Sin escuchar a Dios, todas nuestras palabras serán solamente palabras que no sacian y no sirven, dijo el Papa
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
En la introducción a los trabajos de la asamblea de obispos que se desarrolla en el Vaticano, el 5 de octubre, Francisco puso un fuerte acento en la oración confiada. “La oración confiada –dijo- es la acción del corazón cuando se abre a Dios, cuando se callan todos nuestros humores para escuchar la suave voz de Dios que habla en el silencio. Sin escuchar a Dios, todas nuestras palabras serán solamente palabras que no sacian y no sirven. Sin dejarse guiar por el Espíritu, todas nuestras decisiones serán solamente decoraciones que en lugar de exaltar el Evangelio lo recubren y lo esconden”.
Y el Obispo de Roma reiteró que “el Sínodo no es un parlamento donde, para alcanzar un consenso o un acuerdo común, se recurre al negociado, al acuerdo o a las componendas” para afirmar que “el único método del Sínodo es aquel en el que se abre al Espíritu Santo con coraje apostólico, con humildad evangélica y con oración confiada, de modo que sea el Espíritu quien nos guía, nos ilumina y nos hace poner delante de los ojos, con nuestras opiniones personales, pero con la fe en Dios, la fidelidad al magisterio, el bien de la Iglesia y la Salus animarum”.
Después de un saludo especial a los periodistas presentes y a aquellos que siguen el Sínodo, el Vicario de Cristo concluyó: “Iniciamos nuestro camino invocando la ayuda del Espíritu Santo y la intercesión de la Sagrada Familia, Jesús, María y san José. ¡Gracias!”.
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