Sínodo De Los Obispos Sobre Los Jóvenes, Octubre 2018 © Vatican Media
‘Instrumentum laboris’ para el Sínodo de la Amazonía – Documento completo
Guión de trabajo para los padres sinodales
(ZENIT – 17 junio 2019).- Hoy, 17 de junio de 2019, se ha presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Instrumentum laboris de la Asamblea Especial para la Región Panamazónica del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano del 6 al 27 de octubre de 2019.
El Instrumentum laboris es el documento de trabajo con el que contarán los padres sinodales durante las tres semanas de duración del consabido Sínodo sobre la Amazonía. Se trata de un texto que recopila y resume todo el material recibido de la consulta realizada por la Secretaría General a través del Documento preparatorio, que incluye un cuestionario, y que se presentó el pasado 8 de junio de 2018.
A continuación exponemos el contenido íntegro de este Instrumentum laboris.
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AMAZONÍA:
NUEVOS CAMINOS PARA LA IGLESIA Y PARA UNA ECOLOGÍA INTEGRAL
INSTRUMENTUM LABORIS
INDICE
INTRODUCCIÓN
PARTE I:
LA VOZ DE LA AMAZONÍA
LA VOZ DE LA AMAZONÍA
Capítulo I: Vida
Amazonía, fuente de vida
Vida en abundancia
El “buen vivir”
Vida amenazada
Defender la vida, enfrentar la explotación
Clamor por vivir
Capítulo II: Territorio
Territorio, vida y revelación de Dios
Un territorio en donde todo está conectado
La belleza y la amenaza del territorio
Territorio de esperanza y del “buen vivir”
Capítulo III: Tiempo (Kairós)
Tiempo de gracia
Tiempo de inculturación e interculturalidad
Tiempo de desafíos graves y urgentes
Tiempo de esperanza
Capítulo IV: Diálogo
Nuevos caminos de diálogo
Diálogo y misión
Diálogo con los pueblos amazónicos
Diálogo y aprendizaje
Diálogo y resistencia
Conclusión
PARTE II:
ECOLOGÍA INTEGRAL: EL CLAMOR DE LA TIERRA Y DE LOS POBRES
Capítulo I: Destrucción extractivista
El clamor amazónico
Ecología integral
Ecología integral en la Amazonía
No a la destrucción de la Amazonía
Sugerencias
Capítulo II: Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV): amenazas y protección
Pueblos en las periferias
Pueblos vulnerables
Sugerencias
Capítulo III: Migración
Pueblos amazónicos en salida
Causantes de la migración
Consecuencias de la migración
Sugerencias
Capítulo IV: Urbanización
Urbanización de la Amazonía
Cultura urbana
Desafíos urbanos
Sugerencias
Capítulo V: Familia y comunidad
Las familias amazónicas
Cambios sociales y vulnerabilidad familiar
Sugerencias
Capítulo VI: Corrupción
Corrupción en la Amazonía
Flagelo moral estructural
Sugerencias
Capítulo VII: La cuestión de la Salud Integral
Salud en la Amazonía
Valorización y profundización de las medicinas tradicionales
Sugerencias
Capítulo VIII: Educación Integral
Una Iglesia sinodal: discípula y maestra
Educación como encuentro
Educación en una ecología integral
Sugerencias
Capítulo IX: La conversión ecológica
Cristo nos llama a la conversión (cf. Mc 1,15)
Conversión integral
Conversión eclesial en la Amazonía
Sugerencias
PARTE III:
IGLESIA PROFÉTICA EN LA AMAZONÍA: DESAFÍOS Y ESPERANZAS
IGLESIA PROFÉTICA EN LA AMAZONÍA: DESAFÍOS Y ESPERANZAS
Capítulo I: Iglesia con rostro amazónico y misionero
Un rostro rico en expresiones
Un rostro local con dimensión universal
Un rostro desafiante ante las injusticias
Un rostro inculturado y misionero
Capítulo II: Desafíos de la inculturación y la interculturalidad
En camino hacia una iglesia con rostro amazónico e indígena
Sugerencias
La evangelización en las culturas
Sugerencias
Capítulo III: La celebración de la fe: una liturgia inculturada
Sugerencias
Capítulo IV: La organización de las comunidades
La cosmovisión de los indígenas
Distancias geográficas y pastorales
Sugerencias
Misión urbana
Desafíos urbanos
Sugerencias
Capítulo VI: Diálogo ecuménico e interreligioso
Sugerencias
Capítulo VII: Misión de los medios de comunicación
Medios, ideologías y culturas
Medios de la Iglesia
Sugerencias
Capítulo VIII: El rol profético de la Iglesia y la promoción humana integral
Iglesia en salida
Iglesia en escucha
Iglesia y poder
Sugerencias
CONCLUSIÓN
INTRODUCCIÓN
“El Sínodo de los Obispos debe convertirse cada vez más en un instrumento privilegiado para escuchar al Pueblo de Dios: «Pidamos ante todo al Espíritu Santo, para los padres sinodales, el don de la escucha: escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama»” (EC, 6)
1. El Papa Francisco anunció el día 15 de octubre de 2017 la convocatoria de un Sínodo Especial para la Amazonía, iniciando un proceso de escucha sinodal que comenzó en la misma Región Amazónica con su visita a Puerto Maldonado (19/01/2018). Este Instrumentum Laboris es fruto de ese largo proceso que incluye la redacción del Documento Preparatorio para el Sínodo en junio de 2018; y una amplia encuesta a las comunidades amazónicas[1].
2. La Iglesia tiene nuevamente hoy la oportunidad de ser oyente en esta zona donde tanto está en juego. La escucha implica reconocer la irrupción de la Amazonía como un nuevo sujeto. Este nuevo sujeto, que no ha sido considerado suficientemente en el contexto nacional o mundial ni en la vida de la Iglesia, ahora es un interlocutor privilegiado.
3. Pero la escucha no es nada fácil. Por un lado, la síntesis de las respuestas al cuestionario de parte de las Conferencias Episcopales y de las comunidades resultará siempre incompleta e insuficiente. Por otro, la tendencia a homologar los contenidos y propuestas requiere un proceso de conversión ecológica y pastoral para dejarse interpelar seriamente por las periferias geográficas y existenciales (cf. EG 20). Este proceso tiene que continuar durante y después del Sínodo, como un elemento central de la futura vida de la Iglesia. La Amazonía clama por una respuesta concreta y reconciliadora.
4. El Instrumentum laboris consta de tres partes: la primera, el ver-escuchar, se titula La voz de la Amazonía y tiene la finalidad de presentar la realidad del territorio y de sus pueblos. En la segunda parte, Ecología integral: el clamor de la tierra y de los pobres se recoge la problemática ecológica y pastoral, y en la tercera parte, Iglesia Profética en la Amazonía: desafíos y esperanzas, la problemática eclesiológica y pastoral.
5. De este modo, la escucha de los pueblos y de la tierra por parte de una Iglesia llamada a ser cada vez más sinodal, comienza por tomar contacto con la realidad contrastante de una Amazonía llena de vida y sabiduría. Continúa con el clamor provocado por la deforestación y la destrucción extractivista que reclama una conversión ecológica integral. Y concluye con el encuentro con las culturas que inspiran los nuevos caminos, desafíos y esperanzas de una Iglesia que quiere ser samaritana y profética a través de una conversión pastoral. Siguiendo la propuesta de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), el documento se estructura en base a las tres conversiones a las que nos invita el papa Francisco: la conversión pastoral a la que nos llama a través de la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (ver-escuchar); la conversión ecológica a través de la Encíclica Laudato sì que orienta el rumbo (juzgar-actuar); y la conversión a la sinodalidad eclesial mediante la Constitución Apostólica Episcopalis Communio que estructura el caminar juntos (juzgar-actuar). Todo ello en un proceso dinámico de escucha y discernimiento de los nuevos caminos por los que la Iglesia en la Amazonía anunciará el Evangelio de Jesucristo en los próximos años.
“Está bien que ahora sean ustedes mismos quienes se autodefinan
y nos muestren su identidad. Necesitamos escucharles” (Fr.PM)
6. La evangelización en América Latina fue un don de la Providencia que llama a todos a la salvación en Cristo. A pesar de la colonización militar, política y cultural, y más allá de la avaricia y la ambición de los colonizadores, hubo muchos misioneros que entregaron su vida para transmitir el Evangelio. El sentido misional no sólo inspiró la formación de comunidades cristianas, sino también una legislación como las Leyes de Indias que protegían la dignidad de los indígenas contra los atropellos de sus pueblos y territorios. Tales abusos produjeron heridas en las comunidades y opacaron el mensaje de la Buena Nueva; frecuentemente el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimían a las poblaciones.
7. Hoy día la Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse netamente de las nuevas potencias colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su rol profético. La crisis socio ambiental abre nuevas oportunidades para presentar a Cristo en toda su potencialidad liberadora y humanizadora. Este primer capítulo se estructura en torno a cuatro conceptos claves íntimamente relacionados: vida, territorio, tiempo, diálogo, donde se encarna la Iglesia con rostro amazónico y misionero.
“Yo he venido para dar vida a los hombres y para que la tengan en plenitud” (Jn 10,10)
8. Este Sínodo se desenvuelve en torno a la vida: la vida del territorio amazónico y de sus pueblos, la vida de la Iglesia, la vida del planeta. Tal como lo reflejan las consultas a las comunidades amazónicas, la vida en la Amazonía se identifica, entre otras cosas, con el agua. El río Amazonas es como una arteria del continente y del mundo, fluye como venas de la flora y fauna del territorio, como manantial de sus pueblos, de sus culturas y de sus expresiones espirituales. Como en Edén (Gn 2,6) el agua es fuente de vida, pero también conexión entre sus diferentes manifestaciones de vida, en la que todo está conectado (cf LS, 16, 91, 117, 138, 240). “El río no nos separa, nos une, nos ayuda a convivir entre diferentes culturas y lenguas”.[2]
9. La cuenca del río Amazonas y los bosques tropicales que la circundan nutren los suelos y regulan, a través del reciclado de humedad, los ciclos del agua, energía y carbono a nivel planetario. Sólo el río Amazonas arroja cada año en el océano Atlántico el 15% del total de agua dulce del planeta.[3] Por ello la Amazonía es esencial para la distribución de las lluvias en otras regiones remotas de América del Sur y contribuye a los grandes movimientos de aire alrededor del planeta. También nutre la naturaleza, la vida y culturas de miles de comunidades indígenas, campesinos, afro-descendientes, ribereños y de las ciudades. Pero cabe destacar que, según expertos internacionales, la Amazonía es la segunda área más vulnerable del planeta, después del Ártico, en relación con el cambio climático de origen antropogénico.
10. El territorio de la Amazonía comprende parte de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guayana, Suriname y Guayana Francesa en una extensión de 7,8 millones de kilómetros cuadrados, en el corazón de América del Sur. Los bosques amazónicos cubren aproximadamente 5,3 millones de km2, lo que representa el 40% del área de bosque tropical global. Esto es apenas el 3,6% del área de tierras emergidas de la tierra, que ocupan unos 149 millones de kilómetros cuadrados, o sea, cerca del 30% de la superficie de nuestro planeta. El territorio amazónico contiene una de las biosferas geológicamente más ricas y complejas del planeta. La sobreabundancia natural de agua, calor y humedad hace que los ecosistemas de la Amazonía alberguen alrededor del 10 al 15% de la biodiversidad terrestre, almacenen entre 150 mil y 200 mil millones de toneladas de carbono cada año.
11. Jesús ofrece una vida en plenitud (cf. Jn 10,10), una vida plena de Dios, vida salvífica (zōē), que comienza en la creación y se manifiesta ya en lo más elemental de la vida (bios). En la Amazonía, ella se refleja en su abundante bio-diversidad y culturas. Es decir, una vida plena e íntegra, una vida que canta, un canto a la vida, como el canto de los ríos. Es una vida que danza y que representa la divinidad y nuestra relación con ella. “Nuestro servicio pastoral”, como lo afirmaron los Obispos en Aparecida, es un servicio “a la vida plena de los pueblos indígenas [que] exige anunciar a Jesucristo y la Buena Nueva del Reino de Dios, denunciar las situaciones de pecado, las estructuras de muerte, la violencia y las injusticias internas y externas, fomentar el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico” (DAp. 95). A la luz de Jesucristo el Viviente (cf. Ap 1,18), plenitud de la revelación (cf. DV 2), discernimos tal anuncio y denuncia.
12. La búsqueda de los pueblos indígenas amazónicos de la vida en abundancia, se concreta en lo que ellos llaman el “buen vivir”.[4] Se trata de vivir en “armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los seres humanos y con el ser supremo, ya que hay una inter-comunicación entre todo el cosmos, en donde no hay excluyentes ni excluidos, y que entre todos podamos forjar un proyecto de vida plena”.[5]
13. Tal comprensión de la vida se caracteriza por la conectividad y armonía de relaciones entre el agua, el territorio y la naturaleza, la vida comunitaria y la cultura, Dios y las diversas fuerzas espirituales. Para ellos, “buen vivir” es comprender la centralidad del carácter relacional-trascendente de los seres humanos y de la creación, y supone un “buen hacer”. No se pueden desconectar las dimensiones materiales y espirituales. Este modo integral se expresa en su propia manera de organizarse, que parte de la familia y comunidad, y abraza un uso responsable de todos los bienes de la creación. Algunos de ellos hablan del caminar hacia la “tierra sin males” o en busca de “la loma santa”, imágenes que reflejan el movimiento y la noción comunitaria de la existencia.
14. Pero la vida en la Amazonía está amenazada por la destrucción y explotación ambiental, por la sistemática violación a los derechos humanos básicos de la población amazónica. En especial la violación de los derechos de los pueblos originarios, como ser el derecho al territorio, a la auto-determinación, a la demarcación de los territorios, y a la consulta y consentimiento previos. Según las comunidades participantes de esta escucha sinodal, la amenaza a la vida proviene de intereses económicos y políticos de los sectores dominantes de la sociedad actual, en especial de empresas extractivas, muchas veces en connivencia, o con la permisividad de los gobiernos locales, nacionales y autoridades tradicionales (de los mismos indígenas). Como afirma el papa Francisco, quienes persiguen tales intereses parecieran estar desconectados o ser indiferentes a los gritos de los pobres y de la tierra (cf. LS 49, 91).
15. Según surge de las múltiples consultas realizadas en muchas de las regiones amazónicas, las comunidades consideran que la vida en la Amazonía está sobre todo amenazada por: (a) la criminalización y asesinato de líderes y defensores del territorio; (b) apropiación y privatización de bienes de la naturaleza, como la misma agua; (c) concesiones madereras legales e ingreso de madereras ilegales; (d) caza y pesca predatorias, principalmente en ríos; (e) mega-proyectos: hidroeléctricas, concesiones forestales, tala para producir monocultivos, carreteras y ferrovías, proyectos mineros y petroleros; (f) contaminación ocasionadas por toda la industria extractiva que produce problemas y enfermedades, sobre todo a los niños/as y jóvenes; (g) narcotráfico; (h) los consecuentes problemas sociales asociados a estas amenazas como alcoholismo, violencia contra la mujer, trabajo sexual, tráfico de personas, pérdida de su cultura originaria y de su identidad (idioma, prácticas espirituales y costumbres), y toda condición de pobreza a las que están condenados los pueblos del amazonia (cf. Fr.PM).
16. En la actualidad, el cambio climático y el aumento de la intervención humana (deforestación, incendios y cambios en el uso de suelo) están conduciendo la Amazonía hacia un punto de no retorno, con altas tasas de deforestación, desplazamiento forzado de la población, y contaminación, poniendo en riesgo sus ecosistemas y ejerciendo presión sobre las culturas locales. Umbrales de 4oC de calentamiento o una deforestación del 40% son “puntos de inflexión” del bioma amazónico hacia la desertificación, lo cual significa una transición a un nuevo estado biológico generalmente irreversible. Y es preocupante que hoy en día estamos ya entre el 15 y el 20 % de deforestación.
17. Las comunidades consultadas también han enfatizado el vínculo entre la amenaza a la vida biológica y la vida espiritual, es decir, una amenaza integral. Los impactos provocados por la destrucción múltiple de la cuenca panamazónica generan un desequilibrio del territorio local y global, en las estaciones y en el clima. Esto afecta, entre otras cosas, la dinámica de fertilidad y reproducción de la fauna y flora, y a su vez a todas las comunidades amazónicas. Por ejemplo, la destrucción y contaminación natural afectan a la producción, al acceso y a la calidad de los alimentos. Y en este sentido, para cuidar responsablemente la vida y el “buen vivir”, es urgente enfrentarse a tales amenazas, agresiones e indiferencias. El cuidado de la vida se opone a la cultura del descarte, de la mentira, de la explotación y de la opresión. Al mismo tiempo supone oponerse a una visión insaciable del crecimiento sin límites, de la idolatría del dinero, a un mundo desvinculado (de sus raíces, de su entorno), a una cultura de muerte. En síntesis, la defensa de la vida implica la defensa del territorio, de sus recursos o bienes naturales, pero también de la vida y la cultura de los pueblos, el fortalecimiento de su organización, la exigibilidad plena de sus derechos, y la posibilidad de ser escuchados. En palabras de los mismos indígenas: “nosotros indígenas de Guaviare (Colombia) somos-hacemos parte de la naturaleza porque somos agua, aire, tierra y vida del medio ambiente creado por Dios. Por lo tanto, pedimos que cesen los maltratos y exterminio de la ‘Madre Tierra’. La tierra tiene sangre y se está desangrando, las multinacionales le han cortado las venas a nuestra ‘Madre Tierra’. Queremos que nuestro clamor indígena sea escuchado por todo el mundo”.[6]
18. Amenazas y agresiones a la vida generan clamores, tanto de los pueblos como de la tierra. Partiendo de estos clamores como lugar teológico (desde dónde pensar la fe), se pueden iniciar caminos de conversión, de comunión y de diálogo, caminos del Espíritu, de abundancia y del “buen vivir”. La imagen de la vida y del “buen vivir” como “camino a la loma santa” implica una comunión con los co-peregrinos y con la naturaleza en su conjunto, es decir, un camino de integración con la abundancia de la vida, con la historia y con el porvenir. Estos nuevos caminos se hacen necesarios ya que las grandes distancias geográficas y la mega-diversidad cultural de la Amazonía son realidades aún no resueltas en el ámbito pastoral. Los nuevos caminos se basan “en relaciones interculturales donde la diversidad no significa amenaza, no justifica jerarquías de poder de unos sobre otros, sino diálogo desde visiones culturales diferentes, de celebración, de interrelación y de reavivamiento de la esperanza” (DAp. 97).
“Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es sagrado” (Ex 3,5)
19. En la Amazonía, la vida está inserta, ligada e integrada al territorio, que como espacio físico vital y nutricio, es posibilidad, sustento y límite de la vida. Además, podemos decir que la Amazonía – u otro espacio territorial indígena o comunitario – no es solo un ubi (un espacio geográfico), sino que también es un quid, es decir, un lugar de sentido para la fe o la experiencia de Dios en la historia. El territorio es un lugar teológico desde donde se vive la fe, es también una fuente peculiar de revelación de Dios. Esos espacios son lugares epifánicos en donde se manifiesta la reserva de vida y de sabiduría para el planeta, una vida y sabiduría que hablan de Dios. En la Amazonía se manifiestan las “caricias de Dios” que se encarna en la historia (cf. LS 84).
20. Una mirada contemplativa, atenta y respetuosa a los hermanos y hermanas, y también a la naturaleza – al hermano árbol, a la hermana flor, a las hermanas aves, a los hermanos peces, y hasta a las hermanitas pequeñas como las hormigas, las larvas, los hongos o los insectos (cf. LS 233) – permite a las comunidades amazónicas descubrir cómo todo está conectado, valorar cada creatura, ver el misterio de la belleza de Dios revelándose en todas ellas (cf. LS 84, 88), y convivir amigablemente.
21. En el territorio amazónico no existen partes que puedan subsistir por sí solas y solo externamente relacionadas, sino más bien dimensiones que constitutivamente existen en relación, formando un todo vital. De allí que el territorio amazónico ofrezca una vital enseñanza para comprender integralmente nuestras relaciones con los demás, con la naturaleza, y con Dios, como plantea el papa Francisco (cf. LS 66).
22. Al contemplar la hermosura del territorio amazónico descubrimos la obra maestra de la creación del Dios de la Vida. Sus horizontes inacabables de belleza sin límites son un canto, un himno al Creador. “¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Vestido de majestad y esplendor, envuelto en un manto de luz” (Sal 104(3),1-2). Su expresión de vida múltiple es un mosaico del Dios que nos entrega una “herencia gratuita que recibimos para proteger […] el espacio precioso de la convivencia humana” y la responsabilidad compartida “para bien de todos” (DAp. 471). El papa Francisco en Puerto Maldonado nos invita a defender esta región amenazada, para preservarla y restaurarla para el bien de todos, nos da esperanza en nuestras capacidades para construir el bien común y la Casa Común.
23. La Amazonía hoy es una hermosura herida y deformada, un lugar de dolor y violencia, como lo señalan elocuentemente los informes de las Iglesias locales: “La selva no es un recurso para explotar, es un ser o varios seres con quienes relacionarse”.[7]“Nos duele la destrucción de la naturaleza, la destrucción de la selva, de la vida, nuestros hijos y las futuras generaciones”.[8] La destrucción múltiple de la vida humana y ambiental, las enfermedades y contaminación de ríos y tierras, la tala y quema de árboles, la pérdida masiva de la biodiversidad, la desaparición de especies (más de un millón de los ocho millones animales y vegetales a riesgo)[9], constituyen una cruda realidad que nos interpela a todos. Cunde la violencia, el caos y la corrupción. El territorio se ha convertido en un espacio de desencuentros y exterminio de pueblos, culturas y generaciones. Hay quienes se ven forzados a salir de su tierra; muchas veces caen en las redes de las mafias, del narcotráfico y de la trata de personas (en su mayoría mujeres), del trabajo y la prostitución infantil.[10] Es una realidad trágica y compleja, que se sitúa al margen de la ley y del derecho. El grito de dolor de la Amazonía es un eco del grito del pueblo esclavizado en Egipto al que Dios no abandona: “¡He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias! Voy a bajar para librarlo del poder de los egipcios” (Ex. 3, 7-8).
24. La Amazonía es el lugar de la propuesta del “buen vivir”, de promesa y de esperanza para nuevos caminos de vida. La vida en la Amazonía está integrada y unida al territorio, no hay separación ni división entre las partes. Esta unidad comprende toda la existencia: el trabajo, el descanso, las relaciones humanas, los ritos y las celebraciones. Todo se comparte, los espacios privados – típicos de la modernidad – son mínimos. La vida es un camino comunitario donde las tareas y las responsabilidades se dividen y se comparten en función del bien común. No hay lugar para la idea de individuo desligado de la comunidad o de su territorio.
25. La vida de las comunidades amazónicas aún no afectadas por el influjo de la civilización occidental, se refleja en la creencia y en los ritos sobre el actuar de los espíritus, de la divinidad – llamada de múltiples maneras – con y en el territorio, con y en relación a la naturaleza. Esta cosmovisión se recoge en el ‘mantra’ de Francisco: “todo está conectado” (LS 16, 91, 117, 138, 240).
26. La integración de la creación, de la vida considerada como una totalidad que abarca toda la existencia, es la base de la cultura tradicional que se transmite de generación en generación a través de la escucha de la sabiduría ancestral, reserva viva de la espiritualidad y cultura indígena. Dicha sabiduría inspira el cuidado y respeto por la creación, con conciencia clara de sus límites, prohibiendo su abuso. Abusar de la naturaleza es abusar de los ancestros, de los hermanos y hermanas, de la creación, y del Creador, hipotecando el futuro.
27. Tanto las cosmovisiones amazónicas como la cristiana se encuentran en crisis por la imposición del mercantilismo, la secularización, la cultura del descarte y la idolatría del dinero (cf. EG 54-55). Esta crisis afecta sobre todo a los jóvenes y los contextos urbanos que pierden las sólidas raíces de la tradición.
“En el tiempo favorable te escuché; en el día de la salvación te ayudé” (Is 49,8; 2Cor 6, 2)
28. La Amazonía está viviendo un momento de gracia, un Kairós. El Sínodo de la Amazonía es un signo de los tiempos donde el Espíritu Santo abre nuevos caminos que discernimos a través de un diálogo recíproco entre todo el pueblo de Dios. El diálogo ya comenzó hace tiempo, desde los más pobres, desde abajo hacia arriba asumiendo que “todo proceso de construcción es lento y difícil. Comprende el desafío de romper el propio espacio y abrirse para un trabajo en conjunto, vivir la cultura del encuentro, […]construir una iglesia hermana”.[11]
29. Los pueblos amazónicos originarios tienen mucho que enseñarnos. Reconocemos que desde hace miles de años ellos cuidan de su tierra, el agua y el bosque, y han logrado hasta hoy preservarlos para que la humanidad pueda beneficiarse del gozo de los dones gratuitos de la creación de Dios. Los nuevos caminos de evangelización han de construirse en diálogo con estas sabidurías ancestrales en las que se manifiestan semillas del Verbo.
30. La Iglesia de la Amazonía ha marcado con experiencias significativas su presencia de manera original, creativa e inculturada. Su programa evangelizador no corresponde a una mera estrategia ante las llamadas de la realidad, es la expresión de un camino que responde al Kairós que impulsa al pueblo de Dios a acoger su Reino en estas bio-socio-diversidades. La Iglesia se hizo carne montando su tienda – su “tapiri” – en la Amazonía.[12] Se confirma así un caminar que comenzó con el Concilio Vaticano II para toda la Iglesia, encontró su reconocimiento en el Magisterio Latinoamericano desde Medellín (1968) y se concretó para la Amazonía en Santarém (1972).[13] Desde entonces la Iglesia continúa buscando inculturar la Buena Nueva ante los desafíos del territorio y de sus pueblos en un diálogo intercultural. La diversidad original que ofrece la región amazónica – biológica, religiosa y cultural – evoca un nuevo Pentecostés.
31. El acelerado fenómeno de la urbanización, la expansión de la frontera agrícola por agronegocios y aún el abuso de los bienes naturales llevado a cabo por los mismos pueblos amazónicos se añaden a los ya mencionados grandes agravios. La explotación de la naturaleza y de los pueblos amazónicos (indígenas, mestizos, caucheros, ribereños e incluso de los que viven en las ciudades), provoca una crisis de esperanza.
32. Los procesos migratorios de los últimos años también han acentuado los cambios religiosos y culturales de la región. Frente a los rápidos procesos de transformación, la Iglesia ha dejado de ser el único punto de referencia para la toma de decisiones. Además, la nueva vida en la ciudad no siempre hace posible los sueños y aspiraciones, sino que muchas veces desorienta y abre espacios para mesianismos transitorios, desconectados, alienantes y vacíos de sentido.
33. En contraste con esta realidad, el Sínodo de la Amazonía se convierte así en un signo de esperanza para el pueblo amazónico y para toda la humanidad. Es una gran oportunidad para que la Iglesia pueda descubrir la presencia encarnada y activa de Dios: en las más diversas manifestaciones de la creación; en la espiritualidad de los pueblos originarios; en las expresiones de la religiosidad popular; en las diferentes organizaciones populares que resisten a los grandes proyectos; y en la propuesta de una economía productiva, sostenible y solidaria que respeta la naturaleza. En los últimos años la misión de la Iglesia se ha realizado en alianza con las aspiraciones y luchas por la vida y el respeto a la naturaleza de los pueblos amazónicos y sus propias organizaciones.
34. Por la fuerza del Espíritu Santo, la Iglesia, identificada con esta historia de cruz y resurrección, quiere aprender, dialogar y responder con esperanza y alegría a los signos de los tiempos junto a los pueblos de la Amazonía. Esperamos que tal aprendizaje, diálogo y co-responsabilidad, puedan extenderse también a todos los rincones del planeta que aspiran a la plenitud integral de la vida en todos los sentidos. Creemos que este Kairós de la Amazonía, como tiempo de Dios, convoca y provoca, es un tiempo de gracia y liberación, de memoria y de conversión, de desafíos y de esperanza.
“Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen” (Mc 8, 18)
35. El Papa Francisco nos plantea la necesidad de una nueva mirada que abra caminos de diálogo que nos ayuden a salir de la senda de la autodestrucción de la actual crisis socio-ambiental.[14] Refiriéndose a la Amazonía, el Papa considera que es “imprescindible realizar… un diálogo intercultural en el cual [los pueblos indígenas] sean los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios. El reconocimiento y el diálogo será el mejor camino para transformar las históricas relaciones marcadas por la exclusión y la discriminación” (Fr.PM). Este diálogo local con el cual la Iglesia quiere implicarse, está al servicio de la vida y del “futuro del planeta” (LS 14).
36. Como la Amazonía es un mundo pluriétnico, pluricultural y plurireligioso (cf. DAp. 86), la comunicación, y por tanto la evangelización, requiere encuentros y convivencias que favorezcan el diálogo. Lo contrario del diálogo es la falta de escucha y la imposición que impiden encontrarnos, comunicarnos, y, por tanto, convivir. Jesús fue un hombre de diálogo y de encuentro. Así lo vemos “con la mujer samaritana, en el pozo donde buscaba saciar su sed (cf. Jn 4,7-26)” (EG 72); “apenas salió de su diálogo con Jesús”, la samaritana regresó a su pueblo, “se convirtió en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús «por la palabra de la mujer» (Jn 4,39)” (EG 120). Fue capaz de dialogar y amar más allá de la particularidad de su herencia religiosa samaritana. La evangelización así se realiza en la vida ordinaria de Samaría, en la Amazonía, en todo el mundo. El diálogo es una comunicación gozosa “entre los que se aman” (EG 142).
37. Desde su encarnación, el encuentro con Jesucristo se ha producido siempre en el horizonte de un diálogo cordial, histórico y escatológico. Esto se realiza en los diferentes escenarios del mundo plural y entrelazado de la Amazonía. Abarca las relaciones políticas con los Estados, sociales con las comunidades, culturales con las diferentes formas de vivir, y ecológicas con la naturaleza y consigo mismo. El diálogo busca el intercambio, el consenso y la comunicación, los acuerdos y las alianzas, “pero sin perder la cuestión de fondo”, es decir, la “preocupación por una sociedad justa, capaz de memoria y sin exclusión” (EG 239). Por ello el diálogo tiene siempre una opción preferencial por los pobres, marginados y excluidos. Las causas de la justicia y de la alteridad, son causas del Reino de Dios. No defendemos “un proyecto de unos pocos a unos pocos, o de una minoría ilustrada” (EG 239). En el diálogo entretejemos “un acuerdo para vivir juntos, un pacto social y cultural” (EG 239). Para este pacto, la Amazonía representa un pars pro toto, un paradigma, una esperanza para el mundo. El diálogo es el método que se ha de aplicar siempre para alcanzar la buena vida de todos. Las grandes cuestiones de la humanidad que surgen en la Amazonía no encontrarán soluciones a través de la violencia o la imposición, sino a través del diálogo y la comunicación.
38. Son los pueblos de la Amazonía, especialmente los pobres y los culturalmente diferentes, los principales interlocutores y protagonistas del diálogo. Ellos nos confrontan con la memoria del pasado y con las heridas causadas durante largos períodos de colonización. Por ello el papa Francisco pidió “humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”.[15] En este pasado la Iglesia a veces ha sido cómplice con los colonizadores, ello sofocó la voz profética del Evangelio. Muchos de los obstáculos a una evangelización dialógica y abierta a la alteridad cultural, son de carácter histórico y se esconden detrás de ciertas doctrinas petrificadas. El diálogo es un proceso de aprendizaje, facilitado por la “apertura a la trascendencia” (EG 205) y obstaculizado por las ideologías.
39. Muchos pueblos amazónicos son constitutivamente dialógicos y comunicativos. Existe un amplio y necesario campo de diálogo entre las espiritualidades, credos y religiones amazónicas que exige una aproximación cordial a las diversas culturas. El respeto de este espacio no significa relativizar las propias convicciones, sino reconocer otros caminos que buscan desentrañar el misterio inagotable de Dios. La apertura no sincera al otro, así como una actitud corporativista, que reserva la salvación exclusivamente al propio credo, son destructivas de ese mismo credo. Así lo explicó Jesús al Doctor de la Ley en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 30-37). El amor vivido en cualquier religión agrada a Dios. “A través de un intercambio de dones, el Espíritu puede llevarnos cada vez más a la verdad y al bien” (EG 246).
40. Un diálogo a favor de la vida está al servicio del “futuro del planeta” (LS 14), de la transformación de mentalidades estrechas, de la conversión de corazones endurecidos, y de compartir verdades con toda la humanidad. Podríamos decir que el diálogo es pentecostal, como lo es el nacimiento de la Iglesia, que camina en busca de su identidad hacia la unidad en el Espíritu Santo. Descubrimos nuestra identidad desde el encuentro con el otro, desde las diferencias y coincidencias que nos muestran la inabarcabilidad de la realidad y del misterio de la presencia de Dios.
41. A menudo la disposición a dialogar encuentra resistencias. Los intereses económicos y un paradigma tecnocrático repelen toda tentativa de cambio. Sus partidarios están dispuestos a imponerse por la fuerza, transgrediendo derechos fundamentales de las poblaciones en el territorio, y las normas para la sustentabilidad y preservación de la Amazonía. En esos casos las posibilidades de diálogo y encuentro son muy reducidas hasta desaparecer en algunas situaciones. ¿Cómo reaccionar frente a ello? Por una parte, será necesario indignarse, no de modo violento, pero sí de modo firme y profético. Es la indignación de Jesús contra los fariseos (cf. Mc 3,5; Mt 23) o contra el mismo Pedro (Mt 16,23), lo que Tomás de Aquino llamaba “santa indignación”, provocada por las injusticias,[16] o asociada a promesas incumplidas o traiciones de todo tipo. Un paso siguiente es el de buscar acuerdos como lo sugiere el mismo Jesús (cf. Lc 14,31-32). Se trata de entablar un diálogo posible y nunca permanecer indiferentes ante las injusticias de la región o del mundo.[17]
42. Una Iglesia profética es aquella que escucha los gritos y cantos de dolor y de júbilo. El canto revela las situaciones de los pueblos, al mismo tiempo que inspira, e intuye posibilidades de solución y transformación. Hay pueblos que cantan su historia y también su presente, para que quien oye ese canto pueda vislumbrar, perfilar su futuro. En síntesis, una Iglesia profética en la Amazonía es aquella que dialoga, que sabe buscar acuerdos, y que, desde una opción por los pobres y de su testimonio de vida, busca propuestas concretas en favor de una ecología integral. Una Iglesia con capacidad de discernimiento y audacia frente a los atropellos de los pueblos y a la destrucción de sus territorios, que responda sin demora al clamor de la tierra y de los pobres.
43. La vida en la Amazonía, entretejida por el agua, el territorio, y las identidades y espiritualidades de sus pueblos, invita al diálogo y al aprendizaje de su diversidad biológica y cultural. La Iglesia participa y genera procesos de aprendizaje que abren caminos de una formación permanente sobre el sentido de la vida integrada a su territorio y enriquecida por sabidurías y experiencias ancestrales. Tales procesos invitan a responder con honradez y estilo profético al clamor por la vida de los pueblos y de la tierra amazónica. Ello implica un renovado sentido de la misión de la Iglesia en la Amazonía que, partiendo del encuentro con Cristo, sale al encuentro con el otro iniciando procesos de conversión. En este contexto se abren nuevos espacios para recrear ministerios adecuados a este momento histórico. Es el momento de escuchar la voz de la Amazonía y de responder como Iglesia profética y samaritana.
“Propongo que nos detengamos ahora a pensar
en los distintos aspectos de una ecología integral…
ambiental, económica y social” (LS, 137-8)
44. La segunda parte afronta los graves problemas causados por los atentados contra la vida en el territorio amazónico. La agresión a esta zona vital de la ‘Madre Tierra’ y a sus pobladores amenaza su subsistencia, su cultura y su espiritualidad. Ello también afecta la vida de la humanidad entera, de modo particular a los pobres, los excluidos, los marginados, los perseguidos. La actual situación pide urgentemente una conversión ecológica integral.
“Hoy el pecado se manifiesta con toda su fuerza de destrucción en […] las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono de los más frágiles, los ataques a la naturaleza” (LS 66)
45. “Probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora” (Fr.PM). Los proyectos extractivos y agropecuarios que explotan inconsideradamente la tierra están destruyendo este territorio (cf. LS 4, 146), que corre el riesgo de “sabanizarse”.[18] La Amazonía está siendo disputada desde varios frentes. Uno responde a los grandes intereses económicos, ávidos de petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales, etc. Otro es el de un conservacionismo ecológico que se preocupa del bioma pero ignora a los pueblos amazónicos. Ambos producen heridas en la tierra y en sus pueblos: “Estamos siendo afectados por los madereros, ganaderos y otros terceros. Amenazados por actores económicos que implementan un modelo ajeno en nuestros territorios. Las empresas madereras entran al territorio para explotar el bosque, nosotros cuidamos el bosque para nuestros hijos, tenemos la carne, pesca, remedios vegetales, árboles frutales […] La construcción de hidroeléctricas y el proyecto de hidrovías impacta sobre el río y sobre los territorios […] Somos una región de territorios robados.”[19]
46. Conforme las consultas realizadas, los clamores amazónicos reflejan tres grandes causas de dolor: (a) la falta de reconocimiento, demarcación y titulación de los territorios de los indígenas que son parte integral de sus vidas; (b) la invasión de los grandes proyectos llamados de “desarrollo”, pero que en realidad destruyen territorios y pueblos (Ej.: hidroeléctricas, minería – legal e ilegal -, asociada a los garimpeiros ilegales [mineros informales que extraen el oro], hidrovías -que amenazan los principales afluentes del Río Amazonas-, actividades hidrocarburíferas, actividades pecuarias, deforestación, monocultivo, agroindustria y grilagem [apropiación de tierras valiéndose de documentación falsa] de tierra). Muchos de estos proyectos destructivos en nombre del progreso son apoyados por los gobiernos locales, nacionales y extranjeros; y (c) la contaminación de sus ríos, de su aire, de sus suelos, de sus bosques y el deterioro de su calidad de vida, culturas y espiritualidades. Por ello “hoy no podemos dejar de reconocer queun verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS 49). Esto es lo que el papa Francisco llama ecología integral.
47. La ecología integral se basa en el reconocimiento de la relacionalidad como categoría humana fundamental. Ello significa que nos desarrollamos como seres humanos en base a nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás, con la sociedad en general, con la naturaleza/ambiente, y con Dios. Esta integralidad vincular fue sistemáticamente enfatizada durante las consultas a las comunidades amazónicas.
48. La encíclica Laudato Si’ (nn. 137-142), introduce este paradigma relacional de la ecología integral como articulación fundamental de los vínculos que hacen posible un verdadero desarrollo humano. Los seres humanos somos parte de los ecosistemas que facilitan las relaciones dadoras de vida a nuestro planeta, por lo que el cuidado de dichos ecosistemas es esencial. Y es fundamental tanto para promover la dignidad de la persona humana y el bien común de la sociedad, como para el cuidado ambiental. La noción de ecología integral ha resultado iluminadora para las distintas miradas que abordan la complejidad de la interacción entre lo ambiental y lo humano, entre el manejo de los bienes de la creación y las propuestas de desarrollo y evangelización.
49. Para cuidar la Amazonía, las comunidades aborígenes son indispensables interlocutores, pues son precisamente ellos quienes normalmente mejor cuidan sus territorios (cf. LS 149). De allí que, al comienzo del proceso sinodal, el papa Francisco, en su primera visita a tierras amazónicas, se dirigió a los líderes indígenas locales diciéndoles: “he querido venir a visitarlos y escucharlos, para estar juntos en el corazón de la Iglesia, unirnos a sus desafíos y con ustedes reafirmar una opción sincera por la defensa de la vida, defensa de la tierra y defensa de las culturas” (Fr.PM). Las comunidades amazónicas comparten esta perspectiva de la integralidad ecológica: “Toda la actividad de la iglesia en la Amazonía debe partir de la integralidad del ser humano (vida, territorio y cultura)”.[20]
50. Ahora bien, para promover una ecología integral en la vida cotidiana de la Amazonía, es preciso comprender también la noción de justicia y comunicación inter-generacional, que comprende la transmisión de la experiencia ancestral, cosmologías, espiritualidades y teologías de los pueblos indígenas, en torno al cuidado de la Casa Común.[21] “En la lucha debemos confiar en la fuerza de Dios, porque la creación es de Dios, porque Dios continúa la obra. La lucha de nuestros antepasados para luchar por estos ríos, por nuestros territorios para luchar por un mundo mejor para nuestros hijos”.[22]
51. En concreto, el clamor amazónico nos habla de luchas contra quienes quieren destruir la vida concebida integralmente. Estos últimos son guiados por un modelo económico vinculado a la producción, la comercialización y el consumo, donde se prioriza la maximización del lucro sobre las necesidades humanas y ambientales. Es decir, son luchas contra quienes no respetan los derechos humanos y de la naturaleza en la Amazonía.
52. Otro atentado contra los derechos humanos es la penalización de las protestas contra la destrucción del territorio y de sus comunidades, ya que algunas leyes de la región las califican de “ilegales”.[23] Otro abuso es el rechazo generalizado por parte de los estados a respetar el derecho de consulta y consentimiento previo a los grupos indígenas y locales antes de establecer concesiones y contratos de explotación territorial, aunque tal derecho esté explícitamente reconocido por la Organización Internacional del Trabajo: “Los pueblos interesados deberán tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo, en la medida en que éste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo económico, social y cultural”,[24] y por algunas constituciones de países amazónicos.
53. El drama de los habitantes de la Amazonía no sólo se manifiesta en la pérdida de sus tierras por el desplazamiento forzado, sino también en ser víctimas de la seducción del dinero, los sobornos y la corrupción por parte de los agentes del modelo tecno-económico de la “cultura del descarte” (cf. LS 22), especialmente en los jóvenes. La vida está ligada e integrada al territorio, por ello la defensa de la vida es defensa del territorio, no existe separación entre ambos aspectos. Este es el reclamo que se repite en las escuchas “nos están quitando nuestra tierra, ¿a dónde iremos?” Porque quitar este derecho es quedarse sin posibilidades de defenderse frente a los que amenazan su subsistencia.
54. La tala masiva de árboles, el exterminio del bosque tropical por incendios forestales intencionados, la expansión de la frontera agrícola y los monocultivos son causa de los actuales desequilibrios regionales del clima, con efectos evidentes en el clima global, con dimensiones planetarias tales como las grandes sequías e inundaciones cada vez más frecuentes. El papa Francisco menciona las cuencas del Amazonas y el Congo como ‘el pulmón del mundo’, subrayando la urgencia de protegerlas (LS 38).
55. En el libro del Génesis la creación se presenta como manifestación de la vida, sustento, posibilidad y límite. En el primer relato (Gn 1,1-2,4ª) el ser humano es invitado a relacionarse con la creación del mismo modo como lo hace Dios. El segundo relato (Gn 2,4b-25) profundiza esta perspectiva con el mandato de “cultivar” (en hebreo también significa “servir”) y “guardar” (actitud de protección y amor) el jardín (Gn 2,15). “Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza” (LS 67) que supone asumir el límite propio de la creaturalidad y por tanto una actitud de humildad puesto que no somos dueños absolutos (Gn 3,3).
56. El desafío que se presenta es grande: ¿Cómo recuperar el territorio amazónico, rescatarlo de la degradación neocolonialista y devolverle su sano y auténtico bienestar? Le debemos a las comunidades aborígenes el cuidado y el cultivo de la Amazonía desde hace miles de años. En su sabiduría ancestral han cultivado la convicción que toda la creación está conectada, lo cual merece nuestro respeto y responsabilidad. La cultura de la Amazonía, que integra los seres humanos con la naturaleza, se constituye en un referente para construir un nuevo paradigma de la ecología integral. La Iglesia debería asumir en su misión el cuidado de la Casa Común:
a) Proponiendo líneas de acción institucionales que promuevan el respeto del ambiente.
b) Proyectando programas de formación formales e informales sobre el cuidado de la Casa Común para sus agentes pastorales y sus fieles, abiertos a toda la comunidad en “un esfuerzo de concientización de la población” (LS 214) en base a los cap. V y VI de la Encíclica Laudato sì.
c) Denunciando la violación de los derechos humanos y la destrucción extractivista.
“Estoy pensando en los […] pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV).
Sabemos que son los más vulnerables de entre los vulnerables” (Fr.PM)
57. En el territorio de la Amazonía existen, según datos de instituciones especializadas de la Iglesia (Ej. CIMI) y otras, entre 110 y 130 distintos Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario o “pueblos libres”. Ellos viven al margen de la sociedad o en contacto esporádico con ella. No conocemos sus nombres propios, idiomas o culturas. Por eso también los llamamos “pueblos aislados”, “libres”, “autónomos” o “pueblos sin contacto”. Estos pueblos viven en profunda conexión con la naturaleza. Muchos de ellos han elegido aislarse por haber sufrido traumas anteriores; otros han sido forzados violentamente por la explotación económica de la Amazonía. Los PIAV resisten al actual modelo de desarrollo económico depredador, genocida y ecocida, optando por el cautiverio para vivir en libertad (cf. Fr.PM).
58. Algunos “pueblos aislados” habitan en tierras exclusivamente indígenas, otros en tierras indígenas compartidas con los “pueblos contactados”, otros en unidades de conservación, y algunos en territorios fronterizos.
59. Los PIAV son vulnerables ante las amenazas provenientes de los sectores de la agroindustria y aquellos que explotan clandestinamente los minerales, la madera y otros recursos naturales. Son víctimas también del narcotráfico, de los mega-proyectos de infraestructura como las hidroeléctricas y las carreteras internacionales y de las actividades ilegales vinculadas al modelo de desarrollo extractivista.
60. El riesgo de la violencia contra las mujeres de estos pueblos se incrementó por la presencia de colonos, madereros, soldados, empleados de las empresas extractivas, todos en su mayoría hombres. En algunas regiones de la Amazonía, el 90% de los indígenas asesinados en las poblaciones aisladas han sido mujeres. Tal violencia y discriminación impacta gravemente en la capacidad de estos pueblos indígenas para sobrevivir, tanto física, espiritual como culturalmente.
61. A esto se suma la falta de reconocimiento de los derechos territoriales de los indígenas y de los PIAV. La criminalización de las protestas de sus aliados y el recorte de los presupuestos para la protección de sus tierras facilitan enormemente la invasión de sus territorios con la consiguiente amenaza a sus vidas vulnerables.
62. Ante esta dramática situación, y ante semejantes gritos de la tierra y de los pobres (cf. LS 49), sería oportuno:
a) Exigir a los respectivos gobiernos que garanticen los recursos necesarios para la protección efectiva de los pueblos indígenas aislados. Es preciso que los gobiernos implementen todas las medidas necesarias para proteger su integridad física y la de sus territorios, basadas en el principio de precaución, u otros mecanismos de protección de acuerdo con el derecho internacional como las Recomendaciones específicas definidas por la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos/OEA) y contenidas en el último capítulo del Informe “Los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y en contacto inicial en las Américas” (2013). También es necesario que se garantice su libertad para salir del aislamiento cuando así lo deseen.
b) Reclamar la protección de las áreas/ reservas naturales donde se encuentran, sobre todo en cuanto a su demarcación/ titulación para prevenir la invasión de los lugares donde habitan.
c) Promover la actualización del censo y mapeo de los territorios donde estos pueblos habitan.
d) Formar equipos específicos en las diócesis y parroquias y planear una pastoral de conjunto en regiones de frontera porque hay pueblos que se mueven.
e) Informar sobre sus derechos a los pueblos indígenas y a la ciudadanía acerca de su situación.
“Mi padre era un arameo errante…” (Dt 26,5)
63. En la Amazonía, el fenómeno migratorio en busca de una vida mejor ha sido una constante histórica. Existe migración pendular (van y vienen),[25] desplazamiento forzado dentro del mismo país y hacia el exterior, migración voluntaria de áreas rurales hacia las ciudades y migración internacional. Esta trashumancia[26] amazónica no ha sido bien comprendida ni suficientemente trabajada desde el punto de vista pastoral. El papa Francisco, en Puerto Maldonado, se refirió a esta realidad: “Varias personas han emigrado hacia la Amazonia buscando techo, tierra y trabajo. Vinieron buscando un futuro mejor para sí mismas y para sus familias. Abandonaron sus vidas humildes, pobres pero dignas. Muchas de ellas, por la promesa de que determinados trabajos pondrían fin a situaciones precarias, se basaron en el brillo prometedor de la extracción del oro. Pero no olvidemos que el oro se puede convertir en un falso dios que exige sacrificios humanos.[27]”.
64. La Amazonía figura entre las regiones con mayor movilidad interna e internacional en América Latina. Existen causantes sociopolíticas, climáticas, de persecución étnica, y económicas. Estas últimas son inducidas en su mayoría por los proyectos políticos, los megaproyectos y empresas extractivas, que atraen trabajadores pero que a la vez expulsan a los habitantes de los territorios afectados. La agresión contra el ambiente en nombre del “desarrollo”,[28] ha empeorado dramáticamente la calidad de vida de los pueblos amazónicos, tanto de poblaciones urbanas como rurales, debido a la contaminación y pérdida de fertilidad del territorio.
65. Debido a estas causantes, la región se ha convertido ‘de hecho’ en un corredor migratorio. Tales migraciones ocurren entre países amazónicos (como la creciente ola de migración proveniente de Venezuela) o hacia otras regiones (Ej. hacia Chile y Argentina).[29]
66. El movimiento migratorio, desatendido tanto política como pastoralmente, ha contribuido a la desestabilización social en las comunidades amazónicas. Las ciudades de la región, que reciben permanentemente a un gran número de personas que migran hacia ellas, no alcanzan a proporcionar los servicios básicos que los migrantes necesitan. Esto ha llevado a muchas personas a deambular y dormir en centros urbanos sin trabajo, sin comida, sin techo. Entre ellas muchas pertenecen a los pueblos indígenas forzados a abandonar sus tierras. “Las ciudades parecen ser una tierra sin dueño. Son el destino al que se dirige la gente, después de haber sido desalojada de sus territorios. La ciudad debe entenderse desde este modelo de explotación que vacía los territorios para apropiarse de ellos, desplaza a las poblaciones y las expulsa hacia la ciudad”.[30]
67. Este fenómeno desestabiliza, entre otras cosas, a las familias, cuando alguno de los padres sale en busca de trabajo en lugares lejanos, dejando que los niños y jóvenes crezcan sin la figura paterna y/o materna. También los jóvenes se desplazan en busca de empleo o subempleo para ayudar a mantener lo que queda de la familia, abandonando sus estudios primarios, sometiéndose a todo tipo de abuso y explotación. En muchas regiones de la Amazonía, estos jóvenes son víctimas del tráfico de drogas, de la trata de personas o de la prostitución (masculina y femenina).[31]
68. La omisión de los gobiernos para implementar políticas públicas de calidad en el interior, principalmente en educación y salud, permite que este proceso de movilidad se acreciente cada día más. Si bien la Iglesia ha acompañado este flujo migratorio, ha dejado vacíos pastorales en el interior de la Amazonía que requieren ser atendidos.
69. ¿Qué esperan los migrantes de la Iglesia? ¿Cómo ayudarlos en modo más eficaz? ¿De qué modo promover la integración entre migrantes y la comunidad local?
a) Se necesita una mayor comprensión de los mecanismos que han llevado a un crecimiento desproporcionado de los centros urbanos y a un vaciamiento del interior, porque ambas dinámicas forman parte del mismo sistema (todo está conectado). Todo esto requerirá la preparación de cabeza y corazón de los agentes pastorales para afrontar esta crítica situación.
b) Es necesario trabajar en equipo, cultivando una mística misionera, coordinados por personas con competencias diversas y complementarias en vistas a una acción eficaz. El problema migratorio necesita ser afrontado en manera coordinada sobre todo por las iglesias de las fronteras.
c) Articular un servicio de acogida en cada comunidad urbana que estuviera alerta a los que llegan de modo imprevisto con necesidades urgentes y también poder ofrecer protección frente al peligro de las organizaciones criminales.
d) Promover proyectos agrofamiliares en las comunidades rurales.
e) Presionar como comunidad eclesial frente a los poderes públicos para que respondan a las necesidades y derechos de los migrantes.
f) Promover la integración entre migrantes y comunidades locales respetando la propia identidad cultural, como indica el papa Francisco: “La integración, que no es ni asimilación ni incorporación, es un proceso bidireccional, que se funda esencialmente sobre el mutuo reconocimiento de la riqueza cultural del otro: no es aplanamiento de una cultura sobre la otra, y tampoco aislamiento recíproco, con el riesgo de nefastas y peligrosas “guetizaciones”. [32]
“La ciudad produce una suerte de permanente ambivalencia, porque, al mismo tiempo que ofrece a sus ciudadanos infinitas posibilidades, también aparecen numerosas dificultades para el pleno desarrollo de la vida de muchos” (EG 74)
Urbanización de la Amazonía
70. A pesar de hablar hoy de la Amazonía como el pulmón del planeta (cf. LS 38) y del granero del mundo, la devastación de la región y la pobreza han provocado un gran desplazamiento de la población en pos de una vida mejor. El resultado de este “éxodo en busca de la tierra prometida” es el crecimiento del fenómeno de la urbanización en la región[33] que hace de la ciudad una realidad ambivalente. La Biblia nos muestra esta ambigüedad cuando presenta Caín como fundador de ciudades después del pecado (Gn 4,17), pero también cuando presenta a la humanidad encaminada hacia el cumplimiento de la promesa de la Jerusalén celestial, morada de Dios con los hombres (Ap. 21,3).
71. Según las estadísticas, la población urbana de la Amazonía ha aumentado de modo exponencial; actualmente entre el 70 y el 80 % de la población reside en ciudades.[34] Muchas de ellas carecen de infraestructura y de recursos públicos necesarios para afrontar las necesidades de la vida urbana. Mientras aumenta el número de ciudades disminuye el número de habitantes de las poblaciones rurales.
72. Sin embargo, la cuestión de la urbanización no abarca sólo el desplazamiento espacial y el crecimiento de las ciudades, sino también la transmisión de un estilo de vida configurado por la metrópolis. Tal modelo se extiende hasta el mundo rural, modificando hábitos, costumbres, y formas tradicionales de vivir. La cultura, la religión, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el empleo y otros aspectos de la vida cambian rápidamente para responder a las nuevas llamadas de la ciudad.
73. El proyecto de introducir la Amazonía en el mercado globalizado produjo más exclusión, así como también una urbanización de la pobreza. Según las respuestas al Cuestionario del Documento Preparatorio, los principales problemas que han surgido con la urbanización son los siguientes:
a) Aumento de la violencia en todos los sentidos.
b) Abuso y explotación sexual, prostitución, trata de seres humanos sobre todo de la mujer.
c) Tráfico y consumo de drogas.
d) Tráfico de armas.
e) Movilidad humana y crisis de identidad.
g) Conflictos culturales y falta de sentido de la vida.
j) Falta de respuesta del poder público en materia de infraestructura y la promoción del empleo.
k) Falta de respeto por el derecho de la autodeterminación y la autonomía de las poblaciones.
74. Se sugiere:
a. Promover un entorno urbano donde se revitalicen los espacios públicos, con plazas y centros culturales bien distribuidos.
b. Promover el acceso universal a la educación y la cultura.
c. Promover una conciencia ambiental, el reciclaje de la basura, evitando la quema.
d. Promover un sistema de saneamiento del ambiente y de acceso universal a la salud.
e. Discernir cómo ayudar a apreciar mejor la vida rural, con alternativas de supervivencia como la agricultura familiar.
f. Generar espacios de interacción entre la sabiduría de los pueblos indígenas, ribereños y quilombolas insertados en la ciudad, y la sabiduría de la población urbana para lograr un diálogo e integración en torno al cuidado de la vida.
“Jesús mismo nace en una familia modesta que pronto debe huir a una tierra extranjera” (AL 21)
75. En las familias se palpita la cosmovivencia. Se trata de diversos conocimientos y prácticas milenarias en distintos campos como agricultura, medicina, caza y pesca, en armonía con Dios, la naturaleza y la comunidad. También en familia se trasmiten valores culturales, como el amor a la tierra, la reciprocidad, la solidaridad, la vivencia del presente, el sentido de familia, la sencillez, el trabajo comunitario, la organización propia, la medicina y la educación ancestral. Además la cultura oral (historias, creencias y cantos), con sus colores, vestimentas, alimentación, lenguas y ritos forman parte de esta herencia que se trasmite en familia. En definitiva, es en la familia dónde se aprende a vivir en armonía: entre pueblos, entre generaciones, con la naturaleza, en diálogo con los espíritus.[39]
76. La familia en la Amazonía ha sido víctima del colonialismo en el pasado y de un neo-colonialismo en el presente. La imposición de un modelo cultural occidental inculcaba un cierto desprecio hacia el pueblo y las costumbres del territorio amazónico, incluso se las calificaba como “salvajes” o “primitivas”. Actualmente la imposición de un modelo económico occidental extractivista vuelve a afectar a las familias al invadir y destruir sus tierras, sus culturas, sus vidas, forzándolas a emigrar hacia las ciudades y sus periferias.
77. Los actuales cambios acelerados afectan la familia amazónica. Así encontramos nuevos formatos familiares: familias monoparentales bajo la responsabilidad de la mujer, aumento de familias separadas, de uniones consensuales y familias ensambladas, disminución de matrimonios institucionales. Además, se constata todavía el sometimiento de la mujer en el seno familiar, aumenta la violencia intrafamiliar, hay niños con padres ausentes, crece el número de embarazos de adolescentes y de abortos.
78. La familia en la ciudad es un lugar de síntesis entre la cultura tradicional y la moderna. Sin embargo, muchas veces las familias sufren la pobreza, la precariedad de la vivienda, la falta de trabajo, el aumento del consumo de drogas y alcohol, la discriminación, el suicidio juvenil. Además, en la vida familiar falta el diálogo entre las generaciones, las tradiciones y el lenguaje se pierden. Las familias también se enfrentan a las nuevas problemáticas de salud, que exigen una adecuada educación sobre la maternidad. Se constata además la falta de atención a la mujer en el embarazo, en el pre-parto y en el post-parto.[40]
79. La multiculturalidad de la Panamazonía es riquísima y por eso la mayor contribución es seguir luchando para preservar su belleza a través del fortalecimiento de la estructura comunitaria-familiar de los pueblos. Para ello la Iglesia deberá valorar y respetar las identidades culturales. En particular, se debería:
a) Respetar el modo propio de organización comunitaria. Dado que muchas políticas públicas afectan la identidad familiar y colectiva, se requiere iniciar y acompañar procesos que partan desde la familia/ clan/ comunidad para promover el bien común, ayudando a superar las estructuras que alienan: «Nosotros debemos organizarnos desde nuestra casa».[41]
b) Escuchar el canto que se aprende en familia como modo de expresar la profecía en el mundo amazónico.
c) Promover el rol de la mujer reconociendo su papel fundamental en la formación y continuidad de las culturas, en la espiritualidad, en las comunidades y familias. Se exige asumir el rol del liderazgo femenino dentro de la Iglesia.
d) Articular una pastoral familiar que siga las indicaciones de la Exhortación apostólica Amoris laetitia:
i. Una pastoral familiar que acompañe integre y no excluya a la familia herida.
ii. Una pastoral sacramental que fortalezca y consuele a todos sin excluir a nadie.
iii. Una formación permanente de agentes pastorales que tenga presente los recientes sínodos y la realidad familiar de la Amazonía.
iv. Una pastoral familiar donde la familia es sujeto y protagonista.
“Esto se vuelve todavía más irritante si los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países —en sus gobiernos, empresarios e instituciones— cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes” (EG 60).
80. La corrupción en la Amazonía afecta seriamente la vida de sus pueblos y territorios. Existen al menos dos tipos de corrupción: la que existe fuera de la ley y la que se ampara en una legislación que traiciona el bien común.
81. En las últimas décadas se ha acelerado la inversión en la explotación de las riquezas de la Amazonía por parte de grandes compañías. Muchas de ellas persiguen el lucro a toda costa sin importarles el daño socio ambiental que provocan. Los gobiernos que autorizan tales prácticas, necesitados de divisas para promover sus políticas públicas, no siempre cumplen su deber de custodiar el ambiente y los derechos de sus poblaciones. Así la corrupción alcanza a las autoridades políticas, judiciales, legislativas, sociales, eclesiales y religiosas que reciben beneficios para permitir el accionar de estas compañías (cf. DAp. 77). Hay casos en que grandes compañías y gobiernos han organizado sistemas de corrupción. Vemos gente que ocupó puestos públicos y que hoy están siendo juzgados, están en la cárcel o se han dado a la fuga. Como dice el Documento de Aparecida: «Es también alarmante el nivel de la corrupción en las economías, que involucra tanto al sector público como al sector privado, a lo que se suma una notable falta de transparencia y rendición de cuentas a la ciudadanía. En muchas ocasiones, la corrupción está vinculada al flagelo del narcotráfico o del narconegocio y, por otra parte, viene destruyendo el tejido social y económico en regiones enteras» (DAp. 70).
82. Se crea así una cultura que envenena al estado y sus instituciones, permeando todos los estamentos sociales, incluso las comunidades indígenas. Se trata de un verdadero flagelo moral; como resultado se pierde la confianza en las instituciones y en sus representantes, lo cual desprestigia totalmente la política y las organizaciones sociales. Los pueblos amazónicos no son ajenos a la corrupción, y se convierten en sus principales víctimas.
83. Considerando la situación de carencia de medios económicos de las Iglesias particulares en Amazonía, se debe prestar una especial atención a la procedencia de donaciones u otra clase de beneficios, así como a las inversiones realizadas por las instituciones eclesiásticas o los cristianos. Las Conferencias episcopales podrían ofrecer un servicio de asesoramiento y de acompañamiento, de consulta y de promoción de estrategias comunes frente a la corrupción generalizada y también frente a la necesidad de generar e invertir recursos para apoyar la pastoral. Se precisa un atento análisis frente al accionar del narcotráfico.
a. Implementar una preparación adecuada del clero para afrontar la complejidad, sutileza y gravedad de los urgentes problemas vinculados a la corrupción y al ejercicio del poder.
b. Promover una cultura de la honestidad, del respeto por el otro y por el bien común.
c. Acompañar, promover y formar laicos para una presencia pública significativa en la política, la economía, en la vida académica y en toda forma de liderazgo (cf. DAp. 406).
d. Acompañar a los pueblos en sus luchas por el cuidado de sus territorios y el respeto por sus derechos.
e. Discernir cómo se genera y cómo se invierte el dinero en la Iglesia superando posturas ingenuas a través de un sistema de administración y de auditoría comunitarias, respetando la normativa eclesial vigente.
f. Acompañar las iniciativas de la Iglesia con otras instancias para exigir a las empresas que asuman responsabilidades sobre los impactos socio-ecológicos de sus acciones, según los parámetros jurídicos de los propios estados.
“Estas aguas fluyen hacia oriente, bajan al Arabá, y desembocan en el mar Muerto, cuyas aguas quedarán saneadas … Sus frutos servirán de alimento y su follaje de medicina” (Ez 47, 8.12)
84. La región Amazónica hoy contiene la diversidad de la flora y la fauna más importante del mundo, y su población autóctona posee un sentido integral de la vida no contaminado por un materialismo economicista. La Amazonía es un territorio saludable en su larga y fructífera historia, aunque no faltaron enfermedades. Sin embargo, con la movilidad de los pueblos, con la invasión de industrias contaminantes sin control, por las condiciones de cambio climático, y ante una total indiferencia de las autoridades públicas sanitarias han aparecido nuevas enfermedades y han resurgido patologías que habían sido superadas. El modelo de un desarrollo que se limita sólo a explotar económicamente la riqueza forestal, minera e hidro-carburífera de la Panamazonía, afecta la salud de los biomas amazónicos, de sus comunidades, ¡y la de todo el planeta! El daño aqueja no sólo a la salud física sino también a la cultura y la espiritualidad de los pueblos, es un daño a su ‘salud integral’. Los pobladores amazónicos tienen derecho a la salud y a ‘vivir saludablemente’ lo cual supone una armonía «con lo que nos ofrece la madre tierra».[42]
85. Frente a la ‘cultura del descarte’ (cf. LS 22) los discípulos de Cristo están llamados a promover una cultura del cuidado y de la salud. Por consiguiente, el compromiso por el cuidado de la salud exige urgentes cambios en los estilos de vida personal y en las estructuras.
86. La riqueza de la flora y la fauna de la selva contienen verdaderas ‘farmacopeas vivas’ y principios genéticos inexplorados. La deforestación amazónica impedirá contar con tales riquezas, empobreciendo a las próximas generaciones. Actualmente, la tasa de extinción de especies en la Amazonía, debido a las actividades humanas, es mil veces mayor que el proceso natural. El único camino para preservar esta riqueza es el cuidado del territorio y de la selva amazónica y el empoderamiento de los indígenas y ciudadanos.
87. Los rituales y ceremonias indígenas son esenciales para la salud integral pues integran los diferentes ciclos de la vida humana y de la naturaleza. Crean armonía y equilibrio entre los seres humanos y el cosmos. Protegen la vida contra los males que pueden ser provocados tanto por seres humanos como por otros seres vivos. Ayudan a curar las enfermedades que perjudican el medio ambiente, la vida humana y otros seres vivos.
88. El cuidado de la salud de los pobladores implica un conocimiento detallado de las plantas medicinales y otros elementos tradicionales que son parte de procesos de curación. Para ello, los pueblos indígenas cuentan con personas que a lo largo de sus vidas se especializan en la observación de la naturaleza, escuchando y recogiendo el conocimiento de los mayores, sobre todo de las mujeres. Pero por causa de la contaminación ambiental, tanto la naturaleza como los cuerpos de las personas de la Amazonía se están deteriorando. El contacto con nuevos elementos tóxicos como el mercurio, provoca la aparición de nuevas enfermedades hasta ahora desconocidas por los ancianos sanadores. Todo ello pone en riesgo aquella sabiduría ancestral. Por eso es que las respuestas al Documento Preparatorio enfatizan la necesidad de preservar y transmitir los saberes de la medicina tradicional.[43] Se propone ayudar a los pueblos de la Amazonía a mantener, recuperar, sistematizar y divulgar ese saber para la promoción de una salud integral.
89. Frente a estas nuevas enfermedades, los pobladores se ven forzados a comprar medicamentos elaborados por compañías farmacéuticas con las mismas plantas de la Amazonía. Una vez comercializados, estos medicamentos están fuera del alcance de sus posibilidades económicas debido, entre otras causas, a la patentación de los fármacos y a los sobreprecios. Por lo cual se propone valorar la medicina tradicional, la sabiduría de los ancianos y los rituales indígenas, y a la vez facilitar el acceso a las medicinas que curan las nuevas enfermedades.
90. Pero no son sólo las hierbas medicinales y las medicinas las que ayudan a sanar. El agua y el aire limpios, y la alimentación sana, fruto de sus propios cultivos y de la recolección, de la caza y de la pesca, son condición necesaria para la salud integral de los pueblos indígenas.[44] Por lo cual, se propone exigir a los gobiernos una estricta regulación de las industrias y la denuncia de aquellas que contaminan el ambiente. Por otra parte, se sugiere generar espacios de intercambio y acompañamiento educativo para recuperar los hábitos del “buen vivir”, generando así una cultura del cuidado y de la prevención.
91. Finalmente, se propone evaluar las estructuras sanitarias de la Iglesia, como hospitales y centros de salud a la luz de una salud integral accesible a todos los pobladores, que asuman la medicina tradicional como parte de sus programas de salud.
“Los jóvenes hemos ido perdiendo nuestra identidad cultural y nuestra lengua en especial. Nos olvidamos de que tenemos nuestras raíces, que pertenecemos a un pueblo originario y nos dejamos llevar por la tecnología. No es malo caminar con los dos pies, saber lo moderno y también cuidar lo tradicional. Siempre en el lugar donde estés tener las dos cosas presentes,tener presente tus raíces,
de dónde vienes y no olvidarlo” (Slendy Grefa, Doc. Consulta, Ecuador)
92. A través de la mutua escucha de los pueblos y de la naturaleza, la Iglesia se transforma en una Iglesia en salida, tanto geográfica como estructural; en una Iglesia hermana y discípula a través de la sinodalidad. Así lo expresó el papa Francisco en la Constitución Apostólica Episcopalis Communio: “El Obispo es, simultáneamente, maestro y discípulo […]. Es discípulo, cuando él, sabiendo que el Espíritu es concedido a cada bautizado, se coloca a la escucha de la voz de Cristo que habla a través de todo el Pueblo de Dios” (EC 5). Él mismo se hizo discípulo en Puerto Maldonado al expresar su voluntad de escuchar la voz de la Amazonía.
93. La educación implica un encuentro y un intercambio en el que se asimilan valores. Cada cultura es rica y pobre al mismo tiempo. Por ser histórica, la cultura tiene siempre una dimensión pedagógica de aprendizaje y perfeccionamiento. «Cuando algunas categorías de la razón y de las ciencias son acogidas en el anuncio del mensaje, esas mismas categorías se convierten en instrumentos de evangelización; es el agua convertida en vino. Es aquello que, asumido, no sólo es redimido, sino que se vuelve instrumento del Espíritu para iluminar y renovar el mundo» (EG 132). El encuentro es la «capacidad del corazón que hace posible la proximidad» (EG 171) y los múltiples aprendizajes.
94. Esta educación, que se desenvuelve a través del encuentro, es diferente de una educación que procura imponer al otro (y especialmente a los pobres y vulnerables) las propias cosmovisiones que precisamente son causa de su pobreza y vulnerabilidad. La educación en la Amazonía no significa imponer a los pueblos amazónicos parámetros culturales, filosofías, teologías, liturgias y costumbres extrañas. Hoy, «algunos simplemente se regodean culpando a los pobres y a los países pobres de sus propios males, con indebidas generalizaciones, y pretenden encontrar la solución en una “educación” que los tranquilice y los convierta en seres domesticados e inofensivos» (EG 60). «Por consiguiente, se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores» (EG 64), una educación abierta a la interculturalidad.
95. La cosmovisión de los pueblos indígenas amazónicos incluye el llamado a liberarse de una visión fragmentaria de la realidad, que no es capaz de percibir las múltiples conexiones, inter-relaciones e interdependencias. La educación en una ecología integral asume todas las relaciones constitutivas de las personas y los pueblos. Para comprender esta visión de la educación, vale aplicar el mismo principio que en la salud: la meta es observar el cuerpo entero y las causas de la enfermedad y no solamente los síntomas. Una ecología sostenible para las futuras generaciones «no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo» (LS 111). Una educación sólo en base a soluciones técnicas para problemas ambientales complejos esconde «los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial» (LS 111).
96. Se trata entonces de una educación para la solidaridad nacida de «la conciencia de un origen común» y de un «futuro compartido por todos» (LS 202). Los pueblos indígenas tienen un método de enseñanza-aprendizaje basado en la tradición oral y la práctica vivencial que dentro de cada etapa tiene un proceso pedagógico contextualizado. El desafío es integrar este método en el diálogo con otras propuestas educativas. Para ello se requiere «replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión» (LS 210). La Amazonía nos invita a descubrir la tarea educativa como un servicio integral para toda la humanidad en vistas de una «ciudadanía ecológica» (LS 211).
97. Dicha educación une el compromiso por el cuidado de la tierra al compromiso por los pobres, y suscita actitudes de sobriedad y respeto vividas a través de «una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente» (LS 214). Tal educación «necesita traducirse en nuevos hábitos» (LS 209) teniendo en cuenta los valores culturales. La educación, en perspectiva ecológica y en clave amazónica, promueve el ‘buen vivir’, el ‘buen convivir’ y el ‘buen hacer’, que debe ser persistente y audible para tener un impacto significativo en la Casa Común.
Sugerencias
98. Se sugiere:
a) La formación de los agentes pastorales laicos adultos que los ayude a crecer en responsabilidad y creatividad.
b) La formación de los ministros ordenados:
1. Los planes de formación deben responder a una cultura filosófico-teológica adaptada a las culturas amazónicas capaz de ser comprendida y por tanto de suscitar la vida cristiana. Por ello se sugiere integrar la teología indígena y la ecoteología que los prepare a la escucha y al diálogo abierto en donde acontece la evangelización.
2. Se propone la reforma de las estructuras de los seminarios para favorecer la integración de los candidatos al sacerdocio en las comunidades.
c) Los centros de formación:
1. Las escuelas: se necesitan planes educativos con enfoque de educación según las propias culturas, que respeten las lenguas nativas, una educación integral que responda a la propia realidad, para hacer frente a la deserción escolar y al analfabetismo, sobre todo femenino.
2. La universidad: es necesario promover no solo la inter-disciplinariedad sino además afrontar las cuestiones según la trans-disciplinariedad, es decir con un enfoque que restituya al saber humano unitariedad en la diversidad, en la linea del estudio de una ecología integral según el prólogo de la Constitución Apostólica Veritatis gaudium.
3. Se pide la enseñanza de la teología indígena panamazónica en todas las instituciones educativas.
d) Teología india Amazónica:
1. Se pide profundizar en una teología india amazónica ya existente, que permitirá una mejor y mayor comprensión de la espiritualidad indígena para evitar cometer los errores históricos que atropellaron muchas culturas originarias.
2. Se pide, por ejemplo, tener en cuenta los mitos, tradiciones, símbolos, saberes, ritos y celebraciones originarios que incluyen las dimensiones trascendentes, comunitarias y ecológicas.
“Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea” (LS 217)
99. Un aspecto fundamental de la raíz del pecado del ser humano está en desvincularse de la naturaleza y no reconocerla como parte suya, explotarla sin límites, rompiendo así la alianza originaria con la creación y con Dios (cf. Gn 3, 5). «La armonía entre el Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida por haber pretendido ocupar el lugar de Dios, negándonos a reconocernos como criaturas limitadas» (LS 66). Después de la ruptura del pecado y del diluvio universal, Dios restablece la alianza con el mismo hombre y con la creación (cf. Gn 9,9-17), llamando al ser humano a custodiarla.
100. La reconciliación con la creación a la que nos invita el papa Francisco (cf. LS 218), supone superar ante todo una actitud pasiva que renuncia, como el Rey David, a hacerse cargo de su misión (cf. 2 Sam 11,1). El proceso del pecado del Rey David comienza por una omisión personal (se queda en su palacio cuando el ejército está en el campo de batalla), se concreta en la comisión de actos reprobables a los ojos de Dios (adulterio, mentira y asesinato) que involucran a otros creando una red de complicidades (2 Sam 11,3-25). También la Iglesia puede ser tentada de permanecer encerrada en sí misma, renunciando a su misión de anunciar el evangelio y de hacer presente el Reino de Dios. Por el contrario, una Iglesia en salida es una iglesia que se confronta con el pecado de este mundo del cual ella misma no es ajena (cf. EG 20-24). Este pecado, como decía san Juan Pablo II, no es sólo personal sino también social y estructural (Cf. RP 16; SRS 36; SD 243; DAp. 92) y como advierte Francisco, «todo está conectado» (LS 138). Cuando «el ser humano se declara autónomo de la realidad y se constituye en dominador absoluto, la misma base de su existencia se desmorona» (LS 117). Cristo redime la creación entera sometida por el ser humano al pecado (cf. Rom 8,19-22).
101.Por ello también la conversión ha de tener los mismos niveles de concreción: personal, social y estructural teniendo presente las diversas dimensiones de relacionalidad. Se trata de una “conversión íntegra de la persona” que brota del corazón y se abre a una “conversión comunitaria” reconociendo sus vínculos sociales y ambientales, es decir, una “conversión ecológica” (cf. LS 216-221). Esta conversión implica reconocer la complicidad personal y social en las estructuras de pecado, desenmascarando las ideologías que justifican un estilo de vida que agrede la creación. Frecuentemente se escuchan relatos que justifican el accionar destructivo de grupos de poder que explotan la naturaleza, ejercen un dominio despótico sobres sus habitantes (cf. LS 56, 200) e ignoran el grito de dolor de la tierra y de los pobres (cf. LS 49).
102. El proceso de conversión a la que la Iglesia está llamada implica desaprender, aprender y reaprender. Este camino requiere de una mirada crítica y autocrítica que nos permita identificar aquello que necesitamos desaprender, aquello que daña a la Casa Común y a sus pueblos. Necesitamos hacer un camino interior para reconocer las actitudes y mentalidades que impiden conectarse con uno mismo, con los demás y con la naturaleza; como dijo el papa Benedicto XVI, “los desiertos exteriores se multiplican porque se han extendido los desiertos interiores”.[45] Este proceso continúa dejándose sorprender por la sabiduría de los pueblos indígenas. Su vida cotidiana es un testimonio de contemplación, cuidado y relación con la naturaleza. Ellos nos enseñan a reconocernos parte del bioma y corresponsables de su cuidado para hoy y para el futuro. Por lo tanto, hemos de reaprender a entretejer vínculos que asuman todas las dimensiones de la vida y a asumir una ascesis personal y comunitaria que nos permita «madurar en una feliz sobriedad» (LS 225).
103. En la Sagrada Escritura la conversión es presentada como un movimiento que va del pecado a la amistad con Dios en Jesucristo, por eso es parte del proceso de la fe (cf. Mc 1,15). Nuestra mirada creyente a la realidad amazónica nos ha hecho apreciar la obra de Dios en la creación y en sus pueblos, pero también la presencia del mal a diversos niveles: colonialismo (dominio), mentalidad economicista-mercantilista, consumismo, utilitarismo, individualismo, tecnocracia, cultura del descarte.
· Una mentalidad que se expresó históricamente en un sistema de dominio territorial, político, económico y cultural que persiste hasta el día de hoy de diversas formas que perpetúan el colonialismo.
· Una economía basada exclusivamente en el lucro como único fin, que excluye y atropella a los más débiles y a la naturaleza, se constituye en ídolo que siembra destrucción y muerte (cf. EG 53-56).
· Una mentalidad utilitarista concibe a la naturaleza como mero recurso y a los seres humanos como meros productores-consumidores, rompiendo el valor intrínseco y la relacionalidad de las creaturas.
· «El individualismo debilita los vínculos comunitarios» (DAp. 44) eclipsando la responsabilidad frente al prójimo, a la comunidad y a la naturaleza.
· El desarrollo tecnológico ha traído grandes beneficios a la humanidad, pero junto a ello su absolutización ha llevado a ser un instrumento de posesión, dominio y manipulación (cf. LS 106) de la naturaleza y del ser humano. Todo ello ha generado una cultura global predominante que el papa Francisco ha llamado “paradigma tecnocrático” (LS 109).
· El resultado es una pérdida del horizonte trascendente y humanitario donde se transmite la lógica del «usa y tira» (LS 123) generando una «cultura del descarte» (LS 22) que agrede la creación.
104.Se sugiere:
a. Desenmascarar las nuevas formas de colonialismo presentes en la Amazonía.
b. Identificar las nuevas ideologías que justifican el ecocidio amazónico para analizarlas críticamente.
c. Denunciar las estructuras de pecado que actúan en territorio amazónico.
d. Identificar las razones con las cuales justificamos nuestra participación en las estructuras de pecado para analizarlas críticamente.
e. Favorecer una iglesia como institución de servicio no autoreferencial corresponsable en el cuidado de la Casa Común y en la defensa de los derechos de los pueblos.
f. Promover mercados eco-solidarios, un consumo justo y una «feliz sobriedad» (LS 224-225) que respete la naturaleza y los derechos de los trabajadores. «Comprar es siempre un acto moral y no sólo económico» (CV 66; LS 206).
g. Promover hábitos de comportamiento, de producción y de consumo, de reciclaje y de reutilización de desechos.
h. Recuperar mitos y actualizar ritos y celebraciones comunitarias que contribuyan significativamente al proceso de conversión ecológica.
i. Agradecer a los pueblos originarios por el cuidado del territorio a través del tiempo y reconocer en esto la sabiduría ancestral que forma la base para una buena comprensión de la ecología integral.
j. Crear itinerarios pastorales orgánicos desde una ecología integral para la protección de la Casa Común teniendo como guía los capítulos 5 y 6 de la Encíclica Laudato sì.
k. Reconocimiento formal por parte de la Iglesia particular como ministerio especial al agente pastoral promotor del cuidado de la Casa Común.
“¡Ojalá que todo el pueblo profetizara, y el Señor infundiera en todos su Espíritu! (Nm 11,29)
105.El anuncio de Jesucristo y la realización de un encuentro profundo con Él a través de la conversión y de la vivencia eclesial de la fe, supone una Iglesia acogedora y misionera que se encarna en las culturas. Ella ha de hacer memoria de los pasos que se han dado para responder a los temas desafiantes de la centralidad del kerigma y de la misión en el ámbito amazónico. Este paradigma de la acción eclesial inspira los ministerios, la catequesis, la liturgia, y la pastoral social tanto en la zona rural como urbana.
106.Los nuevos caminos para la pastoral de la Amazonía requieren “relanzar con fidelidad y audacia” la misión de la Iglesia (DAp. 11) en el territorio y profundizar el «proceso de inculturación» (EG 126) e interculturalidad (cf. LS 63, 143, 146) que exige a la Iglesia en la Amazonía propuestas «valientes», lo cual supone coraje y pasión, como nos pide el papa Francisco. La evangelización en la Amazonía es un banco de prueba para la Iglesia y para la sociedad.[46]
Iglesia con rostro amazónico y misionero
“Que tu rostro resplandezca sobre tu siervo” (Sal 31(30),17)
Un rostro rico en expresiones
107.El rostro amazónico de la Iglesia encuentra su expresión en la pluralidad de sus pueblos, culturas y ecosistemas. Esta diversidad necesita de una opción por una Iglesia en salida y misionera, encarnada en todas sus actividades, expresiones y lenguajes. Los Obispos en Santo Domingo nos propusieron la meta de una evangelización inculturada, que “será siempre la salvación y liberación integral de un pueblo o grupo humano determinado, que fortalecerá su identidad y confianza en su futuro específico, oponiéndose a los poderes de la muerte” (DSD, Conclusiones 243). Y el papa Francisco formula claramente esa necesitad de una Iglesia inculturada e intercultural: “necesitamos que los pueblos originarios moldeen culturalmente las Iglesias locales amazónicas” (Fr.PM).
108.Inculturación e interculturalidad no se oponen, sino que se complementan. Así como Jesús se encarnó en una cultura determinada (inculturación), sus discípulos misioneros siguen sus pasos. Por ello, los cristianos de una cultura salen al encuentro de personas de otras culturas (interculturalidad). Esto ocurrió desde los comienzos de la Iglesia cuando los apóstoles hebreos llevaron la Buena Noticia a culturas diferentes, como la griega, descubriendo allí “semillas del Verbo”.[47] Desde ese encuentro y diálogo entre culturas surgieron nuevos caminos del Espíritu. Hoy día, en el encuentro y diálogo con las culturas amazónicas, la Iglesia escruta los nuevos caminos.
109.Según el Documento de Aparecida, la opción preferencial por los pobres es el criterio hermenéutico para analizar las propuestas de construcción de la sociedad (cf. 501, 537, 474, 475), y criterio de autocomprensión de la Iglesia. Es también uno de los rasgos que marca la fisonomía de la Iglesia latinoamericana y caribeña (cf. 391, 524, 533), y de todas sus estructuras, desde la parroquia hasta sus centros educativos y sociales (cf. 176, 179, 199, 334, 337, 338, 446, 550). El rostro amazónico es el de una Iglesia con una clara opción por (y con) los pobres[48] y por el cuidado de la creación. Desde los pobres, y desde la actitud de cuidado de los bienes de Dios, se abren nuevos caminos de la Iglesia local y se continúan hacia la Iglesia universal.
Un rostro local con dimensión universal
110.Una Iglesia con rostro amazónico en sus pluriformes matices procura ser una Iglesia “en salida” (cf. EG 20-23), que deja atrás una tradición colonial monocultural, clericalista e impositiva, que sabe discernir y asumir sin miedos las diversas expresiones culturales de los pueblos. Dicho rostro nos advierte del riesgo de “pronunciar una palabra única [o] proponer una solución con valor universal” (cf. OA 4; EG 184). Ciertamente la realidad sociocultural compleja, plural, conflictiva y opaca impide que se pueda aplicar “una doctrina monolítica defendida por todos sin matices” (EG 40). La universalidad o catolicidad de la Iglesia, por lo tanto, se ve enriquecida con «la belleza de este rostro pluriforme» (NMI 40) de las diferentes manifestaciones de las iglesias particulares y sus culturas, conformando una Iglesia poliédrica (Cf. EG 236).
Un rostro desafiante ante las injusticias
111.Moldear una Iglesia con rostro amazónico posee una dimensión eclesial, social, ecológica y pastoral, muchas veces conflictiva. En efecto, la organización política y jurídica no siempre ha tenido en cuenta el rostro cultural de la justicia de los pueblos y sus instituciones. La Iglesia no es ajena a esta tensión. A veces se tiende a imponer una cultura ajena a la Amazonía que impide comprender a sus pueblos y apreciar sus cosmovisiones.
112.La realidad de las iglesias locales necesita de una Iglesia participativa, que se haga presente en la vida social, política, económica, cultural y ecológica de sus habitantes; de una Iglesia acogedora de la diversidad cultural, social y ecológica para poder servir sin discriminación de personas o de colectivos; de una Iglesia creativa, que pueda acompañar en la construcción de nuevas respuestas a necesidades urgentes con su pueblo; y de una Iglesia armoniosa, que fomente los valores de la paz, misericordia y la comunión.
Un rostro inculturado y misionero
113.La diversidad cultural reclama una encarnación más real para asumir diversos modos de vida y culturas. “Continúa válido, en el orden pastoral, el principio de la encarnación formulado por san Ireneo: ‘Lo que no es asumido no es redimido’”.[49] Los impulsos e inspiraciones importantes para esa inculturación anhelada se encuentran en el magisterio de la Iglesia y en el caminar eclesial latinoamericano, de sus Conferencias Episcopales (Medellín, 1968, Puebla, 1979, Santo Domingo, 1992, Aparecida, 2007) y de sus comunidades, y de sus santos y de sus mártires.[50]. Una realidad importante de este proceso ha sido el surgimiento de una teología latinoamericana, en especial de la Teología India
114.La construcción de una Iglesia misionera con rostro local significa avanzar en la edificación de una Iglesia inculturada, que sabe trabajar y articularse (como los ríos en el Amazonas) con lo culturalmente disponible, en todos sus campos de actuación y presencia. «Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios» (EG 114), encarnado «en los pueblos de la tierra» y en sus culturas (cf. EG 115).
Capítulo II
“En los distintos pueblos, que experimentan el don de Dios según su propia cultura, la Iglesia expresa su genuina catolicidad y muestra «la belleza de este rostro pluriforme»” (EG 116)
115.La misión de la Iglesia es anunciar el evangelio de Jesús de Nazaret, el Buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-36), que se compadece de la humanidad herida y abandonada. La Iglesia anuncia el misterio de su muerte y resurrección a todas las culturas y a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (cf. Mt 28,19). Siguiendo el ejemplo de san Pablo que quiso hacerse griego con los griegos tratando de adaptarse “lo más posible a todos” (cf. 1 Cor 9,19-23), la Iglesia ha hecho un gran esfuerzo por evangelizar a todos los pueblos a lo largo de la historia. Ella ha tratado de realizar este mandato misionero encarnando y traduciendo el mensaje del Evangelio en las distintas culturas, en medio de dificultades de todo tipo, políticas, culturales, geográficas. Pero todavía queda mucho por hacer.
116.La Iglesia desde hace siglos intenta compartir el Evangelio con los pueblos amazónicos, muchos de los cuales integran la comunidad eclesial. Misioneros y misioneras tienen una historia de profunda relación con esta región. Dejaron profundas huellas en el alma del pueblo católico de la Amazonía. La Iglesia ha recorrido un largo camino que debe ser profundizado y actualizado hasta poder llegar a ser una Iglesia con rostro indígena y amazónico.
117.Sin embargo, tal como surge de los encuentros territoriales, existe una herida aún abierta por abusos del pasado. Justamente, en el año 1912 el papa Pio X reconoció la crueldad con la que fueron tratados los indígenas en la Encíclica Lacrimabili Statu Indorum. El episcopado latinoamericano en Puebla aceptó la existencia de «un enorme proceso de dominaciones» lleno de «contradicciones y desgarramientos» (DP 6). En Aparecida, los obispos pidieron “descolonizar las mentes” (DAp. 96). El papa Francisco recordó en el Encuentro con los pueblos de la Amazonía en Puerto Maldonado las palabras de Santo Toribio de Mogrovejo: “no solamente en tiempos pasados se les hayan hecho a estos pobres tantos agravios y fuerzas con tanto exceso, sino también hoy muchos procuran hacer lo mismo”[52]. Dado que todavía persiste una mentalidad colonial y patriarcal, es necesario profundizar un proceso de conversión y reconciliación.[53]
118.Las comunidades consultadas esperan que la Iglesia se comprometa por el cuidado de la Casa Común y de sus habitantes,“[…] defienda los territorios, que ayude a los pueblos indígenas a denunciar lo que provoca muerte y amenaza los territorios”.[54] Una Iglesia profética no puede dejar de clamar por los descartados y por los que sufren (cf. Fr.PM).
119.La escucha de la voz del Espíritu en el clamor de los pueblos amazónicos y en el magisterio del papa Francisco, supone un proceso de conversión pastoral y misionera (cf. EG 25). Para ello se sugiere:
a) Evitar la homogeneización cultural para reconocer y promover el valor de las culturas amazónicas.
b) Rechazar la alianza con la cultura dominante y el poder político y económico para promover las culturas y los derechos de los indígenas, de los pobres y del territorio.
c) Superar cualquier clericalismo para vivir la fraternidad y el servicio como valores evangélicos que animan la relación entre la autoridad y los miembros de la comunidad.
d) Superar posiciones rígidas que no tienen suficientemente en cuenta la vida concreta de las personas y la realidad pastoral, para ir al encuentro de las necesidades reales de los pueblos y culturas indígenas.
120.El Espíritu creador que llena el universo (cf. Sab 1,7) es el que durante siglos ha alimentado la espiritualidad de estos pueblos aún antes del anuncio del Evangelio y el que les mueve a aceptarlo desde sus propias culturas y tradiciones. Dicho anuncio ha de tener en cuenta las “semillas del Verbo”[56] presentes en ellas. También reconoce que en muchos de ellos la semilla ya ha crecido y dado frutos. Presupone una escucha respetuosa, que no imponga formulaciones de la fe expresadas desde otros referentes culturales que no responden a su contexto vital. Sino por el contrario, escuche “la voz de Cristo que habla a través de todo el pueblo de Dios” (EC 5).
121.Hay que captar lo que el Espíritu del Señor a través de los siglos ha enseñado a estos pueblos: la fe en el Dios Padre-Madre Creador, el sentido de comunión y armonía con la tierra, el sentido de solidaridad con sus compañeros, el proyecto del “buen vivir”, la sabiduría de civilizaciones milenarias que poseen los ancianos y que influye en la salud, la convivencia, la educación, el cultivo de la tierra, la relación viva con la naturaleza y la ‘Madre Tierra’, la capacidad de resistencia y resiliencia en particular de las mujeres, los ritos y las expresiones religiosas, las relaciones con los antepasados, la actitud contemplativa y el sentido de gratuidad, de celebración y de fiesta, y el sentido sagrado del territorio.
122.La inculturación de la fe no es un proceso de arriba hacia abajo ni una imposición exterior, sino de un mutuo enriquecimiento de las culturas en diálogo (interculturalidad).[57] El sujeto activo de la inculturación son los mismos pueblos indígenas. Como ha afirmado el papa Francisco “la gracia supone la cultura” (EG 115).
123.Sería oportuno:
a) Partir de la espiritualidad vivida por los pueblos indígenas en contacto con la naturaleza y su cultura, para que puedan ser iluminados por la novedad de Cristo muerto y resucitado y en El alcanzar la plenitud.
b) Reconocer la espiritualidad indígena como fuente de riqueza para la experiencia cristiana.
c) Dado que la narratividad es una característica de los pueblos originarios, mediante la cual ellos transmiten su sabiduría milenaria, se sugiere una catequesis que asuma el lenguaje y el sentido de las narraciones de las culturas indígena y afroa-descendiente en sintonía con las narraciones bíblicas.
d) Del mismo modo, sería oportuna una predicación homilética que responda a las experiencias vitales y a la realidad socio ambiental (cf. EG 135-144) en un estilo narrativo. Se espera que suscite el interés y la participación de los fieles y tenga presente la cosmovisión integral indígena, motivando una conversión pastoral en vistas de una ecología integral.
e) Frente a una invasión colonizadora de medios de comunicación masivo, las comunidades han pedido con insistencia comunicaciones alternativas desde sus propias lenguas y culturas. Por ello es conveniente que los propios sujetos indígenas se hagan presentes en los medios de comunicación ya existentes.[58]
f) También sería oportuna la creación de nuevas emisoras radiofónicas de la Iglesia promotoras del evangelio y de las culturas, tradiciones y lenguas originarias.[59]
“La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia
en medio de la exigencia diaria de extender el bien” (EG 24)
124. Sacrosanctum Concilium (cf. 37-40, 65, 77, 81) propone la inculturación de la liturgia en los pueblos indígenas. Ciertamente la diversidad cultural no amenaza la unidad de la Iglesia sino que expresa su genuina catolicidad mostrando “la belleza de este rostro pluriforme” (EG 116). Por eso “hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una nueva carne para la trasmisión de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales…” (EG 167). Sin esta inculturación la liturgia puede reducirse a una “pieza de museo” o “una posesión de pocos” (EG 95).
125.La celebración de la fe debe realizarse de manera inculturada para que sea expresión de la propia experiencia religiosa y vínculo de comunión de la comunidad que celebra. Una liturgia inculturada será también caja de resonancia para las luchas y aspiraciones de las comunidades e impulso transformador hacia una “tierra sin males”.
126.Se sugiere tener presente lo siguiente:
a) Se constata la necesidad de un proceso de discernimiento respecto a los ritos, símbolos y estilos celebrativos de las culturas indígenas en contacto con la naturaleza que necesitan ser asumidos en el ritual litúrgico y sacramental. Hay que estar atentos a recoger el verdadero sentido del símbolo que trasciende lo meramente estético y folclórico, concretamente en la iniciación cristiana y en el matrimonio. Se sugiere que las celebraciones sean festivas con la propia música y danza, en lenguas y con vestimentas autóctonas, en comunión con la naturaleza y con la comunidad. Una liturgia que responda a su propia cultura para que pueda ser fuente y culmen de su vida cristiana (cf. SC 10) y ligada a sus luchas y sufrimientos y alegrías.
b) Los sacramentos deben ser fuente de vida y remedio accesible a todos (cf. EG 47), especialmente a los pobres (cf. EG 200). Se pide superar la rigidez de una disciplina que excluye y aleja, por una sensibilidad pastoral que acompaña e integra (cf. AL 297, 312).
c) Las comunidades tienen dificultad para celebrar frecuentemente la Eucaristía por la falta de sacerdotes. “La Iglesia vive de la Eucaristía” y la Eucaristía edifica la Iglesia.[60] Por ello se pide que, en vez de dejar a las comunidades sin Eucaristía, se cambien los criterios para seleccionar y preparar los ministros autorizados para celebrarla.
d) En función de una “saludable ‘descentralización’” de la Iglesia (cf. EG 16) las comunidades piden que las Conferencias Episcopales adapten el ritual eucarístico a sus culturas.
e) Las comunidades piden un mayor aprecio, acompañamiento y promoción de la piedad con la que el pueblo pobre y sencillo expresa su fe a través de imágenes, símbolos, tradiciones, ritos y demás sacramentales. Todo esto se da a través de asociaciones comunitarias que organizan diversos eventos como oraciones, peregrinaciones, visitas a santuarios, procesiones y fiestas patronales. Se trata de una manifestación de una sabiduría y espiritualidad que constituye un auténtico lugar teológico con un gran potencial evangelizador (cf. EG 122-126).
“Es justo reconocer que existen iniciativas esperanzadoras
La cosmovisión de los indígenas
127.La Iglesia se ha de encarnar en las culturas amazónicas que poseen un alto sentido de comunidad, igualdad y de solidaridad por lo que no se acepta el clericalismo en sus diversas formas de manifestarse. Los pueblos originarios poseen una rica tradición de organización social donde la autoridad es rotativa y con un profundo sentido de servicio. Desde esta experiencia de organización sería oportuno reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) ha de estar vinculado en todos los ámbitos (sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento del orden .
Distancias geográficas y pastorales
128.Además de la pluralidad de culturas dentro de la Amazonía, las distancias generan un problema pastoral grave que no se puede resolver solamente con instrumentos mecánicos y tecnológicos. Las distancias geográficas manifiestan también distancias culturales y pastorales que, por lo tanto, exigen el paso de una “pastoral de visita” a una “pastoral de presencia”, para reconfigurar la iglesia local en todas sus expresiones: ministerios, liturgia, sacramentos, teología y servicios sociales.
129.Las siguientes sugerencias de las comunidades recuperan aspectos de la Iglesia primitiva cuando respondía a sus necesidades creando los ministerios oportunos (cf. Hch 6,1-7; 1 Tim 3,1-13):
a) Nuevos ministerios para responder de modo más eficaz a las necesidades de los pueblos amazónicos:
1. Promover vocaciones autóctonas de varones y mujeres como respuesta a las necesidades de atención pastoral-sacramental; su contribución decisiva está en el impulso a una auténtica evangelización desde la perspectiva indígena, según sus usos y costumbres. Se trata de indígenas que prediquen a indígenas desde un profundo conocimiento de su cultura y de su lengua, capaces de comunicar el mensaje del evangelio con la fuerza y eficacia de quien tiene su bagaje cultural. Hay que partir de una “Iglesia que visita” a una “Iglesia que permanece”, acompaña y está presente a través de ministros que surgen de sus mismos habitantes.
2. Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana.
3. Identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica.
b) Rol de los laicos:
1. Las comunidades indígenas son participativas con un alto sentido de corresponsabilidad. Por ello se pide valorar el protagonismo de los cristianos laicos y laicas y reconocerles su espacio para que sean sujetos de la Iglesia en salida.
2. Ofrecer caminos de formación integral para asumir su rol de animadores de comunidades con credibilidad y corresponsabilidad.
3. Crear itinerarios formativos a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia con enfoque amazónico para laicos y laicas que trabajan en territorios amazónicos, en especial en ámbitos de ciudadanía y política.
4. Abrir nuevos cauces de procesos sinodales, con la participación de todos los fieles, de cara a la organización de la comunidad cristiana para la trasmisión de la fe.
c) Rol de la mujer:
1. En el campo eclesial la presencia femenina en las comunidades no es siempre valorada. Se reclama el reconocimiento de las mujeres desde sus carismas y talentos. Ellas piden recuperar el espacio dado por Jesús a las mujeres, “en donde todos-todas cabemos”.[61]
2. También se propone que las mujeres tengan garantizado su liderazgo, así como espacios cada vez más amplios y relevantes en el área formativa: teología, catequesis, liturgia y escuelas de fe y política.
3. También se pide que se escuche la voz de las mujeres, que sean consultadas y participen en las tomas de decisiones, y puedan así contribuir con su sensibilidad a la sinodalidad eclesial.
4. Que la Iglesia acoja cada vez más el estilo femenino de actuar y de comprender los acontecimientos.
d) Rol de la vida consagrada:
1. “Los pueblos latinoamericanos y caribeños esperan mucho de la vida consagrada [… que muestra] el rostro materno de la Iglesia. Su anhelo de escucha, acogida y servicio, y su testimonio de valores alternativos del Reino, muestran que una nueva sociedad latinoamericana y caribeña, fundada en Cristo, es posible” (DAp. 224). Por ello se propone promover una vida consagrada alternativa y profética, inter congregacional, inter-institucional, con un sentido de disposición para estar donde nadie quiere estar y con quien nadie quiere estar.
2. Apoyar la inserción y la itinerancia de los consagrados y consagradas junto a los más empobrecidos y excluidos, y la incidencia política para transformar la realidad.
3. Proponer a los religiosos y religiosas que vienen de fuera tener una disponibilidad para compartir la vida local con corazón, cabeza y manos para desaprender modelos, recetas, esquemas y estructuras prefijados, para aprender lenguas, culturas, tradiciones de sabidurías, cosmologías y mitologías autóctonas.
4. Dadas las urgencias pastorales, y frente a la tentación del activismo inmediatista, se recomienda dar tiempo al aprendizaje de la lengua y de la cultura para generar vínculos y desarrollar una pastoral integral.
5. Se recomienda que la formación a la vida religiosa incluya procesos formativos enfocados desde la interculturalidad, inculturación y diálogo entre espiritualidades y cosmovisiones amazónicas.
6. Se sugiere dar prioridad a las necesidades de los pueblos locales sobre las de las congregaciones religiosas.
e) Rol de los jóvenes:
1. Urge un diálogo con los jóvenes para escuchar sus necesidades.
2. Es necesario acompañar procesos de transmisión y recepción de la herencia cultural y lingüística en las familias[62] para superar las dificultades en la comunicación intergeneracional.
3. Los jóvenes se encuentran entre dos mundos, entre la mentalidad indígena y la atracción de la mentalidad moderna, sobre todo cuando emigran a las ciudades. Se necesita, por un lado, programas para fortalecer su identidad cultural frente a la pérdida de sus valores, idiomas y relación con la naturaleza; por otro lado, programas para ayudarlos a entrar en diálogo con la cultura urbana moderna.
5. Se necesita un mayor énfasis en la defensa y la recuperación de los que son víctimas de las redes de narcotráfico y trata de personas, así como de la adicción a las drogas y el alcohol.
f) Diócesis de fronteras:
1. La frontera es una categoría fundamental de la vida de los pueblos amazónicos. Es el lugar por excelencia de la agudización de los conflictos y violencias, donde no se respeta la ley y la corrupción mina el control del Estado, dejando campo libre a muchas empresas para una explotación indiscriminada. Por todo ello es necesario un trabajo que ayude a ver la Amazonía como una casa de todos, que merece el cuidado de todos. Se propone una acción pastoral conjunta entre las Iglesias fronterizas para afrontar los problemas comunes como la explotación del territorio, la delincuencia, el narcotráfico, el tráfico de personas, la prostitución, etc.
2. Es conveniente incentivar y fortalecer el trabajo en redes de pastoral de fronteras como camino de acción pastoral social y ecológica más eficaz continuando el servicio de la REPAM.
3. Dadas las características propias del territorio amazónico, se sugiere considerar la necesidad de una estructura episcopal Amazónica que lleve a cabo la aplicación del Sínodo.
4. Se pide la creación de un fondo económico de apoyo a la evangelización, promoción humana y ecología integral sobre todo para la implementación de las propuestas del Sínodo.
“Una cultura inédita late y se elabora en la ciudad” (EG 73)
130. San Juan Pablo II nos lo advirtió: “Hoy, la imagen de la misión ad gentes quizás está cambiando: los lugares privilegiados deberían ser las grandes ciudades, donde surgen nuevas costumbres y modelos de vida, nuevas formas de cultura, que luego influyen sobre la población” (RM, 37b). La Iglesia necesita estar en diálogo permanente con la realidad urbana, que exige respuestas diferentes y creativas. Para esto, es necesario que los sacerdotes, religiosos y religiosas, y laicos de los diferentes ministerios, movimientos, comunidades y grupos de una misma ciudad o diócesis, estén cada vez más unidos en la realización de una acción misionera conjunta, inteligente, capaz de unir fuerzas. La misión urbana sólo avanzará mientras haya una gran comunión entre los trabajadores de la viña del Señor, porque, frente a la complejidad de la ciudad, la acción pastoral individual y aislada pierde eficacia.
Desafíos urbanos
131. La ciudad aún con sus desafíos puede transformarse en explosión de la vida. Las ciudades son parte del territorio, por ello deben cuidar la foresta y respetar a los indígenas. Contrariamente muchos de los habitantes de las ciudades amazónicas consideran a los indígenas un obstáculo para su progreso y viven de espaldas a la foresta.
132. El indígena en la ciudad es un migrante, un ser humano sin tierra y un sobreviviente de una batalla histórica por la demarcación de su tierra, con su identidad cultural en crisis. En los centros urbanos, los organismos gubernamentales a menudo eluden su responsabilidad de garantizarles sus derechos, negándoles su identidad y condenándolos a la invisibilidad. Algunas parroquias, por su parte, aún no han asumido su plena responsabilidad en el mundo multicultural que espera una pastoral específica, misionera y profética.
133. Un fenómeno importante a tener en cuenta es el vertiginoso crecimiento de las recientes iglesias evangélicas de origen pentecostal, especialmente en las periferias.[65]
134. Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué estructura parroquial puede responder mejor al mundo urbano, donde el anonimato, el influjo de los medios de comunicación y la evidente desigualdad social reinan de manera suprema? ¿Qué clase de educación pueden promover las instituciones católicas a nivel formal e informal?
Sugerencias
135.Sería conveniente:
a. Promover una pastoral específica de los indígenas que viven en la ciudad en la cual sean ellos mismos protagonistas.
b. Promover la integración de los indígenas en las diferentes actividades pastorales de la parroquia con seguimiento y formación, valorando cada día más su aporte.
d. Repensar las estructuras eclesiales superando las formas culturales desactualizadas que hemos adquirido a lo largo de los siglos.[67]
f. Concientizar acerca de la importancia vital de la inserción de la ciudad en el territorio y del aprecio de la foresta y de sus habitantes. Promover los cambios necesarios en las estructuras sociales y económicas para que el desarrollo de la ciudad no sea una amenaza.
g. Sensibilizar a la comunidad sobre las luchas sociales, apoyando a los distintos movimientos sociales para promover una ciudadanía ecológica y defender los derechos humanos.[69]
h. Impulsar una iglesia misionera y evangelizadora, visitando y escuchando la realidad presente en los nuevos barrios.
i. Actualizar la opción por los jóvenes[70], procurando una pastoral donde ellos mismos sean protagonistas.[71]
j. Hacerse presente en los medios de comunicación para evangelizar y promover las culturas originarias.[72]
“Intentemos ahora delinear grandes caminos de diálogo que nos ayuden a salir
de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo” (LS 163)
136. El diálogo ecuménico se realiza entre personas que comparten la fe en Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador, y a partir de las Sagradas Escrituras procuran dar un testimonio común. El diálogo interreligioso se lleva a cabo entre creyentes que comparten sus vidas, sus luchas, sus preocupaciones y sus experiencias de Dios, haciendo de sus diferencias un estímulo para crecer y profundizar la propia fe.
137. Algunos grupos propagan una teología de la prosperidad y del bienestar en base a una lectura propia de la Biblia.Hay tendencias fatalistas que buscan inquietar, y con una visión negativa del mundo ofrecen un puente de salvación segura. Unos por la vía del miedo y otros por la búsqueda del éxito, impactan negativamente en grupos amazónicos.
138. Sin embargo, otros grupos están presentes en medio de la selva amazónica junto a los más pobres realizando una labor de evangelización y de educación; son muy atrayentes para los pueblos a pesar de no valorar positivamente sus culturas. Su presencia ha permitido que ellos enseñen y divulguen la Biblia traducida a las lenguas originarias. En gran parte estos movimientos se han extendido por la falta de la presencia de ministros católicos. Sus pastores han formado pequeñas comunidades con rostro humano, donde la gente se siente valorada personalmente. Otro factor positivo es la presencia local, cercana y concreta de los pastores que visitan, acompañan, consuelan, conocen y oran por las necesidades concretas de las familias. Son personas como las demás, fáciles de encontrar, que viven los mismos problemas y se vuelven “más cercanas” y menos “diferentes” al resto de la comunidad. Ellos nos están mostrando otro modo de ser iglesia donde el pueblo se siente protagonista y donde los fieles pueden expresarse libremente sin censura ni dogmatismos o disciplinas rituales.
139. Sería oportuno:
a. Buscar elementos comunes a través de encuentros periódicos para trabajar juntos por el cuidado de la Casa Común, y para luchar de modo mancomunado por el bien común frente a las agresiones externas.
b. Plantearse qué aspectos de ser iglesia nos enseñan y cuáles necesitan ser incorporados en los nuevos caminos de la Iglesia amazónica.
c. Incentivar la traducción de la Biblia a las lenguas originales de la Amazonía.
d. Promover encuentros con teólogos cristianos evangélicos.
“La Iglesia dará mayor importancia a los medios de comunicación social
y los empleará para la Evangelización” (DP 158)
y los empleará para la Evangelización” (DP 158)
140. Uno de los grandes desafíos de la Iglesia es pensar de qué modo ubicarse en este mundo interconectado. Los medios de comunicación social masiva transmiten patrones de conducta, estilos de vida, valores, mentalidades que influyen vehiculando una cultura que tiende a imponerse y uniformar nuestro mundo interconectado. Es el problema de la seducción ideológica de la mentalidad consumista, que afecta sobre todo a la juventud. En muchos casos, los jóvenes son llevados a no valorar – e incluso rechazar – su propia cultura y sus tradiciones, aceptando de manera acrítica el modelo cultural imperante. Esto provoca el desarraigo y la pérdida de identidad.
141.La Iglesia cuenta con una infraestructura de medios, sobre todo de emisoras radiales las cuales son el medio de comunicación principal. Los medios pueden ser un instrumento muy importante para trasmitir el estilo de vida evangélico, sus valores y sus criterios. También son espacios para informar lo que ocurre en la Amazonía sobre todo respecto a las consecuencias de un estilo de vida que destruye, y que los medios en manos de grandes corporaciones ocultan. Ya existen algunos centros de comunicación social gestados por los mismos indígenas que experimentan la alegría de poder expresar sus propias palabras, su propia voz no sólo a sus mismas comunidades, sino también hacia fuera. El mundo indígena muestra valores que el mundo moderno no tiene. Por eso es importante que el empoderamiento de los medios de comunicación llegue a los mismos nativos. Su contribución puede tener resonancia y ayudar a la conversión ecológica de la Iglesia y del planeta. Se trata de que la realidad amazónica salga de la Amazonía y tenga repercusión planetaria.
142.Se sugiere:
a. La formación integral de comunicadores autóctonos especialmente indígenas para fortalecer las narrativas propias del territorio.
b. La presencia de agentes pastorales en medios de comunicación masiva.
c. La constitución, promoción y fortalecimiento de nuevas emisoras de radio y TV con contenidos apropiados a la realidad amazónica.
d. La presencia de la Iglesia en Internet y demás redes de comunicación para dar a conocer la realidad amazónica al mundo.
e. La articulación de los diversos medios de comunicación en manos de la Iglesia y de los que trabajan en otros medios, en un plan pastoral específico.
f. Generar y difundir contenidos sobre la relevancia de la Amazonía, sus pueblos y culturas para el mundo, a ser promovidos en las estructuras y canales de la Iglesia universal.
“Desde el corazón del evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora” (EG 178)
143. La Iglesia tiene la misión de evangelizar, la cual implica al mismo tiempo comprometerse para promover el cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas. En efecto, cuando estos pueblos se reúnen hablan de espiritualidad, así como también de lo que a ellos les sucede y de sus problemas sociales. La Iglesia no puede dejar de preocuparse por la salvación integral de la persona humana, que comporta favorecer la cultura de los pueblos indígenas, hablar de sus exigencias vitales, acompañar los movimientos y reunir fuerzas para luchar por sus derechos.
144. En la voz de los pobres está el Espíritu; por eso la Iglesia debe escucharlos, son lugar teológico. Al escuchar el dolor, el silencio se hace necesidad para poder escuchar la voz del Espíritu de Dios. La voz profética implica una nueva mirada contemplativa capaz de misericordia y compromiso. Como parte del pueblo amazónico la Iglesia recrea su profecía, desde la tradición indígena y cristiana. Pero también significa ver con conciencia crítica una serie de conductas y realidades de los pueblos indígenas que van contra el Evangelio. El mundo amazónico le pide a la Iglesia que sea su aliada.
145. Ser Iglesia en la Amazonía de modo realista significa plantear proféticamente el problema del poder, porque en esta región la gente no tiene posibilidad de hacer valer sus derechos frente a grandes corporaciones económicas e instituciones políticas. Hoy en día, cuestionar el poder en la defensa del territorio y de los derechos humanos es arriesgar la vida, abriendo un camino de cruz y martirio. El número de mártires en la Amazonía es alarmante (Ej. sólo en Brasil entre 2003 y 2017 se registraron 1.119 indígenas asesinados por defender sus territorios).[73] La Iglesia no puede ser indiferente, por el contrario ha de apoyar a la protección de las/los defensores de derechos humanos, y hacer memoria de sus mártires, entre ellas mujeres líderes como la Hna Dorothy Stang.
146. Como comunidad solidaria a nivel mundial, la Iglesia reacciona responsablemente ante la situación global de injusticia, pobreza, desigualdad, violencia y exclusión en la Amazonía. El presupuesto fundamental es el reconocimiento de relaciones injustas. Por ello es necesario:
a. Asumir la denuncia contra modelos extractivistas que dañan el territorio y violan los derechos de las comunidades. Levantar la voz frente a proyectos que afectan al medio ambiente y promueven la muerte.
b. Aliarse a los movimientos sociales de base, para anunciar proféticamente una agenda de justicia agraria que promueva una reforma agraria profunda, apoyando la agricultura orgánica y agro-forestal. Asumir la causa de la agroecología incorporándola en sus procesos formativos en vistas a una concientización mayor de las mismas poblaciones indígenas.[74]
c. Promover la formación, defensa y exigibilidad de los derechos humanos de los pueblos de la Amazonía, de las otras poblaciones y de la naturaleza. Defender a las minorías y a los más vulnerables.
d. Escuchar el grito de la ‘Madre Tierra’ agredida y gravemente herida por el modelo económico de desarrollo depredador y ecocida, que mata y saquea, destruye y despeja, expulsa y descarta, pensado e impuesto desde fuera y al servicio de poderosos intereses externos.
e. Promover la dignidad e igualdad de la mujer en la esfera pública, privada y eclesial, asegurando cauces de participación, combatiendo la violencia física, doméstica y psicológica, el femicido, el aborto, la explotación sexual y la trata, comprometiéndose a luchar para garantizar sus derechos y para superar cualquier clase de estereotipo.
f. Promover una nueva conciencia ecológica, que nos lleve a cambiar nuestros hábitos de consumo, a impulsar el uso de energías renovables, evitando materiales dañinos e implementando otros itinerarios de acción conforme a la Encíclica Laudato sì.[75] Promover alianzas para combatir la deforestación e impulsar la reforestación.
g. Asumir sin miedo la implementación de la opción preferencial por los pobres en la lucha de los pueblos indígenas, comunidades tradicionales, migrantes y jóvenes para configurar la fisionomía de la Iglesia amazónica.
h. Crear redes de colaboración en los espacios de incidencia regional, global e internacional, en los que la Iglesia participa orgánicamente para que los propios pueblos puedan expresar sus denuncias a la vulneración de sus derechos humanos.
147. En este largo recorrido del Instrumentum Laboris, se ha escuchado la voz de la Amazonía a la luz de la fe (I Parte) y se ha intentado responder al clamor del pueblo y del territorio amazónico por una ecología integral (II Parte) y por los nuevos caminos para una profética en la Amazonía (III Parte). Estas voces amazónicas interpelan a dar una nueva respuesta a las diversas situaciones y a buscar nuevos caminos que posibilitan un kairós para la Iglesia y el mundo. Concluimos bajo el amparo de María, venerada con diversas advocaciones en toda la Amazonía. Esperamos que este Sínodo sea una expresión concreta de la sinodalidad de una Iglesia en salida, para que la vida plena que Jesús vino a traer al mundo (cf. Jn 10,10) llegue a todos, especialmente a los pobres.
*.*.*
SIGLAS
AG Decreto Ad Gentes: Sobre la Actividad Misionera de la Iglesia, Pablo VI, Concilio Vaticano II, 1965.
AL Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris Laetitia, Francisco, 2016.
CIMI Consejo Indigenista Misionero, CNBB, Brasil.
CNBB Conferencia de los Obispos del Brasil.
CV Encíclica Caritas in veritate, Benedicto XVI, 2009.
DAp. Documento de la V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE (CELAM), Aparecida, Brasil, 2007.
DM Documento de la II CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE (CELAM), Medellín, Colombia, 1968.
Doc. Bolivia Doc. Bolivia: Informe país: consulta pre-sinodal. Bolivia 2019.
Doc. Eje de Fronteras Doc. Eje de Fronteras (2019). Preparação ao SINODO para a Amazônia. Tabatinga, Brasil, 11 a 13 de fevereiro de 2019
Doc. Manaos Documento da Assembleia dos Regionais Norte 1 e 2 da CNBB, “A Igreja e faz carne e arma sua tenda na Amazônia”, Manaus, 1997, en: CONFERÊNCIA NACIONAL DOS BISPOS DO BRASIL, Desafio missionário. Documentos da Igreja na Amazônia. Coletânea, Ed. CNBB, Brasília, 2014, pág. 67-84.
Doc. Preparatorio Documento Preparatorio del Sínodo para la Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral, Secretaría General del Sínodo de los Obispos, 2018.
Doc. Venezuela Doc.Venezuela. CEV. Respuestas asambleas (2019).
DP Documento de la III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE (CELAM), Puebla, México, 1979.
DSD Documento de la IV CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE (CELAM), Santo Domingo, República Dominicana, 1992.
DV Constitución dogmática Dei Verbum (sobre la divina revelación). Concilio Vaticano II, 1965.
EC Constitución Apostólica Episcopalis Communio, Francisco, 2018.
EG Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Francisco 2013.
Fr.PM Discurso del Santo Padre Francisco con motivo del “Encuentro con los Pueblos de la Amazonía”. Coliseo Madre de Dios (Puerto Maldonado), 19 de enero de 2018.
IBGE Instituto Brasiliero de Geografia e Estatistica
LS Carta Encíclica Laudato Si’: sobre el cuidado de la casa común, Francisco, 2015.
NMI Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte, Juan Pablo II, 2001.
OA Carta Apostólica Octogesima Adveniens, Pablo VI, 1971.
PIAV Pueblos indígenas en aislamiento voluntario.
RM Carta Encíclica Redemptoris Missio, Juan Pablo II, 1990.
RP Exhortación Apostólica Post-sinodal Reconciliatio et paenitentia, Juan Pablo II, 1984.
SC Constitución Sacrosanctum Concilium (sobre la sagrada liturgia), Concilio Vaticano II, 1963.
Sint. REPAM AAVV., “Sistematización de aportes esenciales desde las voces de los actores territoriales” en REPAM, Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para la Ecología Integral. Síntesis general de la red eclesial Panamazónica –REPAM- Asambleas Territoriales, Foros Temáticos, Contribuciones especiales y escuchas sobre el sínodo, Secretaría Ejecutiva de la REPAM, Quito 2019.
SRS Carta Encíclica Sollicitudo Rei Socialis, Juan Pablo II, 1987.
VG Constitución Apostólica Veritatis Gaudium sobre las Universidades y Facultades Eclesiásticas, Francisco, 2017.
[1] Al margen de este proceso oficial, se han celebrado numerosos seminarios en Washington D.C., Roma y Bogotá, con expertos en distintas áreas y con representantes de pueblos amazónicos, para reflexionar sobre las cuestiones aquí analizadas.
[3] Cf. Nobre, C. A., Sampaio, G., Borma, L. S., Castilla-Rubio, J. C., Silva, J. S., Cardoso, M., et al. (2016). “The Fate of the Amazon Forests: land-use and climate change risks and the need of a novel sustainable development paradigm”. Proceedings of the National Academy of Sciences U.S.A., 113(39),September 2016.
[4] En sus lenguas se encuentra en diferentes expresiones, como Sumak Kawsay en quechua, o Suma Qamaña en aymara, o Teko Porã en guaraní. En la filosofía africana, la palabra ubuntu significa algo comparable al sumak kawsay quechua: generosidad, solidaridad, compasión con los necesitados, y el deseo sincero de felicidad y armonía entre todos.
[5] Cf. “El grito del sumak kawsay en la Amazonia”, Declaración de los pueblos y nacionalidades indígenas de las regiones de meso América, Andina Caribe, Cono Sur y Amazonía, reunidos en la ciudad de Pujili-Cotopaxi con el objetivo de profundizar el verdadero sentido del sumak kawsay, en: home-page del Vicariato de Aguarico; Acosta, Alberto (2008). El Buen Vivir, una oportunidad por construir, Ecuador Debate: Quito; cf. “Sumak Kawsa, Suma Qamaña, Teko Porã. O Bem-Viver” (Ano X, n. 340, del 23.08.2010), en: IHUOnlineEdicao 340.pdf
[6] Doc. Diócesis de San José del Guaviare y Arquidiócesis de Villavicencio y Granada (Colombia, Frontera Brasil, Colombia y Perú.
[12] Documento da Assembleia dos Regionais Norte 1 e 2 da CNBB, “A Igreja e faz carne e arma sua tenda na Amazônia”, Manaus, 1997, en: CONFERÊNCIANACIONAL DOS BISPOS DO BRASIL, Desafio missionário. Documentos da Igreja na Amazônia. Coletânea, Ed. CNBB, Brasília, 2014, pág. 67-84.
[13] Los Documento de Santarém (1972) y Manaos (1997) se encuentran en: CNBB (2014). Desafio missionário. Documentos da Igreja na Amazônia. Coletânea, Ed. CNBB, Brasília, pp. 9-28 y 67-84.
[15] Papa Francisco, Discurso con motivo del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 9 de julio de 2015. Cf. Parte II, cap. I: Destrucción extractivista, p.41, n. 113.
[24] Organización Internacional del Trabajo (OIT), 1989. Convenio 169: Sobre Pueblos Indígenas y Tribales, art. 7.
[25] Algunos migran a las ciudades para comercializar productos de primera necesidad u obtener algún trabajo temporal en busca de dinero para sustentar a sus familias (Ej. migración pendular interna peruana para trabajar con las madereras).
[26] La práctica de la trashumancia tiene su base en dos fenómenos naturales inter-relacionados: las diferencias en producción primaria provocadas por las estaciones y la migración animal. La trashumancia humana se vincula entonces, a la ecología integral: necesidad humana de producir, y a la situación ecológica que provoca la migración de algunos grupos humanos.
[27] Francisco, Encuentro con la población Instituto Jorge Basadre Grohmann (Puerto Maldonado, 19 enero 2018).
[29] Discípulos Missionários na Amazônia, 2007. Documento do IX Encontro de Bispos da Amazônia, Manaus (2007). En: CNBB (2014), Desafio missionário: Documentos da Igreja na Amazônia. Coletânea, Ed. CNBB, Brasília, pp. 161-216 (269).
[32] Discurso del Santo Padre Francisco a los Participantes en el Foro Internacional sobre “Migraciones y Paz” (21 de febrero de 2017).
[48] Cf. Magisterio latinoamericano en las Asambleas Generales; san Juan Pablo II en Sollicitudo Rei Socialis 42 y Centesimus anus 11.57; Benedicto XVI en el Discurso en la sesión inaugural de los trabajos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007); y Francisco en Evangelii Gaudium, 197-201.
[50] Entre otros pueden citarse: Rodolfo Lunkenbein SDB y Simão Bororo (1976), Marçal de Souza Tupã-i (1983, Guaraní), Ezequiel Ramin (1985, Comboniano), Hna. Cleusa Carolina Rody (1985, misionera Agustina Recoleta), Josimo Moraes Tavavares (1986, sacerdote diocesano), Vicente Cañas SJ (1987), Mons. Alejandro Labaka y Hna. Inés Arango (1987, ambos capuchinos), Chico Mendes (1988, ecologista), Galdino Jesus dos Santos (1997, Pataxó Hã-Hã-Hãe), Ademir Federici (2001), Hna. Dorothy Mae Stang (2005, Hermana. de N. S. de Namur).
[55] Cf. Parte I, cap. III: Tiempo (Kairós), n. 30; Parte III, cap.I: Iglesia con rostro amazónico y misionero, nn. 106-107, 113.
[70] Cf. DP 1166-1205; Documento final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional; Francisco, Exhortación apostólica post-sinodal Christus vivit (25 marzo 2019).
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