prisioneros Moros los hizo devolver sobre sus espaldas la
campana robada por los Sarracenos al famoso santuario de Compostela. En la
conquista de Córdoba no hizo ningún daño a la población y su primer gran
pensamiento fue el de levantar una iglesia en honor de la Virgen. Temía cometer
la más pequeña injusticia y ofender también al más despreciado de sus súbditos.
Decía que temía más la maldición de una viejecita que todas las armas de los
Moros.
Sintiéndose
cercano a la muerte, recibió el viático y la unción de los enfermos en
presencia de todos los dignatarios de la corte, a los cuales quiso dar este
último ejemplo de devoción. A su hijo Alfonso, su heredero, antes de bendecirlo
le dio algunos consejos para el gobierno del reino: «Teme a Dios y tenlo
siempre como testigo de todas tus acciones públicas y privadas, familiares y
políticas». Era la regla de vida seguida por el rey Fernando. El 30 de mayo de
1252 entregó su alma a Dios. Tenía 53 años. Fue llorado por los soldados como
valeroso jefe; por su pueblo como padre providente, soberano, héroe y sobre
todo como santo. Fue sepultado en la catedral de Sevilla, y como terciario
franciscano que era, revestido con el hábito de la Orden.
No parece haber
habido un proceso de canonización formal, y de hecho no se inscribe su
canonización en el listado de la hacía poco tiempo fundada Concregación de
Ritos; sin embargo, sí se conserva la bula (cuyas partes pertinentes pueden
leerse en Acta SS) por la que SS Clemente X en febrero de 1671, recogiendo
decretos de aprobación del culto antiguo de Urbano VIII y Alejandro VII, eleva
la fiesta de san Fernando a categoría de fiesta litúrgica de la Iglesia
universal, y por tanto puede considerarse canonizado, no sólo beatificado o con
aprobación de culto.
En Acta
Sanctorum, mayo, vol. VII, hay una traducción latina de los párrafos de la
crónica del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez, que se refieren a san
Fernando; también puede verse ahí entre otros documentos, la breve biografía
escrita por Lucas, obispo de Tuy, contemporáneo del santo. Se conserva también
un relato del franciscano Gil de Zamora (c. 1300); la cuestión de la bula de
Clemente X se trata en las páginas 385-86 (téngase presente que el texto de
Acta SS es de esos mismos años, así que el dato y las fuentes estaban, por así
decir, a la mano); puede verse en el Boletín de la Real Academia de la
Historia, vol. 1 (1884), pp. 308-321.
La vida de Fernando III pertenece al dominio de la historiografía española, y
como tal, se hallarán tanto en impresos como en la red referencias de toda
clase; hemos recogido aquí lo que creemos esencial para una hagiografía,
tomándolo de dos fuentes que hemos mezclado, ya que contenían datos
complementarios: el Butler-Guinea y «Franciscanos para cada día». Se encontrarán
en la red otras hagiografías en castellano que pueden resultar de interés,
entre las que pueden destacarse: la de José Mª Sánchez de Muniáin, en Añor
Cristiano (BAC, 1966-2003), que puede leerse en el Directorio Franciscano, y la de José Gros
y Raguer, que puede leerse en Multimedios.org.
La imagen inferior es la de la urna de plata donde descansan sus restos, en la
catedral de Sevilla.
Abel Della Costa
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Estas
biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una
fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia
completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor,
al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel)
y el enlace de la página
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