sábado, 4 de enero de 2025

MRH: Magos, Reyes, Humanos - 05.01.2025. Domingo 2º de Navidad C: Juan 1,1-18 (Todos somos…, ¡como él!) y CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas (Semana 6ª (05.01.2025): Lucas 2,1-20. El ‘buen camino’ de la meditación crítica).

 MRH: Magos, Reyes, Humanos.

Estamos ya en el primer domingo del año 2025, la víspera de la fiesta de Reyes con su inmensa cantidad de tradiciones, regalos, encuentros, felicitaciones, aniversarios... La importancia de esta fiesta no es semejante en todos los rincones de este mundo, como suele suceder con el hecho del nacimiento de Jesús y la Navidad. ¿Tendrá su porqué? Probablemente.
Para este domingo, la víspera de los Reyes, la liturgia eclesiástica nos invita a leer la primera página del Evangelio de Juan, que no habla del nacimiento de Jesús de Nazaret ni de la presencia de los tales Reyes. De esto en concreto, algo comento
más abajo al detenerme en el texto de Juan 1.
Ahora, y muy brevemente, deseo confesar mis devaneos mentales a propósito del relato de Mateo 2, que es el único Evangelista que nos cuenta el dato de la presencia de estos Magos en la ciudad de Belén y en las cercanías del lugar donde parece que había nacido Jesús de Nazaret. Este Evangelista sólo habla de Magos en estos relatos de la Infancia de Jesús y nada más dice de ellos en ningún otro lugar de su 'biografía' de Jesús.
Después de este Evangelio de Mateo y hasta nuestros días siempre solemos hablar de Reyes Magos, de tres Reyes (por aquello de los tres continentes (Europa -piel blanca-, África -piel negra- y Asia -piel cobriza) y que, a su muerte, fueron enterrados en la catedral alemana de Colonia, donde se les suele visitar y venerar. Definitivamente, la mente humana curiosamente inquieta, ha fijado una tradición como si se tratara de fijar los hechos de la historia acontecida tal cual en tiempos remotos. 
Quien lee detenidamente los relatos bíblicos constata que 'el dios creador del libro del Génesis' sólo conocía estos tres continentes por la sencilla razón de que sólo habla de ellos y de ninguno más. ¿Nada parece saber de Oceanía y de América? ¿Tuvo que enterarse cuando se plasmó el logotipo universal de los cinco aros olímpicos? ¿Oceanía y América no tienen aún lugar en la Biblia judeo cristiana? ¿Habría que agrandar el canon de 'los libros sagrados'? 
Quizá, 'los graves olvidos' del tal Dios Creador nos estén hablando de la 'humanidad' que parece ser la única identidad de todo aquello a lo que denominamos 'dios'. 
¿Se trata, pues, de una 'humanidad' que evoluciona y progresa, que es la manera precisa de 'crear'? Probablemente. Así, pues, sería acertado iniciar la tradición de colocar, al menos, cinco magos en los próximos belenes. Y, en otra ocasión, habría que hablar también de su 'identidad real' (de reyes, quiero decir).
Y no deseo alargarme más ahora. Por segunda vez no voy a citar en este domingo las siete siguientes advocaciones marianas. Pero sí dejo constancia de las dos jaculatorias que me siguen sosteniendo en el camino del vivir y del creer:
La primera: -Vive Jesús en nuestros corazones. -Siempre.
La segunda: Que me devuelvan a la señora María.
A continuación se encuentran los comentarios del domingo 5 de enero.

Carmelo Bueno Heras

05.01.2025. Domingo 2º de Navidad C: Juan 1,1-18. Leo y escribo Contigo:

Todos somos…, ¡como él!

Aunque fuera desordenadamente, llevábamos cinco domingos seguidos leyendo textos del Evangelio de Lucas. Y a él volveremos en breve. Sin embargo, para este primer domingo del año nuevo se nos propone la lectura y meditación de la primera página del Evangelio de Juan. Un texto que ya he comentado el pasado mes de noviembre, como sé que recuerdas bien. ¿Por qué la liturgia, por un domingo, abandona la lectura de Lucas y nos propone el prólogo de Juan? No lo sé y no lo investigaré. No me interesan las razones de los litúrgicos eclesiásticos. Sólo me mueve el interés por seguir comprendiendo la inagotable riqueza de los relatos del Evangelio. Por eso, aprovecho la oportunidad para seguir desentrañando la experiencia de fe que nos cuenta un ‘hombre’ en esta página del cuarto evangelio.


Acabo de escribir un ‘hombre’ y eso sí tiene su intencionalidad. Un hombre que es el/la evangelista que escribe y, a la vez, aquella persona de la que se escribe, que no es otra que Jesús de Nazaret. Si todos cuantos creyeron, creen y creerán en él escribieran su experiencia de fe en Jesús, los libros no cabrían en los espacios bibliotecarios o en la moderna nube espacio-digital, como nos comenta el autor en los últimos versos de su libro (Juan 21,24-25). En el arranque del relato de este Evangelio se dice con excesivo lujo de detalles que este ‘hombre’ es una ‘palabra’. Y yo que leo estas cosas no puedo dejar de pensar en la primera página de la Biblia judía que es el primer relato de la tarea creadora de un creador que habla (Génesis 1,1 a 2,4): Y dijo Dios…


Si Jesús de Nazaret fue un ‘hombre’, una ‘palabra’ como aquellas que se creían salidas de las entrañas creadoras de Dios, todos los lectores de este Evangelio comprenderán muy bien que este hombre hable tanto, tanto y tanto que no se cansa de hacerlo. Todo el Evangelio está sembrado de largos discursos de este Jesús, hombre y persona del que no se dice cómo llegó a ser una palabra buena, nueva, abundante y desbordada como la plenitud del amor.


¿Fue este hombre, de carne y hueso y en su vida real e histórica, tan sabio, tan teólogo, tan maestro, tan pedagogo, tan visto, tan seguido, tan escuchado, tan querido? ¿Fue así, o así fue como se lo imaginó el autor y nos lo contó para impresionarnos, sorprendernos y provocarnos una respuesta de acogida, de silencio o de rechazo? Ante esta realidad, yo sólo puedo decir una cosa: que la lectura contemplativa, la escucha meditativa y la acogida interpretativa de esta narración sobre la ‘palabra’ que es Jesús de Nazaret nunca me deja indiferente. Siempre me descubre alguna atadura, vieja o nueva, y por eso siempre me siento invitado a liberarme.


Y ahora que vuelvo a la lectura de esta página del relato de un Jesús-palabra, me vuelvo a detener en esta expresión del verso dieciséis: Todos hemos recibido la misma plenitud de esta palabra que es Jesús de Nazaret. Todos somos él, igual que él. Me dirán muchos que no traduzco bien. Será cierto, pero creo que quienes conocen los mil entresijos de la lengua griega, en la que se escribió el original, nunca nos lo traducen de una manera inteligible para las gentes de a pie. Decirlo como lo acabo de escribir sonará a blasfemia en las mentes del dogma del Catecismo eclesiástico. Y a blasfemia les sonó entonces a los bien pensantes creyentes judíos del siglo primero. Para ellos no existía más ‘palabra de Dios’ que su Testamento escrito en la Ley llamada de Moisés (1,17). Y sé que también hoy suena a blasfemia en muchos oídos de actuales creyentes y practicantes de la Religión decir que Jesucristo (así escrito en 1,17) es Jesús de Nazaret (como he traducido). Para la Religión y su poder, esta ‘palabra’ de este Evangelio se llama Jesucristo. Para quienes sólo deseamos sentirnos confiados, acompañados y queridos, esta ‘palabra’ es Jesús de Nazaret.

Carmelo Bueno Heras. En Burgos, 3.01.2016 y en Madrid, 05.01.2025

 

CINCO MINUTOS con el Evangelio de Lucas para leerlo ordenadamente y desde el principio hasta el final.

Semana 6ª (05.01.2025): Lucas 2,1-20. El ‘buen camino’ de la meditación crítica

Quedó escrito en el comentario anterior que ‘al anuncio del nacimiento de Jesús’ (Lucas 1,26-38), en el primer tríptico del ‘Evangelio de la Infancia’, correspondía el relato del ‘nacimiento de este Jesús de Nazaret’ del Evangelista Lucas (2,1-20) en el segundo tríptico del Evangelio de la Infancia. Y añado otro dato que he ido dejando apuntado en comentarios anteriores. Cuando nace este Jesús de Nazaret se han cumplido quince meses, en la línea del tiempo, según este Evangelista. Recordemos bien, quince meses es igual que 450 (15 por 30) días.


Este Evangelista describe con precisión matemática unos datos de esta Infancia de Jesús. Son los datos que nos sitúan en el relato mítico, porque está diciendo que la profecía de Daniel 9 se está cumpliendo en Jesús de Nazaret. En cambio, los datos de la historia real de este laico de Galilea llamado Jesús son deliberadamente imprecisos: “Sucedió que por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto que ordenaba el empadronamiento de todo el Imperio… Sucedió que… se le cumplieron [a María] los días del parto y dio a luz a su hijo primogénito (2,1-7).


El hecho histórico del nacimiento de Jesús está contado con el ropaje literario del mito y por eso está tan clarito el tiempo y el lugar. El tiempo y los días son esos 450 ya señalados. Y el lugar: “José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea” (2,4). Para este Evangelista, su Jesús de Nazaret fue un nuevo David, pero muy poco o nada Mesías-Cristo y escandalosamente blasfemo y hereje en relación con la Ley de Moisés y con el templo de Yavé Dios en Jerusalén.

 

Esta manera de ser y de vivir de este Jesús de Nazaret de Lucas comenzaremos a verla clara y transparente cuando leamos en su capítulo tercero el encuentro de Jesús con Juan el bautizador. Para entonces, este Jesús llamado así por Gabriel en Nazaret (Lucas 1,31 y 2,21), tendrá ya unos treinta años (3,23). Y de lo que éste vivió desde sus doce hasta los treinta años nada sabemos nosotros ni lo supo Lucas. Y si lo supo, no tuvo ninguna importancia como había dicho en el inicio de su Evangelio: “Investigué todo diligentemente desde el principio (1,3).

 

Por si alguien pudiera pensar que esta identidad de la que he hablado de Jesús me la puedo haber malinterpretado, recomiendo que nos volvamos a leer el relato -único entre los cuatro Evangelios, sorprendente y mítico también- del anuncio del ángel a los pastores de Belén. Un anuncio tan contradictorio como imposible.

 

El Mesías, el Salvador de Israel, el Señor del pueblo, el nuevo David, es un niño envuelto en pañales como todo recién nacido y acostado en un pesebre. Si era el heredero de David el Rey, ¿Dónde estaban su padre-rey y su madre-reina? ¿Dónde estaba su palacio real? ¿Dónde sus vestiduras reales desde la cabeza a los pies? Y su séquito de palacio, ¿los pastores que duermen al aire libre? ¿Por qué aquí Lucas nada nos dice de los Magos Reyes de Oriente?

 

Lucas acaba el relato del nacimiento de Jesús con esta sabia pedagogía: “Todos se admiraban de lo que oían a los pastores sobre aquel niño… Y María meditaba todo cuanto oía y veía de su hijo” (2,18-20). ¿No será nuestra meditación crítica el camino para entender a este Jesús? Sí.

Carmelo Bueno Heras. En Madrid, 07 de enero de 2018.

Santos del día 5 de enero

 

Santos del día 5 de enero
Nonis ianuarii
En Alejandría de Egipto, santa Sinclética, virgen, de quien se cuenta que llevó vida eremítica. († s. IV)
En Cartago, san Deogracias, obispo, que redimió a muchos cautivos apresados por los vándalos, ofreciéndoles cobijo en dos grandes basílicas dotadas de camas y esteras. († c. 458)
En Roma, conmemoración de santa Emiliana, virgen, tía paterna del papa san Gregorio Magno, que falleció piadosamente poco después de su hermana Tarsila. († c. 594)
En Bretaña Menor, san Convoión, abad, fundador en Roten del monasterio de San Salvador, donde, bajo su dirección y siguiendo la Regla de san Benito, floreció un elevado número de monjes; pero destruido el cenobio por los normandos, fundó una nueva casa en Saint-Maixent-de-Plélan, en la que falleció ya octogenario. († 868)
En Londres, en Inglaterra, san Eduardo III, llamado «el Confesor», que, siendo rey de los ingleses, fue muy amado por su eximia caridad, trabajando incansablemente por mantener la paz en sus estados y la comunión con la Sede Romana. († 1066)
Cerca de Valkenburg, en la región de Limburg, san Gerlaco, eremita, que se distinguió por el servicio prestado a los indigentes. († c. 1165)
En la ciudad de Todi, en la Umbría, beato Rogerio, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, discípulo de san Francisco y ferviente imitador suyo. († 1237)
En Angers, ciudad de Francia, beatos Francisco Peltier, Jacobo Ledoyen y Pedro Tressier, presbíteros y mártires, quienes, por mantenerse fieles a su sacerdocio, fueron decapitados durante la Revolución Francesa. († 1794)
En la ciudad de Filadelfia, del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, san Juan Nepomuceno Neumann, obispo, de la Congregación del Santísimo Redentor, que se distinguió por su solicitud a favor de los inmigrantes pobres, ayudándoles con sus consejos y su caridad, así como por la educación cristiana de los niños. († 1860)
En Génova, ciudad de Italia, beata María Repetto, virgen de las Hermanas de Nuestra Señora del Refugio en el Monte Calvario, que vivió escondida del mundo y se esforzó por ayudar a los afligidos y dar esperanza de salvación eterna a los que dudaban. († 1890)
En Dublín, en Irlanda, san Carlos de San Andrés (Juan Andrés) Houben, presbítero de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, admirable ministro del sacramento de la Penitencia. († 1893)
En Jazlowice, en Ucrania, beata Marcelina Darowska, la cual, muertos su esposo y su primogénito, se consagró a Dios. Preocupada por la dignidad de la familia, fundó la Congregación de Hermanas de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, para la educación de las jóvenes. († 1911)
En Spoleto, en Italia, beato Pedro Bonilli, presbítero, fundador de la Congregación de Hermanas de la Sagrada Familia, para atender y educar a las niñas pobres y huérfanas. († 1935)
En Barcelona, beato Robert (Joan) Grau Bullich, sacerdote de la Orden de San Benito, mártir de la persecución religiosa en época de la Guerra Civil. († 1937)
En Zaragoza, en España, santa Genoveva Torres Morales, virgen, que desde joven experimentó las contrariedades de la vida y soportó la enfermedad que le aquejaba. Fundó el Instituto de Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Santos Ángeles, para ayudar a la mujeres. († 1956)

05 de enero: Nuestra Señora de la Abundancia

 

05 de enero: Nuestra Señora de la Abundancia

Los orígenes del santuario se remonta al final de la primera mitad del siglo XVII. Dicho edificio fue construido alrededor de 1650 por la voluntad de los ciudadanos de Cursi que querían dedicar el Templo de la Santísima Virgen María, después de algunos acontecimientos extraordinarios consideran milagroso, los cuales se produjeron en abril de 1640. En ese momento, graves enfermedades que diezmaron la población, como lo demuestran los numerosos enfermerías surgido a lo largo de ese período.

En Cursi, como en otros pueblos, la situación era muy grave, sumado a que no estaba lloviendo durante más de nueve meses. La población de Cursi sufría las consecuencias de la sequía prolongada. Las mujeres se reunían diariamente en la iglesia parroquial a orar y pedirle a la oración a la Santísima Virgen para que diera fin a los padecimientos del pueblo.

Una mañana de abril de 1640 un ciudadano de Cursi nombrado Biagio Natali, al no haber encontrado a su ganado en el establo, se puso a buscarlo por fuera de la ciudad. Vagando por las zonas del campo, llegó cerca de un antiguo camino que conducía en Muro Leccese, un pequeño centro no muy lejos de Cursi. El joven llegó hasta un campo de Melito donde se encontraba desde hace mucho tiempo una pequeña capilla dedicada a Nuestra Señora. No muy lejos de la orilla del camino, hencontró en una pared interior la imagen pintada de la Virgen con el Niño. De repente, Biagio fue atraído por una luz brillante. Se quedó mirando azorado esa luz misteriosa en la que, poco después , se materializó la figura de una mujer con un bebé en sus brazos. Una dulce voz rompió el silencio: "No temas, Yo soy la Reina del Cielo, Ve, regresa al país y calma a sus vecinos Sus peticiones fueron enviadas a mí Les aseguro que desde este momento los sufrimientos han terminado y como una muestra de mi protección, usted tendrá una cosecha abundante".

Dicho esto, la hermosa Señora desapareció. El joven quedó solo en el lugar, sintiendo una profunda alegría interior. Olvidando a su ganado, corrió hacia el país para contar sobre el incidente que vivió. El párroco de la época, Don Giovanni Domenico Cocciolo, le creyó porque en la noche anterior había visto en un sueño de que la Virgen le había dicho el mismo mensaje que Blaise le informó. Pronto la noticia se difundió entre los habitantes de Cursi, quienes salieron en procesión con el sacerdote en la cabeza hasta el sitio de la aparición.

Una vez en el lugar, todos rezaron a la Virgen frente a la imagen y, en el camino de vuelta, un aguacero repentino cayó sobre los camposya áridos de Cursi: una lluvia bendita , recibido con gozo y que se prolongó durante más de tres días. Así, se puso fin al sufrimiento de la gente, no sólo de Cursi sino de todos los pueblos vecinos.

Los cultivos en poco tiempo fueron abundantes. Los graneros estaban llenos y los árboles se presentaron sobrecargado con frutas. Todos atribuyeron el fenómeno a la intervención de la Virgen María. Fue entonces que el pueblo de Cursi decidieron, sin dudarlo, erigir un templo en su honor más grande que sustituye la pequeña capilla de Melito. Todos los ciudadanos participaron con entusiasmo para reunir los fondos necesarios para crear el proyecto. En 1650 el edificio fue casi terminado y el fresco rural de la Virgen y el Niño se inserta en el centro. Historia y tradición se unen para documentar exhaustivamente los orígenes de este santuario mariano durante siglos da la bienvenida a miles de peregrinos que acuden con fe a la Virgen para obtener abundantes gracias.

Hubo una segunda aparición de María, la cual se produjo en 1706. Un joven llamado Angelo Macchia Cursi regresaba del campo, cuando pasó cerca del Santuario y una repentina tormenta estalló con toda su violencia. El joven se refugió en el interior del templo y se encomendó a la Virgen María para que lo cuidara; ante su asombro, la Madre se apareció ante él y, sonriendo, lo tomó de la mano y lo condujo hacia el exterior. Una vez que el joven se encontró afuera del templo cuando con un rayo golpeó el santuario hasta incendiarlo y destruirlo. El joven se salvó gracias a la intervención milagrosa de la Virgen María, pudo regresar a su pueblo y con gran emoción dijo a los habitantes del pueblo lo que había sucedido.

Así que lo que pasó fue interpretado por las personas que, una vez más agradecido a la Virgen, reconstruyeron el santuario más hermoso y majestuoso que nunca. Tiempo después, aquel joven que se llamaba Angelo Macchia, se convirtió en un sacerdote.
traducido por mallinista
(fuente: www.santuariocursi.altervista.org)

viernes, 3 de enero de 2025

Santos del día 4 de enero

 

Santos del día 4 de enero
Pridie Nonas ianuarii
En Mesia, santos Hermes y Cayo, mártires, que sufrieron el martirio en Reciaria y Bononia, respectivamente. († s. IV)
En Dijon, en Burgundia, san Gregorio, que, después de haber regido la región de Autun, fue ordenado obispo de Langres. († c. 539)
En la ciudad de Uzés, en la Galia Narbonense, san Ferreol, obispo, autor de una Regla para monjes, que, enviado al exilio por envidia, al regresar al cabo de tres años junto a su grey se le recibió con alegría, como a un verdadero hombre de Dios. († 581)
En Meaux, ciudad de Neustria, san Rigomerio, obispo. († s. VI)
En la ciudad de Reims, también en Neustria, san Rigoberto, obispo, que habiendo sido expulsado de su sede por Carlos Martel, en contra de lo dispuesto por los cánones, llevó una vida humilde. († c. 743)
En Brouay-sur-l’Escaut, ciudad del Artois, igualmente en Neustria, santa Faraildis, viuda, quien, obligada a casarse con un hombre violento, abrazó hasta la ancianidad una vida de oración y austeridad. († c. 745)
En la ciudad de Foligno, en la Umbría, santa Angela, la cual, después de la muerte de su esposo y de sus hijos, siguió las huellas de san Francisco, entregándose totalmente a Dios, y escribió un libro, en donde cuenta las experiencias de su vida mística. († 1309)
En Santa Cruz de Val d'Arno, en Etruria, beata Cristiana (Oringa) Menabuoi, virgen, que fundó un monasterio bajo la Regla de san Agustín. († 1310)
En Durham, en Inglaterra, beato Tomás Plumtree, presbítero y mártir, que en tiempo de la reina Isabel I fue condenado a muerte por su fidelidad a la Iglesia católica y, llevado ante el patíbulo, prefirió ser colgado antes que vivir en la apostasía. († 1570)
En la ciudad de Emmitsburg, del estado de Maryland, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Isabel Ana Seton, quien, al quedar viuda, abrazó la fe católica y trabajó denodadamente para fundar la Congregación de Hermanas de la Caridad de San José, con el fin de educar a las jóvenes y atender a la infancia sin recursos. († 1821)
En Madrid, España, beato Euquerio Llanillo García, religioso de los Hermanos Maristas, mártir de la persecución religiosa en época de la Guerra Civil. († 1937)
En Madrid, ciudad de España, san Manuel González García, obispo sucesivamente de Málaga y de Palencia, que fue un pastor eximio según el corazón del Señor. Promovió el culto a la Sagrada Eucaristía y fundó la Congregación de Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret. († 1940)