viernes, 9 de octubre de 2015

San Domino de Parma - Santa Publia de Antioquia - San Sabino de Bigorre - San Gisleno de Hainaut 09102015

- San Domino de Parma

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En la ciudad llamada Julia (hoy Fidenza), en el territorio de Parma, en la vía Claudia, san Domino, mártir.


Santa Publia de Antioquia

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Santa Publia, monja
En Antioquia de Siria, conmemoración de santa Publia, quien, al morir su marido, entró en un monasterio. En este lugar, mientras cantaba con sus compañeras vírgenes las palabras del salmo «los ídolos de los gentiles son oro y plata» y «sean semejantes los que los hacen», fueron escuchadas por el emperador Juliano el Apóstata, que pasaba por allí, quien ordenó que la abofeteasen y reprendiesen con aspereza.
El historiador Teodoreto dice que Publia era una dama de buena familia de Antioquía que quedó viuda. Entonces reunió en su casa a cierto número de vírgenes y viudas que deseaban consagrarse a las prácticas de piedad en la vida común. El año 362, Juliano el Apóstata fue a Antioquía a preparar su campaña contra Persia. Un día, al pasar frente a la casa de Publia, Juliano se detuvo a escuchar el canto de las divinas alabanzas. Las religiosas cantaban en el oratorio el salmo 115 y Juliano alcanzó a distinguir las palabras: «Los ídolos de los gentiles son de oro y plata y están hechos por mano de hombre: no tienen boca y no pueden hablar». También oyó distintamente el versículo que dice: «Que los que construyen los ídolos y todos los que ponen su confianza en ellos sean como sus dioses». Juliano lo interpretó como un insulto personal y mandó que las religiosas se callasen y no volviesen a cantar nunca. Publia contestó por sus compañeras, citando el salmo 68: «Dios se levantará y destruirá a sus enemigos». Entonces Juliano mandó llamar a Publia y ordenó a los guardias que la golpeasen, a pesar de su sexo y su aspecto venerable. Pero ni así consiguió el emperador que las religiosas dejasen de cantar y se dice que tenía la intención de condenarlas a muerte al volver de la campaña de Persia. Pero Juliano no volvió nunca de esa campaña, de suerte que Publia y sus compañeras acabaron su vida en paz.

Véase Acta Sanctorum, oct., vol. IV, donde se cita el relato de Teodoreto (Hist. Eccles., III, 19).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


San Sabino de Bigorre

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San Sabino, eremita
En la región de Bigorre, a los pies de los Pirineos, san Sabino, eremita, que ilustró la vida monástica en Aquitania.
Se venera a san Sabino como el apóstol del Lavedán, región de los Pirineos en cuyos confines se halla situada Lourdes. Según la leyenda, Sabino, que nació en Barcelona, fue educado por su madre. A los pocos años, el niño pasó a Poitiers a continuar su educación bajo la dirección de su tío Eutilio, quien le nombró tutor de su primo, más joven que él. El ejemplo y las palabras de Sabino hicieron tanto bien a su primo, que el joven escapó de su casa e ingresó en el monasterio de Ligugé. Eutilio y su esposa rogaron a Sabino que emplease su influencia para hacer volver a su hijo; pero Sabino se negó a ello, citando las palabras del Evangelio en las que el Señor nos manda amarle más que a nuestro padre y a nuestra madre. Acto seguido, Sabino comunicó a sus tíos que él también estaba decidido a tomar el hábito en Ligugé.

Más tarde, san Sabino abandonó el monasterio para vivir en la soledad. Primero estuvo en Tarbes, y más tarde se dirigió al monasterio de Palatium Aemilianum, en el Lavedán. Fronimio, el abad del monasterio, le designó un sitio en las montañas de los alrededores y el santo se construyó allí una celda. Luego se metió a vivir a un pozo, y cuando Frominio le dijo que sus austeridades rayaban en la exageración, el santo le respondió que cada cristiano debía hacer penitencia por sus pecados en la forma particular que Dios le pide. San Sabino predicaba a los campesinos de los alrededores, tanto con la palabra como con el ejemplo de su vida penitente, y obró numerosos milagros. Por ejemplo, en cierta ocasión en que un campesino le reprendió ásperamente porque cruzaba su campo para ir a traer agua de la fuente, el santo la hizo brotar de la roca para no ofender a su vecino. Y una noche, como la yesca se le había acabado, encendió una tea, con el fuego de su propio corazón. Sólo tenía una túnica, que le duró doce inviernos y doce veranos.

Al recibir el aviso del cielo acerca de su próxima muerte, Sabino mandó llamar a los monjes y entregó el alma rodeado por ellos y por los campesinos de los alrededores. Su cadáver fue sepultado en la abadía, que más tarde tomó su nombre, así como la aldea próxima, que todavía se llama Saint-Savin-de-Tarves.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

San Gisleno de Hainaut

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San Gisleno, monje
En la región de Hainaut, en Austrasia, san Gisleno, que vivió como monje en una celda que él mismo se había construido.
San Gisleno, después de vivir algún tiempo como ermitaño en el bosque de Hainault, fundó allí un monasterio en honor de San Pedro y San Pablo. Dicho monasterio, que el santo gobernó con gran prudencia y virtud, se llamó durante mucho tiempo «La Celda» y hoy día se llama San Gisleno (cerca de Mons), aunque originalmente se llamaba Ursidongus (la madriguera del oso), lo cual dio origen a la leyenda de que un oso perseguido por el rey Dagoberto I se había ido a refugiar allí y había indicado al santo el sitio en el que debía fundar su monasterio. Se dice que san Gisleno ejerció gran influencia sobre san Vicente Madelgario y su esposa santa Waldetrudis. En efecto, san Gisleno alentó a santa Waldetrudis en la fundación del convento de Castrilocus (Mons), donde él había tenido su primera ermita, y ayudó a santa Aldegundis a fundar el convento de Maubeuge. Con esta última le unía una gran amistad y, cuando los dos santos eran ya suficientemente viejos para poder visitarse sin peligro, construyeron un oratorio a la mitad del camino entre sus dos monasterios, donde solían reunirse para hablar de Dios y de los problemas de sus respectivas comunidades.

Existe una leyenda apócrifa de que el santo había nacido en Ática, se había hecho monje allí y había sido elegido obispo de Atenas. A raíz de una visión, renunció a su oficio y fue a Roma con otros monjes griegos. Cuando estaba en Roma, Dios le reveló que debía ir a establecerse a Hainault y así lo hizo Gisleno con dos de sus compañeros. En Hainault conoció a san Amando, quien le aconsejó que se estableciese a orillas del río Haine. Dicha leyenda explica también por qué todos los hijos primogénitos de una familia de Roisin eran bautizados con el nombre de Balderico. Cuando el misterioso monje griego se dirigía a presentarse a san Auberto, obispo de Cambrai, se hospedó en casa de una familia de Roisin. Durante la noche, la esposa de su huésped empezó a sentir los dolores del alumbramiento. Como el parto se anunciase muy difícil, el hombre rogó a san Gisleno que orase por su mujer. Entonces el santo dio al hombre su cinturón, diciéndole: «Ciñe a tu mujer este 'baldrico' (cinturón para sostener la vaina de la espada) y dará a luz sin dificultad a un niño». La profecía resultó cierta, y los agradecidos padres le regalaron dos posesiones para su monasterio.

 Poncelet publicó otra biografía, escrita en el siglo XI por el monje Rainero de Saint Ghislain, en Analecta Bollandiana, vol. v (1877), pp. 212-239; en las pp. 257.290 hay un tercer documento biográfico. Véase Van der f., sen, Etude critique sur les saints mérovingiens, pp. 249-260; U. Berliere, Monasticon Beige, vol. 1, pp. 244-246; y Berliere, en Revue liturgique et monastique, vol. XIV (1929), 438 ss. La vida de San Gisleno, tal como la cuentan los biógrafos antiguos, es muy inverosímil.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI




 
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