martes, 6 de octubre de 2015

San Ságar de Laodicea - Santa Fe de Agen - San Renato de Sorrento - San Román de Auxerre 06102015

San Ságar de Laodicea

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San Ságar de Laodicea, obispo y mártir
En Laodicea, de Frigia, san Ságar, obispo y mártir, que padeció en tiempo de Servilio Paulo, procónsul de Asia.
Conocemos a san Ságar (o Sagaris) de Laodicea más bien tangencialmente, ya que no nos han llegado obras o relatos extensos; sin embargo aparece en algunas citas de Eusebio en su Historia Eclesiástica y se verá que, por el modo de introducir el nombre, habrá sido en su epoca un personaje destacado. En efecto, Eusebio cuenta (H.E. IV,26,3)) que Melitón de Sardes (al que conocemos por su preciosa homilía sobre la Pascua, que se lee en el oficio de la Semana Santa) escribió una obra sobre la Pascua (en realidad eran dos libros); esta obra se ha perdido, pero Eusebio cita el comienzo: «Bajo el procónsul de Asia Servilio Pablo, tiempo en que Sagaris sufrió martirio, hubo en Laodicea muchas disputas acerca de la Pascua, que precisamente caía en aquellos días, y se escribió esto...». Esta es la primer mención que tenemos, y con cierta precisión, ya que nos dice en qué consulado ocurrió el martirio.

Lamentablemente, como suele suceder, la mención de Servilio Paulo no es nada clara, ya que no hubo en esa época ningún cónsul llamado así; pudo ser un tal L. Sergio Paulo, cónsul en Asia en el 168 (que por supuesto carece de relación con el Sergio Paulo de Hech. 13,7, un siglo y cuarto anterior), o bien un tal Q. Servilio Pudens, cónsul en Asia en el 166. El error podría ser del propio Eusebio al transcribir el párrafo de Melitón. De todos modos, sea como sea, queda situado el martirio en Laodicea, entre el 166 y el 168. El Martirologio Romano ha aceptado el nombre incorrecto de Servilio Paulo, ya que transcribe directamente lo que dice Eusebio.

Podría acabar aquí todo lo que sabemos de san Sagaris, y no estaríamos peor que con otros mártires antiguos, sin embargo nos ha llegado aun otra referencia, trambién transcripta por Eusebio, aunque esta vez de una carta de Polícrates al papa san Víctor, donde el obispo de Asia se queja al de Roma porque Víctor pretende imponerles el modo de establecer la fecha de celebración de la Pascua, siendo que desde antiguo estaba en uso en Asia la práctica llamada «cuartodecimana», que entendía que debía celebrarse el 14 Nisán, como la pascua judía, es decir, al primer día de luna llena luego del equinoccio de primavera, cayera en el día de la semana que fuere. En Roma, y en muchas otras iglesias, ya se usaba lo que vino a ser luego la práctica general -la misma que la actual-, es decir, el domingo posterior a la primer luna llena del equinoccio de primavera. Tal como acostumbraban a rodear de caridad las discusiones, cada uno de los grupos consideraba, no sólo que el otro estaba equivocado, sino que era hereje. Así que san Víctor trató a los obispos de Asia de herejes, y Polícrates le responde con una punzante carta, donde le refuta la práctica romana, y va señalando cuáles obispos famosos habían sido «cuartodecimanos», añadiéndole con ironía que, aunque no celebraron como en Roma, «resucitarán el día de la venida del Señor».

La cuestión puede leerse más extensamente en el artículo referido a san Víctor, pero lo que os importa aquí es que precisamente uno de los obispos que cita Polícrates en defensa de su posición es san Sagaris: «»Y en Esmirna, Policarpo, obispo y mártir. Y Traseas, obispo asimismo y mártir, que procede de Eumenia y reposa en Esmirna. ¿Y qué falta hace hablar de Sagaris, obispo y mártir, que descansa en Laodicea...?» (H.E. V,24,4-5). Gracias, entonces, a esta disputa de los obispos de Asia con el de Roma, sabemos hoy este minúsculo dato adicional sobre san Sagaris, que posiblemente no nos hubiera llegado de otro modo: que adhería a la tradición apostólica que se fundaba en Juan, y celebraba la Pascua en la fecha judía.

 D. Argimiro Velasco Delgado, edición BAC, 2008.



Santa Fe de Agen

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Santa Fe, mártir
En Agen, ciudad de Aquitania, santa Fe, mártir.
uando esta doncella compareció ante los procuradores Daciano y Ageno por ser cristiana, hizo primero la señal de la cruz y pidió la ayuda celestial, después se volvió hacia Daciano, quien le preguntó: «¿Cómo te llamas?» Ella respondió: «Me llamo Fe y espero estar a la altura de mi nombre». Daciano le preguntó: «¿Cuál es tu religión?» Fe replicó: «Desde niña he servido a Cristo y a Él me he consagrado». Daciano, que se sentía inclinado al perdón, le dijo: «Hija mía, piensa en tu juventud y tu belleza. Renuncia a tu religión y ofrece sacrificios a Diana. Es una diosa de tu sexo y te concederá toda clase de bienes». Pero la santa respondió: «Todos los dioses de los gentiles son malos. ¿Cómo, pues, me pides que les ofrezca sacrificios?» Daciano exclamó: «Si no ofreces sacrificios, morirás en el tormento». La joven replicó: «Estoy pronta a sufrir todos los tormentos por Cristo. Ardo en deseos de morir por Él». Daciano ordenó a los verdugos que trajesen una parrilla y tendiesen a Fe sobre ella. Los verdugos vertieron aceite en el fuego para avivar las llamas y hacer más violenta la tortura. Algunos espectadores, horrorizados gritaron: «¿Cómo te atreves a atormentar a una doncella cuyo único crimen es adorar a Dios?» Daciano mandó arrestar al punto a algunos de los que habían lanzado ese grito. Como éstos se negasen a ofrecer sacrificios, fueron decapitados junto con santa Fe.

La leyenda que acabamos de reproducir no es fidedigna, ya que se confunde en algunos puntos con la de san Caprasio. Pero el culto de santa Fe era muy popular en la Edad Media en Europa. La capilla del costado oriental de la cripta de la catedral de San Pablo, en Londres, lleva todavía el nombre de la santa. Antes del Gran Incendio de Londres (1666), existía en Faringdon Ward Within una parroquia consagrada a santa Fe, que fue derribada en 1240 para ensanchar el coro de la catedral.

La leyenda de la vida y milagros de Santa Fe era extraordinariamente popular en la Edad Media. En «Biblioteca Hagiográfica Latina» hay una lista de treinta y ocho diferentes textos latinos (nn. 2928-2965); de ellos se derivó una serie de obras en diversos idiomas, particularmente interesantes desde el punto de vista filológico. Véase, por ejemplo, Hoepfener y Alfaric, La chanson de Ste Foy (2 vols., 1926), y la reseña que hay sobre esa obra en Analecta Bollandiana, vol. XLV (1927), pp. 421-425. En Acta Sanctorum, oct., vol. III, hay un texto muy antiguo y relativamente sobrio del martirio de la santa, en el que no se menciona nominalmente a san Caprasio, Cf. Bouillet-Serviéres, Ste Foy (1900); y Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. u, pp. 144-146. El hecho de que el Hieronymianum mencione a Santa Fe permite suponer que la santa fue realmente martirizada en Agen, pero es imposible precisar cuándo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


San Renato de Sorrento

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San Renato de Sorrento, obispo
En la ciudad de Sorrento, en la Campania, san Renato, obispo.
Algunos estudiosos de la Iglesia de Sorrento, dicen que fue el segundo obispo de la ciudad, otros, que el primero. Probablemente fue uno de aquellos ermitaños, como Castello de Castellammare o Antonino de Sorrento, que vivieron entre los siglos VI y IX, en las colinas de la península sorrentina.
El sermón sobre el santo, compuesto a fines del siglo VIII, no le da el título de obispo, ni es mencionado como tal en la «Vida» de san Antonio Abad, del siglo IX, donde se narra que Renato se le aparece -bajo la forma de un venerable anciano, sin pelo y con barba, junto con los santos patronos de Sorrento, Antonio, Atanasio, Bacoli y Valerio- al noble napolitano Sergio Pipino en la víspera de la batalla contra los sarracenos del 846.

La ermita de Renato parece haberse convertido en la primera catedral de Sorrento y fue confiada a los benedictinos de Monte Casino, ya desde el siglo VIII, quienes en 1603 construyeron una gran basílica junto a la antigua capilla. Durante los trabajos salieron a la luz reliquias atribuidas a los santos Renato y Valerio.

El culto se difundió mucho en la Campania, y en Sorrento hay una capilla dedicada a él en la Catedral, y se lo celebra con el título de confesor. En el Monte Faito, en la ciudad de Vico Equense, había ya en 1340 una pequeña iglesia dedicada a San Renato, que se convirtió en el centro de su culto. Varios lugares se le dedicaron en Nápoles, menciona en documentos de julio de 1276 y marzo 1367, y en Capua, Sarno, Nola, en el siglo XIV.

El intercambio frecuente que entre los siglos XIII y XV hubo entre la Campania y Provenza, bajo la dominación de Anjou en Nápoles, llevó a la confusión de la figura de san Renato de Sorrento, con la de san Renato obispo de Angers, quien -según la leyenda-, se retiró a la vida eremítica en Sorrento, y fue llamado a ser obispo de la ciudad.
fuente: Santi e Beati


San Román de Auxerre

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En Auxerre, de Neustria, san Román, obispo.




 
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